PATRIMONIO Y PAISAJE

556 BARROCO.ESPAÑA. VELAZQUEZ

ESQUEMA BARROCO EN ESPAÑA


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BARROCO EN ESPAÑA:
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ARQUITECTURA

España como defensora de la Contrarreforma y las obras van a tener un carácter religioso, una arquitectura que quiere aparentar poder, lujo,..

Época de crisis económica donde no hay grandes proyectos, materiales pobres, pequeñas obras como sacristías, torres fachadas,... .

 no hay innovaciones constructivas, solo va a ser un arte decorativo.

Palacio Real de Aranjuez
File:Palacio de Aranjuez.pav.jpg

Arquitectura

Juan Gómez de Mora
Plaza Mayor de Madrid
Cárcel de Corte. Madrid
La Clerecía. Salamanca
F. Casas y Novoa
Fachada del Obradoiro. Catedral de Santiago de Compostela
D. Andrade
Torre del reloj. Catedral de Santiago de Compostela
F. Hurtado
Cartuja de Granada. Sagrario
N. Tomé
Transparente de la catedral de Toledo
I. Vergara
Portada del palacio del Marqués de Dos Aguas. Valencia
A. Churriguera
Plaza Mayor. Salamanca
P. Ribera
Hospicio de San Fernando. Madrid
F. Juvara y J. B. Sacchetti
Palacio Real de Madrid

CÓRDOBA

RUTA DEL BARROCO CORDOBÉS


Va a tener 3 etapas:

1ª mitad del siglo XVII

Obras con influencia herreriana, geometrismo y poca decoración. Destacan:

Francisco de Mora: autor de la iglesia de San José de Ávila, con el modelo de fachada barroca basada en el juego, el ritmo de luces y sombras, muy poca decoración, rigor geométrico. Decoración de bolas y pirámides.

Juan Gómez de Mora (1586-1648): su obra es sencilla y grande. Es menos severo que Herrera, influencia de elementos clásicos, rigor geométrico y claroscuro en las fachadas. Sus obras más importantes son:
Fachada de la iglesia de la Encarnación, no es suya pero si es de su estilo ya que al ser el arquitecto municipal tenía que dar el visto bueno. Tiene un atrio, fachada de piedra pero el edificio es de ladrillo. Tiene 3 pisos.
Colegio de la compañía de Jesús en Salamanca
La Plaza Mayor de Madrid (1617) es rectangular y amplia. Era una plaza abierta. Tiene sopórtales que eran de medio punto pero ahora son adintelados. Fue rápida en construcción. Se incendió y la construyó Juan de Villanueva dándola un aspecto cerrado.
Cárcel de Corte o Palacio de Santa Cruz
La Casa de la Villa, de planta cuadrangular, torres en las esquinas con chapiteles. Construido en ladrillo con guarnición de piedra.

Alonso Carbonell: autor del Panteón real del Escorial, capilla de planta central con decoración “a crescenti”. También es autor del Palacio del Buen Retiro aunque solo queda el Casón del Buen Retiro y la parte del salón de Reinos que es el Museo del ejército.

2ª mitad del siglo XVII

Se caracteriza por el gran decorativismo, el falso esplendor, las fachadas decoradas y los contrastes y paisajes lumínicos. Destaca:

José Jiménez Donoso: va a construir la Casa de la Panadería.

Alonso Cano: autor de la fachada de la Catedral de Granada, es un monumental arco de triunfo con fuertes juegos lumínicos, decoración muy lineal y geométrica.

Gran desarrollo del retablo, su función era atraer al espectador y deriva de las decoraciones de teatro y ceremonias, es una arquitectura efímera que se caracteriza por la gran decoración.

Remodelación de Santiago de Compostela, plazas entorno a la catedral y se van a hacer torres barrocas como la Torre del reloj y la Torre de las campanas (Peña de Toro)

Primeras décadas del siglo XVIII


Abandono de las normas clásicas, un estilo decorativo lleno de fantasía, exuberante y más recargado, llamado “Churrigeresco”
Paralelamente nos encontramos la arquitectura de los Borbones “Palaciegos” que encargan las obras a los artistas italianos y franceses. Interés por el lujo. Destacan: Palacio Real (Juvare y Sachetti), el Palacio de Aranjuez, fachada y jardines del Palacio de la Granja (Juvare).
Los hermanos Churrigera: son tres hermanos.
José se caracteriza por su arquitectura monumental y por su rigor compositivo. Obra: el Retablo de San Esteban (renueva el concepto de retablo con arquitectura) y el trazado de Nuevo Vaztán donde hace un plano urbanístico en cuadrícula que incorpora el palacio, iglesia y viviendas de forma severa y monumental.
Alberto: Decoración más abundante
Joaquín: proyecto para la cúpula de la Catedral Nueva de Salamanca

Pedro de Ribera: autor de los templetes del Puente de Toledo (mucha decoración, exagerada). La fachada del Hospicio de San Fernando, frontones partidos y estípites (columnas con la base más estrecha que la parte superior, con gran decoración), orejeras (elemento decorativo de las ventanas), frontones curvos, tarjas o espejos (especie de pergamino, parece un marco para el espejo), ménsulas o carteles (apoyo de balcones), columnas abalaustradas (superposición de distintos elementos) y salomónicas.

Narciso Tomé: el Transparente de la Catedral de Toledo, donde se mezcla la arquitectura, la pintura y la escultura que crea un efecto donde el protagonista es la luz. Es una obra original, está situado en la girola. Han abierto una ventana en la bóveda que ilumina directamente al altar.

Casas Novoa: La fachada de la Catedral de Santiago “La fachada del Obradoiro”. Es una fachada pantalla ya que detrás de ella hay una iglesia románica. Tiene gran verticalidad, recargamiento y juego de luces y sombras.

ESPAÑA: ARQUITECTURA RELIGIOSA Y CIVIL:

Época de crisis económica con los últimos Austrias, y cierto empobrecimiento por parte de la nobleza, los grandes impulsores del arte en el siglo XVII en España serán la Iglesia y la realeza. Conventos, iglesias y mansiones monárquicas son los edificios más frecuentes.

El Barroco constituye la época predilecta de la cultura española. La exaltación del celo católico culmina con grandes actos de afirmación religiosa: autos de fe, procesiones, fundaciones de iglesias y monasterios, etc. La arquitectura se distingue por una larguísima pervivencia del arte de la Contrarreforma, que llena los dos primeros tercios del siglo XVII, tras los cuales tiene lugar un desarrollo de lo decorativo que no tiene límites.

Otra característica de la arquitectura barroca española es el escaso movimiento en plantas y alzados, se prefieren las líneas rectas a las curvas. Las movidas plantas borrominescas no tienen éxito en España, los ejemplos existentes de este tipo son tardíos y excepcionales.

En la arquitectura barroca española y particularmente en la castellana del primer tercio del siglo, la influencia de Juan de Herrera es todavía profunda. La figura más representativa es Juan Gómez de Mora (+1648), cuya portada de la Encarnación de Madrid es de sobriedad casi escurialense. Pocos años después construye la Clerecía de Salamanca, iglesia de jesuitas en que sigue el modelo de Vignola, si bien las torres y partes altas son del XVIII. A Gómez Mora se deben algunas de las principales construcciones civiles de su tiempo, como la Plaza Mayor de Madrid, la fachada meridional del destruido Alcazar (que sólo conocemos por reproducciones), el Ayuntamiento, y la Cárcel de Corte, hoy Ministerio de Asuntos Exteriores, todo de tradición bastante herreriana, que si bien no del todo corresponden a su dirección de obra, sí la traza o algunos casos parte de la obra.

Entre los monumentos de carácter civil merece destacarse también el Ayuntamiento de Toledo (1612), atribuido a Jorge Manuel, el hijo del Greco, en cuya fachada pueden observarse dos torres con chapiteles de tradición escurialense como los empleados por Gómez de Mora.

La mayor empresa del segundo cuarto del siglo es el Palacio del Buen Retiro, construido por iniciativa del Conde-Duque de Olivares y dirigido por Alonso Carbonell, aunque del amplísimo conjunto formado por grandes patios con torres en los ángulos, hoy sólo se conserva el llamado Casón. También se le atribuye la iglesia de las Carmelitas de Loeches, muy semejante en la fachada a la iglesia de la Encarnación, de Gómez de Mora, de quien parece fue discípulo y seguidor, tanto que el Mº de Asuntos Exteriores algunos autores lo atribuyen a Carbonell.

