PATRIMONIO Y PAISAJE

¿POR QUÉ ESTUDIAR A JOSÉ I , LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y LA CONSTITUCIÓN 1812?


 JOSÉ I. GUERRA INDEPENDENCIA. CONSTITUCIÓN 1812

 CRISIS ANTIGUO RÉFIMEN:

ESQUEMA:

- España entre 1808- 1814
- La España de José I.
- La guerra por la Independencia.
GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.
- La obra legislativa de las Cortes de Cádiz
- La Constitución 1812
¿QUÉ SABEN DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812?


CARLOS IV. EL ANTIGUO RÉGIMEN

Con  Carlos IV era imposible modernizar el país. Asistimos a la "Crisis del Antiguo Régimen" y su caida

 La quiebra de la monarquía absoluta tuvo lugar en 1808. Los ilustrados críticos habían carecido antes de voz política, sometidos a una estricta clausura desde fines del reinado de Carlos III, y aun entonces la censura previa apenas toleró una breve primavera del pensamiento en los años 80. 

Lo suficiente para apreciar que el enorme esfuerzo reformador del despotismo ilustrado servía para identificar los “obstáculos” en la sociedad española del Antiguo Régimen —reforma agraria y de la hacienda, régimen señorial, educación, intolerancia— pero que en la práctica resultaba inutilizado por el control del sistema de Consejos por los privilegiados.

 Así, el mundo de Floridablanca, Campomanes y Jovellanos preludia la revolución política, con hitos como la publicación en 1787 de un proyecto de Constitución por un militar ilustrado, Manuel de Aguirre, amigo de Cadalso y divulgador de Rousseau, o la deslegitimación de la nobleza ociosa y del clero supersticioso desde el “papel periódico” El Censor. 

Son ideas que germinarán bajo la superficie, acentuándose incluso en tiempo de Godoy. La atención se vuelve hacia un pasado histórico donde pudieran encontrarse las raíces de la libertad y la génesis del aborrecido despotismo.

   La guerra ratifica la quiebra del Antiguo Régimen e inicia la revolución liberal. Con la guerra el pueblo español adquirió conciencia de su nacionalidad y el país vivió su primera experiencia constitucional.

Fernando VII intentó conservar el absolutismo y los liberales fueron perseguidos pese al Trienio Constitucional. El derrumbamiento del absolutismo desencadenaría con la muerte de rey.

PARA SABER MÁS, VER:



Ilustración de la explosión de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes (1804), hundida por los ingleses. / LIBRO HISTORIA DE LA MARINA REAL ESPAÑOLA

Entre 1808 y 1814, en los seis años que rodearon la fecha, se acumuló una secuencia vertiginosa de acontecimientos: un "motín", preparado por los "fernandinos" —partidarios del príncipe heredero al trono y enemigos del valido Godoy—, que obligó

- a abdicar al monarca en ejercicio y fue el primero de una larga serie de golpes de Estado;

-una sustitución de la familia reinante por otra —los Borbón por los Bonaparte—, francesas de origen ambas;

-un levantamiento que inició una guerra que afectaría a la totalidad del territorio y de la población peninsular y que en parte fue una guerra civil y en parte internacional —enfrentamiento entre Francia e Inglaterra, las dos grandes potencias del momento—;

-un vacío de poder, en la zona insurgente, por ausencia de la familia real al completo, que hubo que llenar con distintas fórmulas, hasta culminar en una convocatoria de Cortes; una Constitución, elaborada por aquellas Cortes, que, sumada a la decretada en Bayona por Bonaparte, inauguraba otra larga lista de textos constitucionales;

- una serie de medidas revolucionarias, emanadas igualmente de aquella asamblea, tendentes a destruir o modificar radicalmente las estructuras del Antiguo Régimen, asentadas en el país desde hacía siglos;

-un estallido del imperio americano, que acabaría generando una veintena de nuevas naciones independientes en América y que relegaría a la monarquía española a un papel prácticamente irrelevante en el escenario europeo;

-y el nacimiento de toda una nueva cultura política, a la que con mucha generosidad se llamó "liberal", que marcaría como mínimo todo el siglo siguiente.

