PATRIMONIO Y PAISAJE

514 PLAN DE LECTURAS: LA CRISIS DEL 29

PLAN DE LECTURAS: LA CRISIS DEL 29

Nueva York, 1931

                                   Nueva York, 1931, LEROY JAKOB / NY DAILY NEWS / GETTY IMAGES

DOCUMENTOS

 1: La gran Depresión. Vista por el presidente Hoover (norteamericano)

En un sentido amplio la causa primera de la Gran depresión fue la guerra de 1914-18. sin la guerra no se hubiera producido una depresión de análogas dimensiones. Hubiera podido producirse una recesión cíclica normal, pero con la periodicidad habitual, este reajuste incluso no se había localizado en esta época particular y no se había transformado en la Gran Depresión. La Gran Depresión constituyó un proceso en dos etapas, compuestas de varias fases. Nosotros tuvimos una recesión normal debido a causas internas, que se inicia con el crash bursátil de octubre de 1929, estábamos en camino a recuperarnos cuando las dificultades europeas se alzaron con la fuerza de un huracán y nos alcanzaron en abril de 1931. así la Gran Depresión no había comenzado verdaderamente en Estados Unidos.

Se ha afirmado que el crash bursátil americano había demolido la economía mundial, de hecho no es así. Un estudio de la oficina National de Investigación Económica afirma. “Varios países habían entrado en una fase de recesión en 1927 y en 1928, bastante antes de la fecha tomada de ordinario para marcar el comienzo de la crisis en Estados Unidos, es decir el crash de Wall Street en octubre de 1929.

H. Hoover: Memorias. Nueva York, 1952. (En: www.siglo2o.org)


DOCUMENTO 2: La visión de un economista:

El mundo comienza a darse cuenta desde hace algunas semanas sobre todo de que estamos pasando por una de las mayores depresiones en la industria que se han conocido. El descenso en los precios es en todos los países uno de los más fuertes y rápidos, con la sola excepción quizás de 1921. Desde principios del presente año, el precio medio de los productos de consumo artículos, tales como el cobre, el caucho, la plata alcanzan su más baja cotización mientras que otros vuelven a los precios de anteguerra. En tales circunstancias, es inevitable que se produzca un gran retraimiento en los negocios. Las nuevas empresas se ven detenidas y retrasadas en todas partes del mundo, y los comerciantes están sufriendo importantes perdidas por doquier. Este retraimiento afecta igualmente a los Estados Unidos de Norteamérica- pero ocurre que en aquel país no parecen tomar la situación tan en serio como fuera menester. Y esto constituye, sin duda, un elemento peligroso. En la actualidad, en efecto, Wall Street se ilusiona con la esperanza de que ésta- es una de tantas depresiones de menor cuantía, como ocurrió, por ejemplo en 1924. Creo totalmente errónea semejante interpretación.

«Mr. J. Maynard Keynes nos habla de la crisis mundial». El Sol (Madrid), 1 0 de junio de 1930

DOCUMENTO 3: Testimonio de un accionista.

Muy pronto, un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la de mi país. Era un asuntillo llamado mercado de valores. (Mi sueldo semanal en Cocoteros era de unos dos mil, pero esto era calderilla en comparación con la pasta que ganaba teóricamente en Wall Street). Si uno compraba ochenta mil dólares de acciones, sólo tenía que pagar en efectivo veinte mil. El resto se le dejaba a deber al agente. El mercado siguió subiendo y subiendo lo más sorprendente del mercado, en 1929, era que nadie vendía una sola acción. la gente compraba sin cesar(...) Lamentaba desprenderme de cualquier acción, pues estaba seguro de que iban a doblar su valor en pocos meses ( ) El fontanero, el carnicero, el panadero, el hombre del hielo, todos anhelantes de hacerse ricos, arrojaban sus mezquinos salarios -y en muchos casos, sus ahorros de todo la vida- en Wall Strett. Un día concreto, el mercado empezó a vacilar. Unos cuantos de los clientes más nerviosos fueron presas del pánico y empezaron a descargarse (...) Al principio las ventas se hacían ordenadamente, pero pronto el pánico echó a un lado el buen juicio y todos empezaron a lanzar al ruedo sus valores. Luego el pánico alcanzó a los agentes de Bolsa, quienes empezaron a chillar reclamando los márgenes adicionales y los agentes empezaron a vender acciones a cualquier precio (..). Luego, un martes espectacular, Wall Street tiró la toalla y se derrumbó. Eso de la toalla es una frase adecuada, porque par entonces todo el país estaba llorando. El día del hundimiento final, mi amigo, Max, Gordon me telefoneó desde Nueva York Todo lo que dijo fue: ¡Marx, la broma ha terminado!

