Este es un espacio de trabajo educativo pensado especialmente para vosotros. Es una plataforma interactiva donde se desarrolla toda una serie de Actividades del ámbito de las Ciencias Sociales. Observarán además que cada actividad va enlazada a una serie de apuntes que os ayudarán a reforzar vuestro aprendizaje.
AMBITO SOCIOLINGUÍSTICO.
PROYECTO: EL ARTE DE CREAR CULTURA
Durante el presente curso trataremos diferentes proyectos de trabajo y talleres.. Espero que te sean sugerentes y motivadores. Todos son interesantes. Y sin darnos cuenta, nuestras capacidades se irán desarrollando y alcanzaremos las competencias deseadas. ¡Animo! Os deseo un feliz curso de aprendizaje
PROYECTO: EL ARTE DE CREAR CULTURA
Durante el presente curso trataremos diferentes proyectos de trabajo y talleres.. Espero que te sean sugerentes y motivadores. Todos son interesantes. Y sin darnos cuenta, nuestras capacidades se irán desarrollando y alcanzaremos las competencias deseadas. ¡Animo! Os deseo un feliz curso de aprendizaje
CONTENIDOS
TECNICAS DE TRABAJO
Antes de empezar recuerda:
Pulsa en el enlace que te muestro. Una vez dentro del programa sigue los siguientes pasos:
CONSEJOS Y TÉCNICAS DE ESTUDIO
APUNTES
Vamos a trabajar con diferentes Talleres en el ámbito de la Comunicación. Las temáticas se irán desarrollado en cada bloque propuesto de Lengua y Literatura. Pero en cada uno de ellos habrá otros talleres
PROGRAMA LENGUA Y LITERATURA
MI CUADERNO
Es muy importante tener un buen cuaderno de trabajo. Las actividades desarrolladas en él se evaluarán contínuamente. Cuaderno de Trabajo se entregará particularmente en ciertos momentos del proceso enseñanza-aprendizaje.
Se evaluará. Cuaderno de Trabajo se entregará particularmente en ciertos momentos del proceso enseñanza-aprendizaje. El día de la evaluación se entregará dicho cuaderno.
1ª EVALUACIÓN
===================
TECNICAS DE TRABAJO
Antes de empezar recuerda:
Pulsa en el enlace que te muestro. Una vez dentro del programa sigue los siguientes pasos:
CONSEJOS Y TÉCNICAS DE ESTUDIO
APUNTES
Vamos a trabajar con diferentes Talleres en el ámbito de la Comunicación. Las temáticas se irán desarrollado en cada bloque propuesto de Lengua y Literatura. Pero en cada uno de ellos habrá otros talleres
PROGRAMA LENGUA Y LITERATURA
CUADERNO DE TAREAS
_________________________
MI CUADERNO
Es muy importante tener un buen cuaderno de trabajo. Las actividades desarrolladas en él se evaluarán contínuamente. Cuaderno de Trabajo se entregará particularmente en ciertos momentos del proceso enseñanza-aprendizaje.
Se evaluará. Cuaderno de Trabajo se entregará particularmente en ciertos momentos del proceso enseñanza-aprendizaje. El día de la evaluación se entregará dicho cuaderno.
1ª EVALUACIÓN
T1. Descripciones
-TALLER DE LECTURA Y ORTOGRAFÍA
LENGUA: TALLER DE LECTURA. NOS EXAMINAMOS: DICTADO
ORTOGRAFÍA: REGLAS
Mayúsculas y puntuación.
Uso de mayúsculas - Normativa del lenguaje - Educatina
Cómo usar correctamente los signos de puntuación
- TALLER LITERARIO:
TIPOS DE TEXTOS
Describimos lugares: Describe el lugar donde vives
Cómo aprender a redactar bien
- TALLER DE LENGUA
Palabras y clases de palabras: Sustantivos, Verbos, Adjetivos, Adverbios
T2. Un día en la vida
-TALLER DE LECTURA Y ORTOGRAFÍA
LENGUA: TALLER DE LECTURA. NOS EXAMINAMOS: DICTADO
ORTOGRAFÍA: REGLAS
-Los acentos
- TALLER LITERARIO:LENGUA: TALLER DE LECTURA. NOS EXAMINAMOS: DICTADO
ORTOGRAFÍA: REGLAS
-Los acentos
TIPOS DE TEXTOS
-Rutinas: ¿Cual es tu rutina diaria?
Aprende a redactar
Cómo aprender a redactar bien
- Teletrabajo. El debate: afirmación, evidencia y razonamiento.
Debate: Las partes de un argumento
El teletrabajo se está imponiendo como una forma alternativa que, además de facilitar la conciliación de la vida familiar con la vida laboral, Indica 5 razones que lo expliquen y lo debatiremos
- TALLER DE LENGUA :
- Las palabras: Lexemas y morfemas. Sustantivos, pronombres, adjetivos, verbos y adverbios
-Concordancia tiempo, persona, plural singular. Elegir el tiempo verbal en que vamos a situar nuestra narración y usar correctamente las formas verbales.
T3. Itinerarios
- TALLER DE LENGUA
ORTOGRAFÍA: REGLAS
T2--Textos expositivos: Instancia, Solicitud, Curriculum
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
INSTANCIA
La carta de presentación
Modelo-carta
Curriculum Vitae Paso a Paso - YouTube
http://www.gipe.ua.es/es/como-hacer-un-curriculum-vitae-ejemplo
T.2Leer un periódico
Hacemos un periódico
Taller de Gramática:- TALLER DE GRAMÁTICA:
-El verbo y los tiempo verbales
El Verbo, modos y tiempos verbales
VEMOS CINE:
En busca del fuego. Jean-Jacques Annaud 1981
- TALLER DE GRAMÁTICA:
Análisis sintáctico - Sintaxis -
-Los complementos verbales
-Lengua Todos los complementos del predicado
-Modificadores del predicado los circunstanciales
- Las palabras: Lexemas y morfemas. Sustantivos, pronombres, adjetivos, verbos y adverbios
-Concordancia tiempo, persona, plural singular. Elegir el tiempo verbal en que vamos a situar nuestra narración y usar correctamente las formas verbales.
T3. Itinerarios
-TALLER DE LECTURA Y ORTOGRAFÍA
LENGUA: TALLER DE LECTURA. NOS EXAMINAMOS: DICTADO
ORTOGRAFÍA: REGLAS
LENGUA: TALLER DE LECTURA. NOS EXAMINAMOS: DICTADO
ORTOGRAFÍA: REGLAS
- TALLER LITERARIO:
TIPOS DE TEXTOS. Textos instructivos
LA SALIDA DE CAMPO. ITINERARIOS GEOGRÁFICOS.TIPOS DE TEXTOS. Textos instructivos
- TALLER DE LENGUA
ÁMBITO LINGÜÍSTICO : TALLER DE GRAMÁTICA
-Las categorías gramaticales. La oración
T4. Literatura Medieval
-TALLER DE LITERATURA
BLOQUE 8
T1. Ofertas de empleo
-Las categorías gramaticales. La oración
T4. Literatura Medieval
-TALLER DE LITERATURA
BLOQUE 8
T1. Ofertas de empleo
Taller literario
Taller ORTOGRAFÍA: REGLAS
T2--Textos expositivos: Instancia, Solicitud, Curriculum
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
INSTANCIA
La carta de presentación
Modelo-carta
Curriculum Vitae Paso a Paso - YouTube
http://www.gipe.ua.es/es/como-hacer-un-curriculum-vitae-ejemplo
Para qué vale tu currículo (si es que sirve)
Modelos Currículum
Currículum europeo (español)--------------------------------------------------------------------------------------------------
- TALLER DE GRAMÁTICA:
La estructura de la oración: sujeto y predicado
Predicado nominal y predicado verbal
T3. La entrevista de trabajo.
20 Preguntas y Respuestas en una Entrevista de Trabajo
Entrevista de Trabajo: Los Errores más Frecuentes en la Entrevista
T4. La literatura Medieval
TALLER DE LITERATURA
- Los registros lingüísticos
2ª EVALUACIÓN
Cortometraje: Una Vida Social
¿Son las Redes Sociales el Principal medio de Comunicación Hoy?
Influencia de las redes sociales en la comunicación verbal y no verbal
Las pantallas perjudican la atención de los niños
Taller ortografía:
LENGUA: TALLER DE LECTURA. NOS EXAMINAMOS
ORTOGRAFÍA: REGLAS
REL PODER DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Conflictos comunes de comunicación
Funciones de los medios de comunicacion Lengua
Cómo comunicar siempre con eficacia
Qué hace único a un gran comunicador?
Modelos Currículum
Currículum europeo (español)--------------------------------------------------------------------------------------------------
- TALLER DE GRAMÁTICA:
La estructura de la oración: sujeto y predicado
Predicado nominal y predicado verbal
T3. La entrevista de trabajo.
20 Preguntas y Respuestas en una Entrevista de Trabajo
Entrevista de Trabajo: Los Errores más Frecuentes en la Entrevista
T4. La literatura Medieval
TALLER DE LITERATURA
- Los registros lingüísticos
2ª EVALUACIÓN
BLOQUE 9
T1.Argumentar
texto argumentativo y el ensayo
-TALLER DE LECTURA Y ORTOGRAFÍA
LENGUA: TALLER DE LECTURA. NOS EXAMINAMOS: DICTADO
ORTOGRAFÍA: REGLAS
TALLER DE GRAMÁTICA
-Análisis sintáctico - Sintaxis - El sintagma nominal.
- Comparaciones. El adjetivo: Funciones
Comparar las diferencias entre hombres y mujeres
T3. La literatura Renacimiento
TALLER DE LITERATURA
BLOQUE 10
T1. Los medios de comunicación
T1.Argumentar
texto argumentativo y el ensayo
-TALLER DE LECTURA Y ORTOGRAFÍA
LENGUA: TALLER DE LECTURA. NOS EXAMINAMOS: DICTADO
ORTOGRAFÍA: REGLAS
- TALLER LITERARIO:
Debate y Argumenta::
- ¿Qué hacer con el arte de hombres monstruosos?
https://elpais.com/cultura/2018/01/08/actualidad/1515416335_689166.html
-¿contra el “puritanismo” sexual?https://elpais.com/cultura/2018/01/09/actualidad/1515513768_647890.html
T 2. Las modalidades oracionales. El sintagma nominal.
Debate y Argumenta::
- ¿Qué hacer con el arte de hombres monstruosos?
https://elpais.com/cultura/2018/01/08/actualidad/1515416335_689166.html
-¿contra el “puritanismo” sexual?https://elpais.com/cultura/2018/01/09/actualidad/1515513768_647890.html
T 2. Las modalidades oracionales. El sintagma nominal.
TALLER DE GRAMÁTICA
-Análisis sintáctico - Sintaxis - El sintagma nominal.
- Comparaciones. El adjetivo: Funciones
Comparar las diferencias entre hombres y mujeres
T3. La literatura Renacimiento
TALLER DE LITERATURA
BLOQUE 10
T1. Los medios de comunicación
Cortometraje: Una Vida Social
¿Son las Redes Sociales el Principal medio de Comunicación Hoy?
Influencia de las redes sociales en la comunicación verbal y no verbal
Las pantallas perjudican la atención de los niños
Taller ortografía:
LENGUA: TALLER DE LECTURA. NOS EXAMINAMOS
ORTOGRAFÍA: REGLAS
REL PODER DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Conflictos comunes de comunicación
Funciones de los medios de comunicacion Lengua
Cómo comunicar siempre con eficacia
Qué hace único a un gran comunicador?
