29 LOS REYES CATÓLICOS: POLÍTICA EXTERIOR


RRCC: POLÍTICA EXTERIOR


Al finalizar en 1479 la Guerra de Sucesión castellana, que involucró a Portugal a favor de Juana la «Beltraneja» en contra de los Reyes Católicos,se firmó el Tratado de Alcáçovas y se dio inicio a un periodo de acercamiento entre España y Portugal. El texto, además, dirimió varios asuntos territoriales pendientes entre ambas Coronas: las Islas Canariaspertenecían por derecho a Castilla; el reino de Fez, las islas Azores y Madeira, Cabo Verde, la Guinea y el derecho de navegación más allá de las Canarias, se le reconocían a Portugal

La política exterior agresiva y expansionista llevada a cabo por Fernando e Isabel fue posible gracias a una serie de factores:
· La iniciativa diplomática de Fernando. Su propósito era conseguir los mejores acuerdos para su reino.

· La eficacia del ejército de la Corona al mando del general Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como el Gan Capitán.
· La gran aportación de recursos económicos procedentes del desarrollo artesanal y del comercio de la lana y del trigo en las ciudades castellanas y levantinas.
· La política matrimonial de los reyes con respecto a los matrimonios de sus hijos.
· En 1502 heredan el titulo de Emperador y Autócrata de los Romanos.

En la península Ibérica conquistaron en 1492 el reino de Granada, y en 1512 se conquistó el reino de 

Navarra

Fuera de la Península, en 1504 incorporaron el reino de Nápoles a la Corona de Aragón. En África conquistaron Melilla y Orán.

En el océano Atlántico tomaron las islas Canarias y comenzaron la conquista de América.


PORTUGAL

Una de las primeras contiendas que tuvo que acometer Isabel como reina de Castilla se sucedió en 1475 cuando Alfonso V –rey de Portugal- y los seguidores de Juana la Beltraneja –de tan solo 13 años de edad- se levantaron en armas por la corona. Concretamente, esta coalición reclamaba que el trono debía ser de la que consideraban la legítima heredera de Enrique. Además, para reforzar la alianza entre ambos bandos, se decidió casar a la pequeña con el monarca luso, el que, además de ser su tío, tenía nada menos que una treintena de años más que ella. El conflicto estaba servido, y sólo podría solucionarse mediante las armas.
Sin dudarlo, Alfonso avanzó con un ejército formado por 20.000 soldados portugueses sobre Castilla sabiendo, además, que contaba con el beneplácito de Francia. En principio, el luso pretendía llegar con sus tropas hasta Burgos y acosar desde allí a los Reyes Católicos pero, finalmente, el miedo a adentrarse hasta el corazón del territorio enemigo en solitario le llevó a asegurar las ciudades que se declararon a favor de la Beltraneja. Al poco tiempo, los portugueses decidieron asentarse en Toro (una pequeña ciudad zamorana fácilmente defendible).

 Por su parte, los Reyes Católicos iniciaron una recluta urgente con la que poder hacer frente a sus enemigos. «No se amedrentaron ni Fernando ni Isabel, que sólo contaban con unos 500 hombres. Él marchó al Norte a alistar soldados para tan menguante ejército. Ella, incansable, recorrió toda Castilla reclutando gentes. Ordenando, persuadiendo, siempre infatigable».
Tres meses después, en julio de 1475, los Reyes Católicos contaban ya con más de 35.000 hombres dispuestos a matar y morir por sus legítimos monarcas. Pero, aunque cada soldado llevaba en su interior a un ardiente y valeroso guerrero castellano, lo cierto era que la mayoría carecían de entrenamiento militar, de disciplina y, sobre todo, de armamento. Con todo, Fernando se equipó con su mejor armadura y, en nombre de su matrimonio y de Isabel, dispuso a sus combatientes frente a la ciudad de Toro.