Groucho Marx, Groucho y yo. Barcelona, Tusquets Editores, 1980.

DOCUMENTO : Abundancia natural y miseria del pueblo en Estados Unidos

«La ruina se extiende sobre el Estado (de California, 1930...), y el dulce aroma (de la fruta) es un gran dolor de la tierra. Los hombres, que pueden injertar los árboles y hacer las semillas fértiles y mejorar los productos, no pueden encontrar el modo de que los hambrientos coman lo producido. Los hombres, que han creado nuevas frutas en el mundo, son incapaces de crear un sistema, gracias al cual se puedan comer. Y este fracaso cae sobre el Estado como una gran catástrofe (...).

Se quema el café como combustible en los barcos. Se quema el maíz para lograr calor. Se arrojan patatas a los ríos y se colocan guardias en las orillas para que la gente hambrienta no pueda sacarlas. Se descuartizan los cerdos y se los entierra, y la putrefacción penetra muy hondo en la tierra.

Esto es un crimen que no tiene nombre. Aquí hay un sufrimiento tal que no puede ser simbolizado por el llanto. Hay aquí un fracaso que anula todos los éxitos. Un suelo fértil, filas interminables de árboles robustos con troncos macizos y fruta madura. Y los niños mueren de pelagra porque cada naranja debe reportar un beneficio. Y los médicos forenses deben decir en los certificados "muerto por desnutrición"; porque el alimento hubo de pudrirse, se le oblig6 a pudrirse (...), y en los ojos de la gente hay una expresión de fracaso, y en los ojos de los hambrientos hay una ira que va creciendo. En sus almas las uvas de la ira van desarrollándose y creciendo y algún día llegara la vendimia.»

J. Steinbeck: Las uvas de la ira, 1939.


1. Visión marxista de la crisis del 29.Rusia aparte, la teoría y la filosofía del marxismo aclararon muchos rincones oscuros de mi mente. La historia llegó a tener un nuevo significado para mí. La interpretación marxista arrojó sobre ella todo un torrente de luz v se convirtieron en un drama que se desenvolvía con cierto orden y finalidad, aunque inconsciente. A pesar de las temibles devastaciones  y miserias del pasado y presente, el futuro -no obstante los muchos peligros que lo acechaban- estaba iluminado por la esperanza. Lo que me atraía del marxismo era su esencial libertad respecto de todo dogma y su perspectiva científica. Es cierto que en el comunismo oficial el dogma no era escaso, en Rusia como en otras partes, y que a menudo se organizaban cazas de herejes.Eso parecía deplorable, aunque no era difícil de entender en vista de los cambios tremendos que tenía lugar en los países soviéticos y de que una oposición efectiva podría haber tenido por un catastrófico resultado. La gran crisis y la bancarrota mundial parecían justificar el análisis marxista. Mientras todos los otros sistemas y teorías van a tientas en la oscuridad, sólo el marxismo la explicaba de más o menos satisfactorio.