El conjunto reviste una enorme complejidad. Pero ha sido simplificado y elevado a mito fundacional, por considerarlo el origen de la nación moderna; y se ha presentado como

- un unánime levantamiento popular contra un intento de dominación extranjera;
- como una guerra de "españoles" contra "franceses", con una victoria de los heroicos aunque desarmados descendientes de saguntinos y numantinos contra el mejor ejército del mundo, invicto hasta aquel momento;
-como un intento simultáneo de liberación, gracias a los diputados gaditanos, frente a toda tiranía interna o externa;
-o como una sana defensa de la religión, el rey y las tradiciones, traicionada por las élites permeadas por secretas sectas satánicas…


La simbiosis de 1808 fue posible al conjugarse la reacción popular ante la invasión, tal vez más por la usurpación napoleónica en Bayona que por el eco del Dos de Mayo, con el desprestigio generalizado de un régimen a cuyo frente se hallaban personajes como Godoy y la pareja real, envuelto además en una profunda crisis financiera. 

La situación del país en vísperas de la crisis

La situación social y económica del país era muy grave. El hambre y las epidemias provocaron una gran mortandad. El comercio se había colapsado, el bloqueo impuesto por Napoleón contra Reino Unido agravó la situación.

La bancarrota del Estado provocado por el endeudamiento creciente subía hasta diez veces la cantidad de ingresos.

La indignación de todos los grupos sociales se dirigía contra Godoy y contra los reyes. A Godoy se le acusaba del hundimiento económico. La oposición se fue concentrando en torno al príncipe Fernando, sus partidarios propagaron una imagen positiva del príncipe y le presentaron como el único candidato al trono y al gobierno.

En 1807 se descubrió la conspiración de Fernando, quien obtuvo el perdón de sus padres en el proceso de El Escorial.

El Tratado de Fontainebleau y el motín de Aranjuez.

Napoleón impuso el bloqueo marítimo a Inglaterra pero los portugueses se negaban a cumplirlo, así que Napoleón invadió Portugal. El tratado de Fontainebleau autorizaba al ejercito francés a atravesar España camino de Portugal. Napoleón invadió Portugal y tomo la decisión de invadir también España. En marzo de 1808 se produjo el motín de Aranjuez debido al descontento de la población. Carlos IV se vio obligado a abdicar a favor de su hijo.

En 1807, las primeras tropas napoleónicas cruzaban el Bidasoa y entraban en España, un lugar que serviría de tumba a muchos de ellos. En apariencia, el general Jean-Andoche Junot se dirigía a la conquista de Portugal, donde llegaron el 20 de noviembre de ese año, pero los planes de Napoléon iban más allá, y sus tropas fueron tomando posiciones en las principales ciudades españolas. Y cuando el general galo puso las cartas sobre la mesa, lejos del apoyo popular con el que creía contar, se produjeron los primeros levantamientos en el norte de España y la jornada del 2 de mayo de 1808 en Madrid. Se iniciaba un conflicto armado que cobró dimensión internacional con la intervención de las tropas británicas.


JOSÉ BONAPARTE. " PEPE BOTELLA"


José Bonaparte se enfrentó a la difícil tarea de dirigir el país. Comenzó por imponer el Estatuto Real de Bayona que hizo aprobar a eclesiásticos, nobles y militares con el objetivo de dar una imagen de modernidad a la nueva monarquía.

También tomó una serie de medidas para modernizar el país que cambió por completo la administración del país.

Con José Bonaparte colaboraron los llamados afrancesados. Estos tendrían que abandonar el país al final de la guerra.

La revolución política.

La mayoría de la población no aceptaba la legitimidad de las abdicaciones de Bayona por lo que formo sus propios órganos de gobierno. Surgió la Junta Suprema Central que se convirtió en el gobierno de la resistencia.

En la Junta se asumió la tarea de reformar las instituciones del Antiguo Régimen y se llegó a la conclusión de que solo las Cortes elegidas mediante sufragio universal podían aprobar las reformas necesarias.

En Cádiz se celebraron las sesiones y el Consejo de Regencia entregaba la autoridad a las Cortes consumando así el proceso revolucionario.