Sin embargo, y a pesar de que el Rey Católico hizo todo lo posible por presentar batalla, el portugués no abandonó su ventajosa posición defensiva sabedor de que un ejército improvisado como el de su enemigo no tendría la disciplina suficiente para mantener un sitio durante largo tiempo. «Fernando estaba frente a Toro, dándole la cara al portugués. Isabel, en Tordesillas, con unos pocos labriegos y unos cuantos presos liberados por la recluta. […] Fernando le presentó batalla; muy hábil el portugués, la esquivó»

No estaba equivocado Alfonso V pues, al poco, a Fernando no le quedó más remedio que disolver su gran ejército y afrontar una guerra de larga duración contra los partidarios de la Beltraneja. De hecho, pasaron semanas hasta que los Reyes Católicos iniciaron una nueva recluta de soldados, aunque, esta vez, profesionales.
En febrero del año siguiente la situación se recrudeció para los Reyes Católicos, pues a Toro llegó Juan -el heredero de la corona portuguesa- con 20.000 hombres para socorrer a su padre. Sin duda, Fernando –ubicado junto a sus tropas en la cercana Zamora- tendría que hacer uso de todo su ingenio militar para lograr la victoria frente a las fuerzas lusas.


Todo parecía perfecto para los portugueses que, animados por su número y ansiosos por hacer sangrar a los castellanos, salieron al fin de su escondite. «A mediados de febrero, Alfonso V salió de Toro y, tras diversos amagos sobre las fortalezas isabelinas próximas, puso cerco a Zamora, donde Fernando quedó encerrado […]. A pesar de ello, su posición era sólida y cómoda, mientras las tropas portuguesas habían de soportar en su campamento la dureza del invierno; además, Fernando, estaba a punto de recibir importantes refuerzos. El monarca portugués había de tomar la ciudad, lo que parecía imposible, o retirarse para no quedar encerrado entre la ciudad y las tropas que llegaban»,


Pero, en este caso, Alfonso se tragó su orgullo. Con un ejército debilitado y cansado debido a las inclemencias del tiempo, no tuvo más remedio que retirarse hasta la fortaleza de Toro, cosa que quiso hacer lo más rápido posible. Pero no contaba con la capacidad de reacción de Fernando quien, a pesar de lo que le aconsejaban los nobles aliados, ordenó a voz en grito a sus tropas coger la espada, salir de Zamora y perseguir al enemigo. Sólo había una oportunidad, y el Rey Católico sabía que no podía desperdiciarla, era el momento de arriesgar la vida por Castilla, por Aragón, y por su amada Isabel.
Finalmente, cuando Alfonso observó con temor que la retaguardia de sus tropas iba a ser atacada por el ejército de Fernando, decidió disponer a sus hombres para la batalla. El calendario se había detenido en el 1 de marzo, día en que, al fin, ambos ejércitos combatirían por la supremacía en Castilla. «Las fuerzas se dispusieron para un choque absolutamente frontal. El centro portugués lo mandaba el rey. El ala derecha, apoyada en el río Duero, iba al mando del arzobispo Carrillo y el conde de Haro. El príncipe don Juan, con las mejores tropas, arcabuceros y artilleros, llevaba el mando del ala izquierda», destaca Serrano en su obra.

Por su parte, los castellanos de Fernando formaron con las tropas de élite en el centro bajo el mando del propio rey. El flanco izquierdo lo ocupó la caballería pesada, temida debido a su ferocidad y su poderosa armadura. Para terminar, el ala derecha estaba defendida por varias unidades de infantería y caballería ligera. La contienda, a pesar de todo, se planteaba peliaguda para los defensores de Isabel pues, al parecer, una considerable parte de su infantería se había quedado atrás en la persecución.

La lucha comenzó bajo una intensa lluvia que rebotaba contra las armaduras de los soldados. Los primeros en asaltar al enemigo fueron los infantes castellanos del flanco derecho. Sin embargo, su fuerte embestida fue detenida a base de una incesante lluvia de plomo y saetas portuguesas. La derrota no fue admitida fácilmente por los oficiales del ejército isabelino quienes, ávidos de venganza, lanzaron -espada y lanza en ristre- a la caballería pesada en contra de las líneas enemigas.