En el avance del barroco influye decisivamente el granadino Alonso Cano (+1667), que priva a las pilastras de capitel y, sobre todo, crea una decoración de grandes hojas carnosas que impera en la segunda mitad del XVII en Castilla y Andalucía oriental, y una decoración de paños superpuestos con entrantes curvilíneos y angulosos, de intensos efectos de claroscuro. Sus obras más características son la iglesia de la Magdalena, y la más conocida, la portada de la Catedral, ambas en Granada.

En el último tercio del siglo, destacan por su avance hacia el barroquismo, Herrera El Mozo y José Jiménez Donoso, ambos también pintores. Herrera interviene en la obra del Pilar de Zaragoza, de planta rectangular y con una torre en cada esquina. A Jiménez Donoso se debe la reconstrucción de la Casa de la Panadería en el centro de la Plaza Mayor de Madrid tras el incendio de 1672.

A fines del siglo XVII se inicia la última etapa del barroco madrileño que perdura hasta mediados del siguiente, y es la denominada “churrigueresca”. Aunque es excesivo extender esta denominación a toda la arquitectura española de esta época y posterior, parece seguro que la influencia de los Churriguera se extiende a buena parte del país, y, desde luego, existe un estilo churrigueresco perfectamente definido.

Se trata de una familia que comienza trabajando en la corte en el siglo XVII y que en el siguiente se traslada a Salamanca. Son José de Churriguera (+1725), madrileño de nacimiento e hijo y nieto de esambladores, y sus hermanos, Joaquín y Alberto, cuya actividad se desarrolla en Salamanca en pleno siglo XVIII.

Las únicas obras seguras que se conocen de José Churriguera son el palacio de Nuevo Baztán de Madrid, adornado con gruesos baquetones de escasa proyección y anchas fajas resaltadas, y la actual Academia de San Fernando, reformada posteriormente al fijarse como sede de la Academia.

Joaquín Churriguera dirige hasta su muerte las obras de la cúpula de la catedral de Salamanca, pero su obra principal es el Clegio de Calatrava. Su hermano Alberto termina la portada de la catedral de Valladolid, y es autor de la iglesia de San Sebastián de Salamanca y de la preciosa Plaza Mayor de la misma ciudad.

El principal arquitecto que difunde el estilo de los Churriguera es Pedro de Ribera, llevándolo a sus últimos extremos e imponiéndole un sello muy personal. Formado con José Churriguera, emplea dos elementos que serán característicos de la escuela madrileña, “el estípite” y el grueso baquetón de sección asimétrica. Concibe las portadas con movimiento y riqueza hasta entonces desconocidos en la arquitectura europea. El estípite, o soporte en forma de aguda pirámide invertida ya fue empleado por Miguel Angel como tema decorativo secundario, según lo utiliza Pedro de Ribera, presenta basa y capitel, como todo soporte clásico, pero su fuste consta de un primer cuerpo en forma de pirámide invertida, otro de proporciones cúbicas, y un tercero pequeño y apiramidado en posición normal. El estípite barroco es frecuente en los retablos barrocos de todo el mundo hispánico, pero en las fachadas sólo lo emplea de forma sistemática Ribera y sus discípulos. El baquetón, según decíamos, también lo emplea de forma destacada, proyectándolo considerablemente para crear sombras violentas.

Entre sus obras destacan la iglesia de Montserrat, una de sus primeras obras, donde ya muestra en el campanario un chapitel bulboso, ejemplo característico de la evolución en el dieciocho del estilo escurialense, y sobre todo el Hospicio de San Fernando, su obra maestra. Sin el recargamiento de esta obra, se conservan en Madrid una serie de portadas debidas a Ribera o a sus discípulos. En ellas el balcón suele aparecer ligado a la portada principal, y el conjunto se corona con el escudo familiar. Elemento decorativo capital es el gran baquetón cada vez más prominente y quebrado en complicadas formas mixtilíneas.

Entre otros arquitectos barrocos, podemos citar Los Tomé, que trabajan principalmente en León, entre ellos Narciso Tomé es el autor del Transparente de la Catedral de Toledo, que sus admiradores contemporáneos consideran la octava maravilla.

En Andalucía, además de Alonso Cano, ya citado podemos mencionar a Leonardo de Figueroa, autor del Hospital de los Venerables, la iglesia del Salvador, y lo más interesante de su producción artística, el Palacio de San Telmo (1724-1734), lugar en el que vivían los huérfanos de los marineros que habían muerto en los viajes a América. La fachada representa el ejemplo más claro del Barroco decorativo ya que toda su superficie está engalanada con todo tipo de elementos que producen una sensación generalizada de abigarramiento. El balcón está sostenido por atlantes.

En Galicia, destacan Fernando de Casas Novoa Domingo Antonio de Andrade, autores de la Fachada del Obradoiro en la Catedral de Santiago, en la que afortunadamente respetaron el Pórtico de la Gloria. En ella se logra el fin que se persigue: impactar y capturar la atención del espectador. Las dos torres y la gran altura conseguida, nos invitan a levantar la mirada.

En Levante, el exceso decorativo llega a tal extremo que para muchos autores ha de considerarse dentro del Rococó. Uno de los más bellos ejemplos el el Palacio del Marqués de Dos Aguas (1740). En su fachada destaca la portada realizada por Ignacio Vergara. En la parte inferior, podemos admirar la personificación de los dos ríos de Valencia, el Turia y el Júcar, de anatomías rotundas de influencia miguelangelesca. En la parte superior, la Virgen con el Niño en una hornacina, rodeada de otros motivos decorativos.

Por último, dentro de esta zona levantina, destacar a Jaime Bort, artífice de la catedral de Murcia, realizada en 1740. En ella, la combinación de formas cóncavas y convexas rompen la sensación de frontalidad. También está recubierta de abundante y refinada decoración.
El siglo XVI supone el final de la hegemonía hispana. El siglo XVII viene marcado por una crisis económica muy importante, lo que supone que las construcciones sean menos monumentales que en el renacimiento y que los materiales sean menos costosos (ladrillo, yeso, madera).
La arquitectura barroca española tiene tres periodos:
  1. Primera mitad del s. XVII, de gran sobriedad estructural y decorativa.
  2. La Segunda mitad del s. XVII, marcado por el decorativismo.
  3. EL Barroco Final de principios del s. XVIII, en el que coexiste una decoración libre y fantasiosa, y las tendencias equilibradas y sobrias de la arquitectura cortesana de los Borbones.
1.- Primera Mitad del siglo XVII.

Debido a la influencia de Juan de Herrera, en este periodo predomina la desnudez estructural y decorativa.
Fracisco de Mora (1.553-1.610) continúa con la tradición herreriana, pero ya anticipa las formas barrocas.
Es autor del Convento de San José en Ávila y del Palacio Ducal en Lerma (Burgos).

Su sobrino y discípulo, Juan Gómez de Mora (1.586-1.648), se aparta de la severidad herreriana. Su obra clave es la Clerecía de Salamanca (ojo, pero sólo la fachada, que la torre es de Churriguera).

En Madrid se encarga de la Plaza Mayor y la casa de la Villa.


Alonso Carbonell (finales s. XVI - 1.660) es el autor del Palacio del Buen Retiro de Madrid, construido por deseo del Conde Duque de Olivares y del que sólo se conserva un ala. Tenía una larga fachada jalonada por dos torres de chapiteles escurialenses. Este es el primer barroco español, variación del estilo herreriano. En el interior de este palacio estaba el salón de reinos de Felipe IV, decorado con importantes pinturas.
También trabajo en el PAnteón de reyes de El Escorial, que fue construido por Gian Battista Crescenzi, de planta octogonal, casi circular, decorada con pilastras, capitales y sepulcros a base de marmol y bronce.

Algunos autores dicen que el plano fue suyo, y que Crescenzi sólo lo decoró; otros dice que sólo hizo la bóveda....
También hay que destacar a los jesuítas Pedro Sánchez y Francisco Bautista, autores de la Catedral de San Isidro en Madrid.
Tiene una sola nave con capillas laterales y un crucero que forma una cruz latina con la nave central.  La cúpula está en el centro.