GUERRA DE INDEPENDENCIA

Aquella guerra fue un acontecimiento de extraordinaria complejidad. Se combinaron en ella, como mínimo, un enfrentamiento internacional (entre Francia e Inglaterra, las dos grandes potencias imperiales del momento; suyos fueron los dos Ejércitos que libraron las principales batallas en la Península) y una guerra civil (pues hubo españoles en los dos bandos). Pero tuvo mucho también de reacción xenófoba, antifrancesa, que conectaba con la francofobia heredada de la Monarquía de los Austrias y, específicamente, de las resistencias al reformismo ilustrado del siglo anterior; de pugna partidista entre godoístas y fernandinos (protagonistas, estos últimos, de muchas de las sublevaciones que se presentaron como “antifrancesas” a finales de mayo de 1808); de cruzada antirrevolucionaria, que reactivaba las prédicas de la guerra de 1793-1795 contra nuestros ateos y regicidas vecinos; de explosión localista, plasmada en las diversas juntas rebeldes (cuya unificación en una Central y Suprema no fue nada fácil); de protesta social popular (contra los godoístas, que solían coincidir los “afrancesados” y, no por casualidad, con los potentados del lugar), etcétera.

Tan difícil fue entender políticamente aquel conflicto que tardó años en ser bautizado: tras recibir nombres como la Revolución española o la Guerra del Francés, acabó siendo simplificado en términos nacionales: había sido una Guerra de Independencia

Se convertiría, durante el resto del XIX, en piedra angular de la mitología nacionalista. Año tras año, el Dos de Mayo sería conmemorado en términos patrióticos, principalmente en Madrid; se erigirían monumentos a los fusilados en esas fechas; Galdós dedicaría a aquella guerra la primera serie de sus Episodios nacionales. 
Un levantamiento unánime, protagonizado por un pueblo inerme, abandonado por sus élites dirigentes, que pese a todo había derrotado al mejor Ejército del mundo; proeza que reforzaba la leyenda escolar de la raza invencible en milenaria pugna por afirmar su identidad frente a intentos de dominio extranjero.

Las abdicaciones de Bayona y el estallido del conflicto. 

Napoleón invita a Fernando VII a tener una entrevista con Napoleón. Allí Fernando VII abdicó a favor de sus padres y estos lo hicieron a favor de Napoleón, este entregó la corona a favor de su hermano José.

El levantamiento del 2 de mayo en Madrid produjo un enfrentamiento en las puertas de palacio que el ejercito francés aplastó. Mas tarde se extendió la revolución por todas las ciudades.

La Guerra de la Independencia española fue un conflicto armado que, entre 1808 y 1814, convulsionó la Península Ibérica como consecuencia de la entrada de las tropas napoleónicas en España con la excusa de invadir Portugal. El levantamiento contra el invasor fue espontáneo y popular y tiene fechado su inicio el 2 de mayo de 1808, cuando el alcalde de Móstoles, Andrés Torrejón, redacta un oficio informativo llamando a las armas para acudir en socorro del rey, Fernando VII, que estaba retenido por Napoleón. Esta guerra se incluye en el contexto europeo de las Guerras Napoleónicas.

Tras el alzamiento del pueblo de Madrid contra los franceses, se produjo en numerosos territorios un fenómeno espontáneo de resistencia que se agrupó en las llamadas Juntas. Estas comprendieron que su unión y agrupación produciría una mayor eficacia.


Así, el 25 de septiembre del mismo año se constituyó la Junta Suprema Central Gubernativa con sede primero en Aranjuez y luego en Sevilla. Sus funciones fueron las de dirigir la guerra y la posterior reconstrucción del Estado.

Se plantearon dos posibilidades sobre el futuro político español. La primera de ellas, representada fundamentalmente por Jovellanos, consistía en la restauración de las normas previas a la monarquía absoluta, mientras que la segunda posibilidad suponía la promulgación de una Constitución.
La opción que se eligió fue la segunda, aprobándose dicha Constitución en 1812 por las Cortes de Cádiz, poniéndose así las bases legislativas del nuevo Estado Liberal.