No sirvió de nada, pues la estoica defensa lusa volvió a rechazar la acometida castellana. De hecho, tal fue el desastre para los soldados de Fernando, que fue necesario desplazar varias unidades hasta ese punto para evitar que los portugueses pusieran en riesgo a todo el ejército isabelino. Mientras, y para suerte de Castilla, el Rey Católico había conseguido doblegar con sus tropas el centro dirigido por Alfonso V.
Tras seis horas de combate, el campo de batalla presentaba una cruel estampa de muerte y destrucción en la que era imposible discernir qué bando sería el vencedor. Y es que, mientras que uno de los flancos había sido tomado por el heredero de Portugal, en el centro, las tropas de Alfonso V se batían en retirada ante el ímpetu de los soldados de Fernando.

En ese momento, cuando la victoria no pertenecía a ninguno de los dos contendientes, Fernando demostró todo su ingenio al enviar velozmente decenas de emisarios a multitud de ciudades informando del triunfo isabelino.

«En esta batalla se demostró sobradamente el genio militar y estratégico de Fernando de Aragón. Es más, la decisión del rey Católico de anunciar con tanta precipitación la victoria de Toro aún sin estar asegurada, hizo que muchas ciudades castellanas abandonaran el bando de la Beltraneja y apoyaran a las fuerzas isabelinas con el resultado que todos conocemos»

Tan efectiva fue la estrategia, que finalmente los partidarios de Juana la Beltraneja capitularon –aunque con algunas condiciones- y reconocieron a Isabel como reina de Castilla. De esta forma, y después de que los campos castellanos se tiñeran de rojo con la sangre de los soldados, los Reyes Católicos superaron una prueba de fuego que podría haber acabado con su gobierno.
ABC.ES, Isabel, las conquistas militares de la Reina, 10/08/2013 -

PARA SABER MÁS, VER:

Vicente Ángel Álvarez Palenzuela :«La guerra civil castellana y el enfrentamiento con Portugal (1475-1479)».


GRANADA: Capitulaciones de Granada»



La rendición de Granada, del pintor Francisco Pradilla,WIKIMEDIA
 

 El 25 de noviembre de 1491 supuso un cambio para la historia de España pues, después de casi 800 años en la Península, el último emir musulmán de Granada, Muhamed Abú Abdallah (más conocido como Boabdil «el chico») se reunió con los Reyes Católicos para rendir este reino en favor de los españoles en las conocidas como «Capitulaciones de Granada»

Estos acuerdos, además, acabarían con las sangrientas campañas militares españolas que pretendieron durante años tomar la ciudad mediante las armas y que dieron comienzo en 1482. A su vez, la entrega de Granada puso fin al período de la Reconquista, el cual duró más de siete siglos. En un solo día, culminarían estos dos procesos recordados por todos los libros de historia,
 

Una rendición condicionada
Sin embargo, no todo fue sencillo para los monarcas, pues, a pesar de que Boabdil pretendía ceder la ciudad, impuso una serie de condiciones. «Las Capitulaciones de Granada entre los Reyes Católicos y Boabdil eran muy generosas con los vencidos, y en eso debió de influir mucho el deseo de Isabel y Fernando de acabar cuanto antes con una guerra que duraba ya diez años y suponía una sangría económica»,

Y es que, el emir estableció algunas premisas, como la tolerancia hacia la religión de los musulmanes que vivían en Granada, para abandonar su resistencia militar. «Las condiciones estipulaban el respeto a la vida, bienes y leyes de los musulmanes nazaríes, a los que se garantizaba, además, la libertad de culto y se les permitía poder seguir hablando sin limitaciones su propia lengua», explica el experto.