T.2Leer un periódico
Hacemos un periódico
La prensa libre, frente a la posverdad
La publicidad
Hstoria de la publicidadToda la verdad sobre la publicidad
Dar a Conocer - Una visión crítica de la publicidad
Ejemplos para una pscologia de la publicidad
Cómo aprender a redactar bien:Redacción, puntuación y ortografía
Quien mató el amor? - Microrrelato
La publicidad
Hstoria de la publicidadToda la verdad sobre la publicidad
Dar a Conocer - Una visión crítica de la publicidad
Ejemplos para una pscologia de la publicidad
Cómo aprender a redactar bien:Redacción, puntuación y ortografía
Quien mató el amor? - Microrrelato
Taller de Gramática:- TALLER DE GRAMÁTICA:
-El verbo y los tiempo verbales
El Verbo, modos y tiempos verbales
-El sintagma verbal
El Sintagma Verbal - Análisis sintáctico Lengua Española sintaxis
SINTAGMA VERBAL EJEMPLO. ANALISIS SINTÁCTICO Análisis sintáctico - Sintaxis -
T. La literatura : El Barroco
BLOQUE 11
A VIAJAR
T1. Antes de hacer las maletas
-La comunicación-
-Funciones del lenguaje
-Defensa del Andaluz - Discurso de Jose Maria Perez Orozco
-Habla andaluza: la identidad lingüística de Andalucía
-SIEMPRE NOS QUEDARÁ CÓRDOBA mundoficcion
-PARA SABER MÁS, VER: ---ITINERARIO DESCUBRIR CÓRDOBA.
VEMOS CINE:
Porque cada Película es un Viaje. Porque convertimos nuestros Viajes en Películas. Porque utilizamos las películas de nuestra vida para viajar, para soñar, para seguir soñando fuera de la pantalla.
-Viaje a la Luna,Georges Méliès, 1902
El Sintagma Verbal - Análisis sintáctico Lengua Española sintaxis
SINTAGMA VERBAL EJEMPLO. ANALISIS SINTÁCTICO Análisis sintáctico - Sintaxis -
T. La literatura : El Barroco
BLOQUE 11
A VIAJAR
T1. Antes de hacer las maletas
-La comunicación-
-Funciones del lenguaje
-Defensa del Andaluz - Discurso de Jose Maria Perez Orozco
-Habla andaluza: la identidad lingüística de Andalucía
-SIEMPRE NOS QUEDARÁ CÓRDOBA mundoficcion
-PARA SABER MÁS, VER: ---ITINERARIO DESCUBRIR CÓRDOBA.
VEMOS CINE:
Porque cada Película es un Viaje. Porque convertimos nuestros Viajes en Películas. Porque utilizamos las películas de nuestra vida para viajar, para soñar, para seguir soñando fuera de la pantalla.
-Viaje a la Luna,Georges Méliès, 1902
-El viaje de Arlo
-Lios viajes de Gulliver
-2001: Odisea Espacial
-Alicia en el país de las Maravillas
-El viaje de tu vida
PARA SABER MÁS, VER: Enseñar a través del cine. Historia, Territorio y Cultura.
CINE EN TUS CIENCIAS SOCIALES
CINE-GEO
-Taller ortografía: Dictado.
CINE EN TUS CIENCIAS SOCIALES
CINE-GEO
-Taller ortografía: Dictado.
LENGUA: TALLER DE LECTURA. NOS EXAMINAMOS
ORTOGRAFÍA: REGLAS
T2. Manos a la obra
- El comentario de fuentes
Salir a viajar para aprender a vivir
TIPOS DE VIAJE - Reconocimiento
ORTOGRAFÍA: REGLAS
T2. Manos a la obra
- El comentario de fuentes
Salir a viajar para aprender a vivir
TIPOS DE VIAJE - Reconocimiento
VEMOS CINE:
En busca del fuego. Jean-Jacques Annaud 1981
- TALLER DE GRAMÁTICA:
Análisis sintáctico - Sintaxis -
-Los complementos verbales
-Lengua Todos los complementos del predicado
T3. Durante el viaje.
La lírica. ¿Qué es poesía?
Figuras literarias o retóricas
FIGURAS RETÓRICAS(1)
FIGURAS RETÓRICAS (2)
FIGURASRETÓRICAS ( y 3)
T4. Ser o no ser
El género teatral.
Pertenecen a él las obras que se transmiten mediante la representación por lo que carecen de narrador.
Lo más importante en ellas son los personajes.
El texto teatral.
Característica principal el diálogo (monólogo).
Las acotaciones son orientaciones para la representación.
Las posibles divisiones en el texto teatral son los actos, las escenas y los cuadros.
Cómo hacer una carta informal
- SMS, correo electrónico, chat, blog, etc
Comunicación electrónica-
WhatsApp, la reina del paraíso virtual en España, supera a la segunda aplicación de chat más utilizada en este territorio, Messenger, pero pertenece al mismo entramado, Facebook. Skype, sin embargo, una de las pioneras en las videollamadas, se mantiene a duras penas como la tercera aplicación de comunicación más descargada en Android
VEMOS CINE:
-Cristobal Colon
T4. Viajes de papel
VEMOS CINE
El Viaje Mas Largo
Literatura: Romanticismo/Realismo
TALLER DE LITERATURA
-Bécquer
-Duque de Rivas: Don Alvaro o la fuerza del sino
Fernández Moratín: El sí de las niñas
- Galdós. Misericordia
BLOQUE 12
AHORA TE TOCA A TI. LA CLASE INVERTIDA.
Elige un bloque temático de los expuestos, realiza una presentación y expón en la clase.
T1. El Cómic
Una historieta es una serie de dibujos que constituyen un relato, con o sin texto, así como al medio de comunicación en su conjunto.
-ART-COMIC
"La princesa Leia estableció la importancia del mensaje cuando en uno de ellos pidió ayuda a Luke Skywalker, siendo éste su "única esperanza". Con este sello Correos como la princesa Leia que quiere hacer que los mensajes de los españoles lleguen a su destino. Este sello de correos se caracteriza por su efecto 3D, una ilusión óptica que hace pensar que el sello está en movimiento según desde el ángulo en el que sea visto."
Taller ortografía: Dictado.
LENGUA: TALLER DE LECTURA. NOS EXAMINAMOS
ORTOGRAFÍA: REGLAS
T2. Érase una vez.
La narración
-oral o escrita, en prosa o en verso-
cuenta con numerosas modalidades: novelas, cuentos, biografías...
"Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
El cine.También son narraciones las películas
De la misma forma que un texto está formado por enunciados y estos por palabras, una película está formada por secuencias y estas por planos.
VEMOS CINE
La literatura española del S. XX
TALLER DE LITERATURA
- Historia de una escalera, ANTONIO BUERO VALLEJO
- La Colmena. CELA
T3. Poesía eres tú
- SMS, correo electrónico, chat, blog, etc
Comunicación electrónica-
WhatsApp, la reina del paraíso virtual en España, supera a la segunda aplicación de chat más utilizada en este territorio, Messenger, pero pertenece al mismo entramado, Facebook. Skype, sin embargo, una de las pioneras en las videollamadas, se mantiene a duras penas como la tercera aplicación de comunicación más descargada en Android
VEMOS CINE:
-Cristobal Colon
T4. Viajes de papel
VEMOS CINE
El Viaje Mas Largo
Literatura: Romanticismo/Realismo
TALLER DE LITERATURA
-Bécquer
-Duque de Rivas: Don Alvaro o la fuerza del sino
Fernández Moratín: El sí de las niñas
- Galdós. Misericordia
BLOQUE 12
AHORA TE TOCA A TI. LA CLASE INVERTIDA.
Elige un bloque temático de los expuestos, realiza una presentación y expón en la clase.
T1. El Cómic
Una historieta es una serie de dibujos que constituyen un relato, con o sin texto, así como al medio de comunicación en su conjunto.
-ART-COMIC
"La princesa Leia estableció la importancia del mensaje cuando en uno de ellos pidió ayuda a Luke Skywalker, siendo éste su "única esperanza". Con este sello Correos como la princesa Leia que quiere hacer que los mensajes de los españoles lleguen a su destino. Este sello de correos se caracteriza por su efecto 3D, una ilusión óptica que hace pensar que el sello está en movimiento según desde el ángulo en el que sea visto."
Taller ortografía: Dictado.
LENGUA: TALLER DE LECTURA. NOS EXAMINAMOS
ORTOGRAFÍA: REGLAS
T2. Érase una vez.
La narración
-oral o escrita, en prosa o en verso-
cuenta con numerosas modalidades: novelas, cuentos, biografías...
"Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: «¿Platero?», y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo: Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo."
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo: Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo."
De la misma forma que un texto está formado por enunciados y estos por palabras, una película está formada por secuencias y estas por planos.
- El cine también es un acto de comunicación.
- El cine es un arte por eso también utiliza recursos y tiene su propio lenguaje.
- Posición de la cámara: panorámica, travelling, picado y contrapicado.
- Planos: plano general o primerísimo primer plano.
- Géneros cinematográficos: western, comedia, cine de aventuras, musical, documental, de terror, ciencia ficción, histórico.
- El cine también es una técnica. Es una obra colectiva en la que intervienen: productores, guionistas, actores, técnicos de montaje...
La literatura española del S. XX
TALLER DE LITERATURA
- Historia de una escalera, ANTONIO BUERO VALLEJO
- La Colmena. CELA
T3. Poesía eres tú
La lírica. ¿Qué es poesía?
Composición literaria que se concibe como expresión artística
de la belleza por medio de la palabra,
de la belleza por medio de la palabra,
en especial aquella que está sujeta a la medida
y cadencia del verso
Expresión de sentimientos.
Visión personal de la realidad.
Abundancia de recursos expresivos.
Características del verso: medida y rima.
Licencias que afectan a la medida de los versos.
Normas de la rima
Clasificación de las estrofas:
- por el contenido: sátira, oda y elegía.
- por la forma. Cómo son los tipos de versos y estrofas
Recursos retóricos.
Visión personal de la realidad.
Abundancia de recursos expresivos.
Características del verso: medida y rima.
Licencias que afectan a la medida de los versos.
Normas de la rima
Clasificación de las estrofas:
- por el contenido: sátira, oda y elegía.
- por la forma. Cómo son los tipos de versos y estrofas
Recursos retóricos.
Figuras literarias o retóricas
FIGURAS RETÓRICAS(1)
FIGURAS RETÓRICAS (2)
FIGURASRETÓRICAS ( y 3)
T4. Ser o no ser
El género teatral.
Pertenecen a él las obras que se transmiten mediante la representación por lo que carecen de narrador.
Lo más importante en ellas son los personajes.
El texto teatral.
Característica principal el diálogo (monólogo).
Las acotaciones son orientaciones para la representación.
Las posibles divisiones en el texto teatral son los actos, las escenas y los cuadros.
Actos.
Generalmente son tres y corresponden a los tres momentos de la acción:
el planteamiento, en que se inicia el conflicto; el nudo, en que se
desarrolla y complica, y el desenlace, en que se prepara el final.
Escenas. Son los fragmentos de la obra en que participan los mismos personajes.
Cuadros. Son las partes de una obra teatral que se desarrollan en un mismo escenario.
El espectáculo teatral.
Escenas. Son los fragmentos de la obra en que participan los mismos personajes.
Cuadros. Son las partes de una obra teatral que se desarrollan en un mismo escenario.
El espectáculo teatral.
Son necesarios un local, unos actores y una escenografía.
La tramoya o escenografía es el conjunto de materiales que se utilizan en una representación teatral: decorado, vestuario e iluminación.
Subgéneros teatrales.
Tragedia.
Comedia.
Drama.
La tramoya o escenografía es el conjunto de materiales que se utilizan en una representación teatral: decorado, vestuario e iluminación.
Subgéneros teatrales.
Tragedia.
Comedia.
Drama.
- TALLER DE GRAMÁTICA:
Análisis sintáctico - Sintaxis -
Tipos de oraciones simples
Tipos de oraciones compuestas
Oraciones Subordinadas y sus clases: sustantivas, adjetivas o de relativo y adverbiales
---------------------------------
NOS EXAMINAMOS
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EVALUACIÓN INICIAL
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"- ¿Y que pasó con Moby Dick?.
- Estuvimos detrás de ella durante mucho tiempo, y sólo al cabo de unos meses me enteré que era famosa por su ferocidad.
- ¿La has visto alguna vez?.
- Sí, un par de veces nos hemos cruzado con ella. Pero me he mantenido al margen. ¡Al diablo las ballenas asesinas!. No quiero arriesgar ninguna vida para cazarla, a pesar de que significaría mucho para mí y para el barco. Usted opina de otra manera, ¿no es cierto?.