Jawarhalal Nehru (1889-1964), quien fue presidente de la India.
2. La visión de un economista:
El mundo comienza darse cuenta desde hace algunas semanas sobre todo de que estamos pasando por una de las mayores depresiones en la industria que se han conocido. El descenso en los precios es en todos los países uno de los más fuertes y rápidos, con la sola excepción quizás de 1921. Desde principios del presente año, el precio medio de los productos de consumo artículos, tales como el cobre, el caucho, la plata alcanzan su más baja cotización mientras que otros vuelven a los precios de anteguerra.En tales circunstancias, es inevitable que se produzca un gran retraimiento en los negocios. Las nuevas empresas se ven detenidas y retrasadas en todas partes del mundo, y los comerciantes están sufriendo importantes pérdidas por doquier. Este retraimiento afecta igualmente a los Estados Unidos de Norteamérica, pero ocurre que en aquel país no parecen tomar la situación tan en serio como fuera menester. Y esto constituye, sin duda, un elemento peligroso.
En la actualidad, en efecto, Wall Street se ilusiona con la esperanza de que ésta es una de tantas depresiones de menor cuantía, como ocurrió, por ejemplo en 1924. Creo totalmente errónea semejante interpretación.
«Mr. J. Maynard Keynes nos habla de la crisis mundial». El Sol (Madrid), 10 de junio de 1930.
3. Testimonio de un accionista.
Muy pronto, un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la de mi país. Era un asuntillo llamado mercado de valores. (Mi sueldo semanal en Cocoteros era de unos dos mil, pero esto era calderilla en comparación con la pasta que ganaba teóricamente en Wall Street).Corrí hacia la habitación de Harpo. Le informé inmediatamente acerca de esta mina de oro en potencia (…) En el vestíbulo de este hotel están las oficinas de un agente de bolsa, dijo, “espera a que me vista y correremos a comprar estas acciones antes de que se esparza la noticia”. “Harpo, dije, “¿estás loco? ¡Si esperarnos hasta que le hayas vestido, estas acciones pueden subir diez enteros!’. De modo que con mis ropas de calle y Harpo con su balín, corrimos hacia el vestíbulo, entramos en el despacho del agente y en un santiamén compramos acciones de la Uniled Corporation por valor de ciento sesenta mil dólares, con un margen del veinticinco por ciento (…); si uno compraba ochenta mil dólares de acciones, sólo tenía que pagar en efectivo veinte mil. El resto se le dejaba a deber al agente. (…)
El mercado siguió subiendo y subiendo lo más sorprendente del mercado, en 1929, era que nadie vendía una sola acción. la gente compraba sin cesar (…)
Lamentaba desprenderme de cualquier acción, pues estaba seguro de que iban a doblar su valor en pocos meses (…) El fontanero, el carnicero, el panadero, el hombre del hielo, todos anhelantes de hacerse ricos, arrojaban sus mezquinos salarios -y en muchos casos, sus ahorros de todo la vida- en Wall Strett ( )
Un día concreto, el mercado empezó a vacilar. Unos cuantos de los clientes más nerviosos fueron presa del pánico y empezaron a descargarse (…) Al principio las ventas se hacían ordenadamente, pero pronto el pánico echó a un lado el buen juicio y todos empezaron a lanzar al ruedo sus valores (…)
Luego el pánico alcanzó a los agentes de Bolsa, quienes empezaron a chillar reclamando los márgenes adicionales y los agentes empezaron a vender acciones a cualquier precio (…). Luego, un martes espectacular, Wall Street tiró la toalla y se derrumbó. Eso de la toalla es una frase adecuada, porque par entonces todo el país estaba llorando. El día del hundimiento final, mi amigo, Max Gordon me telefoneó desde Nueva York Todo lo que dijo fue: ¡Marx, la broma ha terminado!

Groucho Marx, Groucho y yo. Barcelona, Tusquets Editores, 1980.

 
Ramón Marimón. Del ‘crash’ de 1929 a la crisis de 2008
“Algunos años, como algunos poetas y políticos… alcanzan fama muy por encima de los demás, y 1929 fue claramente uno de estos años”. Así abría, en 1954, John Kenneth Galbraith su libro The Great Crash 1929. La misma frase podría utilizarse para el 2008. En 1929 el índice industrial de la Bolsa de Nueva York (Times) bajó ¡un 32,3%! En 2008 no sólo el Dow Jones ha perdido un 36,0%, sino que todas las principales Bolsas del mundo han superado las pérdidas bursátiles del 29 (el Ibex35 -39,4%, y el récord es Rusia -67,8%). Entonces, como también ahora, la pregunta es: ¿por qué el crash?
Pero como señala Galbraith lo que distingue el crash del 29 es que la crisis no se acabó con el crash. A  pesar de las palabras alentadoras del presidente Hoover (“Hemos pasado lo peor y con continuado esfuerzo y unidad nos recuperaremos rápidamente”, decía en mayo de 1930), del 1929 al 1933 en Estados Unidos el empleo se redujo cerca de un 25% y el output de un 30%. El crash no fue una anticipación de esta fuerte recesión (el propio índice Times bajó un 74,1%, de noviembre de 1929 a julio de 1932). Mas bien al contrario, el crash fue un factor determinante -difícil de cuantificar- de dicha recesión. Entonces -y, desgraciadamente, parece que ahora también- la pregunta es: ¿por qué la crisis económica se agudiza tanto tras el crash?
Leer artículo completo, aquí

