458 PATRIMONIO CULTURAL: SEMANA SANTA

 PATRIMONIO CULTURAL: SEMANA SANTA

Hay arte e historia, hay patrimonio, hay una cuestión identitaria (son nuestras costumbres y las defendemos) y frecuentemente se hace geografía de lo cotidiano

Forman parte de la ruta Caminos de Pasión: Alcalá la Real en Jaén, Baena, Cabra, Lucena, Priego de Córdoba y Puente Genil en Córdoba; y Carmona, Écija Osuna y Utrera en Sevilla. También dentro de la geografía española también se incluyen Orihuela, en Alicante; Lorca, en Murcia; y Viveiro, en Lugo.
El objetivo de la misma es promocionar y difundir el patrimonio cultural, tanto material como inmaterial, relacionado con las celebraciones de la Semana Santa y Pascua 

   Majestuoso, a pesar de ir montado sobre un humilde pollino y no sobre brioso corcel, Jesús de Nazareth se aproxima a la Puerta Dorada de Jerusalén. Antes ha pasado por Betania donde cenó con Lázaro y sus hermanas, y desde allí pidió que le trajeran al joven burrito de una aldea cercana, que aún no había sido montado por hombre alguno.

  El maestro florentino Giotto pinta al Hijo de Dios entrando a la ciudad amurallada con firme lentitud y sin oposición alguna. Así lo presentimos porque la multitud lo jalea y saluda con gozo y también porque en la disposición del cuadro lo hace de izquierda a derecha, que es lo más fácil o natural, según las leyes de la percepción de la Gstald.

 Para acentuar la figura de Jesús y terminar de centrarla en la escena, el artista sitúa tras él a los apóstoles con los rostros enfrentados a los de los judíos que lo reciben delante. En un segundo plano, dos chavales se suben a sendos olivos para observar mejor la escena. La maestría del florentino se atreve a dibujar a uno de ellos casi de espaldas, terminando de subirse al árbol. Esto, junto a la pata adelantada del borrico, los personajes que sueltan sus mantos en el suelo o quien levanta a media altura la rama de laurel -u olivo- hace que haya demasiado movimiento para un fresco de los primeros años del Treccento.

Giotto es  el punto de inflexión que deja atrás el estático pasado iconográfico de Bizancio y adelanta el mareante futuro del Renacimiento.
 

SEMANA SANTA


La Semana Santa es tiempo de recuerdos y tradiciones. A lo largo de los siglos, paso a paso, se ha hecho acompañar de numerosas y bien diversas costumbres que transcurren paralelas a las procesiones. Tratan de ritos, de gastronomía o de vestimenta.

Domingo de Ramos

Ya lo dice el refranero español: «En Domingo de Ramos, quien no estrena, no tiene manos». Es una de las tradiciones más extendidas en nuestro país, en la que vale cualquier prenda o complemento nuevo, de calcetines para arriba, para vestir por primera vez en este día. Quien la cumple, reza la tradición, tendrá suerte a lo largo de todo el año.

La  conmemoración de la llegada de Jesucristo a Jerusalén también se celebra llevando palmas y ramos de olivo a misa para que sean bendecidos con agua. Muchos cristianos prefieren hacerse con pequeñas cruces de palma que serán conservadas hasta el Domingo de Ramos del año siguiente.

Lunes Santo

La particularidad del Lunes Santo es, precisamente, que no tiene un hábito asentado: tanto los fieles como la propia Iglesia celebran este día desde la normalidad. La tradición surge de la mano de las cofradías. Son ellas las que recorren las calles con los pasos. En Málaga, la Legión española visita el Cristo de la Buena Muerte en la Iglesia de Santo Domingo: desde el día anterior y hasta el Miércoles Santo, lo custodian con una guardia que cambia cada cinco minutos. Una tradición que lleva celebrándose más de 50 años.

Martes Santo

En algunas zonas de España, el Martes Santo se produce un cambio en el calendario: la misa crismal del Jueves Santo se celebra este segundo día de la semana. Ocurre en Oviedo. La liturgia que preside el obispo y en donde se bendice el Crisma —aceite y bálsamo mezclados que consagran los obispos para ungir a quienes se bautizan y se confirman— se anticipó dos jornadas en Asturias porque lo costoso de atravesar montes y valles podía impedir a los sacerdotes estar de vuelta en su parroquia para la celebración vespertina de la misa principal del día, la cena del Señor, el Jueves Santo.

Miércoles Santo

El día de la traición de Judas a Jesús por 30 monedas de plata comienza en algunas partes de España ensordecido por los tambores. En Mula (Murcia), desde el último minuto del Martes Santo el tronar de los tambores inunda las calles: cualquiera que tenga una túnica negra —a veces también se lleva un capirote— y el instrumento de percusión puede participar. La tradición se remonta a mediados del siglo XIX y establece que hasta las cuatro de la tarde del Miércoles Santo seguirán clamando los tambores.