- Yo tengo la obsesión de cazarla y vengarme. ¿Dónde la vio por última vez?.
- Cerca del archipiélago de Madeira. Se dirigía hacia el Este.
- Gracias.
Y sin añadir otra palabra gritó a sus marineros para que le bajasen al bote. Volvió inmediatamente a su barco, el Pequod, y ordenó poner rumbo al Este. No tardó el Pequod en conectar con un banco de
ballenas, pero pasarían meses antes de volver a ver a Moby Dick."(Adaptado de Herman Melville)
A. ¿Qué significa...?:
-feroz
-archipiélago
- rumbo
B. Comenta sobre qué trata.
C. Tu profesor te corregirá las faltas. Debes a continuación indicar por qué es falta
3. Explica brevemente qué entiendes por:
-Lenguaje verbal y no verbal
-Lenguaje oral y escrito
- Las funciones del lenguaje
4. ¿Qué es una oración y de qué partes consta?
5.–¿Cuándo llevan tilde las palabras esdrújulas?
6.–¿En qué sílaba tienen las palabras agudas su sílaba tónica?
7.– ¿Sabrías decir a qué obras medievales pertenecen estos personajes y realizar una pequeñas reseña de qué tratan cada una de ellas?
8. ¿Conoces a los autores de Córdoba,? ¿ Reconoces los contextos literarios que hablen de córdoba? Pon ejemplos para realizar una Guía literaria de Córdoba.
...
La mayor parte de los mortales, Paulino, se queja a una voz de la malicia de la naturaleza porque se nos ha engendrado para un período escaso, porque el espacio de tiempo que se nos da transcurre tan veloz, tan rápidamente que, con excepción de unos pocos, casi todos los demás quedan inhabilitados ya en la propia preparación de la vida. Y ante este mal, que según creen es general, no solloza solamente la masa y el vulgo necio, también este mismo sentimiento ha sacado quejas de personajes esclarecidos.
«No olvidé nada de lo que en ellas vi. Acaso por esto nació en mí una intensa desconfianza contra las mujeres, y la mala opinión que las tengo, que se ha hecho congénita en mi alma».
...
Era D. Calixto un caballerete cordobés, gracioso, bien plantado y con algunos bienes de fortuna.
Muchas mocitas solteras de Sevilla, donde él estaba estudiando, se afanaban por ganar su voluntad y conquistarle para marido; pero la empresa era harto difícil.
Don Calixto, y no sin fundamento, pasaba por un desaforado mariposón, seductor y picaruelo. Iba revoloteando siempre de muchacha en muchacha, como las abejas y las mariposas revolotean de flor en flor, liban la miel y sólo por breves instantes se posan en algunas.
La linda señorita D.ª Eufemia tuvo más maña y arte que otras y logró hacer en el corazón de nuestro héroe la herida amorosa más profunda que hasta entonces había traspasado sus entretelas llegando a lo más vivo.
Él, sin embargo, como travieso que era, si bien ponderaba a la niña su mucho amor y le pedía y aun le suplicaba que de aquel mal le curase, siempre hablaba de la cura, pero no del cura.
Acudía a hablar por la reja con la señorita doña Eufemia; le aseguraba que tenía por culpa de ella, en su lastimado pecho, no uno sino media docena de volcanes en erupción; le rogaba que apagase sus incendios y que mitigase sus estragos, y lo que es de casamiento no decía ni daba jamás palabra.
Así se pasaban meses y meses; los novios pelaban la pava todas las noches sin faltar una; pero el asunto permanecía siempre sin adelantar, ni por el lado de la buena fin, ni tampoco por el lado de la mala.
Cuando él excitaba a su novia para que no se hiciese de pencas y fuese generosa y se ablandase y cediese, ella, o se enojaba porque él le faltaba al respeto y mostraba que no tenía por ella estimación, o bien derramaba amargas lágrimas y exhalaba suspiros y quejas considerándose ofendida. Con mil variantes, porque tenía fácil palabra y sabía decir una misma cosa de mil modos diversos, la niña solía contestar sobre poco más o menos lo que sigue:
-¡Huy, huy, Sr. D. Calixto! ¿Qué es lo que usted me propone? En el silencio de la noche, en la más profunda soledad, nunca estamos solos: Dios nos mira; Dios está presente y no podemos ni debemos ofender a Dios. Mi honra, además, está pura e inmaculada; está por cima de todo; hasta por cima del inmenso amor que usted ha logrado inspirarme. Y vamos... ¿qué diría usted de mí si yo en lo más mínimo faltase a mi deber, echase a rodar mi decoro y me olvidase de la honestidad y del recato con que me ha criado mi cristiana y severa madre? ¡Jesús, María y José! La cara se me caería de vergüenza si yo fuese liviana. Con sobrada razón me despreciaría usted entonces. Haría usted muy bien en abandonarme y en huir de mí como de una criatura depravada y viciosa.
En fin, D.ª Eufemia, con estas y otras frases se defendía todas las noches muy lindamente, aunque, para no descontentar al novio y retenerle cautivo, te otorgaba de vez en cuando y en sazón oportuna, tal cual favorcito, delicado, puro y semiplatónico, como, por ejemplo, abandonarle una de sus blancas y suaves manos, para que él la besase, la acariciase y la tuviese apretada entre las suyas, llegando, en algunos momentos de muy fervorosa pasión, a acercar ella, por entre los hierros de la reja, la virginal y tersa frente, a fin de que él, sin detenerse mucho y al vuelo, pusiese en ella los labios, imprimiendo un ósculo casi místico, con veneración devota, como quien besa una reliquia.
En suma, D.ª Eufemia lo manejó todo tan bien, que D. Calixto, cada día más deseoso y emberrenchinado, acabó por hablar del cura y por proponer el casamiento.
Ella, que no deseaba otra cosa, se mostró llena de gratitud y de amor. A pesar de todo y a pesar de la grande impaciencia que D. Calixto manifestaba, D.ª Eufemia redobló su austeridad y nunca quiso consentir en favores de más cuenta que los aquí mencionados hasta que al novio y a ella les echase el cura las bendiciones.
Llegó al cabo el suspirado día. El cura se las echó. Don Calixto y D.ª Eufemia fueron marido y mujer.
Aquella noche, muy tarde, casi ya de madrugada, D. Calixto dijo enternecidísimo a su adorada esposa:
-Bien hiciste, dueño mío, en no ceder a mis ruegos. Yo te adoro, pero, si hubieras cedido, hubiera dejado de adorarte, te hubiera despreciado y te hubiera plantado.
Ella, al oír esto, hizo a su marido mil amorosas y conyugales caricias, murmurando palabras ininteligibles y como quien reza. Tal vez daba gracias al cielo por el triunfo que habían obtenido su honestidad y su recato.
Hay, sin embargo, quien asegura que lo que ella dijo entre dientes y él no pudo entender fue:
Grandísimo tonto, pues por eso no cedí yo antes, porque ya había cedido a siete y los siete me habían plantado.
...
«Vimos arrasar palacios: Casas Consistoriales, Valdeflores, Boil, Guadalcázar; venir abajo los sagrados muros de conventos y ermitas: Santa María de Gracias, la Aurora, San Juan de Letrán, el Buen Suceso. Cambió la fisonomía de calles y plazas, talaron cipreses y palmeras. Y la riada de las excavadoras arrasó también la casa humilde con la cal y el patio pequeño como una maceta de albahaca».
«Lo mío con Córdoba es un largo noviazgo que no acaba nunca, y como todos los noviazgos, unas veces es apasionado y otras más tibio».
Solano Márquez: Córdoba en la palabra de Pablo García Baena.
- Diario Córdoba, 15-1-2018
Pablo García Baena: http://sevilla.abc.es/andalucia/cordoba/sevi-adios-pablo-poeta-rapto-belleza-201801142117_noticia.html
PARA SABER MÁS, VER:
BLOG ALUMNOS:
1º ESO LENGUA COMPESATORIA, CURSO 2010
Lolarodriguez2014.blogspot.es
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Análisis sintáctico - Sintaxis -
Tipos de oraciones simples
Tipos de oraciones compuestas
Oraciones Subordinadas y sus clases: sustantivas, adjetivas o de relativo y adverbiales
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PARA SABER MÁS, VER:
http://permanente.ced.junta-andalucia.es/educacion/permanente/materiales/index.php?etapa=2&materia=7#space
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NOS EXAMINAMOS
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EVALUACIÓN INICIAL
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¿Sabes más de Lengua y Literatura que un alumno de Primaria?
DICTADO.
- Estuvimos detrás de ella durante mucho tiempo, y sólo al cabo de unos meses me enteré que era famosa por su ferocidad.
- ¿La has visto alguna vez?.
- Sí, un par de veces nos hemos cruzado con ella. Pero me he mantenido al margen. ¡Al diablo las ballenas asesinas!. No quiero arriesgar ninguna vida para cazarla, a pesar de que significaría mucho para mí y para el barco. Usted opina de otra manera, ¿no es cierto?.
- Yo tengo la obsesión de cazarla y vengarme. ¿Dónde la vio por última vez?.
- Cerca del archipiélago de Madeira. Se dirigía hacia el Este.
- Gracias.
Y sin añadir otra palabra gritó a sus marineros para que le bajasen al bote. Volvió inmediatamente a su barco, el Pequod, y ordenó poner rumbo al Este. No tardó el Pequod en conectar con un banco de
ballenas, pero pasarían meses antes de volver a ver a Moby Dick."(Adaptado de Herman Melville)
A. ¿Qué significa...?:
-feroz
-archipiélago
- rumbo
B. Comenta sobre qué trata.
C. Tu profesor te corregirá las faltas. Debes a continuación indicar por qué es falta
2. Escribe un relato a partir de la siguiente viñeta (10 líneas)
Ros, 18.5.15
3. Explica brevemente qué entiendes por:
-Lenguaje verbal y no verbal
-Lenguaje oral y escrito
- Las funciones del lenguaje
4. ¿Qué es una oración y de qué partes consta?
5.–¿Cuándo llevan tilde las palabras esdrújulas?
a) Cuando terminan en vocal, -s o -n
b) Siempre
c) Cuando no terminan en vocal, -s o -n
b) Siempre
c) Cuando no terminan en vocal, -s o -n
6.–¿En qué sílaba tienen las palabras agudas su sílaba tónica?
a) En la primera
b) En la última
c) En la penúltima
b) En la última
c) En la penúltima
7.– ¿Sabrías decir a qué obras medievales pertenecen estos personajes y realizar una pequeñas reseña de qué tratan cada una de ellas?
a) Rodrígo Díaz de Vivar
b) Calixsto y Melibea
c) Sancho Panza
8. ¿Conoces a los autores de Córdoba,? ¿ Reconoces los contextos literarios que hablen de córdoba? Pon ejemplos para realizar una Guía literaria de Córdoba.
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La mayor parte de los mortales, Paulino, se queja a una voz de la malicia de la naturaleza porque se nos ha engendrado para un período escaso, porque el espacio de tiempo que se nos da transcurre tan veloz, tan rápidamente que, con excepción de unos pocos, casi todos los demás quedan inhabilitados ya en la propia preparación de la vida. Y ante este mal, que según creen es general, no solloza solamente la masa y el vulgo necio, también este mismo sentimiento ha sacado quejas de personajes esclarecidos.
Viene de ahí aquella proclama del más grande de los médicos de que la vida es breve,
la ciencia larga
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«Yo he intimidado mucho con mujeres y conozco tantos de sus secretos, que apenas habrá nadie que los sepa mejor, porque me crié en su regazo y crecí en su compañía, sin conocerá nadie más que a ellas.... me enseñaron el Alcorán, me recitaron no pocos versos y me adiestraron a tener buena letra...»
la ciencia larga
...
«Yo he intimidado mucho con mujeres y conozco tantos de sus secretos, que apenas habrá nadie que los sepa mejor, porque me crié en su regazo y crecí en su compañía, sin conocerá nadie más que a ellas.... me enseñaron el Alcorán, me recitaron no pocos versos y me adiestraron a tener buena letra...»
«No olvidé nada de lo que en ellas vi. Acaso por esto nació en mí una intensa desconfianza contra las mujeres, y la mala opinión que las tengo, que se ha hecho congénita en mi alma».
