791 HISPANIA ROMANA

HISPANIA

CARTAGINENSES/ROMANOS


Para entender el enfrentamiento que motivó la entrada de los romanos en la futura Hispania es necesario remontarse hasta el S III a.C. Roma y Cartago mantenían por entonces unas relaciones tensas después de haberse enfrentado en la denominada primera guerra púnica (la cual, motivada por intereses comerciales, se saldó con una victoria de las legiones).

A pesar de que firmaron la paz, los romanos no quedaron del todo contentos, pues sabían que sus enemigos se habían expandido por la Península Ibérica, un territorio conocido por su riqueza y su valor estratégico. Por ello, cuando los cartagineses atacaron a Sagunto –una ciudad aliada de Roma-, el Senado no se lo pensó dos veces y declaró la guerra a los africanos. El objetivo estaba claro: arrebatarles el control de la región.


Con el inicio de la contienda (que fue denominada segunda guerra púnica) los romanos desembarcaron en la Península acabando, en primer lugar, con los cartagineses y, posteriormente, 
con el resto de pueblos que la habitaban.

Los romanos llegaron al sur de la Península Ibérica con la excusa de expulsar a los cartagineses, asentados allí desde el 237 a.C., aunque en un primer momento se mantuvieron alejados del territorio que luego formaría la Bética. Primero conquistaron el alto Guadalquivir, para de esa forma conseguir el control de la zona minera de Sierra Morena. 


Iliturgi (Mengíbar) fue la primera ciudad que se pasó al bando romano y abandonó a los cartagineses; Iliturgi tenía una gran importancia estratégica en la antigüedad. Radicada en la confluencia de tres ríos (Guadalquivir, Guadalimar y Guadalbullón), era la puerta de entrada hacia el valle del primero, y también paso obligado de las migraciones bélicas que se dirigían hacia la zona oriental mediterránea. De ahí la pugna de romanos y cartagineses por hacerse con el control de la ciudad, que paso de unas manos a otras hasta que Escipión acabó con ella. Tito Livio cuenta en la «Historia de Roma desde su Fundación» que Escipión no tuvo piedad de los iliturgitanos.

 Escipión inició la expulsión de los cartagineses de España con una fuerza de cerca de 28.000 soldados de infantería y 3.000 jinetes. Frente a él se encontraban tres poderosos ejércitos, si bien distantes entre sí: el de Asdrúbal Barca, el de Magón Barca y el de Asdrúbal Gisco. Su objetivo fue el de vencer a cada una de estas fuerzas por separado y sin que les diera tiempo a coordinarse. 

 Escipión eligió la conquista de la ciudad de Cartago Nova (la actual Cartagena) para anunciar su llegada a la península. Fundada por el padre de Aníbal, la ciudad era la principal base de operaciones de los cartagineses en España, la sede de su gobierno, su puerto más grande y una de sus plazas mejor fortificadas. Si bien un asedio en la Antigüedad podía durar meses, y eso precisamente es lo que querían evitar los romanos; Escipión logró rendir la ciudad en un asalto directo gracias a la información de unos marineros de la ciudad aliada de Tárraco (Tarragona), que le contaron que al norte de Cartago Nova había un lago por el cual se podía pasar cuando bajaba el nivel del mar. El propio general romano participó de la batalla, donde se disputó cada metro del recinto amurallado y la victoria romana dio paso al saqueo. Magón Barca estaba fuera de juego La conquista de Cartago Nova otorgó a Escipión prestigio, una base en la España meridional y al menos 18 navíos de guerra. Estas nuevas fuerzas permitieron a Escipión dirigirse con garantías al encuentro de Asdrúbal Barca en el año 206 a.C. No está claro hoy en día si hubo realmente un enfrentamiento a gran escala, pero lo cierto es que Asdrúbal tuvo que salir de la península para reforzar a su hermano Anibal en Italia (aunque nunca llegó a su destino; solo su cabeza decapitada) dejando un reguero de bajas tras de sí. Un ejército menos al que derrotar, debió tachar Escipión.
 