El ejercito español estaba en clara inferioridad respecto al ejercito francés, la intervención del ejercito ingles y portugués reforzó la resistencia española. Cuando se organizo el ejercito los generales franceses no supieron reaccionar y acabaron desobedeciendo al rey José I.

Guerra de la Independencia | Mapas Mapa resumen.

Al principio de la guerra los franceses intentaron sofocar los levantamientos surgidos por todo el país. En junio se inició el sitio de Zaragoza.

Las tropas francesas sufrieron una derrota humillante en la batalla de Bailén.

La Rendición de Bailén- Museo del Prado

Napoleón decidió intervenir personalmente y envió 250.000 soldados en la Grand Armée. Madrid se rindió el 4 de diciembre.

Cuando Napoleón se fue del país parecía asegurada la victoria. Días después Zaragoza se rendía.

La prueba de la relevancia del Ejército español está en que las primeras derrotas de los ejércitos napoleónicos tuvieron protagonismo de tropas y mandos españoles.

Los precarios éxitos acontecidos en la primavera y el verano de 1808, con la batalla del Bruch, la resistencia de Zaragoza y Valencia y, en particular, con la sonada victoria de Bailén.

En este contexto, las fuerzas francesas salieron de Portugal, lo que obligó a Napoleón Bonaparte a entrar en la Península al frente de un ejército de 250.000 hombres, «la Grande Armée», en el otoño de 1808.
Durante la guerra Cádiz fue la única ciudad que pudo resistir gracias a su aislamiento y la ayuda recibida por parte de Inglaterra.  


En Valdepeñas, un pequeño pueblo de la Mancha donde –el 6 de junio de 1808-, unos campesinos armados con aperos de labranza y una heroicidad desmedida lograron poner en jaque al ejército francés que intentaba viajar hacia Andalucía. Y es que, aunque aquel día no se logró arrasar al contingente galo como en otras contiendas, si se demostró a Napoleón que cada español, fuese militar o no, estaba dispuesto a dar su vida por expulsar al invasor.

 La guerra de desgaste. La guerrilla.
 
Se inicio entonces una guerra de desgaste, caracterizada por la imposibilidad del ejercito francés de controlar la totalidad del territorio.
La actividad guerrillera que se desplegó por la geografía nacional. La palabra «guerrilla» nace durante este conflicto. Como consecuencia de estas tácticas, el dominio francés se limitó al control de las ciudades

Las guerrillas aparecieron como unidades de paisanos armados con el objetivo de mantener en constante amenaza a los franceses, a estas unidades se le sumaron delincuentes y soldados. Tenían una peculiar táctica, nunca atacaban al frente, siempre atacaban rápidamente tendiendo emboscadas a fuerzas reducidas del enemigo. Tenían el apoyo de la población civil que les suministraba víveres información y escondites. Sus objetivos clave eran las líneas de comunicación, la retaguardia, los abastecimientos y los convoyes de armas.

Sus efectos eran: minaban la moral de los soldados y obligaba a mantener un numero muy elevado de hombres dedicados a misiones de escolta.

Líderes como Francisco Chaleco, Vicente Moreno Baptista, o Juan Martín «el Empecinado», entre los muchos personajes que ganaron inmensa popularidad en esos años.

La mayoría de los historiadores minimizan el papel de la guerrilla española y destacan la intervención del Ejército inglés en este teatro de operaciones.. Fue el Duque de Wellington, de hecho, quien causó las derrotas claves a los franceses.
Las guerrillas tienden ahora a verse como grupos de desertores o soldados derrotados en batallas previas que sobrevivieron a costa de los habitantes de las zonas vecinas, a los que sometían a exigencias similares a las de los ejércitos profesionales del momento, cuando no a las del bandolerismo clásico. Y no desempeñaron, desde luego, ningún papel de importancia en la fase final, y decisiva, de la guerra.

A partir de 1811 la guerra cambia de rumbo, Napoleón tomó la decisión de invadir Rusia, por lo que retiró las mejores unidades de España.

Cuando el Emperador francés creyó encauzada la situación, retiró efectivos con destino a la campaña de Rusia. 

