PATRIMONIO Y PAISAJE

PATRIMONIO: 1 NOVIEMBRE, DÍA DE LOS DIFUNTOS. MUERE CARLOS II

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PATRIMONIO: 1 NOVIEMBRE,  DÍA DE LOS DIFUNTOS.  MUERE CARLOS II

El último de la dinastía de los Austria murió el 1 de noviembre de 1700 a los 38 años, poniendo fin a un reinado que llevaba en pie desde 1665.





A este rey de España se le conoce con el sobrenombre de «El Hechizado» porque su débil aspecto físico era atribuido a poderes de brujería, aunque la verdadera razón de tan pusilánime fisionomía fueron los múltiples y sucesivos matrimonios consanguíneos que tuvieron lugar dentro de la Familia Real. Un embajador francés, tras conocer en persona al monarca, llegó a decir: «Su mal, más que una enfermedad concreta, es un agotamiento general».

En noviembre de 1661 la monarquía española estaba ansiosa de que el embarazo de la reina Mariana de Austria llegara a buen término. Había mucha expectación si alumbraría o no un hijo varón, ya que acababa de morir el príncipe Felipe Próspero sin llegar a cumplir los cuatro años, y con él se había ido también, la esperanza de que Felipe IV diera continuidad a la dinastía. Sucesión había, aunque las dos infantas, María Teresa y Margarita, contaban muy poco para las maniobras del propio monarca y sus consejeros de Estado. Asimismo, había que hacer frente a ciertos rumores malintencionados que señalaban que el embarazo de la reina se produjo en la última cópula matrimonial lograda por Felipe IV, quien a estas alturas de su vida era un viejo lleno de achaques de muy diversa índole, incluidos los de tipo venéreo, consecuencia de sus escarceos amorosos.


La reina estaba aprensiva a igual que su esposo. Había sido educada, desde su primera infancia, en las políticas de Estado, y siempre supo lo que significaba la herencia dinástica. Por eso entendía el dolor de Felipe IV al presenciar que sus esperanzas se desvanecían después de la muerte prematura de Felipe Próspero, ocurrida el día de todos los Santos de 1661. El tierno infante, no era sino el último episodio mortal de una sucesión larga de ellos. De hecho, Mariana había sufrido una trágica experiencia maternal

Finalmente, llegó el esperado domingo, 6 de noviembre, y todo parecía preparado para el ansiado alumbramiento. Los doctores y médicos, sobre aviso; el confesor de la reina cerca de ella y el mayordomo de su Casa repasando con todo cuidado la disposición de los enseres de la cámara del natalicio. Para garantizar que todo transcurriera bien se habían dispuesto en orden todas las santas reliquias que se encontraban en el palacio y otras traídas desde El Escorial y otras partes. Todo estaba, por lo tanto, a punto para recibir el nuevo retoño real.

A mediodía, tras un almuerzo moderado, Felipe se retiró a sus aposentos. A la misma hora la reina sintió molestias y se dirigió hacia su cuarto. La comadre Inés de Ayala y el protomédico de la Real Cámara, don Andrés Ordoñez, testigos ambos en 1634 del nacimiento en Viena de aquella reina, la asistían ahora en su sexto parto, el más anhelado de todos. Mariana de Austria tenía, entonces, veintisiete años. Para la alegría de todos, la soberana dio a luz a un varón en la pieza de la torre del Alcázar madrileño, las crónicas de la época aseguran que no hubo contratiempo alguno.

Según el documento oficial de la Gaceta, "vio la luz de este mundo un príncipe hermosísimo de facciones, cabeza grande, pelo negro y algo abultado de carnes". Sin embargo, por los mentideros de Madrid y de la corte empezaban a circular rumores que retrataban al heredero de forma muy distinta. En realidad, pese a las alentadoras proclamaciones oficiales, lo cierto era que la salud del heredero dejaba mucho que desear


       

Precisamente su pobre salud fue la que le impidió tener descendencia con ninguna de sus dos mujeres: María Luisa de Orleans y Mariana de Neoburgo. 

El mismo año que Juan José de Austria se convirtió en valido, el Rey, de 18 años de edad, se casó con María Luisa de Orleans, sobrina de Luis XIV de Francia. Sin atracción entre ellos, con el paso de los años María Luisa llegó a sentir afecto fraternal hacia su marido. Por eso, a su muerte en 1689, la salud del Rey quedó aún más quebrada a causa de las depresiones.