Faltaba el contraataque. En el año 206, Gisco unió sus fuerzas a los supervivientes del ejército de Magón y organizó una fuerza temible: 60.000 infantes y 4.000 jinetes, entre ellos la fuerza mercenaria de númidas dirigida por el príncipe Masinisa, más tarde aliado de Escipión en Zama.
en el 202 a.C. En Ilipa, hoy cerca de Sevilla, se enfrentaron al fin ambos ejércitos . . Las derrotas en España hicieron insostenible que Cartago pudiera seguir su guerra en Italia, aunque eso solo suponía la solución de la mitad del problema. Marco Claudio Marcelo, la espada, habían contenido las acometidas de Aníbal



La victoria de Publio Cornelio Escipión en las cercanías de Baecula (Bailén) hizo que todos los indígenas se pusieran del lado del ejército del general romano. La batalla definitiva para la conquista del sur de Hispania tuvo lugar en Ilipa (Alcalá del Río) en el 207 a.C., tras la cual sólo quedó Gades (Cádiz) como posesión cartaginesa.

Los soldados de Cartago fueron expulsados de su último baluarte un año después y los territorios incluidos dentro de la Hispania Ulterior, que se puso bajo el gobierno de un pretor. 

Los planes de Escipión pasaban por trasladar las operaciones al terreno enemigo, usando Sicilia primero como base de adiestramiento para desembarcar un ejército invasor en África cuanto antes. Aníbal se vio obligado así a regresar a África, Escipión neutralizó la amenaza de los 80 elefantes reunidos por el Aníbal aplicando varias tácticas: por un lado ordenó a sus hombres bruñir corazas, cascos y cualquier cosa de metal, de tal modo que el sol se reflejara en ellos y deslumbrara a los animales; además, pidió a varios músicos militares que desconcertaran con su ruido a los elefantes.
Atacados desde los flancos por las lanzas de los legionarios, los elefantes murieron o retrocedieron hacia las líneas cartaginesas. Al final del combate, las bajas cartaginesas se elevaron a alrededor de 20.000 muertos y 15.000 prisioneros. Los romanos capturaron también 133 estandartes militares y once elefantes. A Escipión le fue otorgado el apelativo de «El Africano» por su victoria,


Publio Cornelio Escipìón,

Uno de los generales romanos que combatió en España contra los cartagineses. Desde muy joven: Luchó contra los cartagineses de Aníbal que habían invadido Italia en Tesino en 218 a. C., cuando tenía 18 años. Allí rescató a su padre herido. En Cannas, Aníbal infligió a Roma la mayor derrota de la historia (entre 50.000 y 70.000 romanos muertos). Escipión estaba allí, con 20 años, en 216 a. C. Se sobrepuso con coraje. Después de Cannas, el hermano de Aníbal, Asdrúbal, aniquiló el ejército romano en Hispania. Mueren su padre y su tío, tras la traición de varias ciudades, como Iliturgi. Casi procónsul a los 24: Roma vive sus horas más bajas, nadie se atreve a pedir el mando de la revancha en Hispania. Escipción se ofrece aunque no tenía la edad. Al final le envían como general. Toma Cartagena: Escipión decide dar un golpe decisivo y lanza su ejército contra la capital púnica en Hispania, la actual Cartagena, una audacia y logro logístico que devolvió la moral a Roma. La II Guerra Púnica se alarga hasta la victoria de Escipión sobre Aníbal en Zama en 201 a. C. Allí se decidió el declive de Carthago y la hegemonía de Roma, ya casi imperial.


ÉPOCA REPUBLICANA

La primera fundación romana fue Itálica (Santiponce), donde fueron instalados los veteranos de los ejércitos de Escipión y dio comienzo el proceso de romanización, extremadamente duro debido a las continuas revueltas de los indígenas, a las que se añadieron las expediciones de rapiña que enviaban los lusitanos sobre el territorio. 
César fue nombrado propretor de la Ulterior en el año 60 a.C., hecho que le permitió conocer muy bien la zona y utilizar esta información durante la campaña que llevó a cabo en el sur peninsular contra los hijos de Pompeyo, donde obtuvo la importantísima victoria de Munda (Montilla). La victoria de César supuso la definitiva pacificación del territorio.


Tras la conquista romana  (que se inicia a finales del siglo III a. C. y dura hasta el año 19 a, C.) se inicia el proceso conocido como romanización, es decir, la incorporación de los pueblos conquistados al mundo cultural romano. Esta adaptación fue lenta y desigual en Hispania. Los pueblos del sur y sureste de la península, que ya habían sufrido la culturización de otros pueblos, se romanizaron antes y más profundamente que los del norte y el interior.