La fachada está recorrida por grandes pilastras verticales.
Pedro Sánchez fue el encargado de hacer las cúpulas encamondadas o falsas sobre un soporte de madera, que tanto abundan en las iglesias madrileñas de la época.

2.- Segunda Mitad del Siglo XVII.

Desde 1.650 se van a ir añadiendo elementos decorativos, naturalista y abstractos, a las desnudas estructuras herrerianas.
Las plantas siguen siendo sencillas, aunque los alzados alcanzan mayor libertad y dinamismo.
En Madrid, destacan Manuel y José del Olmo, con la Iglesia de las Comendadoras de Santiago, con Planta de cruz Griega;

Pedro de La Torre, que hizo la capilla de San Isidro, adosada a la Iglesia de San Andrés, obra de José de Villareal.


En Andalucía, Alonso Cano (1.601- 1.667), pintor, escultor y arquitecto;  fue el encargado de la fachada de la catedral de Granada, que concibió como un arco de triunfo de acentuados claroscuros.


En Galicia se inició la remodelación de la Catedral románica de Santiago de Compostela. José Peña Toro realizó el pórtico de la Quintana y la torre de la campana. De Diego Antonio de Andrade es esta torre del reloj.


Se trata de un cuerpo alargado y esbelto, recorrido por pilastras y coronado por otras dos torres (cuadrada y poligonal) a modo de campanario.
Tanto por las proporciones como por la ornamentación es uno de los precedentes de la fachada del Obradoiro, proyectada por Peña Toro y ejecutada por Fernando de Casas y Novoa.

Esta fachada se realizó para tapar el Pórtico de la Gloria, integrar el edificio en el proyecto urbanístico de la ciudad e integrarlo en la escalinata barroca que ya se había empezado a construir.  Casa y Novoa realizó un diseño piramidal, articulado en tres calles por columnas estriadas,  dividido en dos niveles y flanqueado por dos torres. La estructura se aligera con los grandes ventanales que dan luminosidad al nártex de la catedral.

En Cataluña, la arquitectura civil tiene un papel destacado, si bien el barroco penetra en las motivos decorativos, principalmente, como puede verse en la generalización de las columnas salomónicas. De todas formas destaca la Catedral de Gerona, con una fachada retablo precedida de una gran escalera.

A finales del siglo XVII, destaca Francisco Herrera el Joven ( 1.622 - 1.685),  que fue pintor y en sus últimos años realizó retablos y ejerció de arquitecto. Él  trazó los planos para la Basílica del Pilar, que se inició en 1681, pero tras su muerte el proyecto se modificó.


Junto con Herrera el Joven, José Jimenez Donoso es uno de los pintores-arquitectos del barroco madrileño. Casi todas sus obras arquitectónicas está hoy destruidas, excepto la Casa de la Panadería en la Plaza Mayor madrileña, que Donoso reconstruyó después del incendio de 1672, y que fue proyectada por Juan Gómez de Mora.

3.- Barroco Final.

El siglo XVIII supone la apoteósis del Barroco. El estilo se hace recargado y exuberante, pero los tres hermanos Churriguera crearán un estilo propio, al margen de la corriente cortesana que trajeron los Borbones.
José Benito Churriguera (1. 665 - 1.725) se encargó de realizar retablos en los que emplea columnas solomónicas y los estípites (pilastra trocopiramidal invertida). Este es el retablo de San Esteban de Salamanca.

También se encargó, con un  estilo más sobrio y racional, del trazado del Nuevo Batzán.

Sus hermanos, Joaquín (1.674 - 1.724) y Alberto Churriguera, trabajan en Salamanca.
Del primero es el Colegio de Calatrava.

Alberto Churriguera (1.676 - 1.750) fue el encargado de realizar la plaza Mayor de Salamanca, siguiendo en modelo porticado de Madrid, aunque más recargado.


Pedro Ribera (1.681 - 1.742), de imaginación desbordante,  fue discípulo de José Benito de Churriguera. por lo que continúa con las estípites, la decoración fantasiosa y recargada. Trabajó en Madrid, donde realizó, entre otros, el puente de Toledo, el Cuartel del Conde-Duque, la fuente de la Mariblanca.....
Obra suya es la iglesia de Montserrat, en la calle San Bernardo, que fue prisión femenina tras la Guerra Civil española. en ella observamos las estípites, baquetones encuadrando los vanos, los chipeteles bulbosos...

Esta es la fachada del antiguo Hospicio de San Fernando, hoy museo Municipal de Madrid. Esta fachada está organizada como un retablo, con dos cuerpos, y en el que el movimiento es muy importante.
Se va ascendiendo desde la base hasta la hornacina en la que está San Fernando.
Los cortinajes a los lados de las obras, confieren gran teatralidad a esta fachada.

En Toledo destaca la figura de Narciso Tomé (1.690 - 1.742). Su obra más célebre es el transparente de la catedral, en el deambulatorio. Construido para dar más iluminación al sagrario de la capilla, los efectos de la luz y su escenografía es impresionante, ya que mezcla arquitectura, escultura y pintura.

La arquitectura barroca andaluza tuvo dos focos: Sevilla y Granada.
En SEvilla, Leonardo de Figueroa (1.650 - 1.730) realizó la iglesia de San Luis de los alemanes, con planta de cruz griega y cúpula de anillo ondulado.

Esta es la fachada del palacio de San Telmo. Consta de 3 cuerpos encuadrados en haces de columnas muy ornamentadas.

En Granada, Francisco Hurtado Izquierdo(1.669 - 1.725) realizó el Sagrario de la catedral, en el que predomina la columna salomónica y la profusión de elemento inútiles.


No podemos terminar el barroco final, sin hablar de la corriente cortesana asociada a los borbones. Se trata de autores extranjeros traídos por Felipe V. Su arquitectura es más sobria y monumental, siguiendo los modelos francés e italiano.
EL palacio Real de Madrid, obra de Juvara y Sachetti, es un claro ejemplo. Se trata de un palacio de planta rectangular en torno a un patio central. Está flanqueado por torreones en las esquinas que sobresalen en altura. El exterior recuerda a una fortaleza y no establece una vinculación con su contexto urbano, a pesar de su ajardinamiento a la francesa.


Otra obra de estos este estilo,  es el palacio de La Granja (Segovia), cuyo esquema e inicio fue obra de Teodoro Ardemans, y que fue modificado por Sachetti y Juvara.
FUENTE: luz-historia-arte.blogspot.com

PARA SABER MÁS:

La Arquitectura Barroca Española.


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ESCULTURA BARROCA ESPAÑOLA
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Cristo de la Expiración de Sevilla, más conocido como El Cachorro

Su mirada vuelta al cielo y la sedienta expresión de su rostro, en el que parece palpitar aún el último aliento del Crucificado, han confortado durante más de tres siglos a miles de devotos del Cristo de la Expiración de Sevilla, conocido popularmente como El Cachorro. Tan realista es su gesto, que parece indudable que su autor tuvo que presenciar por fuerza la agonía de un hombre antes de realizar esta escultura. Quizá la del Cachorro que cuenta la leyenda.

Así se apodaba un gitano que al parecer vivió en el barrio de Trianapor aquel año de 1682 en que la corporación del Santísimo Cristo de la Expiración y Nuestra Señora de la Paz encargó a Francisco Ruiz Gijónuna efigie de un Cristo en la cruz. Andaba el joven imaginero de Utrera pensando en su obra, cuando escuchó unos gritos: «Han matado al Cachorro! ¡Justicia!».


G. Fernández
Cristo yacente
La Piedad

Juan Martínez Montañés
Cristo de la Clemencia

Juan de Mesa
Cristo de la Agonía

Pedro de Mena
Magdalena Penitente

A. Cano
Inmaculada

F. Salzillo
La oración en el huerto

Es un arte fundamentalmente religioso que coincide con la Contrarreforma, momento de crisis económico y monárquico. Ante estas decadencias el principal cliente van a ser los pueblos, los fieles, la cofradía. Los escultores trabajarán artesanalmente entorno a círculos pero sin relación a la Corte. Hay que tener en cuenta la costumbre de sacar en procesión a los Santos, Virgen, Jesucristo y así aparece la imagen procesional sola o en grupos narrativos llamados pasos.