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-Cuatro cosas no pueden ser escondidas durante largo tiempo: la ciencia, la estupidez, la riqueza y la pobreza.
-Quien habla de cosas que no le atañen, escucha cosas que no le gustan.
-Cuando se usan símbolos, cada tipo
de personas, demostrativas, dialécticas o retóricas deben tratar de
entender el sentido interior simbolizado o el restarle al contenido con
el aparente sentido, de acuerdo a sus capacidades.
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¡Oh excelso muro, oh torres coronadas
De honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,
De arenas nobles, ya que no doradas!
¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,
Que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre glorïosa patria mía,
Tanto por plumas cuanto por espadas!
Si entre aquellas rüinas y despojos
Que enriquece Genil y Dauro baña
Tu memoria no fue alimento mío,
Nunca merezcan mis ausentes ojos
Ver tu muro, tus torres y tu río,
Tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España!
De honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,
De arenas nobles, ya que no doradas!
¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,
Que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre glorïosa patria mía,
Tanto por plumas cuanto por espadas!
Si entre aquellas rüinas y despojos
Que enriquece Genil y Dauro baña
Tu memoria no fue alimento mío,
Nunca merezcan mis ausentes ojos
Ver tu muro, tus torres y tu río,
Tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España!
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Era D. Calixto un caballerete cordobés, gracioso, bien plantado y con algunos bienes de fortuna.
Muchas mocitas solteras de Sevilla, donde él estaba estudiando, se afanaban por ganar su voluntad y conquistarle para marido; pero la empresa era harto difícil.
Don Calixto, y no sin fundamento, pasaba por un desaforado mariposón, seductor y picaruelo. Iba revoloteando siempre de muchacha en muchacha, como las abejas y las mariposas revolotean de flor en flor, liban la miel y sólo por breves instantes se posan en algunas.
La linda señorita D.ª Eufemia tuvo más maña y arte que otras y logró hacer en el corazón de nuestro héroe la herida amorosa más profunda que hasta entonces había traspasado sus entretelas llegando a lo más vivo.
Él, sin embargo, como travieso que era, si bien ponderaba a la niña su mucho amor y le pedía y aun le suplicaba que de aquel mal le curase, siempre hablaba de la cura, pero no del cura.
Acudía a hablar por la reja con la señorita doña Eufemia; le aseguraba que tenía por culpa de ella, en su lastimado pecho, no uno sino media docena de volcanes en erupción; le rogaba que apagase sus incendios y que mitigase sus estragos, y lo que es de casamiento no decía ni daba jamás palabra.
Así se pasaban meses y meses; los novios pelaban la pava todas las noches sin faltar una; pero el asunto permanecía siempre sin adelantar, ni por el lado de la buena fin, ni tampoco por el lado de la mala.
Cuando él excitaba a su novia para que no se hiciese de pencas y fuese generosa y se ablandase y cediese, ella, o se enojaba porque él le faltaba al respeto y mostraba que no tenía por ella estimación, o bien derramaba amargas lágrimas y exhalaba suspiros y quejas considerándose ofendida. Con mil variantes, porque tenía fácil palabra y sabía decir una misma cosa de mil modos diversos, la niña solía contestar sobre poco más o menos lo que sigue:
-¡Huy, huy, Sr. D. Calixto! ¿Qué es lo que usted me propone? En el silencio de la noche, en la más profunda soledad, nunca estamos solos: Dios nos mira; Dios está presente y no podemos ni debemos ofender a Dios. Mi honra, además, está pura e inmaculada; está por cima de todo; hasta por cima del inmenso amor que usted ha logrado inspirarme. Y vamos... ¿qué diría usted de mí si yo en lo más mínimo faltase a mi deber, echase a rodar mi decoro y me olvidase de la honestidad y del recato con que me ha criado mi cristiana y severa madre? ¡Jesús, María y José! La cara se me caería de vergüenza si yo fuese liviana. Con sobrada razón me despreciaría usted entonces. Haría usted muy bien en abandonarme y en huir de mí como de una criatura depravada y viciosa.
En fin, D.ª Eufemia, con estas y otras frases se defendía todas las noches muy lindamente, aunque, para no descontentar al novio y retenerle cautivo, te otorgaba de vez en cuando y en sazón oportuna, tal cual favorcito, delicado, puro y semiplatónico, como, por ejemplo, abandonarle una de sus blancas y suaves manos, para que él la besase, la acariciase y la tuviese apretada entre las suyas, llegando, en algunos momentos de muy fervorosa pasión, a acercar ella, por entre los hierros de la reja, la virginal y tersa frente, a fin de que él, sin detenerse mucho y al vuelo, pusiese en ella los labios, imprimiendo un ósculo casi místico, con veneración devota, como quien besa una reliquia.
En suma, D.ª Eufemia lo manejó todo tan bien, que D. Calixto, cada día más deseoso y emberrenchinado, acabó por hablar del cura y por proponer el casamiento.
Ella, que no deseaba otra cosa, se mostró llena de gratitud y de amor. A pesar de todo y a pesar de la grande impaciencia que D. Calixto manifestaba, D.ª Eufemia redobló su austeridad y nunca quiso consentir en favores de más cuenta que los aquí mencionados hasta que al novio y a ella les echase el cura las bendiciones.
Llegó al cabo el suspirado día. El cura se las echó. Don Calixto y D.ª Eufemia fueron marido y mujer.
Aquella noche, muy tarde, casi ya de madrugada, D. Calixto dijo enternecidísimo a su adorada esposa:
-Bien hiciste, dueño mío, en no ceder a mis ruegos. Yo te adoro, pero, si hubieras cedido, hubiera dejado de adorarte, te hubiera despreciado y te hubiera plantado.
Ella, al oír esto, hizo a su marido mil amorosas y conyugales caricias, murmurando palabras ininteligibles y como quien reza. Tal vez daba gracias al cielo por el triunfo que habían obtenido su honestidad y su recato.
Hay, sin embargo, quien asegura que lo que ella dijo entre dientes y él no pudo entender fue:
Grandísimo tonto, pues por eso no cedí yo antes, porque ya había cedido a siete y los siete me habían plantado.
- See more at: http://albalearning.com/audiolibros/valera/delosescarmentados.html#sthash.dZPrX7rt.dpuf
Muchas mocitas solteras de Sevilla, donde él estaba estudiando, se afanaban por ganar su voluntad y conquistarle para marido; pero la empresa era harto difícil.
Don Calixto, y no sin fundamento, pasaba por un desaforado mariposón, seductor y picaruelo. Iba revoloteando siempre de muchacha en muchacha, como las abejas y las mariposas revolotean de flor en flor, liban la miel y sólo por breves instantes se posan en algunas.
La linda señorita D.ª Eufemia tuvo más maña y arte que otras y logró hacer en el corazón de nuestro héroe la herida amorosa más profunda que hasta entonces había traspasado sus entretelas llegando a lo más vivo.
Él, sin embargo, como travieso que era, si bien ponderaba a la niña su mucho amor y le pedía y aun le suplicaba que de aquel mal le curase, siempre hablaba de la cura, pero no del cura.
Acudía a hablar por la reja con la señorita doña Eufemia; le aseguraba que tenía por culpa de ella, en su lastimado pecho, no uno sino media docena de volcanes en erupción; le rogaba que apagase sus incendios y que mitigase sus estragos, y lo que es de casamiento no decía ni daba jamás palabra.
Así se pasaban meses y meses; los novios pelaban la pava todas las noches sin faltar una; pero el asunto permanecía siempre sin adelantar, ni por el lado de la buena fin, ni tampoco por el lado de la mala.
Cuando él excitaba a su novia para que no se hiciese de pencas y fuese generosa y se ablandase y cediese, ella, o se enojaba porque él le faltaba al respeto y mostraba que no tenía por ella estimación, o bien derramaba amargas lágrimas y exhalaba suspiros y quejas considerándose ofendida. Con mil variantes, porque tenía fácil palabra y sabía decir una misma cosa de mil modos diversos, la niña solía contestar sobre poco más o menos lo que sigue:
-¡Huy, huy, Sr. D. Calixto! ¿Qué es lo que usted me propone? En el silencio de la noche, en la más profunda soledad, nunca estamos solos: Dios nos mira; Dios está presente y no podemos ni debemos ofender a Dios. Mi honra, además, está pura e inmaculada; está por cima de todo; hasta por cima del inmenso amor que usted ha logrado inspirarme. Y vamos... ¿qué diría usted de mí si yo en lo más mínimo faltase a mi deber, echase a rodar mi decoro y me olvidase de la honestidad y del recato con que me ha criado mi cristiana y severa madre? ¡Jesús, María y José! La cara se me caería de vergüenza si yo fuese liviana. Con sobrada razón me despreciaría usted entonces. Haría usted muy bien en abandonarme y en huir de mí como de una criatura depravada y viciosa.
En fin, D.ª Eufemia, con estas y otras frases se defendía todas las noches muy lindamente, aunque, para no descontentar al novio y retenerle cautivo, te otorgaba de vez en cuando y en sazón oportuna, tal cual favorcito, delicado, puro y semiplatónico, como, por ejemplo, abandonarle una de sus blancas y suaves manos, para que él la besase, la acariciase y la tuviese apretada entre las suyas, llegando, en algunos momentos de muy fervorosa pasión, a acercar ella, por entre los hierros de la reja, la virginal y tersa frente, a fin de que él, sin detenerse mucho y al vuelo, pusiese en ella los labios, imprimiendo un ósculo casi místico, con veneración devota, como quien besa una reliquia.
En suma, D.ª Eufemia lo manejó todo tan bien, que D. Calixto, cada día más deseoso y emberrenchinado, acabó por hablar del cura y por proponer el casamiento.
Ella, que no deseaba otra cosa, se mostró llena de gratitud y de amor. A pesar de todo y a pesar de la grande impaciencia que D. Calixto manifestaba, D.ª Eufemia redobló su austeridad y nunca quiso consentir en favores de más cuenta que los aquí mencionados hasta que al novio y a ella les echase el cura las bendiciones.
Llegó al cabo el suspirado día. El cura se las echó. Don Calixto y D.ª Eufemia fueron marido y mujer.
Aquella noche, muy tarde, casi ya de madrugada, D. Calixto dijo enternecidísimo a su adorada esposa:
-Bien hiciste, dueño mío, en no ceder a mis ruegos. Yo te adoro, pero, si hubieras cedido, hubiera dejado de adorarte, te hubiera despreciado y te hubiera plantado.
Ella, al oír esto, hizo a su marido mil amorosas y conyugales caricias, murmurando palabras ininteligibles y como quien reza. Tal vez daba gracias al cielo por el triunfo que habían obtenido su honestidad y su recato.
Hay, sin embargo, quien asegura que lo que ella dijo entre dientes y él no pudo entender fue:
Grandísimo tonto, pues por eso no cedí yo antes, porque ya había cedido a siete y los siete me habían plantado.
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Muchas mocitas solteras de Sevilla, donde él estaba estudiando, se afanaban por ganar su voluntad y conquistarle para marido; pero la empresa era harto difícil.
Don Calixto, y no sin fundamento, pasaba por un desaforado mariposón, seductor y picaruelo. Iba revoloteando siempre de muchacha en muchacha, como las abejas y las mariposas revolotean de flor en flor, liban la miel y sólo por breves instantes se posan en algunas.
La linda señorita D.ª Eufemia tuvo más maña y arte que otras y logró hacer en el corazón de nuestro héroe la herida amorosa más profunda que hasta entonces había traspasado sus entretelas llegando a lo más vivo.
Él, sin embargo, como travieso que era, si bien ponderaba a la niña su mucho amor y le pedía y aun le suplicaba que de aquel mal le curase, siempre hablaba de la cura, pero no del cura.
Acudía a hablar por la reja con la señorita doña Eufemia; le aseguraba que tenía por culpa de ella, en su lastimado pecho, no uno sino media docena de volcanes en erupción; le rogaba que apagase sus incendios y que mitigase sus estragos, y lo que es de casamiento no decía ni daba jamás palabra.
