Juana la Loca. |
ARQUITECTURA ESPAÑOLA
Arquitectura neoclásica
Los postulados extremadamente intelectuales del neoclasicismo tuvieron menos éxito en España que el mucho más expresivo barroco. El neoclasicismo español se expandió a partir de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, fundada en 1752. Su principal figura fue Juan de Villanueva, que adaptó las ideas de Edmund Burke sobre la belleza y lo sublime a los requerimientos del clima y la historia locales. Construyó el Museo del Prado (que en principio iba a tener funciones de Gabinete de Ciencias), combinando tres elementos: una academia, un auditorio y un museo, en un edificio con tres entradas separadas. El Prado formaba parte del ambicioso programa de Carlos III que pretendía convertir Madrid en la capital de las Artes y las Ciencias. Muy próximo al museo, Villanueva construyó el observatorio astronómico de El Retiro y el Jardín Botánico, todo ello en el conjunto del eje del Paseo del Prado, con sus emblemáticas fuentes de Neptuno y Cibeles (diseñadas por Ventura Rodríguez) y cerrado por el Hospital y Real Colegio de Cirugía de San Carlos. También diseñó algunas de las residencias de verano de los reyes en El Escorial y Aranjuez y reconstruyó la Plaza Mayor de Madrid, entre otras obras importantes. Los discípulos de Villanueva Antonio López Aguado e Isidro González Velázquez diseminarán el estilo por el centro del país.
Véase también: Neoclasicismo en España
El siglo XIX
Eclecticismo
La arquitectura eclecticista es aquella que combina varios estilos en un edificio, sin seguir un solo orden arquitectónico. Esta corriente llegó a España en los últimos años del siglo XIX. Uno de los edificios eclecticistas más importantes es el Palacio de Comunicaciones de Madrid, diseñado por Antonio Palacios y Joaquín Otamendi. Fue inaugurado en 1909.Historicismo
Desde Europa llegó en el siglo XIX el historicismo, cuyos estilos más destacados son el neogótico y el neorrománico. Del neogótico hay que destacar el Palacio Episcopal de Astorga y el Palacio de Sobrellano en Comillas, la fachada de la Catedral de Barcelona, la Catedral de San Cristóbal de La Laguna en Tenerife y la Catedral del Espíritu Santo de Tarrasa. Del neorrománico, menos importante que el anterior, hay que mencionar la cripta de la Catedral de Madrid y la Basílica de Nuestra Señora de Covadonga, en Asturias.A finales del siglo XIX un nuevo movimiento arquitectónico surgió en Madrid: un resurgimiento de la arquitectura mudéjar, el neomudéjar, que enseguida se extendió por otras regiones. Arquitectos como Emilio Rodríguez Ayuso veían el arte mudéjar como un estilo exclusivo y característico de España. Se comenzaron a construir edificios empleando algunas de las características del antiguo estilo, como los arcos de herradura y el empleo de ornamentación abstracta en ladrillo para las fachadas. Se popularizó sobre todo en la construcción de plazas de toros y otros edificios públicos, pero también para la construcción de viviendas, debido al uso de materiales baratos, principalmente ladrillo para los exteriores. A destacar la portada de la Catedral de Teruel y La Escalinata de la misma ciudad, obra de Aniceto Marinas, y la plaza de Toros de Las Ventas de Madrid.
Véase también: Arquitectura historicista
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