205 LA VEGETACIÓN EN CÓRDOBA. PAISAJE EN VERDE

LA VEGETACIÓN EN CÓRDOBA. PAISAJE EN VERDE




La zona de estudio que por su situación geográfica pertenece en su totalidad a la Región Mediterránea, está caracterizada por presentar un clima en el que las precipitaciones son mínimas y sea en la época veraniega cuando se registran las máximas temperaturas, haciendo que los estíos resulten secos y estresantes. Cierto que cada zona y en particular Córdoba tiene sus particularidades. Y en general podemos hablar de constrastes geográficos. mediterráneo marítimo o costero en el levante peninsular.
Se presenta un paisaje  esclerófilo, debido a las difíciles condiciones ambientales en las que se desenvuelve la vegetación mediterránea, con crecimiento de arbolado lento. En su fase clímax, el bosque mediterráneo tiene como especie más representativa la encina. Al abrigo de la encina, aprovechando el microclima creado por ella, surgen multitud de especies arbustivas.
El matorral del bosque mediterráneo lo componen especies como la jara, acebuche, olivo silvestre, el lentisco, coscoja, romero. Dentro del matorral hay que destacar dos formaciones arbustivas:
- El maquis, rico en especies, denso y alto. Se encuentra en el área del alcornoque con especies como la jara, la retama, el madroño y el tojo.
- La garriga, más baja y densa y considerado una etapa inferior al maquis. Se encuentra en el área de la encina, cuyas especies más representativas son el romero, el tomillo, espliego, la aliaga.
- En las zonas más secas, caso del sureste peninsular, se desarrolla la estepa, una formación herbácea en la que predomina el esparto, espárrago, el palmito...


Y en la región, Córdoba. Es el momento de hacer itinerarios por su entorno. lo que permite la imagen y su reflexión.

Bonita y única encina en el camino al horcajo de los Pedroches

Varias zonas podemos destacar:

-La Sierra (Morena)
-La vega ( Guadalquivir) se presenta como un eje de bosque de ribera
-La campiña es un mágnifico modelo de paisaje transformado por el hombre.
-La subbetica (Bética)

PARA SABER MÁS, VER:


Este esquema general, aparentemente sencillo, se ha complicado muchísimo como resultado de la acción humana, que ha talado o que mado bosques para aprovechar la madera, ha adehesado extensas zonas para favorecer la ganadería y ha repoblado muchas áreas con especies madereras de crecimiento más rápido y de mayor productividad que los bosques autóctonos. La acción agraria hatransformado el territorio. El hábitat finalmente ha presentado nuevas visiones paisajísticas. A pesar encontramos verdaderos santuarios.



        
Itinerario por Los villares, 2016

  


PARA SABER MÁS, VER:

Relación entre la vegetación actual y potencial de las diferentes comarcas: 
 

Sierra Morena . Norte 

Predomina la formación vegetal Durilignosa, vegetación termófila formada fundamentalmente por árboles y arbustos frecuentemente espinosos con hojas coriáceas y persistentes.

 Entre los árboles hay que destacar la encina (Quercus rotundifolia), -el alcornoque (Quercussuber), la coscoja (Quercus coccifera) y el acebuche (Olea europaea var. sylvestris), y entre los arbustos el lentisco (Pistacialentiscus), el aladierno (Rhamnus alaternus), el mirto (Myrtus communis), el jaguarzo negro (Cirtus monspelíensis) y la olivilla (Teucriumfruti cans), por citar las especies más características. Adelfas, aulagas, cornicabras, coscoja, durillo, madroños, majuelos, lentiscos, retama, romero, tamujo,los diferentes tipos de jara: pringosa, blanca,

Sin embargo, en las zonas más altas y más frías, por encima de los 700 m en el norte de la región o en situaciones de mayor humedad, como en las márgenes de los ríos y en las vegas, se encuentra otro tipo de vegetación de hoja caduca que pertenece a otra formación vegetal, la Aestilignosa, 
representada por los robledales de rebollo (Quercus pirenaico), que se encuentran en las zonas más altas como bosq ues finícolas (es decir, en el extremo de su área de distribución), y por los bosques de galería formados fundamentalmente por lamos (Populusalba) y distintas especies de sauces (Salix atropurpurea, Salixpedicellata, Salix triandra, etc.). 