La romanización supuso un cambio de vida en aspectos tan elementales como la lengua, las costumbres, la religión, el comercio, el urbanismo...El proceso de romanización hubiese sido imposible si no hubiese existido una buena red de comunicaciones entre los distintos puntos del Imperio.

 La Segunda Guerra Púnica

Año 208 aC. 

Los ejércitos romano y cartaginés, a las órdenes de Escipión el Africano y Asdrúbal Barca (hermano de Aníbal), están a punto de entablar batalla. Asdrúbal domina un cerro estratégico en el que se ha instalado ante la llegada de su enemigo. Las tropas de Escipión, que han acampado a unos cuatro kilómetros, atacan a los cartagineses: primero con la infantería ligera y luego con el grueso de su ejército, desplegando una maniobra de tenaza para rodear al ejército enemigo. Asdrúbal pierde el combate y huye, llevándose, eso sí, el tesoro y los elefantes. “Es la batalla de Baécula, una de las importantes de la Segunda Guerra Púnica, que enfrenta a las dos potencias del momento por el dominio del Mediterráneo, casi una guerra mundial”, apunta el arqueólogo Arturo Ruiz.

En el 209 aC los romanos han tomado Cartagena y, un año después entran en la zona del alto Guadalquivir, dominado por los cartagineses. Aníbal ha estado en ese territorio de importancia estratégica antes de dirigirse a Italia, recuerda Bellón. Y en la península Ibérica permanecen tres ejércitos cartagineses: dos de ellos al mando de los hermanos de Aníbal, Asdrúbal Barca y Magón Barca, y otro al mando de Asdrúbal Giscón.

batalla de Baecula Univ. Jaen

La batalla de Baécula abre el control de la Bética a Roma y, en adelante, Andalucía será su almacén de aceite, trigo y minas de plata y plomo”. “Según una teoría, Escipión entra en Andalucía por Despeñaperros, pero nosotros sostenemos que lo hace por el valle del río Guadiana Menor”, apunta Bellón. Quiere evitar que Asdrúbal llegue a Italia para apoyar a su hermano Aníbal y, a la vez, evitar que se unan los otros dos ejércitos cartagineses.

“Asdrúbal elige el cerro sabiendo que es un punto defensivo estratégico para defenderse y para preparar la huida”, continúa Bellón. “Los romanos establecen su campamento a unos cuatro kilómetros e, inmediatamente, fuerzan la batalla atacando a los cartagineses. Tienen desventaja teórica sobre el terreno ya que atacan cuesta arriba, pero tienen ventaja numérica”. No está claro cuántos hombres participaron en la batalla. Tito Livio habla de 70.000 (40.000 romanos y 30.000 cartagineses). Puede ser exagerado. Los arqueólogos de Jaén lo dejan en unos 15.000en total.
“Ni Polibio ni Tito Livio son contemporáneos de los hechos, y escriben basándose en la abundante documentación romana, aunque el primero, que nació en 200 aC, se considera una fuente más fidedigna porque escucharía datos de primera mano. De los cartagineses no hay testimonios porque la ciudad de Cartago fue arrasada al final de la Tercera Guerra Púnica, cuando los romanos finalmente se hicieron con el poder absoluto del Mediterráneo”, apunta Molinos.
Después de Baécula, Escipión permanece poco tiempo en el campamento del cerro que ha tomado al enemigo. Asdrúbal huye y llega a Italia, en el 207 aC. Una vez allí, envía dos emisarios a Aníbal, pero los romanos los interceptan y atacan: Asdrúbal muere en la batalla de Metauro.

La historia, los detalles de esta batalla, la cuentan los historiadores romanos Polibio y Tito Livio. Pero, ¿dónde se libró exactamente? ¿Qué cerro era ese en el que se defendió Asdrúbal y atacó Escipión? ¿Por dónde avanzó uno y huyó el otro? Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Jaén afirma haber descubierto el lugar del combate y encontrado el rastro de las tropas en sus movimientos sobre el terreno. Los investigadores están leyendo los vestigios directos para entender qué pasó. Lanzas, puntas de flecha y de jabalina, tachuelas de las sandalias, proyectiles de los honderos baleares que lucharon en las filas cartaginesas, broches de los ropajes, espuelas… incluso piquetas de las tiendas de acampada o los agujeros donde clavaron los de Asdrúbal la empalizada de protección, han salido a la luz en los últimos años.