Retrato de María Luisa de Orleans, reina de España, por José García Hidalgo (c.1679)
Óleo sobre lienzo, 96 cm x 68,00 cmbMuseo del Prado (Madrid). se concertó el matrimonio entre María Luisa y el joven monarca español, Carlos II. La boda se celebró el 11 de noviembre de 1679 en Quintanapalla, cerca de Burgos, España.



María Ana del Palatinado-Neoburgo reina consorte España de 1689 a 1700 como
segunda esposa del rey Carlos II de España.

«Su cuerpo es tan débil como su mente. De vez en cuando da señales de inteligencia, de memoria y de cierta vivacidad, pero no ahora; por lo común tiene un aspecto lento e indiferente, torpe e indolente, pareciendo estupefacto. Se puede hacer con él lo que se desee, pues carece de voluntad propia», con estas palabras describía el embajador del Papa en Madrid a Carlos II «el Hechizado» a los 20 años, una muestra de lo fácil que podía resultar para sus más cercanos manipular al Monarca. Así, a la muerte de Felipe IV y hasta que el joven Carlos alcanzó la mayoría de edad, la Reina madre, Mariana de Austria, ocupó la regencia asistida íntimamente por su fiel confesor, el padre jesuitaJuan Everardo Nithard, que la había acompañado en 1649 a Madrid desde la corte de Viena. El padre Nithard llegó a copar puestos de gran relevancia en la monarquía, actuando como un verdadero valido, pero sin ejercer como tal. Y posteriormente, sería Juan José de Austria, hermano bastardo del Rey, quien asumió el poder tras un enfrentamiento con otro de los hombres de la Reina madre, Fernando de Valenzuela.

El duque de Medinaceli (1680-1685) y posteriormente el conde de Oropesa(1685-1691) ocuparon su puesto sin conseguir enderezar la crisis interna que vivía el imperio. Aún así, en opinión de distintos historiadores económicos, las medidas aplicadas durante el gobierno del conde de Oropesa, aunque no funcionaron a corto plazo, sentaron las bases de la recuperación económica de las reformas borbónicas

En los últimos años de su reinado, el Rey decidió gobernar personalmente, pero a causa de su incapacidad creciente entregó el poder real a su segunda esposa, la Reina Mariana de Neoburgo, que tampoco fue capaz de darle un descendiente. Durante su matrimonio, Mariana fingió once embarazos y, al no lograr tener descendencia,

Al morir sin hijos, España se vio envuelta en una difícil coyuntura política.En los despachos de media Europa, la sucesión del enfermizo Carlos II se convirtió en un tema prioritario. Así, el Monarca más poderoso de su tiempo, Luis XIV de Francia, coció a fuego lento un plan para situar a su nieto Felipe de Anjou, hijo de Luis, el Delfín de Francia,

el 1 de noviembre de 1700, Carlos II –el último de los Habsburgo españoles– falleció a los 38 años. Según el médico forense, el cadáver de Carlos «no tenía ni una sola gota de sangre, el corazón apareció del tamaño de un grano de pimienta, los pulmones corroídos, los intestinos putrefactos y gangrenados, tenía un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de agua».
En su testamento, Carlos II designaba a Felipe de Anjou como legítimo sucesor. Así, en su testamento puede leerse:

«Declaro ser mi sucesor, en caso de que Dios me lleve sin dejar hijos, al Duque de Anjou, hijo segundo del Delfín, y como tal le llamo a la sucesión de todos mis Reinos y dominios, sin excepción de ninguna parte de ellos. Y mando y ordeno a todos mis súbditos y vasallos de todos mis Reinos y señoríos que en el caso referido de que Dios me lleve sin sucesión legítima le tengan y reconozcan por su rey y señor natural, y se le dé luego, y sin la menor dilación, la posesión actual, precediendo el juramento que debe hacer de observar las leyes, fueros y costumbres de dichos mis Reinos y señoríos».

Sin embargo, los deseos de su segunda mujer preferían al sobrino de ésta como ocupante del trono. La candidatura del archiduque Carlos de Austria fue apoyada por Inglaterra y Holanda, 


Finalmente se coronó a Felipe V –sobrino-nieto de Carlos II– y se le conoció con el sobrenombre de «El Animoso».


PARA SABER MÁS, VER:

HIS-ESP-MODERNA-XVIII 



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