La intervención humana 
durante siglos ha modificado la vegetación potencial hasta tal punto que en algunas comarcas, como las campiñas, es muy difícil conocer la vegetación original.
La formación vegetal más importante de la zona corresponde al encinar, que, puro o mezclado con acebuches, algarrobos, alcornoques,quejigos o robles, cubría en otros tiempos casi todo el territorio. Su tala para aprovechar la madera y el aclarado de extensas áreas para aprovechamiento agrícola o ganadero, ha dado paso a dehesas, matorrales o zonas de cultivo. A grandes rasgos, los encinares corresponden a tres tipos relativamente fáciles de separar, de acuerdo con el sustrato o condiciones climáticas del área en que se desarrollan. 


Un encinar continental, sobre suelos ácidos, ocupa prácticamente toda la zona norte, apareciendo en cotas por lo general superiores a 400 metros. Se distingue por estar acompañado básicamente de jaras y aulagas, cuyas formaciones (jarales y retamares) llegan a susti tuirlo enetapas de degradación.
Al norte del Guadalquivir, ocupando una franja que llega aproximadamente hasta los 400 m de altitud y que penetra profundamente en la Sierra Norte a lo largo de los cauces fluviales, y prácticamente en todo el Sur, se desarrolla un encinar más termófilo que se e ncuentra acompañado de acebuche y algarrobo, desarrollados estos últimos en gran parte sobre suelos básicos, fundamentalmente arcillosos.


La regresión de este encinar suele dar paso a tomillares, donde predominan diversas especies de labiadas y leguminosas. Sólo en las faldas de la Sierra Norte, y en la campiña, sobre suelos ácidos (pizarras y rañas), la degradación del encinar mezclado con acebuches da lugar a jarales. 




La vegetación potencial está constituida por encinares, alcornocales, quejigares, robledales y encinar-acebuchar. El encinar es el tipo de vegetación dominante, ocupando grandes extensiones en toda la comarca, preferentemente en las zonas más bajas y secas, en las que la encina (Quercus rotundifolia) prospera fácilmente debido a que es un árbol muy resistente al frío invernal y a los rigores del v
erano. Permite en condiciones óptimas el desarrollo de un denso sotobosque. En condiciones de continentalidad acusada (fundamentalmente en la Sierra de Córdoba), el encinar se encuentra acompañado de madreselvas (Lonicera implexa), rubia (Rubia peregrina), tuétano (Pyrus bourgaea
na), coscoja (Quercus coccifera), jazmín silvestre (lasminum fruticans) torvisco (Daphne gnidium) y espárragos trigueros (Asparagus acutifolius). 


En los enclaves en los que la encina aparece conviviendo con el quejigo, aquélla ocupa las solanas y lugares abiertos, en tanto que éste se refugia sobre todo en las zonas más húmedas, aprovechando en general las vallonadas y lugares de exposición norte. Forma también bosques mixtos con el alcornoque, sin que haya una distribución especial semejante a la que se da con el quejigo, ya que el alcornoque,  aunque predomina en las umbrías, es también frecuente en las solanas. 


La vegetación de degradación del encinar se caracteriza por la presencia de gran cantidad de especies hellófilas, que forman a veces extensos matorrales en los que predominan las jaras, particularmente adaptadas a la germinación en terrenos quemados y que se desarrollan idóneamente en la Sierra Norte, en sustratos ácidos. Entre las especies que forman el matorral cabe citar, además de las jaras (
Cistus ladaniferus, Cistus crispus y Cistus salvífolius), el cantueso (Lavandula stoechas), el brezo (Erica arborea), el lentisco (Pístacia lentiscus) y la olivilla (Teucrium fruticans). 