“El general cartaginés recorría entonces los parajes de Cástulo, alrededor de la ciudad de Bécula, no lejos de las minas de plata. Informado de la proximidad de los romanos cambió de lugar su campamento y se procuró seguridad por un río que fluía a sus espaldas”, escribió Polibio. Y Tito Livio: “El ejército de Asdrúbal estaba cerca de la ciudad de Bécula y por la noche Asdrúbal replegó sus tropas a una altura. Por detrás había un río. La altura, que tenía una explanada en la parte más alta, por delante y por los lados ceñía todo su contorno una especie de ribazo abrupto”.

 Los ejércitos de las dos potencias, afirman, se enfrentaron en el cerro de Las Albahacas cerca de la actual localidad de Santo Tomé (Jaén), un lugar estratégico de acceso a la cuenca del Guadalquivir desde Cartago Nova (Cartagena) que Escipión había conquistado el año anterior. Asdrúbal estaba a tiro de las minas de cobre y plata de Cástulo. Una región importante para unos y para otros.

Polibio y Tito Livio aportan detalles del enfrentamiento de Baécula

Es arqueología de una batalla, de un acontecimiento efímero, algo insólito en la tradición de unas investigaciones que suelen ocuparse de ciudades, templos, tumbas o infraestructuras que perduran durante siglos.
 
ELPAIS.ES, Alicia Rivera.  16 MAR 2013

la batalla de Baécula

En el años 208 a.C., la lucha por el control del Mediterráneo de las dos grandes potencias de la época, Roma y Cartago, dejaron sus huellas en el terreno. Un proyecto de arqueológía ha reconstruido paso a paso la batalla de Baécula.


  • 2. ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA DE HISPANIA
Calzadas romanas,   Ian Gibson: Aventuras ibéricas

LA ROMANIZACIÓN

Desde el primer momento, los romanos procedieron a dotar a los nuevos territorios conquistados de una estructura administrativa apta para el mejor gobierno, explotación y asimilación de sus pobladores. La pieza clave de esta organización era la provincia. Ya en el año 197 a. C. dividieron el territorio arrebatado a los cartagineses en dos provincias: la Citerior y la Ulterior. Así se mantuvo durante toda la época de la República. Augusto, en el año 27 a. C. dividió la Ulterior en dos: la Bética y la Lusitania, separadas por el río Guadiana; La Citerior pasó a llamarse Tarraconense. Esta división administrativa se mantuvo prácticamente durante el Alto Imperio.

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A comienzos del siglo III, el emperador Caracalla creó la provincia de Gallaecia, y a finales de ese mismo siglo, en la reorganización general del Imperio acometida por Diocleciano, se creó la Cartaginense. En ese momento, las cinco provincias peninsulares pasaron a constituir, junto con la Mauritania (norte de Marruecos), la Diócesis Hispaniarum, en que, con la tetrarquía, se dividió el Imperio Romano de Occidente.
Al frente de cada provincia figuraba un gobernador con plenos poderes políticos, militares y judiciales, que tenía el título de legatus (del emperador).  En esta misma época se subdividieron las provincias en demarcaciones   más pequeñas, a efectos jurídicos  y administrativos, llamadas conventus (cada una con su capital, adonde acudían los habitantes de las zonas próximas para juicios, censos, pago de tributos...) Diversos magistrados como los cuestores, los procuratores y los publicani, colaboraban con el gobernador.
La administración y gobierno de las ciudades seguían el modelo de la capital de Imperio: la máxima autoridad la ejercían dos magistrados anuales, llamados duunviros; había además dos ediles (concejales y otros cargos menores. Periódicamente (sobre todo para fines electorales) se reunía la asamblea. Los personajes influyentes de la población (decuriones) constituían una especie de Senado o consejo municipal.


  •  FACTORES QUE INFLUYEN EN LA ROMANIZACIÓN
Las ciudades fueron copiando la cultura romana, ya que esta era superior. Hubo ocho factores que influyeron en la romanización:
  Los contactos con los militares
  Las uniones  de los romanos con las mujeres indígenas.
  La actividad comercial. Algunos romanos se trasladaron con fines comerciales (generalmente agrícolas y mineros).
  Construcción de vías de comunicación con la Península. Los romanos construyeron calzadas entre las ciudades con mayor valor estratégico, relacionándose con la población.
  Adopción de la lengua romana por los habitantes.
  Cambio de la vida rural a una vida urbana.