Jueves Santo

Es el día de peregrinación a los siete templos por parte de los cristianos, en una rememoración de los siete recorridos que hizo Jesús el Jueves Santo, desde el huerto de los olivos, donde fue apresado, hasta el Calvario. Actualmente, en cada una de las iglesias visitadas se realizan plegarias de perdón y agradecimientos. En Valladolid o Toledo, son frecuentes las rutas por las iglesias e incluso conventos que abren sus puertas a los peregrinos.

Viernes Santo

Es el día de gran dolor en la Semana Santa: el vía crucis y muerte de Jesús. Por eso, es tradición todavía en algunas zonas vestirse de luto, también el jueves. Las mujeres llevan un vestido negro por debajo de la rodilla y una mantilla del mismo color. Los hombres van con traje.

Sábado Santo

Este día acoge una celebración especialmente pintoresca en algunos pueblos de Valencia. Como los cristianos no podían bañarse durante la Semana Santa hasta el sábado, llegado este día se arrojaba agua a la gente que pasaba por la calle. Esta costumbre, acompañada de la de tirar vajilla vieja por la ventana, sigue viva en la Semana Santa Marinera. La destrucción del menaje simboliza el cambio de lo viejo a lo nuevo y da la bienvenida a la Resurrección de Jesucristo.

Domingo de Pascua

La resurrección de Jesús se celebra a lo largo del territorio español de diversas formas: desde la tradición «pintahuevos» de Jaén, en la que desde 1767 se pintan huevos de diferentes colores, hasta la quema de monigotes de paja, en Badajoz, pasando por «las Aleluyas» en la localidad riojana de Ezcaray, cuando tras la misa, las autoridades y el párroco lanzan caramelos y dinero desde el balcón a los fieles. Todo ello para celebrar el triunfo de Jesús sobre el pecado. 


¿A qué se deben los cambios de fecha de la Semana Santa?

La regla que se suele utilizar para calcular la fecha de la Semana Santa es la siguiente: el domingo de la Pascua de Resurrección es el siguiente a la primera luna llena que sigue al equinoccio de la primavera boreal (es decir, del hemisferio norte).

Muchas fechas religiosas (en particular las católicas) tienen su origen en la adaptación de celebraciones paganas con raíz astronómica y están relacionadas a menudo con los cambios de estación. El caso de la Semana Santa es particularmente importante pues de su fecha dependen otras celebraciones religiosas (como el Pentecostés y la Ascensión). Fijar la fecha de la Pascua de Resurrección también es importante para la sociedad civil pues algunas de estas celebraciones religiosas tienen reflejo en el calendario laboral.

Hasta el principio del siglo VI, en el cristianismo reinaba una gran confusión sobre la fecha adecuada para celebrar esta Pascua y diferentes grupos tenían sus criterios propios y diferenciados para fijarla. Aunque en el Concilio de Arlés (año 314) ya se reconoció la necesidad de fijar una fecha común de celebración para toda la cristiandad, el embrollo se prolongó hasta el año 525, cuando Dionisio el Exiguo adoptó unos criterios claros (que procedían de la iglesia de Alejandría) y emitió una normativa desde Roma.

La norma era aproximadamente la expresada más arriba. Pero así enunciada, planteaba importantes problemas a la hora de ponerla en práctica.
Un poco más complicado

Por ejemplo, el equinoccio de la primavera boreal no tiene una fecha fija, sino que puede oscilar entre el 20 y 22 de marzo y, de no calcularlo con criterios astronómicos, ello podía introducir confusiones a la hora de calcular el primer plenilunio. Por otro lado, la fecha local del plenilunio puede cambiar de un día de acuerdo con el emplazamiento geográfico. Además, para diferenciar muy claramente la Pascua cristiana de la Pascua judía, no se deseaba que ambas coincidiesen nunca en la misma fecha.

Teniendo todos estos elementos en cuenta, se estableció la regla completa (y correcta) para la determinación de la Pascua:

El domingo de Pascua es el siguiente a la primera Luna llena 'eclesiástica' (un plenilunio ficticio definido por la Iglesia mediante unas tablas numéricas) que se da en o tras el 21 de marzo.

Esta regla lleva implícito que cuando el plenilunio eclesiástico cae en domingo, la Pascua se celebra el domingo siguiente, lo cual impide que la Pascua cristiana coincida con la judía.

Afortunadamente no hay que recurrir a esta regla completa y exacta más que en contadas ocasiones y la regla simple suele funcionar para un elevadísimo número de años.

De esta regla se desprende que la Pascua de Resurrección nunca puede ser antes del 22 de marzo (cuando el plenilunio sucede un 21 de marzo que además es sábado) ni después del 25 de abril (cuando hay plenilunio el 20 de marzo y, además, el 18 de abril –fecha del siguiente plenilunio- es un domingo, lo que hace retrasar la Pascua de una semana).
Algoritmos

Durante el Renacimiento se compilaron tablas para calcular la fecha de la Pascua, algunas de ellas en función del número áureo (un irracional con muchas propiedades interesantes al que se le atribuye importancia estética e incluso mística). Pero pronto se desarrollaron diferentes algoritmos algebraicos. El más popular es el algoritmo de Gauss que permite calcular la fecha de la Pascua mediante cinco operaciones aritméticas sencillas.