Así se pasaban meses y meses; los novios pelaban la pava todas las noches sin faltar una; pero el asunto permanecía siempre sin adelantar, ni por el lado de la buena fin, ni tampoco por el lado de la mala.
Cuando él excitaba a su novia para que no se hiciese de pencas y fuese generosa y se ablandase y cediese, ella, o se enojaba porque él le faltaba al respeto y mostraba que no tenía por ella estimación, o bien derramaba amargas lágrimas y exhalaba suspiros y quejas considerándose ofendida. Con mil variantes, porque tenía fácil palabra y sabía decir una misma cosa de mil modos diversos, la niña solía contestar sobre poco más o menos lo que sigue:
-¡Huy, huy, Sr. D. Calixto! ¿Qué es lo que usted me propone? En el silencio de la noche, en la más profunda soledad, nunca estamos solos: Dios nos mira; Dios está presente y no podemos ni debemos ofender a Dios. Mi honra, además, está pura e inmaculada; está por cima de todo; hasta por cima del inmenso amor que usted ha logrado inspirarme. Y vamos... ¿qué diría usted de mí si yo en lo más mínimo faltase a mi deber, echase a rodar mi decoro y me olvidase de la honestidad y del recato con que me ha criado mi cristiana y severa madre? ¡Jesús, María y José! La cara se me caería de vergüenza si yo fuese liviana. Con sobrada razón me despreciaría usted entonces. Haría usted muy bien en abandonarme y en huir de mí como de una criatura depravada y viciosa.
En fin, D.ª Eufemia, con estas y otras frases se defendía todas las noches muy lindamente, aunque, para no descontentar al novio y retenerle cautivo, te otorgaba de vez en cuando y en sazón oportuna, tal cual favorcito, delicado, puro y semiplatónico, como, por ejemplo, abandonarle una de sus blancas y suaves manos, para que él la besase, la acariciase y la tuviese apretada entre las suyas, llegando, en algunos momentos de muy fervorosa pasión, a acercar ella, por entre los hierros de la reja, la virginal y tersa frente, a fin de que él, sin detenerse mucho y al vuelo, pusiese en ella los labios, imprimiendo un ósculo casi místico, con veneración devota, como quien besa una reliquia.
En suma, D.ª Eufemia lo manejó todo tan bien, que D. Calixto, cada día más deseoso y emberrenchinado, acabó por hablar del cura y por proponer el casamiento.
Ella, que no deseaba otra cosa, se mostró llena de gratitud y de amor. A pesar de todo y a pesar de la grande impaciencia que D. Calixto manifestaba, D.ª Eufemia redobló su austeridad y nunca quiso consentir en favores de más cuenta que los aquí mencionados hasta que al novio y a ella les echase el cura las bendiciones.
Llegó al cabo el suspirado día. El cura se las echó. Don Calixto y D.ª Eufemia fueron marido y mujer.
Aquella noche, muy tarde, casi ya de madrugada, D. Calixto dijo enternecidísimo a su adorada esposa:
-Bien hiciste, dueño mío, en no ceder a mis ruegos. Yo te adoro, pero, si hubieras cedido, hubiera dejado de adorarte, te hubiera despreciado y te hubiera plantado.
Ella, al oír esto, hizo a su marido mil amorosas y conyugales caricias, murmurando palabras ininteligibles y como quien reza. Tal vez daba gracias al cielo por el triunfo que habían obtenido su honestidad y su recato.
Hay, sin embargo, quien asegura que lo que ella dijo entre dientes y él no pudo entender fue:
Grandísimo tonto, pues por eso no cedí yo antes, porque ya había cedido a siete y los siete me habían plantado.
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Don Calixto, y no sin fundamento, pasaba por un desaforado mariposón, seductor y picaruelo. Iba revoloteando siempre de muchacha en muchacha, como las abejas y las mariposas revolotean de flor en flor, liban la miel y sólo por breves instantes se posan en algunas.
La linda señorita D.ª Eufemia tuvo más maña y arte que otras y logró hacer en el corazón de nuestro héroe la herida amorosa más profunda que hasta entonces había traspasado sus entretelas llegando a lo más vivo.
Él, sin embargo, como travieso que era, si bien ponderaba a la niña su mucho amor y le pedía y aun le suplicaba que de aquel mal le curase, siempre hablaba de la cura, pero no del cura.
Acudía a hablar por la reja con la señorita doña Eufemia; le aseguraba que tenía por culpa de ella, en su lastimado pecho, no uno sino media docena de volcanes en erupción; le rogaba que apagase sus incendios y que mitigase sus estragos, y lo que es de casamiento no decía ni daba jamás palabra.
Así se pasaban meses y meses; los novios pelaban la pava todas las noches sin faltar una; pero el asunto permanecía siempre sin adelantar, ni por el lado de la buena fin, ni tampoco por el lado de la mala.
Cuando él excitaba a su novia para que no se hiciese de pencas y fuese generosa y se ablandase y cediese, ella, o se enojaba porque él le faltaba al respeto y mostraba que no tenía por ella estimación, o bien derramaba amargas lágrimas y exhalaba suspiros y quejas considerándose ofendida. Con mil variantes, porque tenía fácil palabra y sabía decir una misma cosa de mil modos diversos, la niña solía contestar sobre poco más o menos lo que sigue:
-¡Huy, huy, Sr. D. Calixto! ¿Qué es lo que usted me propone? En el silencio de la noche, en la más profunda soledad, nunca estamos solos: Dios nos mira; Dios está presente y no podemos ni debemos ofender a Dios. Mi honra, además, está pura e inmaculada; está por cima de todo; hasta por cima del inmenso amor que usted ha logrado inspirarme. Y vamos... ¿qué diría usted de mí si yo en lo más mínimo faltase a mi deber, echase a rodar mi decoro y me olvidase de la honestidad y del recato con que me ha criado mi cristiana y severa madre? ¡Jesús, María y José! La cara se me caería de vergüenza si yo fuese liviana. Con sobrada razón me despreciaría usted entonces. Haría usted muy bien en abandonarme y en huir de mí como de una criatura depravada y viciosa.
En fin, D.ª Eufemia, con estas y otras frases se defendía todas las noches muy lindamente, aunque, para no descontentar al novio y retenerle cautivo, te otorgaba de vez en cuando y en sazón oportuna, tal cual favorcito, delicado, puro y semiplatónico, como, por ejemplo, abandonarle una de sus blancas y suaves manos, para que él la besase, la acariciase y la tuviese apretada entre las suyas, llegando, en algunos momentos de muy fervorosa pasión, a acercar ella, por entre los hierros de la reja, la virginal y tersa frente, a fin de que él, sin detenerse mucho y al vuelo, pusiese en ella los labios, imprimiendo un ósculo casi místico, con veneración devota, como quien besa una reliquia.
En suma, D.ª Eufemia lo manejó todo tan bien, que D. Calixto, cada día más deseoso y emberrenchinado, acabó por hablar del cura y por proponer el casamiento.
Ella, que no deseaba otra cosa, se mostró llena de gratitud y de amor. A pesar de todo y a pesar de la grande impaciencia que D. Calixto manifestaba, D.ª Eufemia redobló su austeridad y nunca quiso consentir en favores de más cuenta que los aquí mencionados hasta que al novio y a ella les echase el cura las bendiciones.
Llegó al cabo el suspirado día. El cura se las echó. Don Calixto y D.ª Eufemia fueron marido y mujer.
Aquella noche, muy tarde, casi ya de madrugada, D. Calixto dijo enternecidísimo a su adorada esposa:
-Bien hiciste, dueño mío, en no ceder a mis ruegos. Yo te adoro, pero, si hubieras cedido, hubiera dejado de adorarte, te hubiera despreciado y te hubiera plantado.
Ella, al oír esto, hizo a su marido mil amorosas y conyugales caricias, murmurando palabras ininteligibles y como quien reza. Tal vez daba gracias al cielo por el triunfo que habían obtenido su honestidad y su recato.
Hay, sin embargo, quien asegura que lo que ella dijo entre dientes y él no pudo entender fue:
Grandísimo tonto, pues por eso no cedí yo antes, porque ya había cedido a siete y los siete me habían plantado.
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Era D. Calixto un caballerete cordobés, gracioso, bien plantado y con algunos bienes de fortuna.
Muchas mocitas solteras de Sevilla, donde él estaba estudiando, se afanaban por ganar su voluntad y conquistarle para marido; pero la empresa era harto difícil.
Don Calixto, y no sin fundamento, pasaba por un desaforado mariposón, seductor y picaruelo. Iba revoloteando siempre de muchacha en muchacha, como las abejas y las mariposas revolotean de flor en flor, liban la miel y sólo por breves instantes se posan en algunas.
La linda señorita D.ª Eufemia tuvo más maña y arte que otras y logró hacer en el corazón de nuestro héroe la herida amorosa más profunda que hasta entonces había traspasado sus entretelas llegando a lo más vivo.
Él, sin embargo, como travieso que era, si bien ponderaba a la niña su mucho amor y le pedía y aun le suplicaba que de aquel mal le curase, siempre hablaba de la cura, pero no del cura.
Acudía a hablar por la reja con la señorita doña Eufemia; le aseguraba que tenía por culpa de ella, en su lastimado pecho, no uno sino media docena de volcanes en erupción; le rogaba que apagase sus incendios y que mitigase sus estragos, y lo que es de casamiento no decía ni daba jamás palabra.
Así se pasaban meses y meses; los novios pelaban la pava todas las noches sin faltar una; pero el asunto permanecía siempre sin adelantar, ni por el lado de la buena fin, ni tampoco por el lado de la mala.
Cuando él excitaba a su novia para que no se hiciese de pencas y fuese generosa y se ablandase y cediese, ella, o se enojaba porque él le faltaba al respeto y mostraba que no tenía por ella estimación, o bien derramaba amargas lágrimas y exhalaba suspiros y quejas considerándose ofendida. Con mil variantes, porque tenía fácil palabra y sabía decir una misma cosa de mil modos diversos, la niña solía contestar sobre poco más o menos lo que sigue:
-¡Huy, huy, Sr. D. Calixto! ¿Qué es lo que usted me propone? En el silencio de la noche, en la más profunda soledad, nunca estamos solos: Dios nos mira; Dios está presente y no podemos ni debemos ofender a Dios. Mi honra, además, está pura e inmaculada; está por cima de todo; hasta por cima del inmenso amor que usted ha logrado inspirarme. Y vamos... ¿qué diría usted de mí si yo en lo más mínimo faltase a mi deber, echase a rodar mi decoro y me olvidase de la honestidad y del recato con que me ha criado mi cristiana y severa madre? ¡Jesús, María y José! La cara se me caería de vergüenza si yo fuese liviana. Con sobrada razón me despreciaría usted entonces. Haría usted muy bien en abandonarme y en huir de mí como de una criatura depravada y viciosa.
En fin, D.ª Eufemia, con estas y otras frases se defendía todas las noches muy lindamente, aunque, para no descontentar al novio y retenerle cautivo, te otorgaba de vez en cuando y en sazón oportuna, tal cual favorcito, delicado, puro y semiplatónico, como, por ejemplo, abandonarle una de sus blancas y suaves manos, para que él la besase, la acariciase y la tuviese apretada entre las suyas, llegando, en algunos momentos de muy fervorosa pasión, a acercar ella, por entre los hierros de la reja, la virginal y tersa frente, a fin de que él, sin detenerse mucho y al vuelo, pusiese en ella los labios, imprimiendo un ósculo casi místico, con veneración devota, como quien besa una reliquia.
En suma, D.ª Eufemia lo manejó todo tan bien, que D. Calixto, cada día más deseoso y emberrenchinado, acabó por hablar del cura y por proponer el casamiento.
Ella, que no deseaba otra cosa, se mostró llena de gratitud y de amor. A pesar de todo y a pesar de la grande impaciencia que D. Calixto manifestaba, D.ª Eufemia redobló su austeridad y nunca quiso consentir en favores de más cuenta que los aquí mencionados hasta que al novio y a ella les echase el cura las bendiciones.
Llegó al cabo el suspirado día. El cura se las echó. Don Calixto y D.ª Eufemia fueron marido y mujer.