  •  SOCIEDAD
Los romanos trasladaron a las provincias su propio sistema de clasificación social. También en las provincias existía la distinción entre libres y esclavos. Los esclavos hechos (y vendidos) durante los dos siglos que duró la conquista de la Península fueron cientos de miles. Procedían sobre todo de los pueblos del interior y norte de la Península ( los más rebeldes) y su destino era trabajar en las minas y en las grandes explotaciones agrícolas. Sólo en las minas de plata de la zona de Cartagena llegaron a trabajar 40.000 esclavos a la vez.
Entre los libres había una decisiva diferencia entre los que tenían la ciudadanía romana (cives) y los que no la tenían, que eran considerados súbditos (peregrini).
A parte del ejército, la administración romana, y a los habitantes de las colonias, Roma empezó a utilizar la ciudadanía romana como recompensa individual para premiar a aquellos hispanos que se distinguían como mercenarios en el ejército. Después la extendieron a los que ocupaban alguna de las magistraturas municipales o formaban parte del Senado de la ciudad. Desde finales de la República, se empezó a conceder cada vez con mayor profusión, hasta que en el siglo III en emperador Caracalla convirtió en ciudadanos a todos los habitantes del Imperio (año 212).
Durante la época del Imperio, el peso de algunas familias hispanas en la política romana fue muy grande; así ocurrió, por ejemplo, con la familia de los Séneca en el siglo I (el padre de Séneca fue un importante caballero romano) , o la de los emperadores Trajano y Adriano procedentes de Itálica, en el siglo II, o el emperador Teodosio de Cauca (Segovia) en el siglo IV.
Hispania además de personajes importantes de la política también aportó a Roma famosos escritores como Juvenal, escritor, de la Farsalia, el propio Séneca, que a parte de ser el instructor del emperador Nerón también escribió varias obras unas de filosofía  y también tragedias., el poeta Marcial, famoso por sus epigramas, o el maestro de retórica y escritor de obras de este género Quintiliano.

  • LAS ACTIVIDADES ECONÓMICAS EXPLOTADAS POR LOS CONQUISTADORES
La industria conservera creció en época romana. Ciudades como Carthago Nova, Sexi (Almuñecar), Gades (Cádiz) poseían importantes fábricas de salazones.
La agricultura. La introducción del arado romano mejoró las cosechas de cereales que eran almacenadas en silos. El vino y el aceite fueron objeto de exportación.
La minería. La explotaciones de plata en Carthago Nova (Cartagena), de plomo y plata en Castulo (Linares), las de cinabrio en Sisapo (Almadén) fueron famosas, al igual que la explotación de oro en las regiones de Galicia y Asturias. En Las Médulas (León) se extraía el oro con una técnica peculiar: el ruina montium, que consistía en cavar pozos y galerías que provocaban el hundimiento del monte. En los puntos elevados de la explotación, se precipitaban chorros de agua que fluían hacia los canales de decantación, donde se recogían las pepitas de oro.
El comercio se incentivó gracias al aumento de producción y consumo, así como a la importación y exportación. Además, Roma impuso su moneda y su propio sistema de pesas y medidas.

  •  CLASES DE CIUDADES
Existieron tres tipos diferentes de ciudades:

A. Las ciudades indígenas. Que podían ser:
- Estipendiarías.
- Libres.
- Federales.
B. Colonias romanas.
C. Municipios.

A. Las ciudades indígenas
Estipendiarias
Eran ciudades bajo un régimen jurídico de menos privilegio pues Roma les imponía pagar a los habitantes el stipendium. Después esta carga se convirtió en un impuesto permanente. Estas ciudades pierden su automía quedando a la merced del Gobernador romano de la Península. Además estaban sujetas a ciertas cargas militares, debiendo facilitar tropas al ejército romano.
Libres
Eran ciudades que conservaban su personalidad, su derecho, su organización y sus territorios, pero debían pagar un tributo a Roma. Si alguna ciudad libre se les liberaba del pago de tributos pasaba a ser civitates liberae et immunes.
Federales
Eran aquellas que habían establecido la paz con Roma mediante un pacto, es decir, de un acuerdo (foedus). Son ciudades libres, conservan toda su organización, autonomía, etc. Son también inmunes, (no pagan tributos) y estaban obligadas a facilitar ayuda militar a los romanos
B. Colonias romanas
Ciudades fundadas por Roma y habitadas generalmente por licenciados de las legiones romanas. Estas ciudades tenían de especial que poseían una situación política igual que la de Roma. Tuvieron un papel importante en la colonización de la península, ya que trajeron su propia cultura y derecho.
C. Municipios (Munus)
Consistía en organizar las ciudades indígenas conforme al modelo romano, se les daba un nuevo estatuto. Son ciudades que debían pagar un impuesto y tenían que prestar ayuda militar.