La escultura se independiza de la arquitectura y la escultura aislada es predominante. También nos encontramos escultura en retablos y casi no hay escultura funeraria, al pensarse una glorificación del difunto.

Se caracteriza por:
Realismo porque las imágenes tratan de conmover y exaltar al espectador.
Se esculpe en madera porque es más barata, ligera y más fácil de trabajar y conseguir detalles, además se policroma y hace que el realismo se incremente.
Surge las imágenes de verter, donde se esculpe solo rostro y manos y el resto se cubre de ropajes.
Hay una escultura oficial: la escultura de Felipe IV, que está en la Plaza de Oriente, ésta es de 4 genios: Velázquez, Martínez Montañés (la cabeza), Pietro Taca (la fundió en bronce), Galileo (hizo los cálculos para que el caballo se sostuviera en 2 patas)

1ª mitad del siglo XVII

Hay 2 focos:

CASTILLA

Se caracteriza por su realismo y por su gusto por lo dramático, su interés es emocionar y sus representaciones son desagradables y llega a la fealdad

Gregorio Fernández: va a trabajar en Valladolid, su obra muestra exaltación religiosa cercana a la sensibilidad popular.

 "Gregorio Fernández continuó con la tradición de la imaginería castellana iniciada por Alonso Berruguete y Juan de Juni, que profundizó desde Valladolid, donde Felipe III había establecido su Corte, convirtiéndose en el máximo exponente de la escultura barroca del momento.

 Nace en 1576, en Sarria, Lugo y muere en Valladolid donde se trasladó el 22 de enero de 1636. En Valladolid estaba la corte y allí estaba el trabajo para los artistas. Fue el máximo exponente de la escuela castellana, Parece que heredó de Berruguete y de Juni su expresividad que, junto al clasicismo de Leoni y Arfe, le hicieron alejarse del imperante manierismo que marcaba la pauta en su tiempo.

La mayor parte de sus obras están en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Sus principales clientes fueron las cofradías castellanas. No es vulgar en su realismo, trata de destacar lo más significativo y añade en ocasiones elemento postizos: Ojos de cristal, dientes, sudor o lagrimas que construye con resina. Es delicado con la anatomía y en el tratamiento gestual de su obras. 

Su estilo es muy realista, con rostros de extraordinaria expresividad, los ropajes tienen unos pliegues angulosos y quebrados de influencia de la escuela de Flandes.

Obras 
Retablos pero prefiere los tipos individuales y expresivos.
Inmaculadas, de influencia infantil y santos de extraordinario realismo entre los que destaca: Santa Teresa, San Francisco Javier, San Ignacio y San Pablo.
Cristos Yacentes: este modelo iconográfico es muy famoso el que más es el Cristo del Pardo.
Los pasos de la pasión con fuertes escenas iconográficas para acentuar el patetismo y despertar el fervor popular.
Cristos crucificados: no buscan la belleza. Tienen forma de V




Plano medio de Magdalena
La magdalanea en la sala barroca del Museo de Bellas de Artes de Córdoba

Los pliegues angulosos, heridas y llagas sangrantes y movimientos congelados caracterizan su estética, que evolucionó progresivamente del manierismo al naturalismo, creando iconografías propias, como la de Cristo yacente, la Piedad, y muy posiblemente también ésta de la Magdalena, que tuvo un enorme éxito en Andalucía, como refleja la obra de Pedro de Mena.
Repolicromada modernamente, esta escultura resume el sentir que San Ignacio de Loyola impulsó a partir de sus Ejercicios Espirituales: el instante congelado, la mirada absorta ante el Crucifijo y un severo ascetismo, evidentes en esta pobre mujer, aislada vividora entre alimañas, a la que acompaña un cráneo que alude a lo trascendente de la muerte y el tarro de perfume con el que ungió a Jesús."

 Piedad
 Cristo yacente


ANDALUCÍA

Durante los siglos XVII y XVIII Andalucía conquistó un importante protagonismo en el desarrollo histórico de España. En particular Sevilla, como puerto de América cobra particular interés. Aunque el barroco andaluz trasciende el margen temporal y de lugar. Se presenta como identidad de una Andalucía. Se evoca en el urbanismo, en la arquitectura de palacios, iglesias y catedrales; en los pinceles de Velázquez, Zurbarán, Murillo, Alonso Cano o Valdés Leal; en la gubia de Montañés, Pedro de Mena o Pedro Roldán; en los barros de La Roldana; . En sus celebraciones, ritos y fiestas.

Granada y Sevilla, las dos ciudades más pobladas de España a mediados del XVI, son el referente artístico más significativo de Andalucía Barroca. Las relaciones de Velázquez, Zurbarán, Cano, Montañés en la Corte de Felipe IV pondrán el acento andaluz al arte barroco más prestigioso. La contraposición entre las dos ciudades no va más allá de mínimos matices, ya que ambas escuelas estaban estrechamente ligadas al acontecer de las propuestas artísticas que, al igual que otras manifestaciones festivas o políticas, pasaban por la influyente Iglesia española. Este invisible eje artístico se ejemplifica, entre otros, en la formación granadina del gran maestro de la escuela sevillana Montañés; en la granadina del sevillano Pedro Roldán o en la sevillana del granadino Alonso Cano, que compartirá con Velázquez el prestigioso taller de Francisco Pacheco, uno de los artistas más influyentes del momento.

El barroco sevillano se considera más abierto, frente al más recogido e intimista granadino


AUTORES

Juan Martínez Montañés

De Alcalá la real .jaén- , llega a Sevilla , encrucijada de caminos y posibilidades entre el Viejo y el Nuevo Mundo. Pone t aller.  LLeva una vida ordenada, profundamente religiosa. Formado en el renacimiento, para hacer de su escultura un catalizador del barroco y de la escuela andaluza. El escultor rompió con la sumisión a los códigos estéticos y los cánones artísticos que promulgaba el pintor Francisco Pacheco, uno de los maestros que solía policromar sus esculturas.
Le caracteriza el naturalismo. Sus figuras muestran las actitudes serenas y rostros expresivos. Domina la anatomía, el desnudo, las actitudes  serenas, reposadas. Es realista pero sin exageración, y emoción contenida. Autor de retablos y de imagenía dudosa ya que la olaboración entre artistas y gremios hace de que en ocasiones hay figuras que dejan dudas sobre su atribución. A las órdenes de Montañés trabajaron Juan de Mesa, Juan de Oviedo, Francisco de Ocampo y Alonso Cano. “Él daba las pautas, dibujaba los bocetos y dirigía el taller,

 Obras:

Su primera obra escultórica documentada es el San Cristóbal de formato monumental de la Iglesia del Divino Salvador, en lenguaje manierista. Le siguen la Virgen de Belén para el Duque de Arcos (1589), y una Virgen del Rosario para el convento de Santo Domingo de Alcalá de los Gazules, en Cádiz (1590). En este mismo año toma como aprendices en su taller a Ambrosio Tirado y Alonso Díaz. En el cambio de siglo, Montañés es ya una figura consolidada en el panorama escultórico de Sevilla. En este momento colabora con otros grandes artistas activos en la ciudad. De la primera década del siglo XVII datan las obras que una de las grandes figuras de la pintura sevillana, Francisco Pacheco, suegro de Velázquez, policroma: el soberbio Cristo de la Clemencia, hoy en la Catedral, de 1603-06; el Santo Domingo del convento de Portaceli, de 1605-09; o las cabezas de San Ignacio de Loyola y San Francisco de Borja, de la Casa Profesa de los Jesuitas de Sevilla, realizadas en 1610 y 1624, respectivamente. De este momento es el San Jerónimo penitente del convento de clarisas de Llerena, el Niño Jesús del Sagrario de la catedral hispalense, y el Santo Domingo de Guzmán del Museo de Bellas Artes de Sevilla, inspirado por el San Jerónimo de Torrigiano, y de nuevo policromado por el suegro de Velázquez. Juan de Mesa entra como aprendiz en su taller en 1606, abandonándolo en 1615 ya como oficial. De la década siguiente son obras cumbre el retablo de San Isidoro del Campo, el Cristo de Pasión, para la Hermandad de Pasión ubicada entonces en la Casa Grande de la Merced, hoy Museo de Bellas Artes de Sevilla, o el Cristo de los Desamparados del convento del Santo Ángel. De 1630 data la Inmaculada Concepción de la Capilla de los Alabastros de la Catedral de Sevilla, llamada La cieguecita, que se convertirá en modelo iconográfico de infinitud de inmaculadas escultóricas durante el siglo XVII; y de 1634 es el San Bruno procedente del monasterio de Santa María de las Cuevas, hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Un año posterior es el Retrato de Felipe IV, que fundirá en Florencia Pietro Tacca, y que hoy puede verse en la Plaza de Oriente de Madrid. De 1638 son los santos Juanes del convento de Santa Paula. Una de sus últimas obras documentadas es el San Pedro de Cilleros (Cáceres), concertada en 1641, con la exigencia de que fuera realizada "en toda perfección".