Aquella noche, muy tarde, casi ya de madrugada, D. Calixto dijo enternecidísimo a su adorada esposa:
-Bien hiciste, dueño mío, en no ceder a mis ruegos. Yo te adoro, pero, si hubieras cedido, hubiera dejado de adorarte, te hubiera despreciado y te hubiera plantado.
Ella, al oír esto, hizo a su marido mil amorosas y conyugales caricias, murmurando palabras ininteligibles y como quien reza. Tal vez daba gracias al cielo por el triunfo que habían obtenido su honestidad y su recato.
Hay, sin embargo, quien asegura que lo que ella dijo entre dientes y él no pudo entender fue:
Grandísimo tonto, pues por eso no cedí yo antes, porque ya había cedido a siete y los siete me habían plantado.
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Muchas mocitas solteras de Sevilla, donde él estaba estudiando, se afanaban por ganar su voluntad y conquistarle para marido; pero la empresa era harto difícil.
Don Calixto, y no sin fundamento, pasaba por un desaforado mariposón, seductor y picaruelo. Iba revoloteando siempre de muchacha en muchacha, como las abejas y las mariposas revolotean de flor en flor, liban la miel y sólo por breves instantes se posan en algunas.
La linda señorita D.ª Eufemia tuvo más maña y arte que otras y logró hacer en el corazón de nuestro héroe la herida amorosa más profunda que hasta entonces había traspasado sus entretelas llegando a lo más vivo.
Él, sin embargo, como travieso que era, si bien ponderaba a la niña su mucho amor y le pedía y aun le suplicaba que de aquel mal le curase, siempre hablaba de la cura, pero no del cura.
Acudía a hablar por la reja con la señorita doña Eufemia; le aseguraba que tenía por culpa de ella, en su lastimado pecho, no uno sino media docena de volcanes en erupción; le rogaba que apagase sus incendios y que mitigase sus estragos, y lo que es de casamiento no decía ni daba jamás palabra.
Así se pasaban meses y meses; los novios pelaban la pava todas las noches sin faltar una; pero el asunto permanecía siempre sin adelantar, ni por el lado de la buena fin, ni tampoco por el lado de la mala.
Cuando él excitaba a su novia para que no se hiciese de pencas y fuese generosa y se ablandase y cediese, ella, o se enojaba porque él le faltaba al respeto y mostraba que no tenía por ella estimación, o bien derramaba amargas lágrimas y exhalaba suspiros y quejas considerándose ofendida. Con mil variantes, porque tenía fácil palabra y sabía decir una misma cosa de mil modos diversos, la niña solía contestar sobre poco más o menos lo que sigue:
-¡Huy, huy, Sr. D. Calixto! ¿Qué es lo que usted me propone? En el silencio de la noche, en la más profunda soledad, nunca estamos solos: Dios nos mira; Dios está presente y no podemos ni debemos ofender a Dios. Mi honra, además, está pura e inmaculada; está por cima de todo; hasta por cima del inmenso amor que usted ha logrado inspirarme. Y vamos... ¿qué diría usted de mí si yo en lo más mínimo faltase a mi deber, echase a rodar mi decoro y me olvidase de la honestidad y del recato con que me ha criado mi cristiana y severa madre? ¡Jesús, María y José! La cara se me caería de vergüenza si yo fuese liviana. Con sobrada razón me despreciaría usted entonces. Haría usted muy bien en abandonarme y en huir de mí como de una criatura depravada y viciosa.
En fin, D.ª Eufemia, con estas y otras frases se defendía todas las noches muy lindamente, aunque, para no descontentar al novio y retenerle cautivo, te otorgaba de vez en cuando y en sazón oportuna, tal cual favorcito, delicado, puro y semiplatónico, como, por ejemplo, abandonarle una de sus blancas y suaves manos, para que él la besase, la acariciase y la tuviese apretada entre las suyas, llegando, en algunos momentos de muy fervorosa pasión, a acercar ella, por entre los hierros de la reja, la virginal y tersa frente, a fin de que él, sin detenerse mucho y al vuelo, pusiese en ella los labios, imprimiendo un ósculo casi místico, con veneración devota, como quien besa una reliquia.
En suma, D.ª Eufemia lo manejó todo tan bien, que D. Calixto, cada día más deseoso y emberrenchinado, acabó por hablar del cura y por proponer el casamiento.
Ella, que no deseaba otra cosa, se mostró llena de gratitud y de amor. A pesar de todo y a pesar de la grande impaciencia que D. Calixto manifestaba, D.ª Eufemia redobló su austeridad y nunca quiso consentir en favores de más cuenta que los aquí mencionados hasta que al novio y a ella les echase el cura las bendiciones.
Llegó al cabo el suspirado día. El cura se las echó. Don Calixto y D.ª Eufemia fueron marido y mujer.
Aquella noche, muy tarde, casi ya de madrugada, D. Calixto dijo enternecidísimo a su adorada esposa:
-Bien hiciste, dueño mío, en no ceder a mis ruegos. Yo te adoro, pero, si hubieras cedido, hubiera dejado de adorarte, te hubiera despreciado y te hubiera plantado.
Ella, al oír esto, hizo a su marido mil amorosas y conyugales caricias, murmurando palabras ininteligibles y como quien reza. Tal vez daba gracias al cielo por el triunfo que habían obtenido su honestidad y su recato.
Hay, sin embargo, quien asegura que lo que ella dijo entre dientes y él no pudo entender fue:
Grandísimo tonto, pues por eso no cedí yo antes, porque ya había cedido a siete y los siete me habían plantado.
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Era D. Calixto un caballerete cordobés, gracioso, bien plantado y con algunos bienes de fortuna.
Muchas mocitas solteras de Sevilla, donde él estaba estudiando, se afanaban por ganar su voluntad y conquistarle para marido; pero la empresa era harto difícil.
Don Calixto, y no sin fundamento, pasaba por un desaforado mariposón, seductor y picaruelo. Iba revoloteando siempre de muchacha en muchacha, como las abejas y las mariposas revolotean de flor en flor, liban la miel y sólo por breves instantes se posan en algunas.
La linda señorita D.ª Eufemia tuvo más maña y arte que otras y logró hacer en el corazón de nuestro héroe la herida amorosa más profunda que hasta entonces había traspasado sus entretelas llegando a lo más vivo.
Él, sin embargo, como travieso que era, si bien ponderaba a la niña su mucho amor y le pedía y aun le suplicaba que de aquel mal le curase, siempre hablaba de la cura, pero no del cura.
Acudía a hablar por la reja con la señorita doña Eufemia; le aseguraba que tenía por culpa de ella, en su lastimado pecho, no uno sino media docena de volcanes en erupción; le rogaba que apagase sus incendios y que mitigase sus estragos, y lo que es de casamiento no decía ni daba jamás palabra.
Así se pasaban meses y meses; los novios pelaban la pava todas las noches sin faltar una; pero el asunto permanecía siempre sin adelantar, ni por el lado de la buena fin, ni tampoco por el lado de la mala.
Cuando él excitaba a su novia para que no se hiciese de pencas y fuese generosa y se ablandase y cediese, ella, o se enojaba porque él le faltaba al respeto y mostraba que no tenía por ella estimación, o bien derramaba amargas lágrimas y exhalaba suspiros y quejas considerándose ofendida. Con mil variantes, porque tenía fácil palabra y sabía decir una misma cosa de mil modos diversos, la niña solía contestar sobre poco más o menos lo que sigue:
-¡Huy, huy, Sr. D. Calixto! ¿Qué es lo que usted me propone? En el silencio de la noche, en la más profunda soledad, nunca estamos solos: Dios nos mira; Dios está presente y no podemos ni debemos ofender a Dios. Mi honra, además, está pura e inmaculada; está por cima de todo; hasta por cima del inmenso amor que usted ha logrado inspirarme. Y vamos... ¿qué diría usted de mí si yo en lo más mínimo faltase a mi deber, echase a rodar mi decoro y me olvidase de la honestidad y del recato con que me ha criado mi cristiana y severa madre? ¡Jesús, María y José! La cara se me caería de vergüenza si yo fuese liviana. Con sobrada razón me despreciaría usted entonces. Haría usted muy bien en abandonarme y en huir de mí como de una criatura depravada y viciosa.
En fin, D.ª Eufemia, con estas y otras frases se defendía todas las noches muy lindamente, aunque, para no descontentar al novio y retenerle cautivo, te otorgaba de vez en cuando y en sazón oportuna, tal cual favorcito, delicado, puro y semiplatónico, como, por ejemplo, abandonarle una de sus blancas y suaves manos, para que él la besase, la acariciase y la tuviese apretada entre las suyas, llegando, en algunos momentos de muy fervorosa pasión, a acercar ella, por entre los hierros de la reja, la virginal y tersa frente, a fin de que él, sin detenerse mucho y al vuelo, pusiese en ella los labios, imprimiendo un ósculo casi místico, con veneración devota, como quien besa una reliquia.
En suma, D.ª Eufemia lo manejó todo tan bien, que D. Calixto, cada día más deseoso y emberrenchinado, acabó por hablar del cura y por proponer el casamiento.
Ella, que no deseaba otra cosa, se mostró llena de gratitud y de amor. A pesar de todo y a pesar de la grande impaciencia que D. Calixto manifestaba, D.ª Eufemia redobló su austeridad y nunca quiso consentir en favores de más cuenta que los aquí mencionados hasta que al novio y a ella les echase el cura las bendiciones.
Llegó al cabo el suspirado día. El cura se las echó. Don Calixto y D.ª Eufemia fueron marido y mujer.
Aquella noche, muy tarde, casi ya de madrugada, D. Calixto dijo enternecidísimo a su adorada esposa:
-Bien hiciste, dueño mío, en no ceder a mis ruegos. Yo te adoro, pero, si hubieras cedido, hubiera dejado de adorarte, te hubiera despreciado y te hubiera plantado.
Ella, al oír esto, hizo a su marido mil amorosas y conyugales caricias, murmurando palabras ininteligibles y como quien reza. Tal vez daba gracias al cielo por el triunfo que habían obtenido su honestidad y su recato.
Hay, sin embargo, quien asegura que lo que ella dijo entre dientes y él no pudo entender fue:
Grandísimo tonto, pues por eso no cedí yo antes, porque ya había cedido a siete y los siete me habían plantado.
Era D. Calixto un caballerete cordobés, gracioso, bien plantado y con algunos bienes de fortuna.
Muchas mocitas solteras de Sevilla, donde él estaba estudiando, se afanaban por ganar su voluntad y conquistarle para marido; pero la empresa era harto difícil.
Don Calixto, y no sin fundamento, pasaba por un desaforado mariposón, seductor y picaruelo. Iba revoloteando siempre de muchacha en muchacha, como las abejas y las mariposas revolotean de flor en flor, liban la miel y sólo por breves instantes se posan en algunas.
La linda señorita D.ª Eufemia tuvo más maña y arte que otras y logró hacer en el corazón de nuestro héroe la herida amorosa más profunda que hasta entonces había traspasado sus entretelas llegando a lo más vivo.
Él, sin embargo, como travieso que era, si bien ponderaba a la niña su mucho amor y le pedía y aun le suplicaba que de aquel mal le curase, siempre hablaba de la cura, pero no del cura.
Acudía a hablar por la reja con la señorita doña Eufemia; le aseguraba que tenía por culpa de ella, en su lastimado pecho, no uno sino media docena de volcanes en erupción; le rogaba que apagase sus incendios y que mitigase sus estragos, y lo que es de casamiento no decía ni daba jamás palabra.
Así se pasaban meses y meses; los novios pelaban la pava todas las noches sin faltar una; pero el asunto permanecía siempre sin adelantar, ni por el lado de la buena fin, ni tampoco por el lado de la mala.