También, y en una banda comprendida entre los 400 m de altura y el río Guadalquivir, se halla un tipo especial de encinar de carácter más termófilo, que aparece junto con el acebuche (Olea europaea var. sylvestris). Acompañando a la encina y al acebuche destaca la presencia del palmito (Chamaerops humilis), única palmera autóctono en la Península y que aparece sobre todo en los términos de Posadas, Hornachuelos y Almodóvar del Río (todos ellos de Córdoba); el espino negro (Rhamnus oleoides), el espárrago amarguera (Asparagus albus), el algarrobo (Ceratonia siliqua), la zarzaparrilla (Smilax aspera) la olivilla (Teucrium fruticans), el matagallos (Phlomis purpurea), el jaz
mí del monte ( Clematis flammula) y el altramuz del diablo (Anagyris foetida). La mayor parte de este tipo de vegetación se localiza sobre suelos ácidos, donde a menudo está acompañada de jaras, lentisco, coscoja, etc., que constituyen las especies predominantes del matorral que sustituye a este encinar en las zonas en que es degradado. Debido a que en la Sierra Norte prácticamente faltan las calizas, merece la pena destacar el enclave en que se asienta la población de Hornachuelos, y en el que se aprecia un tipo particular de vegetación. Allí puede observarse encina, acebuche, algarrobo, espinonegro y palmito, acompañados en zonas más húmedas de zumaque (Rbus coríaria), cornicabra (Pistacia terebinthus), aladierno (Rhamnus alaternus) y mirto (Myrtus communis). En las zonas más secas y más expuestas, la vegetación de los alrededores de Hornachuelos está reducida a un matorral muy raro, refugiado en los roquedos calizos, apenas desarrollado por el intenso pastoreo y en parte dominado por gamones (Asphodelus ramosus) como resultado de la eutrofozación. En este matorral se encuentran algunas plantas interesantes, como los conejitos o boca de dragón (Antirrhinum majus), Ballora hirsuta, Phagnalon sordidum, el tomillo real (Sarureja abovata), lechetreznas (Euphorbia pinea), la aristoloquia larga (Aristolochia longa) e incluso algún helecho que, como la cabellera de Venus (Adiantum capillus-veneris), aprovechan la humedad de las dolinas para desarrollarse. 





El alcornocal tiene en esta comarca su óptima representación. Su principal componente, el alcornoque (Quercus suber), es menos resistente al frío que la encina, razón por la cual se orienta más al sur. Requiere además una precipitación media anual superior a los 400mm y vive exclusivamente sobre suelos ácidos. Debido a ello, los alcornocales ocupan un área más reducida que los encinares. En el sector cordobés de la Sierra Norte se extiende formando dos bandas de orientación NW-SE y, sobre todo, ocupando buena parte de los términos de Hornachuelos, Almodóvar del Río, Posadas y Córdoba. No forma bosques puros sino que se encuentra mezclado con el quejigo, o la e
ncina y está acompañado generalmente de madroño (Arbutus unedo), brezo (Erica arborea), durillo (Viburnum tinus), labiérnago (Phyllirea angustifolia y Phyllirea latifolia), aladierno (Rhamnus alaternus), escobón (Cytisus scoparius), aulaga (Genista hirsuta) y otras plantas.
El quejigo (Quercus faginea) también está ampliamente representado y aparece formando bosques mixtos con encina y alcornoque, predominando en las zonas más húmedas y protegidas, sobre todo en los barrancos y vaguadas en exposición norte. A menudo, se acompaña de majuelo (Crataegus monouna), piruétano (Pyrus bourgaeana), coscoja, madroño y cornicabra. Por degradación de este bosque aparecen extensos jarales y coscojares. 




A lo largo de los cauces de los ríos, aparecen formaciones ribereñas, fundamentalmente alamedas en los ríos de corriente continua, y tamujares y adelfares en las cabeceras o cursos de corriente discontinuo. 



La vegetación ribereña típica de la comarca la constituye un bosque de galería notablemente desarrollado, sobre todo en las partes bajas de los afluentes del Guadalquivir. está constituido por alamedas de lamo blanco (Populus alba), fresno (Fraxinus angustifolia), aliso (Alnus glutinosa), olmo (Ulmus minor). Entre las especies de carácter arbustivo o subarbóreo proliferan zarzamoras (Rubus ulmifolius), tajares (Tamarix gallica) y mimbreras (Salix atrocinerea), y entre las herbáceas destaca el aro (Arus italicum). Los árboles de este bosque de galería suelen faltar en las partes altas de los arroyos de la sierra, y en su lugar hay una notable presencia de arbustos que, como la adelfa (Nerium oleander), el tamujo (Securinega tinctoria) y otros, abundan en las márgenes. 