Exposición Martínez montañés, Museo de Bellas Artes Sevilla, 2020
-Retablos,
el Retablo catedral de Jerez
el retablo de Santiponce

 Retablo Calle San Isidoro del Campo, Calle Calle Santiponce, 1609-1613 áticoEstructura arquitectónica muy precisa•Imágenes muy bien enmarcadas•Uso del orden gigante•Frontones como remate•Entablamentos muy claros•Decoración contenida (vegetales, segundoangelitos) cuerpo Relieves (calles laterales) Bultos redondos (calle central) primer cuerpo Estructura oval banco (adaptación al ábside gótico)

-Las Inmaculadas, que reflejan belleza y dulzura como una mujer muy joven vestida de azul y blanco, de pie, sobre nubes, con ángeles y pisando la luna o la serpiente; aparece en actitud orante con una corona de estrellas
Inmaculada de El Pedroso. niña, en contraposto recogida en sus manos rompiendo el hieratismo
Inmaculada de La Anunciaciíon del convento Santa Clara
La cieguita
 
Virgen con el Niño, catedral de Huelva, 1616.
Inmaculada, catedral de Sevilla, 1620-1631 Virgen-niña (pureza; dogma de la Inmaculada) + ojos entornados + mirada baja + mejillas encarnadas + suave ondulación del cabello + cabeza inclinada = Tono sosegado y poético (imagen devocional) •Pliegues suavesSuave •Estofado vibrantecontraposto y detallista
-Cristo crucificado o de pasión, como
el Cristo del Gran Poder, realista pero sin notas sangrientas, humanizado.
el Cristo de la Clemencia, policromado por Pacheco,

 
Cristo de la Clemencia, de Juan Martínez Montañés, en la capilla de San Andrés de la catedral de Sevilla,
Cristo vivo, con cuatro clavos, agonizando en la cruz, pero sin excesivo dramatismo, con poca sangre.
El conjunto ofrece elementos clasicistas de aplomo y serenidad. La figura de Cristo mide 1,90 metros de altura sin contar la cruz; el canon alargado es todavía una interpretación manierista por excelencia. Es un Cristo apolíneo, sin apenas magulladuras ni heridas, salvo las de los clavos y las producidas por la corona de espinas; un Cristo triunfante en su belleza de Dios-Hombre, en la Cruz, símbolo de salvación más que de martirio. Se convertirá en modelo para los crucificados sevillanos.

-Cristo



San Cristóbal y el Niño. Iglesia del Salvador, Sevilla.,
 
  Santo Domingo penitente. 1605-1609. La policromía  por Francisco de Pacheco. Museo Bellas artes, sevilla 
San Bruno (1634). Escultura destinada el monasterio cartujo de Santa María de las Cuevas, Sevilla. Hoy se conserva en el Museo de Bellas Artes de Sevilla




Alonso Cano

Pedro de Mena:
es discípulo de Alonso Cano, aunque es menos elegante que su maestro y más expresivo. Le gustan los temas ascéticos, místicos y dolientes. Obras: la Dolorosa de la Catedral de Cuenca, la Magdalena penitente y San Francisco.

Pleno Barroco; 2ª mitad del siglo XVII

Influencia en España de Bernini y evolución a concepciones más movidas y aparatosas aunque hay una. Esta tendencia se dará también durante las primeras décadas del siglo XVIII. Los clientes serán Andalucía y Levante.

ANDALUCÍA

Pedro Roldán y la Roldana: autores de El Santo Entierro, del hospital de la Caridad de Sevilla. El tema es teatral y aparatoso.

LEVANTE

Salcillo:
 influencia italiana con obras teatrales, tipos delicados, elegantes, obras casi Rococó. Destacan pasos procesionales como la Oración en el Huerto y figuras de Belén con gran naturalidad y gracia.



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PINTURA BARROCA EN ESPAÑA
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La pintura. El Siglo de Oro

J. Ribera
San Andrés
La Piedad
El patizambo
Martirio de San Felipe
F. Zurbarán
Santa Margarita
San Hugo en el refectorio
Naturaleza muerta
D. Velázquez
Vieja friendo huevos
El aguador de Sevilla
Los borrachos
La fragua de Vulcano
La rendición de Breda
El príncipe Baltasar Carlos
Don Pablo de Valladolid
El calabacillas
La Venus del espejo
Las Meninas
Las hilanderas
B. E. Murillo
La Inmaculada Concepción de Soult
El niño mendigo
Niños comiendo uvas y melones
Cuatro figuras en un escalón
Dos mujeres en la ventana
Valdés Leal
In ictu oculi
Finis Gloriae Mundi



El siglo XVIII supone para España la llegada de una nueva dinastía, la de los Borbones, al fallecer Carlos II de los Austrias sin descendencia. Con ellos llegó una nueva manera de entender la monarquía, la organización del territorio y el ejercicio del poder. La tendencia a la centralización y uniformización no se llevó tan sólo al ámbito administrativo, sino que abarcó también los diversos campos culturales. Acostumbrado a los lujos de la corte francesa, Felipe V quiso (dentro de las limitaciones de la corte española) rodearse de artistas acordes con sus gustos, con lo que llegan a España una gran variedad de extranjeros, sobre todo franceses como Jean Ranc y Van Loo. Luego con sus hijos Fernando VI y Carlos III llegan sobre todo artistas italianos como Giaquinto, Tiépolo y el italianizado Mengs. Pese a esto, no se abandona la tradición anterior del siglo de oro de las letras y las artes, y en el panorama español destacan artistas como los que siguen a continuación, dejando siempre en un punto y aparte, por ser inclasificable y sobrepasar con creces a su generación, la obra de Francisco de Goya. Luis Menéndez (1716-1790) era miembro de una familia de pintores, ya que su tío Miguel Jacinto Menéndez era pintor de cámara. Tras una estancia en Italia, en la que tiene oportunidad de conocer la obra de los grandes maestros, a su regreso a Madrid, entra en palacio como ilustrador de libros para la Real Capilla. Como retratista destaca de toda su producción su “Autorretrato” hoy en día en el Museo del Louvre, que fue calificado como el mejor retrato español del siglo XVIII anterior a Goya. Pero la gran creación de Menéndez fue un modelo de bodegón de características singulares, en el que junto a aspectos de tradición española, que entroncan con el arte de Zurbarán, muestra sobre fondos oscuros o neutros, sin referencias ambientales, una elegancia y a la vez un sentimiento popular, nunca antes expresado por otros artistas.

La explosión del barroco, que casi de un día para otro liquida la cultura clásica renacentista, y las directrices del Concilio de Trento, que opta por la creación y difusión de imágenes para contrarrestar el peligro luterano, convierten a Roma en la metrópoli del mundo del arte. Y a los pintores italianos en la vanguardia de finales del siglo XVI. Desplazada la rigidez del academicismo, las cortes europeas quieren pintores que, fundamentalmente, retraten, de modo amable y festivo, a todos sus miembros. La demanda es tan decidida que se institucionaliza el honroso cargo de “pintor italiano de la corte”. El retrato, que hasta ese momento era un género pictórico menor, toma un fuerte protagonismo, pasa a ser una especialidad muy apreciada. Velázquez,

La pintura barroca se caracteriza por: 

Desinterés por el dibujo valorando la ejecución rápida y espontanea. Con una falta de elaboración propia que originan un gran número de arrepentimientos.
Estudios de luz con influencia tenebrista
Pintura con sentido contemplativa.