«En cuanto a Boabdil, le fue entregado un Señorío en las Alpujarras del que disfrutó durante poco tiempo, antes de abandonar la Península y marchar a Fez, donde pasaría el resto de su vida»,

Por su parte, los Reyes Católicos tomaron medidas para asegurarse de que Boabdil no les traicionaba. «En garantía del cumplimiento de las Capitulaciones, los Reyes Católicos exigieron la entrega como rehenes de 600 nazaríes, hijos de gente principal entre los musulmanes granadinos», explica el periodista. Más tarde, serían puestos en libertad.

De esta forma, se pactó que Granada sería rendida algunos meses después, concretamente el 6 de enero de 1492. Sin embargo, la ceremonia de la entrega de llaves de la ciudad se adelantaría hasta el día 2 por diferentes motivos. Así, tanto la ciudad como las posiciones defensivas cercanas pasaron definitivamente a ser de dominio cristiano.

Los emires granadinos eran vasallos de Castilla pero la necesaria unidad religiosa y administrativa del reino llevaron a los reyes a iniciar la Conquista de Granada. La lucha fue larga pues Granada se resistió a su derrota pues sus gobernantes y habitantes sabían que no habría posibilidad de seguir viviendo en la Península. La guerra, por ello, exigió un esfuerzo técnico, militar y humano sin precedentes en la reconquista.

La victoria cristiana se vio favorecida por el estdo casi de guerra civil en el que estaba el reino Nazarí. Caída Malaga en el 1487 tan sólo quedaban por conquistar Granada y la Alpujarra. Asediada, capituló el 2 de enero de 1492.

Una vez finalizada la conquista del reino de Granada en 1492 el rey Carlos VIII de Francia firmó con Fernando en 1493 el Tratado de Barcelona mediante el cual Aragón recuperaba el Rosellón y la Cerdaña a cambio de su postura neutral ante un inminente ataque francés al reino de Nápoles. Pero una vez sucedido esto el Papa no estaba conforme y le pidió ayuda a Fernando, quien volvió a colocar al rey napolitano en su trono.

Más tarde el nuevo rey Luis XII de Francia firmó con Fernando el Católico el Tratado de Granada para ocupar los ejércitos de ambos países el reino de Nápoles. Después de este hecho surgieron algunas discrepancias entre ambos ejércitos, motivo de una guerrilla en la que ganó el ejército del Gran Capitán, obteniendo así la Corona de Aragón Nápoles.

Los Reyes Católicos también decidieron conquistar el norte de África, proyecto que tenía un doble fin:

· Eliminar los focos de la piratería berberisca de la zona.
· Continuar la Reconquista para la cristiandad de la Nova Hispania.

La conquista comenzó con la obtención de Melilla en 1497, de Mazalquivir en 1505 y más tarde de El Peñón de Vélez, Orán, Bugía, Argel, La Goleta y Trípoli.


AMÉRICA

En 1486 Cristóbal Colón ofreció a los Reyes Católicos un proyecto: viajar a las Indias a través de una nueva ruta por el Atlántico. Pero entonces la corona estaba más preocupada por la conquista de Granada. Cuando ésta hubo terminado, los Reyes Católicos aceptaron su proyecto, pensando en la posibilidad de encontrar nuevas tierras colonizables.

El 2 de agosto de 1492 partió Colón del puerto de Palos con la nave Santa María y las carabelas la Pinta y la Niña con 100 tripulantes aproximadamente. En octubre llegaron a la isla de Guanahaní, que bautizaron con el nombre de San Salvador y desde la que pasaron a Cuba y la Española.

España y Portugal firmaron el Tratado de Tordesillas en 1494, mediante el cual se redistribuyó la influencia marítima de cada país.

En las Indias, anexionadas al reino de Castilla, se instauraron los sistemas administrativos tradicionales del reino castellano.