La vegetación actual deriva de la intensa transformación provocada por la acción humana sobre la vegetación potencial. El principal cultivo lo constituye el olivo. Gran importancia tienen las intensas repoblaciones que se han efectuado, fundamentalmente con pinos. Este pinar ocupa extensiones considerables en las cabeceras de los ríos de la cuenca de Bembézar (sierra de Córdoba), donde se utilizaron el pino negral (Pinus pinaster) y el piñonero (Pinus pinea). En las inmediaciones de Posadas, además, se ha utilizado el pino carrasco (Pinus halepensis). 

 

Esta comarca alberga la mayor extensión de matorral, monte bajo y arboleda. La topografía del terreno no permite una utilización agrícola o de la tierra, lo cual, junto con la pobreza de los suelos y en ocasiones el interés cinegético (como en el término de Hornachuelos), posibilitan la conservación de zonas en las que se puede observar todavía los restos de vegetación potencial. El encinar semia-dehesado subsiste en buena parte de los términos municipales para la explotación ganadera de los pastos oligotrofos que bajo él se desarrollan. No obstante, a menudo forma bosquetes con sotobosque muy desarrollado, que da lugar a un monte alto muy denso y constituido básicamente por coscoja, lentisco o labiérnago. Cuando falta el estrato arbóreo se desarrollan extensos jarales que constituyen el refugioidóneo para diversas especies de interés cinegético como el venado y el jabalí.
El quejigar se encuentra en franca regresión a consecuencia de la tala abusiva que de él se hace para dejar paso a la encina. Aparece mezclado con ésta y con el alcornoque, este último generalmente adehesado.


El encinar con acebuche se encuentra también notablemente alterado por tener un área de distribución que ha sido intensamente ut ilizada por el hombre para repoblaciones y cultivos de olivo. Se conservan retazos de este tipo de vegetación en las vallonadas de los princ ipales
afluentes de la margen derecha del Guadalquivir, a través de cuyos barrancos penetra este tipo de encinar, que por su carácter termófiloencuentra aquí las condiciones adecuadas para su desarrollo. 


 
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Vega 



La vega del Guadalquivir
está ocupada por dos tipos de formaciones como vegetación potencial.
La zona diluvial, más elevada y amplia, debería estar ocupada por un bosque mixto de encina y alcornoque, de la misma composición que el que se presenta en las partes bajas de la Sierra Norte. 


PARA SABER MÁS, VER:

Dicho encinar está constituido básicamente por encina y acebuche, acompañados de algarrobo, palmito, lentisco, coscoja y estepa blanca. Por degradación aparecen primeramente coscojares y, si la degradación es más intensa, jarales. 

La zona aluvial, menos elevada, constituye la Vega propiamente dicha y está teóricamente ocupada por un denso bosque de galería compuesta por álamo blanco (Populus alba), fresno (Fraxinus angustifolia), sauces (Salix atrocinera, Salix alba), olmo (Ulmus minor), tajares (Tamarix gallica) y zarzamora (Rubus ulmifolius). En las zonas aclaradas está sustituido por zarzales, en los que predominan la zarzamora, el majuelo (Crataegus monogyna) y diversas rosas silvestres (Rosa micrantha, Rosa corymbosa). A lo largo del Guadalquivir, bordeando el bosque de galería y en contacto con el cauce del río, se forman extensos carrizales (Phragmites australis) y espadañas (Typha domingensis), acompañadas de caña (Arundo donax) de origen antrópico.

  
Vegetación actual.

Por ser la vega una de las zonas agrícolamente más rica, está muy cultivada, de forma que la vegetación original queda prácticamente relegada a las márgenes de los ríos. Los encinares primitivos han desaparecido casi por completo, al igual que los coscojares y jarales resultantes de este encinar con acebuches, si bien se encuentran vestigios en la zona de vega perteneciente a los municipios de Palma del Río y Hornachuelos. 


Las alamedas del bosque de galería todavía se reconocen bien en muchos tramos del Guadalquivir, aunque se encuentran alteradas por la introducción del chopo (Populus nigra) y de eucaliptos (Eucaliptus spp.). Es frecuente la extracción de gravas del mismo lecho del río, por lo que en esta comarca hasta el propio medio acuático está profundamente alterado. 


Los regadíos ocupan buena parte de la Vega del Guadalquivir, y entre los cultivos predominantes están el algodón, el maíz, la remolacha azucarera y las hortalizas. También tienen importancia las plantaciones frutales, entre las que destacan extensos naranjales, además de melocotoneros y manzanos. 


