Ártico
El gran glaciar Lowell, en el Parque Nacional de Kluane, en Canadá. SEAN KILPATRICK (THE CANADIAN PRESS
a) Sí
b) No
¿Cuántos países tienen parte de su territorio dentro del Círculo Polar Ártico? ¿Y cuáles son?
a) Cuatro
b) Seis
c) Ocho
¿QUÉ SABEMOS DEL ÁRTICO? PAISAJES
El Ártico es el área alrededor del Polo Norte de la Tierra. Incluye partes de Rusia, Alaska, Canadá, Groenlandia, Islandia, la región de Laponia, en Suecia, Noruega y Finlandia, y las islas Svalbard, así como el océano Ártico. Las isotermas de 10 °C en julio son comúnmente usadas para definir el borde de la región ártica.
En pleno Ártico, la canadiense isla de Baffin tiene más o menos la misma extensión que España (500.000 kilómetros cuadrados) y viven en ella 11.000 personas. De ellas, unas 7.000 residen en Iqaluit, una población que respira frío por todos los rincones, situada al fondo de una bahía que se congelará completamente dentro de nada, en diciembre (seguramente una o dos semanas más tarde de lo normal, como en los últimos tiempos, debido al cambio climático, dicen los expertos). Muchas de las casas están pintadas de colores chillones que animan el blanco dominante, y en un extremo de la población opera el imprescindible aeropuerto, el único enlace de transporte en los largos meses invernales.
Hay que tener en cuenta que
el Norte supone el 40% del territorio canadiense. Y más allá, casi hasta
el mismo Polo Norte, se extiende una amplia y estratégica plataforma
continental para la que prepara su reivindicación de soberanía.
En el Ártico viven unos 155.000 inuits (poblaciones indígenas), en
Groenlandia, Canadá, Alaska y algunas partes de Siberia, Ahora, la
mayoría de los inuits vive en los poblados de la región (pocos optan por
los campamentos aislados), con sus problemas específicos. Seis de cada
10 inuit de entre 25 y 65 años no han terminado la escuela secundaria,
su nivel educativo es más bajo que la media canadiense y su desempleo,
el doble o el triple, señalan los expertos.
Ahora les llegan los
nuevos retos del cambio climático y su impacto, junto con el creciente
interés económico y político por su territorio ancestral. Pese a los
acuerdos con algunos gobiernos -como el canadiense- de respeto de
propiedad indígena de territorios, los inuits no bajan la guardia y
reclaman derechos sobre los recursos (hidrocarburos).
La vida en la zona es escasa, difícil y muy costosa, pero Canadá ha
relanzado su gran pedazo de Ártico, igual que los demás países del
extremo Norte. Las riquezas en forma de petróleo y gas, minas de hierro y
de níquel, oro, diamantes... escondidas bajo sus aguas y tierras
heladas, emergen renovadas con las nuevas condiciones del calentamiento
global. Además, las reivindicaciones de soberanía en el océano
septentrional han puesto el Ártico en las agendas políticas de los siete
países ribereños.
El deshielo paulatino durante más meses al
año en zonas extensas puede facilitar algunas actividades económicamente
interesantes, como la pesca o el tráfico marítimo, pero también exige
hacer frente a muchos costes. "Las casas, los aeropuertos, las minas...
son infraestructuras estratégicas en el Norte; y alteraciones como la
pérdida del permafrost, el terreno helado, hace inestables las pistas,
aumenta el riesgo de deslizamientos de tierra...
La línea de árboles, la frontera ártica a partir de la cual
desaparecen los bosques y dominan el paisaje desolado los líquenes, los
musgos y los arbustos, el terreno congelado, el hielo y la nieve, ha
quedado muy al Sur, a más de mil kilómetros.
Biólogos,
físicos, químicos, geólogos, expertos en clima, ingenieros, etcétera,
acuden a una nueva cita ártica (Congreso de Iqaluitque ) que Canadá quiere que sea internacional,
buscando y reforzando colaboraciones con especialistas de otros países,
incluida España.
"La soberanía en el Ártico, su protección
medioambiental y su desarrollo económico y social son una prioridad
máxima", se afirma en documentos oficiales.
"Según la ley del mar,
[Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, de 1982], un
país puede reclamar derechos sobre la plataforma", explica Fédéric
Lasserre, del Instituto de Altos Estudios Internacionales (Universidad
Laval). "Pero tiene que demostrar esa reivindicación científicamente en
la ONU en el plazo de diez años desde que ratifica la convención. Rusia
la presentó, extendiendo su soberanía casi hasta el Polo Norte, en 2006,
pero fue rechazada; sin embargo Noruega, tras un acuerdo con Rusia
sobre las fronteras comunes en el mar de Barents, logró en 2006 zonas de
esa plataforma". Canadá tiene tiempo hasta 2014 para presentar la
reivindicación que elabora. "Ahora hay mucha investigación en el Ártico,
no solo por la pura ciencia, sino también para documentar el límite
territorial en el mar", añade Laserre. EE UU no está en la convención
del mar de la ONU, advierte.