EEUU y la Gran Depresión

Escrito por jragas el Friday, 17 April 2009
El Comercio ha publicado hoy en su portal el testimonio de Bob Newburger, quien comenzó a trabajar en la Bolsa de Valores en 1933, justo cuando la Gran Depresión comenzaba a menguar. En la actualidad tiene 95 años y cuenta de manera dramática los efectos de la Gran Depresión y cómo afectó a la gente común: algunos se suicidaban para que sus familias pudiesen cobrar el seguro o comían comida para animales de modo que pudiesen llevarse algo a la boca. Ver el video aquí
Para conocer mejor el origen y cómo se combatió una de las peores crisis de la historia mundial (solo superada por la que nos aqueja en la actualidad), he preparado este post que inserta la crisis en el marco de la hegemonía norteamericana posterior a la I Guerra Mundial.

 Estados Unidos y la Gran Depresión

Si realizáramos una comparación entre Estados Unidos y el resto del mundo, en las primeras décadas del siglo XX, la imagen no podría ser más contradictoria: los norteamericanos entraban a una fase de prosperidad económica nunca antes vista, la cual terminaría abruptamente con la caída de la Bolsa de Nueva York (1929) y se prolongaría por algunos años más hasta el New Deal, un programa de reactivación económica emprendido por el presidente Roosevelt.
Así, el país que emerge entre la Primera Guerra Mundial y la crisis de 1929 se presenta como el más rico y poderoso del globo, si bien terminará de consolidar su hegemonía con la Segunda Guerra Mundial. la década de 1920 implicará un encierro voluntario por parte de la opinión pública norteamericana y del Gobierno; encierro que, por otro lado, no contradice su intervención en asuntos latinoamericanos a través de los préstamos y de una política de “buena vecindad” en reemplazo de las anteriores intervenciones militares. De igual manera, se realizó la Conferencia de Washington (1922) con la intención de frenar el imperialismo japonés.

 La consolidación del poder norteamericano

En lo económico, Estados Unidos había incentivado su producción durante la guerra y sobre todo después de ella, impulsado por el ahorro de los años de conflicto, la necesidad de reponer los equipos  destrozados en la guerra y el aumento del consumo provocado por años de penuria. Pero el incesante crecimiento de la producción llegó a su límite en 1922 cuando las industrias europeas volvieron a abrir sus puertas y Estados Unidos se vio obligado a reducir su producción en un 24%, provocando la quiebra de empresas y paros.
En lo social, se trató de reorientar la política inmigratoria. Concientes de que ya no quedaban más territorios por explorar, las autoridades limitaron la entrada de inmigrantes, promulgando dos leyes, una en 1924 y otra en 1929. A través de ellas, se reducía el ingreso de extranjeros a 150 mil por año, los mismos que deberían distribuirse equitativamente con el número de paisanos que ya vivieran en el país. Al mismo tiempo se producía un flujo de norteamericanos que emigraban hacia Europa; este grupo se hallaba compuesto por intelectuales, artistas y escritores que veían en el Viejo Continente el último espacio de cultura occidental.
En lo político, fue una etapa donde predominó la estabilidad durante los gobiernos de los presidentes Woodrow Wilson (1913-1921), Warren Harding (1921-1923) y Calvin Coolidge (1923-1929). La tendencia predominante fue la conservadora, donde debía predominar la moral como medio de combatir los vicios de la sociedad. Además, se estimuló la proliferación de negocios privados como forma de crecimiento de la sociedad. Algunas oficinas y servicios antes bajo administración del gobierno pasaron a manos privadas, como fue el caso de la Marina Mercante.