En las terrazas más altas los cultivos de secano ocupan una extensión mucho menor que los de regadío, y en ellos predominan los cereales y el girasol. 


En relación con las vegas incluimos aquí las marismas, la mayor parte de las cuales han sido desecadas. Parte de lo que aún se conserva se integra en el Parque Nacional de Doñana. La vegetación natural que aún queda la componen vegetales del almajal, que es el mejor conservado, y la propia de la marisma inundada. El primero lo integran especies de los géneros Salicornia, Arthrocnemun y Suaeda. La marisma inundada la colonizan especies como el bayunco y la castañuela. 




PARA SABER MÁS, VER:

Campiña 

 

La vegetación potencial de esta comarca corresponde a un encinar mezclado con acebuches y acompañado por algarrobos, coscoja, lentisco, mirto, estepa blanca, matagallos (Phlomis purpurea) y siempreviva (Helichrysum stoechas).



Pero este encinar prácticamente ha desaparecido debido a la intensa explotación agrícola. Por degradación se producen coscojares de amplia composición, formado por coscoja, espino prieto, majuelo, estepa blanca, matagallos, esparragos trigueros, etc. En la mayor parte de la campiña, en donde predominan los suelos básicos, se presentan además siemprevivas, mercurial (Mercurialis tomentosa), argadillo o llantén blanquecino (Plantago albicans). Sobre suelos ácidos el  coscojar se acompaña de algunas jaras, olivillas y, evetualmente, palmito. 



La posterior degradación de estas formaciones vegetales da lugar a tomillares, constituyendo un matorral ralo, de pequeña estatura, caracterizado por la presencia de tomillo blanco (Thymus mastichina), tomillo andaluz (Thymus capitatus) y otras labiadas. Merecen destacarse los herbazales que se forman en las cuencas de toda la Campiña, formados por comunidades vegetales nitrófilas que se sustituyen en el tiempo, aunque son más aparentes durante el verano, cuando se encuentran en pleno apogeo.


 En primavera predominan diversas especies de la familia Orquidáceas, así como varias especies de corregüelas (Convolvulus althaeoides), la moradilla (Triguera osbeckit), la gota de sangre (Adonis baetica), etc., que dan gran vistosidad a dichas comunidades. Posteriormente se desarrollan las especies que por ser de gran tamaño imprimen carácter a las cunetas y taludes. Estas comunidades están formadas por umbelíferas como el hinojo  (Foenicum vulgare), la gultama o zanahoria silvestre (Daucus maximus) y la cañaheja (Ferula communis); diversas compuestas, como tagarnina (Scolymus maculatus), el alcaucilillo(Cynara bumilis), etc. También en cunetas y taludes es frecuente ver cambronera (Lycium europaeum) y Echium boissieri, viborera que llega a alcanzar más de 2 m de altura, características de las comunidades de la Subbética y que se están extendiendo cada vez más por la Campiña. 

En otoño las cunetas están ocupadas por una flora muy característica, compuesta por bulbosas (Scilla Autumnal y narcisos (Narcissus serotinus y Narcissus humilis), así como por el botón de Portugal (Ranunculus autumnalis) 



Los ríos de la campiña son de cauce lento y forman vegas anchas que estuvieron ocupadas por amplios bosques de Galería, hoy dominados en su mayor parte por cultivos de regadío. 


PARA SABER MÁS, VER:

En la Campiña se encuentran algunas lagunas interiores bordeadas por carrizales, en los que el carrizo se acompaña de cañas, algún taray y lamo blanco. 

Como elementos singulares de especial mención hay que destacar el amplio sistema de lagunas y zonas húmedas del sur territorial. 


Complejos endorreicos que se localizan en las campiñas y zona de contacto con la Sierra Sur. Las zonas salobres albergan en sus bordes una vegetación típica de saladares, compuesta por la alacranera de las marismas (Salicornia ramosissima), por sargadilla (Suaeda splendens) y por Franquenia laevis.

Vegetación actual. 