Itálica (Santiponce, Sevilla)

«Pompeyas» en España: ocho «ruinas» sobresalientes
Aunque hoy en día esta ciudad sigue existiendo bajo el nombre de Santiponce, su edad de oro tuvo lugar durante el imperio romano, cuando fue una ciudad de enorme pujanza en la que nacieron tres emperadores de renombre: Trajano, Adriano y Teodosio. De ese pasado glorioso quedaron restos que han sido objeto de admiración y han atraído visitantes durante siglos.
Parte de su importancia viene la de haber sido la primera urbe romana fundada fuera del territorio italiano: se creó sobre la base de una ciudad turdetana anterior para acoger a los soldados heridos en la Segunda Guerra Púnica, a finales del siglo II a. C. Fue considerada una colonia hasta que el propio Julio César le dio el rango de municipium civium Romanorum. Pero su gran expansión se produjo en los siglos I y II d. C., bajo los reinados de Trajano y Adriano, quienes le dieron un gran impulso a su ciudad natal.
De esa época datan alguno de los principales monumentos, como las termas mayores y el acueducto de Adriano, lujosas villas como la Casa de la Exedra o la del Planetario, el templo de Trajano y el anfiteatro. Estos vinieron a sumarse a un teatro ya existente, el cual fue uno de los primeros restos arqueológicos de la ciudad en ser conocido y en donde hoy en día se celebra el importante Festival de Teatro de Itálica. Sin embargo, en siglos posteriores la ciudad declinó a medida que la cercana Sevilla ganaba importancia, lo que permitió que la mayor parte de los restos quedasen sepultados pero básicamente intactos, gracias a lo cual este es uno de los yacimientos de época romana más importantes y valiosos de España, comparable al de Mérida.

Julióbriga (Campoo de Enmedio, Cantabria)

«Pompeyas» en España: ocho «ruinas» sobresalientes
Julióbriga fue la principal ciudad romana de Cantabria. Fundada a finales del siglo I a. C., al acabar las Guerras Cántabras, con el objetivo de romanizar una región muy conflictiva. La misión parece haber sido exitosa, ya que la ciudad prosperó durante el siglo siguiente. Sin embargo, con la decadencia del imperio, Julióbriga fue perdiendo importancia y acabó prácticamente abandonada alrededor del siglo III hasta que en la Edad Media se edificó una iglesia donde había estado el foro.
Las excavaciones arqueológicas no empezaron hasta mediados del pasado siglo, por lo que los restos encontrados aún son escasos. Pero aún así se pueden contemplar los restos de algunos edificios públicos y residencias privadas, incluyendo la reconstrucción de una domus decorada a imitación de lo que debió ser en el momento de esplendor de la ciudad.

  • 6. HUELLAS ROMANAS EN HISPANIA
 Roma vertebró Hispania en torno a importantes núcleos urbanos, conectados entre sí por medio de una red viaria que permitía el movimiento de pasajeros y mercancías. Este hecho fue esencial para la romanización de la Península.

Las ciudades se construyeron conforme a unas normas urbanísticas romanas, con sistemas de drenaje de las aguas residuales y con acueductos que abastecían las ciudades con el agua potable necesaria para el uso particular y fuentes..

Las calzadas romanas. Muchas de las carreteras actuales son de creación romana. En esta red hay, al menos , dos calzadas de capital importancia. La Vía Augusta y la Vía de la Plata.
-La Via Augusta entraba por los Pirineos y, desde la Junquera, llegaba a Tarragona para continuar por Tortosa, Sagunto, Játiva  y Cartagena. Desde allí entraba en Andalucía, para llegar a Cádiz.
-La Vía de la Plata unía Astorga (León) con Huelva. Su tramo más importante era el que unía Emerita Augusta (Mérida) con Salamanca.
También fue importante la señalización de las calzadas. Los mojones, llamados miliaria, medían las distancias e informaban al viajero.