La política del aislacionismo norteamericano

Estados Unidos mantuvo una tradición de aislacionismo que se remontaba al presidente James Monroe,  que enfatizaba la no-intervención en asuntos políticos o militares de los demás continentes en los países de América (la llamada ‘Doctrina Monroe’). Un siglo después, esta política de Estado contaba con la plena aprobación popular. Al concluir la Primera Guerra Mundial en 1919, el presidente Thomas Wilson deseaba que las condiciones del Tratado de Versalles garantizasen una paz duradera, sin un revanchismo contra Alemania. Por ello, ideó la creación de un organismo que permitiese discutir las diferencias entre los estados. Esta sería la base de la Sociedad de las Naciones, que agruparía a los países aliados y asociados, excluyendo a las potencias derrotadas.
Para que el Tratado fuese válido era necesario que lo ratificara el Senado. Wilson confiaba en que la aprobación sería exitosa; no obstante, Washington acogió fríamente la propuesta, por lo que Wilson tuvo que salir en gira nacional para convencer a la opinión pública. Su negativa a llegar a un acuerdo con el Senado, hizo que éste votara en contra, en marzo de 1920. Aquejado por una parálisis, Wilson vio cómo se producía el golpe final, cuando salió elegido presidente Warren Harding, contrario al idealismo de Wilson y más cercano a las posiciones conservadoras del aislacionismo.
Con ello, Estados Unidos ratificaba su posición de dedicarse a los asuntos internos. Esto complicó la situación de Francia y Gran Bretaña, quienes ya contaban con el apoyo norteamericano para imponer el Tratado. Su ausencia en las negociaciones posteriores terminaría provocando lo que tanto temía Wilson: el revanchismo de las potencias con Alemania, que se tradujo en la onerosa cifra de reparación de guerra. Asimismo, la Sociedad de Naciones fue perdiendo legitimidad hasta su clausura en 1939.

 El crecimiento económico y su impacto en la sociedad

La prosperidad que experimentó la sociedad norteamericana en la década de 1910 y 1920. fue consecuencia de factores como la renovación del sector energético, la consolidación de nuevos sectores industriales, el aumento de la productividad y del mercado de consumo, y del incremento de la actividad empresarial, todo lo cual se manifestó en un crecimiento de 15% anual entre 1914 y 1918. También hay que considerar que este auge no fue experimentado de manera homogénea por toda la sociedad.
La clase media se benefició de este impacto: se estima que hacia 1929 una de cada tres familias norteamericanas tenía un nivel de vida por encima de lo que se consideraba “decente” y que permitía cubrir más allá de sus necesidades básicas. Fueron asimismo beneficiados por la reducción de la tasa de desempleo, que bajó del 12% al 3,2% entre 1921 y 1929.
Los obreros sufrieron un doble impacto, ya que mientras sus beneficios sociales se incrementaban considerablemente mediante sueldos elevados, vacaciones pagas, planes de seguro y jubilación, en tanto organización sindical , su influencia se redujo considerablemente, ya que el número de obreros afiliados descendió de cinco a tres millones. La prosperidad familiar había derrotado a la política de protesta, como lo indica el hecho de que entre 1920 y 1928, el número de huelguistas decreciera de un millón trescientos mil a tan solo trescientos mil.
Los campesinos fueron los menos beneficiados con esta coyuntura. Frente a los bajos precios del mercado respecto a los productos agrícolas, un número considerable de ellos no pudo hacer frente a las deudas y vieron embargadas sus tierras. En muchos casos, los antes propietarios pasaron a ser simples arrendatarios de los nuevos dueños de sus tierras.

 La caída de la Bolsa de Valores de Nueva York

A fines de la década de 1920, la sobreproducción sobrepasó la capacidad de consumo, es decir, se fabricaron productos en un número superior al que la población podía adquirir, y debido a que no toda la sociedad había sido beneficiada por igual con el crecimiento económico, las compras a crédito aumentaron. Esto produjo una demanda ficticia,Simultáneamente, la promesa de una época de prosperidad llevó entonces a una compra masiva de acciones en la Bolsa de Nueva York provocando el aumento del valor de las acciones, sin considerar que éstas carecían de un soporte financiero.
El desbalance entre el precio real de las acciones y su precio ficticio se hizo evidente en setiembre de 1929 cuando los precios comenzaron a bajar aceleradamente y los esfuerzos desesperados por venderlas provocó que el 24 de octubre de ese mismo año (el jueves negro), las cotizaciones se derrumbaran. Se estima que en esos días se pusieron en venta alrededor de 13 millones de acciones, las cuales se devaluaban conforme pasaban las horas.
El gobierno reaccionó rápidamente y el presidente Herbert Hoover organizó un plan de ayuda y de abaratamiento del dinero (explicar mejor esto). Se procedió a mantener los intereses en un nivel muy bajo de manera que la gente recurriera a los préstamos. Sin embargo, el logro más importante del gobierno fue llegar a un acuerdo con los empresarios para no reducir la producción, los salarios, ni efectuar despidos.