Los aliados aprovecharon para retomar la iniciativa y causaron a los franceses graves derrotas en Arapiles (22 de julio de 1812) y en Vitoria (el 21 de junio de 1813), ambas a manos del Duque de Wellington. Dos golpes que se demostraron mortales para la permanencia francesa en la Península.
La hemorragia fue Rusia y la úlcera fue España.


Napoleón habría fallecido de la complicación cancerosa de una úlcera gástrica Tras el desastre de Rusia Napoleón retiro más hombres para asegurar la defensa de Francia.

La batalla de Vitoria consumó la derrota francesa y obligó a José I a retirarse de España, Napoleón firmó el Tratado de Valencia por el que restituía la corona a Fernando VII.


Ferrer-dalmau-batalla-vitoria-
  Consecuencias de la guerra.

Como buen relato mítico, se ha cargado de héroes, mártires, villanos, hazañas y momentos sacrosantos que encarnan los valores que sirvieron y todavía hoy deberían seguir sirviendo de fundamento a nuestra sociedad. Todo un montaje sencillo, pero no fácil de cuestionar, ni aun casi de reflexionar críticamente sobre él, sin correr serios riesgos de ser acusado de antipatriota.

Pero las investigaciones recientes arrojan muchas dudas sobre este relato canónico. El apoyo popular a la causa antifrancesa fue, desde luego, generalizado. Pero no es claro que dominara entre los sublevados la motivación patriótica, sino la reacción contra los abusos y exacciones de las tropas francesas, sumada a la galofobia o la propaganda contrarrevolucionaria de signo monárquico o religioso; y son abrumadores los datos referidos a enfrentamientos y problemas internos —muy documentados por Ronald Fraser—, por ejemplo por el reparto de levas o de los impuestos extraordinarios de guerra.

Sobre la guerra en sí y su resultado final, los historiadores tienden a dar una relevancia creciente a los factores internacionales. Lo cual quiere decir prestar atención a los movimientos del ejército de Wellington, por un lado, y atender también al resto de las campañas napoleónicas, que obligaron al emperador a retirar de la Península una gran cantidad de tropas en 1811-1812 para llevarlas al matadero ruso. No por casualidad fue entonces cuando Wellington decidió por fin abandonar su refugio en los alrededores de Lisboa e inició así el giro de la guerra hacia su desenlace final.
La guerra supuso un enorme colapso demográfico.

Los daños materiales no fueron menores. Varias ciudades quedaron arrasadas.

PARA SABER MÁS, VER:

También se perdió muchas fábricas y el mercado colonial. La guerra arruinó definitivamente la Hacienda española.

El bloqueo contra Inglaterra quedó roto Bailén reactivó la resistencia al demostrar que el ejercito francés era vulnerable.


¿Qué más se podía pedir que una guerra de liberación nacional, unánime, victoriosa pese a enfrentarse con el mejor ejército del mundo, que además confirmaba una forma de ser ya atestiguada por crónicas milenarias? 

 Que la religión y el trono fueran más importantes que la "nación" no quiere decir que no surgiera en esos años la formulación moderna del sujeto de la soberanía. Por el contrario, fue la pieza clave de la retórica liberal; y los liberales dominaron, a la postre, las Cortes gaditanas.

 Pero es difícil que ese discurso, elaborado en una ciudad sitiada y mal conectada con las demás zonas en que se combatía a los josefinos, fuera el resorte movilizador en el resto del país. 

Por el contrario, es razonable suponer que los argumentos tradicionales sobre el origen divino del poder dominaran sobre la defensa de la soberanía nacional, su justificación revolucionaria