De las tres corrientes de la pintura europea del siglo XVII (naturalismo, clasicismo y barroco decorativo) es el naturalismo el estilo que alcanza mayor difusión en España al coincidir con la sensibilidad española inclinada al realismo. Las otras corrientes van a tener un escaso desarrollo por la inexistencia de elites y por la severidad y rigidez de la Corte de los Austrias.

En la primera mitad de siglo se impone el naturalismo que dará paso a un estilo más dinámico y colorista. La temática es fundamentalmente religiosa, interpretada con sencillez y credibilidad que expresa el fuerte sentimiento religioso de la época. No hay temas mitológicos e históricos.

El otro estilo es el bodegón (o naturaleza muerta, representación de objetos inanimados). Sigue una tipología muy española, con objetos sencillos y alienados. El retrato es más importante por la calidad que por el número.


1ª GENERACIÓN

Estos artistas nacen todos en el siglo XVI, en el manierismo, por lo que tienen influencia de ésta, aunque existe mayor interés por la realidad y la iluminación tenebrista.

Luis Paret y Alcázar (1746-1799) destacó por su originalidad decorativa y por las delicadezas del rococó que utilizó en sus obras en las que predomina el lado amable de la vida, con predominio de modelados que parecen ser de porcelana. Entre sus cuadros más representativos están los pintados para el rey y el infante Don Luis y los realizados para particulares que recogen instantáneas de la vida cortesana o burguesa, como “La tienda del anticuario” (Museo Lázaro Galdiano), con toques espontáneos de pintura que muestran claramente el ambiente de la misma. Trabajó también la acuarela como puede verse en “La Celestina y los enamorados” o en láminas de Historia Natural que formaban parte de la colección del infante Don Luis.

LUIS PARET: La tienda

1772 | Óleo sobre tabla |
Esta pintura, obra maestra de su autor, está ambientada en uno de los establecimientos más exclusivos de Madrid, la tienda del italiano Geniani ubicada en la calle de la Montera. La escena nos muestra la visita de unos clientes al conocido comercio –un matrimonio con un niño, acompañados por el aya– en la que adquieren una diadema de encaje. Procede de la colección del infante don Luis de Borbón, hermano de Carlos III, y por su temática y estilo supone toda una novedad en el panorama artístico de la época.


Francisco Bayeu (1734-1795) realizó una obra representativa de las premisas dominantes de la época, con clara influencia de Lucas Jordán y Corrado Giaquinto ya en sus primeras obras realizadas en su Zaragoza natal. Llamado a Madrid por Mengs para la decoración del Palacio Real, llegó a ser nombrado pintor de la Corte en 1767 por Carlos III, donde su barroquismo fue evolucionando hacia un ideal académico, manifestado claramente en sus “Alegorías”, totalmente opuesto a lo que hacía su cuñado Francisco de Goya. Fue director de la Academia de Bellas Artes y centró su interés en la decoración de residencias reales (Palacio Real, Aranjuez, El Pardo, La Granja). En los últimos años de su vida cultivó el retrato.

Ramón Bayeu (1746-1793), hermano del anterior, se inclinó más por las escenas populares, contrastando así con el gusto imperante por composiciones religiosas o mitológicas. Junto a su cuñado Goya fue el principal proveedor de la manufactura de Santa Bárbara, destacando los personajes aislados o grupos reducidos de personajes de gran realismo.

Madrid

Pintura influenciada por las pinturas del Escorial, aunque más realistas. Son italianos o italianistas.
Destacan:

Bartolomé Carducho: obra: Aparición de la Virgen a San Francisco

Juan Bautista Maino: Obra: Adoración de los pastores

Toledo

Influenciados por el Escorial y el Greco

Luis Tristán: obra: Adoración de los Reyes

Sánchez Cotán: Creador de bodegones que va a tener influencia posterior con gran dibujo, realismo, tenebrismo y dispuestos en un poyete en línea recta.

Valencia

Francisco Rivalta: influencia manierista e italiana, sobretodo de Rafael y Caravaggio (San Bernardo abrazado a Cristo) pintura realista con tratamiento de los pliegues, contrastes de luces y sombras y gran tensión emocional.

Sevilla


Escuela menos inclinada al tenebrismo, parten de un cromatismo rico y brillante con influencia italiana. Destacan: Francisco Pacheco y Francisco Herrera, el viejo.

2ª GENERACIÓN

Pervivencia del naturalismo

José de Ribera “El Españoleto”:

Pintor valenciano pero va a trabajar en Nápoles aunque estuvo en contacto con España desde donde le hacían encargos. Influencia de Caravaggio, pro se van dando fondos más claros. Pintor dramático, duro y desagradable aunque sus personajes, a veces deformes y viejos, tienen una nobleza que va mas allá del físico. Obras: Martirio de San Bartolomé y San Pablo ermitaño.


Francisco de Zurbarán
«No eres solamente el pintor del Rey, sino también rey de pintores»le dijo Felipe IV al extremeño afincado en Sevilla Francisco de Zurbarán (1598-1664)
 pintor de la escuela sevillana. Con clientes sevillanos, conventos y extremeños. Pintor que da mejor testimonio de la vida monacal, es decir, pintor de frailes.
Nació en Fuente de Cantos (Badajoz) el 7 de noviembre de 1598 y falleció en Madrid el 27 de agosto de 1664. Contemporáneo y amigo de Diego Velázquez, fue uno de los pintores destacados del Siglo de Oro español.

El pintor extremeño se trasladó a Sevilla muy joven. Pero el declive económico de esta ciudad en la segunda mitad del siglo XVII le obligó a mudarse a la capital del reino. La peste bubónica de 1649, la crisis de la ruta comercial con el Nuevo Mundo y las guerras europeas castigan la economía de la hasta entonces próspera Sevilla. Por si fuera poco, un joven llamado Murillo empieza a despuntar y arrebata a un Zurbarán ya en la cincuentena los pocos encargos que le hacen.

Es entonces cuando decide irse a vivir a Madrid y cuando reduce el tamaño de los cuadros frente a la época de esplendor sevillana, en la que pintaba para las boyantes órdenes religiosas.
Se centró sobre todo en pintura religiosa, con unos trabajos de gran fuerza visual y misticismo. Su vida creativa se desarrolló principalmente en Llerena, Sevilla y Madrid.

Al principio es un estilo tenebrista porque las figuras son las que irradias luz. Su obra prescinde de lo anecdótico para acentuar el recogimiento y la religiosidad de la obra. Composiciones simples, sin movimiento, con escasos planos y sin profundidad. Sobresalen las expresiones rechazando el dolor y los sentimientos violentos. Maestro de la captación de las calidades de las cosas.

Obras: 

Nació en Fuente de Cantos (Badajoz) el 7 de noviembre de 1598 y falleció en Madrid el 27 de agosto de 1664. Contemporáneo y amigo de Diego Velázquez, fue uno de los pintores destacados del Siglo de Oro español.

“llama la atención por la parte escultórica de sus cuadros”, por sus espectaculares formas volumétricas, y por la manera “de contar cada detalle, con tanta precisión.  Transforma lo cotidiano en religioso

Sus figuras a modo de escultura aparecen casi iluminadas por su fe. No son sólo piezas de altar sino representaciones de la contemplación religiosa, y también figuras femeninas de santas que quieren revelar el misterio de la luz virtuosa y la proyección de la sombra.
Se centró sobre todo en pintura religiosa, con unos trabajos de gran fuerza visual y misticismo. Su vida creativa se desarrolló principalmente en Llerena, Sevilla y Madrid.

la serie para el convento de la Merced (Sevilla), serie para la Cartuja de Sevilla (San Hugo visitando el receptorio) y la serie para la Sacristía de Guadalupe (el Padre Illescas y la misa del Padre Cabanillas)

San Francisco de pie contemplando una calavera 

También hace muchos bodegones siguiendo la tipología española, con objetos sobrios, sencillos, alineados sobre un poyete o mesa, con fondo neutro, luz dirigida y realismo al captar las calidades de las cosas.
Tambien representa santas (Santa Casilda).