 Hacia la crisis económica mundial

La expansión del comercio norteamericano en el exterior, convirtió la caída de Wall Street en una crisis mundial. Esto fue posible debido a tres factores:
  1. El descenso de los precios en Estados Unidos, que afectó a empresas europeas y japonesas que tenían precios muy por encima de los norteamericanos;
  2. El retroceso de la demanda norteamericana, que llevó a la inestabilidad de regiones agro exportadoras como Europa y América Latina; y
  3. La repatriación de capitales norteamericanos desde los países europeos y latinoamericanos, provocando el retiro de numerosas empresas estadounidenses y el despido de trabajadores en dichos territorios.
Al igual que en el caso norteamericano, los gobiernos europeos actuaron inmediatamente para evitar que la crisis se agravara. Fueron dos las medidas que adoptaron: la primera, protegió a sus industrias y productos, elevando la tarifa aduanera, además de devaluar sus respectivas monedas; la segunda, se limitó al gasto público y la circulación monetaria para reducir los precios (a diferencia de Estados Unidos). Esta última medida no fue del todo efectiva, ya que no se logró incrementar el consumo, aunque se estabilizaron los precios y los salarios.
En los primeros años de la década de 1930 los efectos de la crisis eran visibles en casi todas las partes del globo, ya sea en los países europeos como en las regiones periféricas, pues ambos espacios se encontraban interrelacionados por el comercio mundial . Lo cierto es que el principal saldo de la crisis fue un estado permanente de convulsión social y golpes de estado en los países asiáticos y latinoamericanos, mientras que en algunas zonas de Europa las doctrinas fascistas encontraban nuevos adeptos entre los desempleados.

 Roosevelt, el “New Deal” y el keynesianismo

Si bien las medidas de Hoover lograron reducir en un primer momento el impacto de la crisis, éstas no bastaron para reactivar la economía e impedir las protestas que surgieron desde 1932 y contra las cuales Hoover no dudó en utilizar al ejército. Con el advenimiento de las elecciones, la necesidad de un mandatario que reestableciera la confianza de la población fue un clamor popular. El triunfador fue Franklin D. Roosevelt, un demócrata sobrino del ex-presidente Theodore Roosevelt, y que al momento de asumir el mando padecía de poliomelitis, lo cual no le impidió desempeñarse a la altura de las circunstancias en medio de la crisis.
Apenas asumió el mando, Roosevelt proclamó el lanzamiento de “un nuevo trato al pueblo estadounidense” (New Deal) que consistía en un conjunto de medidas destinadas a recuperar la confianza en el sistema financiero. En un lapso muy corto, conocido como los ‘Cien Días’, el Presidente buscó incrementar el gasto público en obras, dando una imagen de un país en constante actividad, al mismo tiempo que reestructuraba la banca. Posteriormente, en una segunda fase (1935-38) , creó una Ley de Seguridad Social, otorgó subsidios a los artistas y rediseñó la política tributaria además de aprobar una Ley Nacional sobre las Relaciones Laborales.
La ideología económica sobre la cual se basaba el New Deal había sido trazada en 1936 por John Maynard Keynes en su libro Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, donde defendía el consumo y la inversión antes que el ahorro. Asimismo, Keynes justificó la intervención del Estado en la economía para fomentar las inversiones y las obras públicas como forma de dinamizar la economía.
Escrito por jragas el Friday, 17 April 2009