Cuando él excitaba a su novia para que no se hiciese de pencas y fuese generosa y se ablandase y cediese, ella, o se enojaba porque él le faltaba al respeto y mostraba que no tenía por ella estimación, o bien derramaba amargas lágrimas y exhalaba suspiros y quejas considerándose ofendida. Con mil variantes, porque tenía fácil palabra y sabía decir una misma cosa de mil modos diversos, la niña solía contestar sobre poco más o menos lo que sigue:
-¡Huy, huy, Sr. D. Calixto! ¿Qué es lo que usted me propone? En el silencio de la noche, en la más profunda soledad, nunca estamos solos: Dios nos mira; Dios está presente y no podemos ni debemos ofender a Dios. Mi honra, además, está pura e inmaculada; está por cima de todo; hasta por cima del inmenso amor que usted ha logrado inspirarme. Y vamos... ¿qué diría usted de mí si yo en lo más mínimo faltase a mi deber, echase a rodar mi decoro y me olvidase de la honestidad y del recato con que me ha criado mi cristiana y severa madre? ¡Jesús, María y José! La cara se me caería de vergüenza si yo fuese liviana. Con sobrada razón me despreciaría usted entonces. Haría usted muy bien en abandonarme y en huir de mí como de una criatura depravada y viciosa.
En fin, D.ª Eufemia, con estas y otras frases se defendía todas las noches muy lindamente, aunque, para no descontentar al novio y retenerle cautivo, te otorgaba de vez en cuando y en sazón oportuna, tal cual favorcito, delicado, puro y semiplatónico, como, por ejemplo, abandonarle una de sus blancas y suaves manos, para que él la besase, la acariciase y la tuviese apretada entre las suyas, llegando, en algunos momentos de muy fervorosa pasión, a acercar ella, por entre los hierros de la reja, la virginal y tersa frente, a fin de que él, sin detenerse mucho y al vuelo, pusiese en ella los labios, imprimiendo un ósculo casi místico, con veneración devota, como quien besa una reliquia.
En suma, D.ª Eufemia lo manejó todo tan bien, que D. Calixto, cada día más deseoso y emberrenchinado, acabó por hablar del cura y por proponer el casamiento.
Ella, que no deseaba otra cosa, se mostró llena de gratitud y de amor. A pesar de todo y a pesar de la grande impaciencia que D. Calixto manifestaba, D.ª Eufemia redobló su austeridad y nunca quiso consentir en favores de más cuenta que los aquí mencionados hasta que al novio y a ella les echase el cura las bendiciones.
Llegó al cabo el suspirado día. El cura se las echó. Don Calixto y D.ª Eufemia fueron marido y mujer.
Aquella noche, muy tarde, casi ya de madrugada, D. Calixto dijo enternecidísimo a su adorada esposa:
-Bien hiciste, dueño mío, en no ceder a mis ruegos. Yo te adoro, pero, si hubieras cedido, hubiera dejado de adorarte, te hubiera despreciado y te hubiera plantado.
Ella, al oír esto, hizo a su marido mil amorosas y conyugales caricias, murmurando palabras ininteligibles y como quien reza. Tal vez daba gracias al cielo por el triunfo que habían obtenido su honestidad y su recato.
Hay, sin embargo, quien asegura que lo que ella dijo entre dientes y él no pudo entender fue:
Grandísimo tonto, pues por eso no cedí yo antes, porque ya había cedido a siete y los siete me habían plantado.
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Muchas mocitas solteras de Sevilla, donde él estaba estudiando, se afanaban por ganar su voluntad y conquistarle para marido; pero la empresa era harto difícil.
Don Calixto, y no sin fundamento, pasaba por un desaforado mariposón, seductor y picaruelo. Iba revoloteando siempre de muchacha en muchacha, como las abejas y las mariposas revolotean de flor en flor, liban la miel y sólo por breves instantes se posan en algunas.
La linda señorita D.ª Eufemia tuvo más maña y arte que otras y logró hacer en el corazón de nuestro héroe la herida amorosa más profunda que hasta entonces había traspasado sus entretelas llegando a lo más vivo.
Él, sin embargo, como travieso que era, si bien ponderaba a la niña su mucho amor y le pedía y aun le suplicaba que de aquel mal le curase, siempre hablaba de la cura, pero no del cura.
Acudía a hablar por la reja con la señorita doña Eufemia; le aseguraba que tenía por culpa de ella, en su lastimado pecho, no uno sino media docena de volcanes en erupción; le rogaba que apagase sus incendios y que mitigase sus estragos, y lo que es de casamiento no decía ni daba jamás palabra.
Así se pasaban meses y meses; los novios pelaban la pava todas las noches sin faltar una; pero el asunto permanecía siempre sin adelantar, ni por el lado de la buena fin, ni tampoco por el lado de la mala.
Cuando él excitaba a su novia para que no se hiciese de pencas y fuese generosa y se ablandase y cediese, ella, o se enojaba porque él le faltaba al respeto y mostraba que no tenía por ella estimación, o bien derramaba amargas lágrimas y exhalaba suspiros y quejas considerándose ofendida. Con mil variantes, porque tenía fácil palabra y sabía decir una misma cosa de mil modos diversos, la niña solía contestar sobre poco más o menos lo que sigue:
-¡Huy, huy, Sr. D. Calixto! ¿Qué es lo que usted me propone? En el silencio de la noche, en la más profunda soledad, nunca estamos solos: Dios nos mira; Dios está presente y no podemos ni debemos ofender a Dios. Mi honra, además, está pura e inmaculada; está por cima de todo; hasta por cima del inmenso amor que usted ha logrado inspirarme. Y vamos... ¿qué diría usted de mí si yo en lo más mínimo faltase a mi deber, echase a rodar mi decoro y me olvidase de la honestidad y del recato con que me ha criado mi cristiana y severa madre? ¡Jesús, María y José! La cara se me caería de vergüenza si yo fuese liviana. Con sobrada razón me despreciaría usted entonces. Haría usted muy bien en abandonarme y en huir de mí como de una criatura depravada y viciosa.
En fin, D.ª Eufemia, con estas y otras frases se defendía todas las noches muy lindamente, aunque, para no descontentar al novio y retenerle cautivo, te otorgaba de vez en cuando y en sazón oportuna, tal cual favorcito, delicado, puro y semiplatónico, como, por ejemplo, abandonarle una de sus blancas y suaves manos, para que él la besase, la acariciase y la tuviese apretada entre las suyas, llegando, en algunos momentos de muy fervorosa pasión, a acercar ella, por entre los hierros de la reja, la virginal y tersa frente, a fin de que él, sin detenerse mucho y al vuelo, pusiese en ella los labios, imprimiendo un ósculo casi místico, con veneración devota, como quien besa una reliquia.
En suma, D.ª Eufemia lo manejó todo tan bien, que D. Calixto, cada día más deseoso y emberrenchinado, acabó por hablar del cura y por proponer el casamiento.
Ella, que no deseaba otra cosa, se mostró llena de gratitud y de amor. A pesar de todo y a pesar de la grande impaciencia que D. Calixto manifestaba, D.ª Eufemia redobló su austeridad y nunca quiso consentir en favores de más cuenta que los aquí mencionados hasta que al novio y a ella les echase el cura las bendiciones.
Llegó al cabo el suspirado día. El cura se las echó. Don Calixto y D.ª Eufemia fueron marido y mujer.
Aquella noche, muy tarde, casi ya de madrugada, D. Calixto dijo enternecidísimo a su adorada esposa:
-Bien hiciste, dueño mío, en no ceder a mis ruegos. Yo te adoro, pero, si hubieras cedido, hubiera dejado de adorarte, te hubiera despreciado y te hubiera plantado.
Ella, al oír esto, hizo a su marido mil amorosas y conyugales caricias, murmurando palabras ininteligibles y como quien reza. Tal vez daba gracias al cielo por el triunfo que habían obtenido su honestidad y su recato.
Hay, sin embargo, quien asegura que lo que ella dijo entre dientes y él no pudo entender fue:
Grandísimo tonto, pues por eso no cedí yo antes, porque ya había cedido a siete y los siete me habían plantado.
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Era D. Calixto un caballerete cordobés, gracioso, bien plantado y con algunos bienes de fortuna.
Muchas mocitas solteras de Sevilla, donde él estaba estudiando, se afanaban por ganar su voluntad y conquistarle para marido; pero la empresa era harto difícil.
Don Calixto, y no sin fundamento, pasaba por un desaforado mariposón, seductor y picaruelo. Iba revoloteando siempre de muchacha en muchacha, como las abejas y las mariposas revolotean de flor en flor, liban la miel y sólo por breves instantes se posan en algunas.
La linda señorita D.ª Eufemia tuvo más maña y arte que otras y logró hacer en el corazón de nuestro héroe la herida amorosa más profunda que hasta entonces había traspasado sus entretelas llegando a lo más vivo.
Él, sin embargo, como travieso que era, si bien ponderaba a la niña su mucho amor y le pedía y aun le suplicaba que de aquel mal le curase, siempre hablaba de la cura, pero no del cura.
Acudía a hablar por la reja con la señorita doña Eufemia; le aseguraba que tenía por culpa de ella, en su lastimado pecho, no uno sino media docena de volcanes en erupción; le rogaba que apagase sus incendios y que mitigase sus estragos, y lo que es de casamiento no decía ni daba jamás palabra.
Así se pasaban meses y meses; los novios pelaban la pava todas las noches sin faltar una; pero el asunto permanecía siempre sin adelantar, ni por el lado de la buena fin, ni tampoco por el lado de la mala.
Cuando él excitaba a su novia para que no se hiciese de pencas y fuese generosa y se ablandase y cediese, ella, o se enojaba porque él le faltaba al respeto y mostraba que no tenía por ella estimación, o bien derramaba amargas lágrimas y exhalaba suspiros y quejas considerándose ofendida. Con mil variantes, porque tenía fácil palabra y sabía decir una misma cosa de mil modos diversos, la niña solía contestar sobre poco más o menos lo que sigue:
-¡Huy, huy, Sr. D. Calixto! ¿Qué es lo que usted me propone? En el silencio de la noche, en la más profunda soledad, nunca estamos solos: Dios nos mira; Dios está presente y no podemos ni debemos ofender a Dios. Mi honra, además, está pura e inmaculada; está por cima de todo; hasta por cima del inmenso amor que usted ha logrado inspirarme. Y vamos... ¿qué diría usted de mí si yo en lo más mínimo faltase a mi deber, echase a rodar mi decoro y me olvidase de la honestidad y del recato con que me ha criado mi cristiana y severa madre? ¡Jesús, María y José! La cara se me caería de vergüenza si yo fuese liviana. Con sobrada razón me despreciaría usted entonces. Haría usted muy bien en abandonarme y en huir de mí como de una criatura depravada y viciosa.
En fin, D.ª Eufemia, con estas y otras frases se defendía todas las noches muy lindamente, aunque, para no descontentar al novio y retenerle cautivo, te otorgaba de vez en cuando y en sazón oportuna, tal cual favorcito, delicado, puro y semiplatónico, como, por ejemplo, abandonarle una de sus blancas y suaves manos, para que él la besase, la acariciase y la tuviese apretada entre las suyas, llegando, en algunos momentos de muy fervorosa pasión, a acercar ella, por entre los hierros de la reja, la virginal y tersa frente, a fin de que él, sin detenerse mucho y al vuelo, pusiese en ella los labios, imprimiendo un ósculo casi místico, con veneración devota, como quien besa una reliquia.
En suma, D.ª Eufemia lo manejó todo tan bien, que D. Calixto, cada día más deseoso y emberrenchinado, acabó por hablar del cura y por proponer el casamiento.
Ella, que no deseaba otra cosa, se mostró llena de gratitud y de amor. A pesar de todo y a pesar de la grande impaciencia que D. Calixto manifestaba, D.ª Eufemia redobló su austeridad y nunca quiso consentir en favores de más cuenta que los aquí mencionados hasta que al novio y a ella les echase el cura las bendiciones.
Llegó al cabo el suspirado día. El cura se las echó. Don Calixto y D.ª Eufemia fueron marido y mujer.
Aquella noche, muy tarde, casi ya de madrugada, D. Calixto dijo enternecidísimo a su adorada esposa:
-Bien hiciste, dueño mío, en no ceder a mis ruegos. Yo te adoro, pero, si hubieras cedido, hubiera dejado de adorarte, te hubiera despreciado y te hubiera plantado.