Iqaluit, capital de la provincia de
Nunavut, está en el triángulo noroccidental de Canadá, que es, junto con
Groenlandia, la región más fría del Ártico (a igual latitud). "Aquí
entra de lleno la corriente de Labrador, directamente desde el Polo
Norte; mientras que al otro lado del atlántico, en Escandinavia, el
clima es más suave por la corriente del Golfo", comenta Émilie
Saulnier-Talbot, del Instituto de Estudios Nórdicos (Universidad Laval).
Así, la línea de no más árboles está aquí a la altura de Estocolmo, donde en cambio los bosques de abetos dominan el paisaje.
Fue
el explorador Martin Frobisisher, en el siglo XVI, el primer occidental
que llegó a Iqaluit en su búsqueda del paso del Noroeste, lugar que
debía facilitar la navegación desde este lado del mundo al Pacífico y
Asia oriental. Durante siglos fue un lugar de pesca y asentamiento de
los inuits, hasta mediados del siglo XX, cuando Estados Unidos
estableció aquí una base para el tránsito y reabastecimiento de aviones
en vuelo a y desde Europa. Base que posteriormente se dotó de equipos
militares de detección de misiles en plena guerra fría. Las bases han
desaparecido, pero la contaminación de metales pesados y de combustible
sigue siendo una preocupación y un reto en la zona,
Ahora
el calentamiento se está haciendo notar con especial rapidez e
intensidad en el extremo norteamericano. "Este año han estado abiertos a
la vez, libres de hielo, los dos pasos del Ártico -el del Noreste y el
del Noroeste- durante un par de semanas". "El deshielo
es importante para la navegación, que se está incrementando, sobre todo
por el transporte a los yacimientos mineros, la maquinaria, etcétera,
que se hace por barco, en verano. Pero no creo que haya mucho trafico
comercial por el paso del Noroeste aunque se abra unas semanas cada año,
porque es imprevisible, y las navieras tienen necesariamente
compromisos de fechas de entrega de las mercancías", sigue. Además,
apunta, recorrer ese paso supone 6.000 kilómetros sin puertos
intermedios desde Terranova hasta el extremo oriental americano, y eso
si surgen problemas es un riesgo.
Las cosas están
cambiando muy deprisa en todo el Ártico. Estados Unidos explota desde
hace tiempo los yacimientos petrolíferos de Prudhoe Bay, en el norte de
Alaska (con el gasoducto que desemboca en la bahía de Prince William,
que sufrió el desastre ecológico provocado por el petrolero Exxon Valdez,
en 1989), ha dado luz verde a la prospección en el extremo oriental de
ese estado, en Point Hope, y tiene en cartera nuevos yacimientos en el
norte. Noruega prepara su explotación del mar de Barents; y Rusia cuenta
con su Ártico en todos los sentidos, desde las vías de navegación hasta
los recursos minerales y de gas y petróleo.
El calentamiento
global es ya obvio en el Ártico, y cada vez más rápido (2011 ha sido el
segundo verano de récord de reducción del hielo marino en el mar
septentrional). Las perspectivas de su intensificación unidas a la nueva
explotación del territorio redoblan las cautelas tanto como los planes
de futuro.
"Aquí, en 2001 la temporada de pesca duraba seis meses
(de mayo a octubre) al año. Ahora diez (de mayo a diciembre)", señalaba
Jerry Ward (Baffin Fisheries Coalition) en el congreso de Innovación
Marina 2011. "Esto es positivo para el sector, pero también hay efectos
negativos del calentamiento, porque supone, por ejemplo, incertidumbre
de los hielos, cambios de patrones meteorológicos y de temperatura del
agua, etcétera". A esto se añade el problema de las infraestructuras,
incluidos los escasos puertos. "En esta zona hace falta un diálogo
abierto entre la industria pesquera, la del gas y petróleo y las
comunidades inuits", señala.
De momento, ha llegado la ciencia
por todas las orillas de los países ribereños, con mayor o menor
intensidad y coordinación. "La investigación en el norte es muy costosa,
pero se está trabajando mucho; se han tomado datos de exploración
geológica por técnicas sísmicas en 13.000 kilómetros y batimetría en
otros 18.000", explica Jacob Verhoef, de la convención de la ONU sobre
la ley del mar
Glaciar en Groenlandia. / IAN JOUGHIN
Tanto el Giro de Beaufort como la Deriva Transpolar son movimientos típicos de la banquisa helada.
El Artico pierde agua especialmente a través del estrecho de Fram y la gana a través del estrecho de Bering. En la zona subpolar de los Mares Nórdicos se mezcla el agua salada y cálida venida del Atlántico con el agua casi helada y más dulce llegada del Artico. En esta región subpolar se produce agua profunda (NADW), al igual que en la cuenca marina de Irminger y en la de Labrador.Los ríos, al descargar aguas dulces en el Artico, hacen disminuir su salinidad. De esta forma favorecen la congelación del Artico y moderan la circulación termohalina del Atlántico. Las cuencas se alimentan de la humedad acarreada por los vientos del Oeste. Una mayor evaporación en el Atlántico Norte y un índice NAO positivo provocan mayores precipitaciones y una mayor escorrentía. En las últimas décadas se ha observado un incremento en las cuencas siberianas pero no así en las cuencas canadienses.
La población de Iqaluit, en el Ártico canadiense. A. R. | 23-11-2011
PARA SABER MÁS:
El deshielo del Ártico
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