La fama de Zurbarán empezó a decaer por Murillo que introduce formas nuevos con gran popularidad.
Tendencia idealizada

Va a dejar el realismo pero va a buscar los aspectos más nobles y bellos de la realidad y el gusto por actitudes serenas y equilibradas.

Los desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría', de Zurbarán..jpg






San Serapio pintado en 1628 por Zurbarán


Murió a manos de los piratas sarracenos, seguramente después de ser torturado, pero no hay rastro de sangre ni vestigios del horror en su hábito blanco, deslumbrante sobre el fondo negro. Tampoco hay tormento en la expresión de su rostro, sino más bien abandono ante la inminencia de la muerte. Es Serapio, el nombre de un santo fallecido en 1240 y el título de un cuadro cuya visión podría ilustrar una definición de obra maestra. Lo pintó en 1628, durante su etapa más tenebrista, Francisco de Zurbarán. Y al contemplarlo, cobra todo su sentido eso del virtuosismo técnico y de la profundidad de la mirada del creador, expresiones que, por repetidas en el mundo del arte y en artículos de prensa, suelen perder su fuerza.



Alonso Cano:

  Alonso Cano:
su producción estuvo orientada fundamentalmente a la escultura, pero no por ello abandonó la práctica pictórica

Su nacimiento en Granada en 1601, con un padre ensamblador de retablos, le facilitó la cercanía de las Bellas Artes, dando muestras de una gran capacidad hacia el dibujo, de modo que cuando la familia se trasladó hacia 1614 o 1615 a Sevilla, el joven Cano se orientó a completar la incipiente formación artística adquirida junto a su progenitor.En la capital hispalense anduvo en los talleres de Juan del Castillo, de Francisco Pacheco y, puede que también, en el de Herrera el Viejo, con lo que queda patente su formación en la estética tenebrista que practicaban aquellos maestros. Pero la entrada en esos talleres también estuvo rodeada de otra importante circunstancia, como fue el contacto, en el taller de Pacheco, con Diego Velázquez, dos años mayor que Cano, y que conformó una relación que luego continuaría cuando ambos volvieron a coincidir años más tarde en Madrid como pintores de la corte. La culminación de esa formación tuvo lugar en 1626, cuando obtuvo el grado de maestro de pintura. Lla p la llegada del pintor a la capital del reino le supuso el conocer la colección real y, así, ampliar sus conocimientos hacia lo que eran otras corrientes artísticas más allá del tenebrismo en boga en la ciudad bética. Observó las obras de los pintores venecianos, admiró los lienzos de Rubens y retomó el contacto con un Velázquez que estaba en pleno apogeo.erfección, el equilibrio e idealiza las figuras. Hace Inmaculadas

obra cumbre  los siete lienzos de grandes dimensiones (aproximadamente 415 x 252 cm) que realizó entre 1652 y 1664 para decorar los nichos situados bajo las ventanas de la capilla mayor de la catedral granadina


 Aparición de Cristo crucificado a santa Teresa de Jesús', de Alonso Cano.

 El milagro del pozo, por Alonso Cano, h. 1638-40, óleo sobre lienzo, 216 x 149 cm, Madrid, Museo del Prado.
La Virgen con el Niño, por Alonso Cano, h. 1645-52, óleo sobre lienzo, 162 x 107 cm, Madrid, Museo del Prado.



Velázquez (1599-1660)

Nace en Sevilla donde se forma en los talleres de Pacheco y Herrera el viejo, con cuya hija se casó en 1618. 

Su etapa sevillana antes de inspeccionar la influencia del caravaggismo y el naturalismo de escenas taberneras -como La mulata o Tres músicos- y de centrarse en sus días en corte de Felipe IV, a la que accedió en el otoño de 1623. Además, da cuenta de sus dos viajes a Italia y del regreso a una corte reconfigurada tras las segundas nupcias del monarca. A lo largo del camino, despuntará la subjetividad del pintor, que logra emerger por encima de las rígidas convenciones que imponía el retrato de la realeza. Lo demuestra su semblanza de Pablo de Valladolid sobre un fondo casi abstracto, a la que ahora se suma otra del inquisidor Sebastián de la Huerta, perteneciente a una colección privada

La familia del pintor
 
El primer periodo, hasta 1623: momento de pintura naturalista típico de la época, composiciones sencillas, utilización del tenebrismo, predominan los tonos ocres y cobrizos y la pincelada es muy prieta, hay un deseo de captar la realidad por lo que se da importancia a la naturaleza muerta y la individualización de los personajes y lugares de ambientes urbanos. Obra: el Aguador de Sevilla.

Primer periodo madrileño (1623-1629), gracias a su valor como pintor se le abren las puertas de la Corte por el Conde Duque de Olivares. Pasará a ser pintor de cámara de Felipe IV, le va a distinguir con cargos palaciegos, su cargo le permite conocer colecciones reales y entra en contacto con pintores italianos, en concreto, le impresiona el colorido y la luminosidad de la pintura veneciana, lo que le lleva a abandonar el tenebrismo. Su obra más importante será: “El triunfo de Baco o los Borrachos”(1628), convirtiendo un tema mitológico en costumbrista porque Baco está coronando a una serie de personajes vulgares, hay una luz dirigida de izquierda a derecha y el tenebrismo va desapareciendo porque hay una paisaje pero hay un predominio de colores ocres, puede apreciarse realismo y la aparición de la naturaleza muerta.

Primer periodo en Italia (1629-1630), va por influencia de Rubens. En sus nuevas obras puede apreciarse la influencia en el interés por el color de los venecianos, menos tenebrismo e incorpora elegancia y armonía. La obra más importante es la Fragua de Vulcano (1630), tema mitológico y desmitificador. Influencia clásica, figuras escultóricas con semidesnudo, perspectiva aérea, curva praxiteliana y escorzos.

Aconsejado por Rubens, que durante un tiempo está en la corte de Madrid, prepara con minuciosidad su primer viaje a Italia, “solo habiendo vivido en Roma un pintor puede doctorarse”. A su regreso a Madrid, es ya un artista maduro pese a sus 31 años. Caravaggio había muerto recientemente, pero el descubrimiento de su obra es para Velázquez un relámpago iluminador. Eso, y la efervescente vida artística romana, tan lejos de las rigideces de la corte española, como de la creciente melancolía de su monarca, Felipe IV, le tendrá añorando un nuevo viaje a Italia que tardará casi 20 años en poder cumplir.
 

Segundo periodo en Madrid (1630-1649), se afianza como el retratista de la Corte (retrato ecuestre de Felipe IV), plasmando no solo el físico del personaje, sino también su psicología. Intenta engrandecer al rey a través de: una armadura muy rica, como un gran militar y riqueza; el caballo está en posición de corbeta, ya que puede dominar las riendas del Estado; bastón de mando, situado en una colina como símbolo de poder; paisaje de Madrid,...

El misterioso efecto etéreo que consigue hace que, por buena que sea la reproducción, nunca logrará dar sino un ligera idea de cómo son los originales. A Velázquez solo se le puede admirar con el lienzo ante nuestros ojos. Caravaggio ha reforzado su convicción en las ventajas de pintar directamente sobre el lienzo en vivo, con el motivo siempre delante, con rapidez y desenfado, alla prima, como se dice académicamente. Si no tenemos un dibujo ni un boceto de Velázquez es porque nunca los hizo. Su modo de trabajo no varió a lo largo de su carrera. Preparar el lienzo con blanco de plomo y pequeñas cantidades de carbón y ocre rojo. Partiendo de este fondo, como una tierra suave, y con una paleta de colores sorprendentemente reducida, con productos baratos, óxido de hierro, amarillo de estaño, laca bermellón, el blanco de plomo, resulta increíble la gama cromática que despliegan sus pinturas. Pinceladas sin apenas huellas, tan ligeras que a veces parecen colores de acuarela, acordes de tonos tan armoniosos como exquisitos, sin el menor empaste, sin superponer colores.



La imagen muestra   la corte de Felipe IV . eXPOSICIÓN vELÁZQUEZ. OCTUBRE 2013. GORKA LEJARCEGI


Otras obras que podemos encontrar son: el retrato del príncipe Baltasar Carlos.