La intensa utilización agrícola ha provocado tal degradación de la vegetación natural, que en la mayor parte de la Campiña es difícil asegurar qué tipo de vegetación pudo haber existido. No en vano es la comarca más productiva. Esporádicamente quedan algunas encinas aisladas que permiten aventurar que en otra época la campiña debió de estar cubierta por densos encinares. Los matorrales de sustitución, ya sean coscojares o tomillares, quedan reducidos a pequeñas zonas, sobre todo en cunetas y taludes de carreteras y caminos, así como en las lindes de algunos campos.

En las vegas de los ríos que discurren bastante encajados se conservan aún los bosques de galería. En ellos se han introducido los chopos y la caña, ambos cultivados y que forman en la actualidad una parte inseparable de la vegetación ribereña. 


Predominan los cultivos de secano, preferentemente cereales, girasol, remolacha azucarera, melones, leguminosas, etc. 





PARA SABER MÁS, VER:



Sierras Subbéticas 

En las estribaciones de las Sierras Subbéticas, sobre calizas, aparece otro tipo de encinar, en el que la encina se encuentra acompañada de peonías, por degradación del cual se forman unos matorrales dominados fundamentalmente por leguminosas. En las zonas más altas d e la Sierra Sur (Sierra del Tablón, Sierra Vaquera ... ) aparecen otras especies como el quejigo y la coscoja.
En la mitad norte del área de estudio, en las zonas de mayor pluviosidad y siempre sobre suelos ácidos, existen amplias extensiones de alcornocales, que no son puros, sino que se encuentran siempre mezclados con la encina y cuya degradación conduce a la formación de arales.
En las zonas más húmedas y frías, tanto en los fondos de los valles como en las laderas expuestas al Norte, y en general con suelos profundos, se encuentran masas de quejigos igualmente mezclados con encinas y frecuentemente con alcornoques. Se hallan tanto al Norte, en las Sierras de Córdoba y Sevilla, como en las Sierras Subbéticas.
Al norte de la zona de estudio, en algunos enclaves situados por encima de los 800 m de altitud, se encuentran formaciones de roble mezclados con quejigos y encinas, aunque los robledales constituyen un tipo de vegetación de escasísima entidad en la región.




La vegetación potencial de esta comarca queda induida en el dominio del encinar, aunque las anfractuosidades del terreno permiten que éste se enriquezca en parte de su extensión con quejigos. La zona más baja está cubierta por la misma formación de encinar-acebuchar descrita para la Campiña (con igual composición y etapas de sustitución y degradación). Pero la mayor parte de la Subbética está ocupada por un encinar con peonias bastante característico y mucho más interesante (fundamentalmente Paeonia broteroz). Entre el cortejo florístico que acompaña a dicho encinar hay que destacar al tojo (Ulex parvirflorus) y otras leguminosas como la Chronathus biflorus, una hiniesta con aspecto de retama (Genista cinerea), la retama de olor (Spartium junceum) y otras plantas, tales como el majuelo, el torvisco, el matagallos y la estepa blanca. 

  

Otro tipo de vegetación arbórea bien representado en las Sierras Subbéticas son los quejigares con peonias. Se trata en realidad de una variante umbrófila de los encinares anteriormente descritos. Se encuentran. siempre mezclados con encina y por encima de los 600 m de altitud. Se localizan preferentemente en laderas con exposición norte y en los fondos de los valles, ocupando siempre los lugares más húmedos y sombríos, y sobre todo siempre sobre suelos arcillosos profundos. Los quejigos y las encinas se ven acompañados de durillo, coscoja y aladierno, con algunas lianas como la madreselva y la zarzaparrilla del país como del terebinto, la hiniese, el torvisco, la adelfilla y diciones poco favorables da paso a un coscojar, y la posterior alteración de este matorral conduce a la formación de otros matorrales dominados por leguminosas. 

A lo largo de los ríos de las Sierras Subbéticas se desarrollan bosques de galería de composición relativamente uniforme: lamos, sauces, tarayes, zarzamoras, cañas y chopos, estos últimos cultivados.
Debido a lo accidentado del terreno, grandes extensiones de las sierras son difíciles de cultivar, por lo que se han conservado en relativo buen estado los encinares y quejigares que primitivamente cubrieron toda la comarca, coincidiendo así la vegetación actual con la vegetación potencial. El efecto del aprovechamiento agrícola es más intenso en las partes baja
s de esta comarca. De los cultivos arbóreos el más importante es el olivo



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