-Los puentes.  Algunos de los puentes más importantes son: el de Manresa, sobre el río Cardoner; el de Martorell, sobre el Llobregat; el de Córdoba, sobre el Guadalquivir; el de Alcántara, sobre el Tajo; el de Mérida, sobre el Guadiana; el del río Tormes, en Salamanca, etc.

 Puente Diablo Tarragona

-Los acueductos. Los acueductos aseguraban el abastecimiento de agua a las ciudades. El acueducto constaba de un  caput aquae, un depósito o cisterna donde se recogían las aguas. Venía después el canal, llamado specus, por donde discurría el agua. Acababa en el castellum aquae o piscina limaria, depósito en el que se recogían las aguas y desde el que se distribuían por la ciudad.
Los acueductos más espectaculares de Hispania son los de Las Ferreras, en Tarragona, los emeritenses de Los Milagros y San Lázaro, y el de Segovia.
-Los arcos. Con función decorativa , que hunde sus orígenes en la conmemoración de victorias y éxitos militares, los romanos levantaron arcos por todo el Imperio. Los más importantes son el de Bara, en Tarragona, junto a la Vía Augusta; el de Medinaceli, en Soria, con un emplazamiento privilegiado y una curiosa forma: un arco central jalonado por otros dos laterales de dimensiones más reducidas, y el de Cáparra, en Cáceres, un arco cuadriforme en el que parece que confluían las dos arterias más importantes de la ciudad.
-Las murallas. Muchas de las ciudades de la Hispania romana estaban amuralladas como Lugo, León, Astorga, Tarragona, Zaragoza, etc.
Edificios para los espectáculos. En las ciudades, los romanos erigieron edificios abundantes y variados. Los más impresionantes eran los destinados a la celebración de espectáculos de masas: circos, anfiteatros y teatros.
-El circo. Aunque  hoy no  es fácil identificar los circos romanos por su deficiente estado de conservación, Hispania cuenta al menos cinco circos: Mérida, -el mejor conservado- Toledo, Tarragona, Sagunto y el de Calahorra.
-Los anfiteatros construidos en Hispania son de gran perfección y han resistido airosamente el paso de los siglos. Esto se puede comprobar visitando los anfiteatros de Itáilica, Tarragona, Mérida y Segóbriga.
-Teatros la mayor parte de los conservados en la península Ibérica datan de los siglos I y II  d. C. Hispania llegó a tener al menos veintiún teatros. Los de Mérida, Itálica, Sagunto, Clunia, Segóbriga, Tarragona, Cartagena, Bilbilis, Caesar Augusta y Pollensa son los más conocidos.

 Anfiteatro Tarragona

-Los templos. Conservamos muy pocos templos romanos en Hispania. Los de Diana y Marte en Mérida, el pequeño templete situado en la cabecera del puente de Alcántara, dedicado al emperador Trajano, y el reconstruido pero impresionante templo de Vich (Girona) son los más significativos.
-Otros monumentos. Entre los monumentos funerarios cabe citar la torre de los Escipiones, en Tarragona; la torre Ciega, en Cartagena, y el mausoleo de Fabara (Zaragoza). Entre las necrópolis, citamos las de Carmona (Sevilla) y Baelo-Claudia (Cádiz). Alguna otra edificación de difícil clasificación, como el faro que conocemos con el nombre de torre de Hércules, en A Coruña
Son tantas las huellas romanas en la vieja Hispania que es muy difícil poder elegir. Pero si deseamos tener una visión completa de lo que fue el asentamiento romano en nuestro país, un asentamiento que se encuentra en un estado de conservación más que aceptable, debemos acudir a Mérida, la antigua  Emerita Augusta.
Fundada en el año 24 a. C.  como colonia romana por un puñado de soldados veteranos ya licenciados, "emeritos", al frente de Publio Carisio, conoció gran prosperidad.
En efecto, un paseo por la ciudad nos permite ver templos -el de Diana y el de Marte-, arcos -el de Trajano-, acueductos , pantanos en las afueras, establecimientos termales, columbarios, un espléndido puente sobre el río Guadiana, un circo de grandes dimensiones  y, especialmente, un anfiteatro y un teatro sin duda alguna espectaculares. Todas esas huellas hablan por sí solas de la importancia de la presencia romana en Hispania y del significado que para muchas de sus tierras tuvo ese proceso de romanización.

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Museo Arqueológico Nacional
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