 Tres crisis: 1929, 1997 y 2008
La crisis que está afectando el actual sistema económico nos remite, casi automáticamente, a la de 1929. Sin embargo, al hacer un paralelo con la Gran Depresión, solemos olvidarnos que existieron otras crisis, antes y después que las de 1929 y 2008. Entre estas podríamos mencionar la de 1873, que significó una notable transformación del sistema capitalista y la conversión al patrón oro, dejando de lado el inestable patrón plata. Asimismo, se está rescatando la historia de la crisis de 1906. Podríamos añadir la de 1973, como consecuencia de la crisis del petróleo y la intempestiva subida del precio de este, lo que puso fin a una época dorada en la economía occidental.
Para tener una visión de largo plazo de la crisis mundial actual, hemos reunido dos materiales distintos: el primero es un documental titulado “La spectre de la crise” (La sombra de la crisis), en el que se establece un interesante paralelo entre la crisis de 1929 con la que nos golpeó en 1997, y que tuvo su origen en los mercados asiáticos. A continuación, inserto un fragmento de un excelente artículo aparecido en El País sobre una comparación entre la crisis de 1929 con la actual. Mientras, seguimos esperando noticias sobre la recuperación de los mercados financieros. China ha anunciado hoy que ya está viendo luz al final del túnel. Ayer, la Bolsa de Valores de Lima registró una notable alza, pero el PBI parece comenzar una preocupante caída libre.
Le spectre de la crise (La sombra de la crisis)

310 Aquellos años de crisis


PARA SABER MÁS, VER:
Las semejanzas entre la Gran Depresión y ahora

2. http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/contextos/3115.htm
Textos

PAZ DE VERSALLES. / CONSECUENCIAS ECONÓMICAS.J. M. Keynes. Las consecuencias económicas de la paz. 1919 
ALEMANIA / HIPERINFLACIÓN AÑOS 20.
Fergusson. Cuando muere el dinero 1 
ALEMANIA / HIPERINFLACIÓN AÑOS 20.
Fergusson. Cuando muere el dinero 2 
ALEMANIA / HIPERINFLACIÓN AÑOS 20. 
Arthur. R. G. Solmssen. Una princesa en Berlín
 
ALEMANIA / HIPERINFLACIÓN AÑOS 20. 
Galbraih. El dinero
 
ALEMANIA / HIPERINFLACIÓN AÑOS 20.
E. Hobsbawm.. Historia del siglo XX
FELICES AÑOS VEINTE. / ENRIQUECIMIENTO. C. Fay. Los negocios en política 
CRISIS DE 1929 / CAUSAS / CRISIS AGRÍCOLA.
Gideouse. Revista económica internacional. 1934 
CRISIS DE 1929 / CAUSAS / OLVIDO. 
Hobswam. Historia del siglo XX 
CRISIS DE 1929 / ACCIONES. Groucho Marx. Groucho y yo 
CRISIS DE 1929 / ACCIONES.
J. K. Galbraith. El crac del 29 
CRACK BURSÁTI / OCTUBRE 1929. 
Gordon Thomas. El día en que se hundió la Bolsa
 
CRACK BURSÁTIL / 29 de OCTUBRE 1929.J. Galbraith. El crac del 29 
CRISIS DE 1929 / CONSECUENCIAS / USA.Steinbeck. Las uvas de la ira. Los desposeídos
CRISIS DE 1929 / CONSECUENCIAS / USA.
Steinbeck. Las uvas de la ira. Los frutos 
CRISIS DE 1929 / CONSECUENCIAS / USA. 
Arthur Miller. Vueltas al tiempo
CRISIS DE 1929 / CONSECUENCIAS / USA / MISERIA.
Schlesinger. La crisis del orden antiguo 
GRAN DEPRESIÓN / HOOVER. 
A. Maurois. Chantiers Américains
 
GRAN DEPRESIÓN / DURACIÓN.
J. K. Galbraith. El crack del 29 
DEPRESIÓN / DESEMPLEO / ALEMANIA.Eggert, sindicalista alemán en un discurso. 1932 
DEPRESION / DESEMPLEO / SOLUCIONES / ALEMANIA.
Propaganda nazi en las elecciones de Prusia. 1932 
DEPRESIÓN / CONSECUENCIAS POLÍTICAS. / ALEMANIA. 
Decreto para la protección del Pueblo y del Estado. 1932
 
SOLUCIONES A LA CRISIS. F. D. Roosevelt.
Discurso de toma de posesión presidencial. 1933 
SOLUCIONES A LA CRISIS. F. D. Roosevelt.Discurso de toma de posesión presidencial. 1933 
SOLUCIONES A LA CRISIS / NEW DEAL / ASPECTOS SOCIALES. Frances Perkins. People at work


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