Ella, al oír esto, hizo a su marido mil amorosas y conyugales caricias, murmurando palabras ininteligibles y como quien reza. Tal vez daba gracias al cielo por el triunfo que habían obtenido su honestidad y su recato.
Hay, sin embargo, quien asegura que lo que ella dijo entre dientes y él no pudo entender fue:
Grandísimo tonto, pues por eso no cedí yo antes, porque ya había cedido a siete y los siete me habían plantado.
- See more at: http://albalearning.com/audiolibros/valera/delosescarmentados.html#sthash.dZPrX7rt.dpuf
Muchas mocitas solteras de Sevilla, donde él estaba estudiando, se afanaban por ganar su voluntad y conquistarle para marido; pero la empresa era harto difícil.
Don Calixto, y no sin fundamento, pasaba por un desaforado mariposón, seductor y picaruelo. Iba revoloteando siempre de muchacha en muchacha, como las abejas y las mariposas revolotean de flor en flor, liban la miel y sólo por breves instantes se posan en algunas.
La linda señorita D.ª Eufemia tuvo más maña y arte que otras y logró hacer en el corazón de nuestro héroe la herida amorosa más profunda que hasta entonces había traspasado sus entretelas llegando a lo más vivo.
Él, sin embargo, como travieso que era, si bien ponderaba a la niña su mucho amor y le pedía y aun le suplicaba que de aquel mal le curase, siempre hablaba de la cura, pero no del cura.
Acudía a hablar por la reja con la señorita doña Eufemia; le aseguraba que tenía por culpa de ella, en su lastimado pecho, no uno sino media docena de volcanes en erupción; le rogaba que apagase sus incendios y que mitigase sus estragos, y lo que es de casamiento no decía ni daba jamás palabra.
Así se pasaban meses y meses; los novios pelaban la pava todas las noches sin faltar una; pero el asunto permanecía siempre sin adelantar, ni por el lado de la buena fin, ni tampoco por el lado de la mala.
Cuando él excitaba a su novia para que no se hiciese de pencas y fuese generosa y se ablandase y cediese, ella, o se enojaba porque él le faltaba al respeto y mostraba que no tenía por ella estimación, o bien derramaba amargas lágrimas y exhalaba suspiros y quejas considerándose ofendida. Con mil variantes, porque tenía fácil palabra y sabía decir una misma cosa de mil modos diversos, la niña solía contestar sobre poco más o menos lo que sigue:
-¡Huy, huy, Sr. D. Calixto! ¿Qué es lo que usted me propone? En el silencio de la noche, en la más profunda soledad, nunca estamos solos: Dios nos mira; Dios está presente y no podemos ni debemos ofender a Dios. Mi honra, además, está pura e inmaculada; está por cima de todo; hasta por cima del inmenso amor que usted ha logrado inspirarme. Y vamos... ¿qué diría usted de mí si yo en lo más mínimo faltase a mi deber, echase a rodar mi decoro y me olvidase de la honestidad y del recato con que me ha criado mi cristiana y severa madre? ¡Jesús, María y José! La cara se me caería de vergüenza si yo fuese liviana. Con sobrada razón me despreciaría usted entonces. Haría usted muy bien en abandonarme y en huir de mí como de una criatura depravada y viciosa.
En fin, D.ª Eufemia, con estas y otras frases se defendía todas las noches muy lindamente, aunque, para no descontentar al novio y retenerle cautivo, te otorgaba de vez en cuando y en sazón oportuna, tal cual favorcito, delicado, puro y semiplatónico, como, por ejemplo, abandonarle una de sus blancas y suaves manos, para que él la besase, la acariciase y la tuviese apretada entre las suyas, llegando, en algunos momentos de muy fervorosa pasión, a acercar ella, por entre los hierros de la reja, la virginal y tersa frente, a fin de que él, sin detenerse mucho y al vuelo, pusiese en ella los labios, imprimiendo un ósculo casi místico, con veneración devota, como quien besa una reliquia.
En suma, D.ª Eufemia lo manejó todo tan bien, que D. Calixto, cada día más deseoso y emberrenchinado, acabó por hablar del cura y por proponer el casamiento.
Ella, que no deseaba otra cosa, se mostró llena de gratitud y de amor. A pesar de todo y a pesar de la grande impaciencia que D. Calixto manifestaba, D.ª Eufemia redobló su austeridad y nunca quiso consentir en favores de más cuenta que los aquí mencionados hasta que al novio y a ella les echase el cura las bendiciones.
Llegó al cabo el suspirado día. El cura se las echó. Don Calixto y D.ª Eufemia fueron marido y mujer.
Aquella noche, muy tarde, casi ya de madrugada, D. Calixto dijo enternecidísimo a su adorada esposa:
-Bien hiciste, dueño mío, en no ceder a mis ruegos. Yo te adoro, pero, si hubieras cedido, hubiera dejado de adorarte, te hubiera despreciado y te hubiera plantado.
Ella, al oír esto, hizo a su marido mil amorosas y conyugales caricias, murmurando palabras ininteligibles y como quien reza. Tal vez daba gracias al cielo por el triunfo que habían obtenido su honestidad y su recato.
Hay, sin embargo, quien asegura que lo que ella dijo entre dientes y él no pudo entender fue:
Grandísimo tonto, pues por eso no cedí yo antes, porque ya había cedido a siete y los siete me habían plantado.
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...
"Me voy convencido de que estoy en
Córdoba", murmuró Quintín, y entró en el paseo de Gran Capitán, tomó
después por la calle de Gondomar hasta las Tendillas, y de aquí, como si
el día anterior hubiera pasado por aquellas calles, se plantó en su
casa.
Lugares y calles que permanecen igual.
... Pasaron por cerca de San Nicolás de la Villa, y tomaron por la calle de Concepción, hacia la Puerta de Gallegos.
Soplaba un viento fuerte, que hacía que persianas y balcones golpearan con estrépito.
-¿En dónde está esa taberna? -preguntó Springer.
-Aquí mismo -contestó Quintín-.
Ésta es la calle del Niño Perdido, sin salida; no es la nuestra. Esta
otra, la de los Ucedas, tampoco es la que buscamos.
Dieron unos cuantos pasos.
-Ésta es la calle del Bodegoncillo -dijo Quintín-, y aquí está la taberna.
...
Clara Ribalta, durante veinticinco años, es la hermana Nazaret dentro de
un asilo de ancianos en Córdoba. Después, un deslumbrador
descubrimiento de su intimidad la transformará de nuevo en Clara
Ribalta. Las afueras de Dios trata del itinerario físico y espiritual de
esa mujer, que vive y ama hasta la muerte y más allá. El amor es el
alimento único de su cuerpo y de su alma, ya que ambos son
inseparablemente ella. El amor en muchas de sus manifestaciones: el
divino, con su noche oscura, y también el humano; el que asciende a las
cumbres más altas y el que se entrega con la entrega del cuerpo; el amor
franciscano a todas las criaturas y, sobre los demás, el amor a los
ancianos, que configura su vida entera. Su experiencia, en el convento y
fuera de él, le ha permitido comprender que es imposible amar a los
hombres en Dios: hay que amar a Dios en los hombres; que los otros no
son el infierno: los otros son precisamente Dios.
...
“Amanece en las calles. Córdoba se despierta.
Ya es de día. Te amo.
Ya van camino del río los areneros
con sus palas, sus asnos.
El invierno se va. La niebla se disuelve
en torno de los álamos.
Crecido viene el río como mi corazón.
Tu recuerdo desborda como el río mi vida,
inundándola toda con sus aguas violentas
donde flotan almiares, animales que aúllan,
negros troncos de árboles y despojos y ruedas.
Oh tú que una mañana -se diría esta misma-
paseaste conmigo, de mi brazo, mirando
los rojos remolinos estrellarse en el puente
que custodia impasible un arcángel de mármol.
Todo era igual. Diríase que no ha cambiado nada.
En San Francisco tocan las campanas a misa.
La Posada del Potro ha abierto ya sus puertas
y hay en el suelo paja que cayó de los carros,
y labriegos, y mulos que beben en la fuente.
Todo es igual. Diríase que no ha cambiado nada.
Amanece y te amo. Aún es Córdoba bella...
Tu casa está cerrada. ¿Me esperas todavía?
¿Duermes, o acaso esperas que llegue hasta tu puerta?”
Imposible. Aquel tiempo ya pasó para siempre.
Pero dime que todo es una pesadilla.
Dime que no han pasado los años, amor mío.
Dime que no has dejado de amarme, dulce amiga
Ya es de día. Te amo.
Ya van camino del río los areneros
con sus palas, sus asnos.
El invierno se va. La niebla se disuelve
en torno de los álamos.
Crecido viene el río como mi corazón.
Tu recuerdo desborda como el río mi vida,
inundándola toda con sus aguas violentas
donde flotan almiares, animales que aúllan,
negros troncos de árboles y despojos y ruedas.
Oh tú que una mañana -se diría esta misma-
paseaste conmigo, de mi brazo, mirando
los rojos remolinos estrellarse en el puente
que custodia impasible un arcángel de mármol.
Todo era igual. Diríase que no ha cambiado nada.
En San Francisco tocan las campanas a misa.
La Posada del Potro ha abierto ya sus puertas
y hay en el suelo paja que cayó de los carros,
y labriegos, y mulos que beben en la fuente.
Todo es igual. Diríase que no ha cambiado nada.
Amanece y te amo. Aún es Córdoba bella...
Tu casa está cerrada. ¿Me esperas todavía?
¿Duermes, o acaso esperas que llegue hasta tu puerta?”
Imposible. Aquel tiempo ya pasó para siempre.
Pero dime que todo es una pesadilla.
Dime que no han pasado los años, amor mío.
Dime que no has dejado de amarme, dulce amiga
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Este año " Nadie escapa a la poesía" en Córdoba- Llega Cosmopoética. Vuelve la poesía a la ciudad. En realidad nunca se fue. Córdoba es poesía, sus generaciones de poetas, sus poemas volando a través de los siglos, en íntimos rincones, en cada calle de la ciudad. Cosmopoética se desarrolla en Córdoba porque la poesía ja sido el alimento para ser, comunicarse y relacionarse de las generaciones de cordobeses.
...
"Mi madre poeta y además recita que te mueres, mi abuelo era poeta (mas flamenco), mi padre es poeta (hace ripios) y yo también tengo mis momentos poéticos y además me gusta. ¡Yo sí que puedo decir que no me escapo de la poesía! En micasa todo el mundo hace poesía y rimada. A esto también hay que sumarle la músca que también es poesía. ¡Nadie escapa a la poesía!"
Textos: -Seneca, Ibn Hazm. Averroes, Góngora, Pio -Baroja, Valera, Grupo Cántico, Gala, Cosmopoética, Rakel Winchester
«Vimos arrasar palacios: Casas Consistoriales, Valdeflores, Boil, Guadalcázar; venir abajo los sagrados muros de conventos y ermitas: Santa María de Gracias, la Aurora, San Juan de Letrán, el Buen Suceso. Cambió la fisonomía de calles y plazas, talaron cipreses y palmeras. Y la riada de las excavadoras arrasó también la casa humilde con la cal y el patio pequeño como una maceta de albahaca».
«Lo mío con Córdoba es un largo noviazgo que no acaba nunca, y como todos los noviazgos, unas veces es apasionado y otras más tibio».
Solano Márquez: Córdoba en la palabra de Pablo García Baena.
- Diario Córdoba, 15-1-2018
Pablo García Baena: http://sevilla.abc.es/andalucia/cordoba/sevi-adios-pablo-poeta-rapto-belleza-201801142117_noticia.html
9. ¿A qué edad debemos dejar a los estudiantes ir solos al colegio?.
Redacta unas 5 líneas dando posibles razones ( Debe incluir alguna oración con CD, CI, CC, verbos en pasado, presente y futuro)
10 - Contesta a las preguntas y envíalas al correo electrónico de tu profesor (Competencia digital)
PARA SABER MÁS, VER:
BLOG ALUMNOS:
1º ESO LENGUA COMPESATORIA, CURSO 2010
Lolarodriguez2014.blogspot.es
pilararroyo.blogspot.es
elenablog2014.blogspot.es
chaymaamani.blogspot.es/
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