Aquella secuencia de hechos inició toda una nueva cultura política. Uno de sus aspectos consistió, sin duda, en la creación de una imagen colectiva de los españoles como luchadores en defensa de la identidad propia frente a invasores extranjeros. Según esta interpretación, la nueva guerra había dejado sentada la existencia de una identidad española antiquísima, estable, fuerte, con arraigo popular, lo cual parece positivo desde el punto de vista de la construcción nacional. 
Pero el ingrediente populista del cuadro encerraba consecuencias graves. Era el pueblo el que se había sublevado, abandonado por sus élites dirigentes. Lo que importaba era el alma del pueblo, el instinto del pueblo, la fuerza y la furia populares, frente a la racionalidad, frente a las normas y las instituciones.  la guerra había demostrado la "bravura" o "verdadera sabiduría" de los ignorantes frente a la "debilidad" de los filósofos. Se asentó así un populismo romántico, que no hubieran compartido los ilustrados (para quienes el pueblo debía ser educado, antes de permitirle participar en la toma de decisiones), que no existió en otros liberalismos moderados (y oligárquicos), como el británico, de larga vida en la retórica política contemporánea, no sólo española sino también latinoamericana.
Lo más positivo de aquella situación fue el esfuerzo, verdaderamente inesperado y extraordinario, de un grupo de intelectuales y funcionarios para, a la vez que rechazaban someterse a un príncipe francés, adoptar lo mejor del programa revolucionario francés: 
 Los expertos funcionarios de Carlos III y Carlos IV, muchos de ellos josefinos, desaparecieron de la escena sin que nadie derramara una lágrima por ellos.
 El Estado se hundió y hubo de ser renovado desde los cimientos, como volvería a ocurrir con tantas otras crisis políticas del XIX y del XX
A cambio de carecer de normas y de estructura político-burocrática capaz de hacerlas cumplir, surgió un fenómeno nuevo, que difícilmente puede interpretarse en términos positivos: la tradición insurreccional. Ante una situación política que un sector de la población no reconociera como legítima, antes de 1808 no se sabía bien cómo responder, pero sí a partir de esa fecha: había que echarse al monte.
 Nació así la tradición juntista y guerrillera, mantenida viva a lo largo de los repetidos levantamientos y guerras civiles del XIX. Una tradición que se sumó, además, a un último aspecto del conflicto que no se puede negar ni ocultar: su extremada inhumanidad. Los guerrilleros no reconocían las "leyes de la guerra" que los militares profesionales, en principio, respetaban. Ejecutaban, por ejemplo, a todos sus prisioneros. O mataban en la plaza pública, como represalia, a unos cuantos vecinos seleccionados al azar de todo pueblo que hubiera acogido a las tropas enemigas. O se fijaban como objetivo bélico los hospitales franceses, en los que entraban y cortaban el cuello a los infelices heridos o enfermos del ejército imperial que recibían cuidados en ellos. Los enemigos eran agentes de Satanás y no tenían derechos".
 ELPAIS.COM, ELCULTURAL, JOSÉ ÁLVAREZ JUNCO 1 FEB 2012 (Adaptación)-

 PARA SABER MÁS, VER:

En Cádiz se aprobó en 1812 una Constitución que estableció la soberanía popular, la división de poderes o la libertad de prensa.
Fue el primer esfuerzo en este sentido en la historia contemporánea de España. Un esfuerzo fallido, por prematuro, ingenuo, radical y mal adaptado a una sociedad que no estaba preparada para entenderlo. 
PARA SABER MÁS, VER:

Por otro lado la guerra activó e proceso de independencia de la América española.


PARA SABER MÁS, VER:



BIBLIOGRAFÍA
  • ABELLA, Rafael, José Bonaparte, Barcelona, Planeta, 1997.
  • ARTOLA, Miguel, Los afrancesados, Madrid, Alianza, 1989.
  • CAMBRONERO, Carlos, José I Bonaparte, el rey intruso: apuntes históricos referentes a su gobierno en España, Madrid, Alderabán, 1997.
  • ESPADAS BURGOS, M.; DUFOUR, G. y LUNA, J. J., La España de José Bonaparte, Madrid, Información e Historia, 1996.
  • JOSÉ I, Memorias del rey José Bonaparte, Madrid, Imprenta de D. Tomás Badia y Compañia, 1854.
  • MORENO ALONSO, Manuel, José Bonaparte: un rey republicano en el trono de España, Madrid, La Esfera de los Libros, 2008.
  • VALLEJO-NÁJERA, Juan Antonio, Yo, el Intruso, Barcelona, Planeta, 1993.
PARA SABER MÁS, VER:


No hay comentarios:

Publicar un comentario