Retratos de bufones, donde se aprecia la preocupación de Velázquez por la condición humana más allá del físico, sin complacerse de su deformidad. Destaca: el Primo y el Niño de Vallecas.

La Rendición de Breda que se encargó para el salón de reinos del Palacio del Buen Retiro donde estaría al lado de los retratos de la Familia Real. Es un tema histórico que refleja el momento de la victoria donde España no ganaba nada, gran afán propagandístico.

El Crucificado de San Plácido donde vuelve a utilizar el fondo neutro con luz dirigida, anatomía idealizada, muy clásica, muy sereno y digno, al no ser excesivamente dramático.
Segundo viaje a Italia (1649-1651) va a Italia a comprar obras para el rey. Allí pinta obras como: el retrato de Inocencio X, con gran realismo y psicología del personaje en su cara y gran dominio de sus telas.

Sobresale también el legendario enigma que envuelve a muchos de sus lienzos, sintetizado por el reflejo borroso de su Venus del espejo
La Venus del Espejo, es un desnudo femenino de espaldas como si el espectador fuera un mirón, por ello da naturalidad, capacidad de representar el color carne sobre el blanco y el azul. Tiene una cara muy vulgar, mientras que el cuerpo parece divino.

Las villas Medici: estos cuadros son de los pocos que el autor los pintó al aire libre, queriendo así captar la luz haciendo un estudio de cómo la luz se filtra entre las hojas d los árboles.
Tercera etapa madrileña (1651-1660), fue el punto culminante de su obra con gran fluídez en su pincelada dando a las formas una forma ligera. El autor logra mayor capacidad en la perspectiva aérea, además puede pintar la atmósfera que recorre los cuerpos. El principal cuadro va a ser: Las Meninas (1656) es un retrato de grupo en el que aparece la infanta con las damas de compañía, los bufones, el guardallaves y la ama. Destaca por la naturalidad y el dominio de luz. Aparece Velázquez como el pintor de la Corte porque está reivindicando ser un artista y no un artesano

Otra gran obra es Las Hilanderas o La Fábula de Aracne (1657), parece una escena costumbrista. Es un tema desmitificador. Destaca la aparición de símbolos.

 La infanta Margarita, en traje rosal
La infanta Margarita, en traje azul

Nuevos modos en la obra del pintor: las telas y sus matices invaden los retratos y pasan a primer plano detalles como floreros, relojes, adornos capilares de mariposas o mascotas. Además, sirve de demostración de que el arte siempre acaba siendo un espejo de las convulsiones políticas de su tiempo, en este caso, el de una corona en sus horas más bajas: en desesperada búsqueda de un heredero, que llegaría con Carlos II, en continuo baile dinástico, en bancarrota y en guerra contra Portugal y Francia.

Retrato de Felipe IV, de Velázquez

Vieja friendo huevos', de Diego Velázquez.

Las Meninas

En 1659, meses antes de su deceso, pintó Velázquez al príncipe 'Felipe Próspero', el hijo de Felipe IV llamado a suceder al rey pero que murió con solo cuatro años, dos después de ser retratado. Los amuletos que cuelgan de su vestido eran para protegerlo del mal de ojo que pudiera acechar al heredero.



3ª GENERACIÓN

En la segunda mitad del siglo XVII culmina, durante el reinado de Carlos II. Se caracteriza por:
-abandono de contrastes lumínicos
-gusto por la libertad de ejecución y por la riqueza cromática
-se abandona el realismo concreto
-temas religiosos, retratos y bodegones con caducidad de los bienes terrenales
-grandes formatos


Hay dos centros:

Madrid

Donde destaca:

Pereda: obra: Sueño del Caballero. Aparecen vánitas (bodegón con significación moralizante), armas, dinero, joyas, reloj, una calavera, una máscara, un espejo,... objetos moralizantes.

Juan y Francisco de Rizzi: Francisco es un pintor muy teatral con grandes frescos, muy espectacular.

Carreño de Miranda: retratista que sustituye a Velázquez. Obra: Carlos II.

Francisco Herrera, el mozo

Claudio Coello: retratista en la línea de Velázquez y grandes cuadros de personajes y perspectiva. Obra: La sagrada familia.


Sevilla

Bartolomé Murillo (1617-1682)

Sevilla, 1617 - Sevilla, 1682 Bartolomé Esteban Murillo nació en Sevilla y fue bautizado allí el 1 de enero de 1618. ( morir en 1682 al caer del andamio en el que pintaba los Desposorios místicos de Santa Catalina, )Su padre, Gaspar Esteban, era barbero-cirujano; su madre, María Pérez Murillo, provenía de una familia de plateros y pintores. Siguiendo la tradición andaluza, el pintor adoptó el apellido materno, Murillo, en vez del paterno

Tuvo gran éxito en vida en toda Europa durante los siglos XVIII y XIX, sigue siendo el más destacado pero perdió fama tachándole de sensiblero y cursi. Murillo se convierte en casi un documentalista de su tiempo es el menos conocido en España, quizás porque esos cuadros de costumbres salieron pronto de Sevilla.

 Murillo  evoca el mundo religioso y que consigue dar un aire amable al espíritu de la Contrarreforma. Es además el pintor que apuesta por un tipo de escenas profanas, cuadros de costumbres que no estaban bien considerados en esa España. Los tratados pictóricos de la época, como los publicados por Pacheco o Carducho, despreciaban la representación de personajes populares, al contrario de lo que ocurrió en el Norte de Europa, donde triunfará ese tipo de pintura que elogia lo cotidiano y que será una de las grandes revoluciones de la historia del arte.


Actualmente se ha vuelto a valorar desbancando a Zurbarán en los años 40, siendo el pintor religioso por excelencia. Tiene un estilo colorista y dinámico, a veces algo aparatoso, pero siempre dentro de gran equilibrio compositivo.

En sus primeras obras encontramos un predominio de colores ocres, como en la Sagrada Familia y el pajarito, que parece una escena costumbrista, con gran sensibilidad y dulzura, cobrando importancia San José.

Mas tarde va a ganar brillantez, color, se va a hacer más dinámica, interesándole la captación atmosférica, con técnica muy fluida y ligera. Va a tener dos temas importantes:
La Inmaculada Concepción, vestida de blanca y azul como una adolescente con actitud de éxtasis religioso. Rodeada de ángeles con movimiento.
Representación de niños: con gran caldor y dulzura. Obras: el buen pastor y los niños de la Concha

La Inmaculada del Escorial», de Murillo



 


 Santa Rosa de Lima




La pintura narra la aparición del Niño Jesús a santa Rosa durante su oración pues, según el padre Rivadeneira, se le aparecía “cuando estaba haciendo labor para sustentar a sus padres se le apreció muchas veces Cristo nuestro Señor en forma de Niño muy pequeño y se sentaba sobre la almohadilla”. En una de estas pariciones, Jesús le dedicó la célebre frase ROSA CORDIS MEI TU MIHI SPONSA ESTO (Rosa de mi corazón, yo te quiero por esposa). La calidad de esta pintura la convierte en una de las mejores representaciones religiosas de Murillo.
La Santa, con hábito dominico, arrodillada, contempla arrobada al Niño Jesús, que sentado en una almohadilla sobre el cesto de la costura, alza las manos hacia la Santa en gesto acariciador con la izquierda, y con la derecha entregándoles rosas. De la boca del Niño surge un a letrero: "ROSA CORDIS MEI TU MIHI SPONSA ESTO" y, en el suelo, junto al cesto, hay un libro y rosas. A la derecha se advierte un edificio, sin duda el convento, y en primer término un rosal.

 
 
PARA SABER MÁS, VER:
701 Bartolomé Esteban Murillo





COMENTARIO DE OBRAS:


ARTE: CUADROS CON HISTORIA:

 La familia de Felipe V (Van Loo) 

La llegada de Van Loo coincidió con un cambio de estilo artístico en España, pues Felipe V, francés, introdujo varios aspectos del barroco galo. La retratística española, en la línea de Velázquez y Sánchez Coello, fue sustituida por un estilo colorista, recargado y lleno de detalles.











La reina Mariana de Austria, habitualmente retratada con todo el boato y ostentación cortesano, figura aquí, viuda, envejecida y triste en un óleo de 1666 de Juan Bautista Martínez del Mazo. 

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