Los reyes consiguieron el Patronato de Indias —concedido por el Papa— que les dejó controlar la Iglesia americana. Se instauraron además las encomiendas para evangelizar a los indígenas
 

Hallé muy muchas islas pobladas con gente sin número. […]Andan todos desnudos, hombres y mujeres, así como sus madres los paren, aunque algunas mujeres se cobijan un solo lugar con una hoja de hierba o una cofia de algodón que para ellos hacen”. Con estas palabras,Cristóbal Colón describió a los Reyes Católicos su impresión de los indígenas del Nuevo Mundo. La carta está fechada el 4 de marzo de 1493: el almirante acababa de volver de su primer viaje a América.



Grabado del siglo XVII que muestra a miembros de la tribu Tlaxcala implorando a Hernán Cortés, junto a los volcanes Popocatepetl y Iztaccihuatl.

La América española durante los siglos XVI y XVIIA comienzos del siglo XVI los españoles sólo se habían asentado en el Caribe pero su dominio no había cumplido sus espectativas: escasa producción de oro, difícil adaptación al clima tropical de las personas y de los cultivos españoles. Por ello se lanzan a la exploración y conquista del continente.

Las expediciones de conquista fueron numerosas y se realizaron sobre la zona de América central y del Sur, lugares poblados y de clima parecido al europeo. Las más importantes fueron:


PARA SABER MÁS, VER:
DESCUBRIMIENTO Y COSQUISTA DE AMÉRCIA

 

-De América a China 

 -La expediciñon Urdaneta

El 8 de octubre de 1565, la expedición naval comandada por el explorador y fraile vasco Andrés de Urdaneta arribaba al puerto de Acapulco. Habían perdido 14 tripulantes a lo largo de una ruta de 20.000 kilómetros. Los que llegaban, con la excepción del propio Urdaneta y Felipe de Salcedo —otro tripulante—, estaban demasiado débiles hasta para echar el ancla. Pero lo habían conseguido. Después de una travesía de 130 días e interminables penurias habían hallado el “tornaviaje” para regresar de Manila a México. El comercio entre Asia y América se hacía viable. No eran conscientes de ello, pero su descubrimiento daría pie a la primera globalización de la Historia, con China y la América española como grandes protagonistas.

  Mapa de las Indias orientales, de Matthias Quad, Colonia, 1600.
La ruta del Galeón Manila unía esta zona con México.



 - El Galeón de Manila

  Los portugueses habían llegado primero a la antigua Catay y habían arrancado la colonia de Macao,

Pero será España quien unirá Amércia y China. Gracias a la plata que China había adoptado como medio de pago. El real de a ocho hispano se convierte en moneda de cambio aceptada en China y buena parte de Asia. Comienza la mundialización con sus rutas marítimas,  grandes urbes, flujos de población y mercados financieros integrados”. Tras 250 años, la ruta quedó interrumpida en 1815, a raíz de la independencia de México,

De China a Manila, de allí a Acapulco y por tierra, a lomos de mulas, hasta llegar al puerto de Veracruz en el Atlántico. Por mar a España y al resto de Europa. Y viceversa. A lo largo de 250 años, más de un centenar de barcos se harían a la mar en esa ruta, una de las de mayor éxito de la historia.
  
 Desde América llegaban a China nuevos alimentos —el maíz, el boniato— que sustentaron un aumento de la población. De Asia se importaban especias, sedas, porcelanas, productos de lujo de una calidad inencontrable en la acaudalada América hispana o en Europa.
 
Con la desaparición de la ruta, su importancia cayó en el olvido. La nueva globalización del siglo XX y comienzos del XXI llevaba impreso un sello plenamente anglosajón, el de Reino Unido primero y, con mucha más fuerza, Estados Unidos después.
Cuando hoy, en un mundo global, vemos a China como centro geopolítico de interés, el pasado nos vuelve a la memoria

PARA SABER MÁS, VER:
-Juan José Morales y Peter Gordon :The Silver Way: China, Spanish America and the Birth of Globalization 1565-1815



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