El 19 de abril es la fecha más frecuente del domingo de Pascua (cae en esa fecha casi 4 veces cada cien años: el 3,87 %). Lo menos frecuente es que caiga el 22 de Marzo (solo 5 veces cada milenio) o el 25 de Abril (solo unas 8 veces por milenio).

Dionisio el Exiguo (c. 470 – c. 544), llamado así por su escasa estatura, fue un monje escita con buenos conocimientos de matemáticas que vivió gran parte de su vida en Roma donde fue miembro de la Curia Romana. Fue el encargado de establecer como año primero el del nacimiento de Cristo, ideando así el Anno Domini ("año del Señor") fundamento de las siglas AD que se añaden a los años de nuestra era (p. ej. 2011 AD, que equivale a 2011 d.C.). El Exiguo, sin embargo, cometió un error en el establecimiento del año 1, lo que lleva a la aparente contradicción de que en realidad Cristo nació en el año 7 ó 6 'antes de Cristo'.

La tradición de los huevos de Pascua, aunque con variaciones locales, está presente en un gran número de países. En la cristiandad la tradición se impuso muy posiblemente como una consecuencia de la Cuaresma. Tras 40 días de ayuno, se produciría en la despensa una acumulación de huevos que convenía consumir después. Los más recientes se consumirían normalmente, pero los más antiguos se cocerían para conservarlos más tiempo, decorándolos a continuación.


 La Semana Santa va precedida por la Cuaresma, que finaliza en la Semana de Pasión donde se celebra la  eucarestía   en el Jueves Santo, se conmemora la Crucifixión de Jesús el Viernes Santo y la Resurrección en la Vigilia Pascual durante la noche del Sábado Santo al Domingo de Resurrección. 

 
La última Cena 

Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los apóstoles y les dijo «Yo tenía gran deseo de comer esta pascua con vosotros antes de padecer. Porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios, porque uno de vosotros me traicionará»
La afirmación de Jesús «uno de vosotros me traicionará» causa consternación en los doce seguidores de Jesús, y ese es el momento que Leonardo representa, intentando reflejar "los movimientos del alma", las distintas reacciones individualizadas de cada uno de los doce  apóstoles: unos se asombran, otros se levantan porque no han oído bien, otros se espantan y, finalmente, Judas retrocede al sentirse aludido.
  
File:Leonardo da Vinci (1452-1519) - The Last Supper (1495-1498).jpg
 Leonardo da Vinci (1452-1519) - 




La Última Cena, de Salvador Dalí, está en una pared de la National Gallery de Washington.

Jesús imberbe, explica a los apostoles abatidos. Frente a él, sobre la mesa iluminada por el sol del amanecer  la cena  fruga´.
La estancia parece estar en medio de un dodecaedro  símbolo platónico del universo, la fórmula de la belleza y, como sospechábamos, una especie de ecuación religiosa.


En la Historia del Arte, la representación de la Última Cena ha discurrido por tres temas principales: el anuncio de la traición y la discusión de los apóstoles; el melancólico adiós al líder cercano y, la que elige Dalí: la mística institución del sacramento.



Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado».

Ningún historiador serio duda hoy de la veracidad de la muerte de Jesucristo que recogen los cuatro evangelios y mencionan textos de autores no cristianos como el historiador judío Flavio Josefo que afirmó en sus escritos a finales del siglo I que Pilato «lo condenó en la cruz» (Antigüedades Judías 18,63) o el romano Tácito que informa poco después en sus Anales que «había sido condenado a la pena capital por orden de Poncio Pilato durante el principado de Tiberio»

Marcos 15:16-21:
 Entonces los soldados le llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la compañía. 17 Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas, 18 comenzaron luego a saludarle: ¡Salve, Rey de los judíos! 19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias. 20 Después de haberle escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le pusieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle. 21 Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevase la cruz.

           Lucas 23:20-26:

 Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; 21 pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale! 22 El les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré. 23 Más ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron. 24 Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían; 25 y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos. 26 Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.


La crucifixión de Mantegna 




La expresividad excesiva de algunas de las figuras y en la minuciosidad "fotográfica" de los ropajes. Las tres cruces son el elemento principal de la composición, partiendo de la cruz ocupada por Cristo un camino que asciende hacia la ciudad de Jerusalén que observamos al fondo, junto a una montaña de gigantescas proporciones. Las Santas Mujeres expresan su dolor de forma dramática mientras que, a la izquierda de Cristo, los soldados se entretienen jugando a los dados. Un oficial a caballo eleva su mirada para contemplar el sufrimiento de uno de los ladrones mientras en la zona de primer plano un soldado hace guardia. Las figuras están dotadas de un aspecto escultórico sensacional, acentuando la anatomía desnuda de Cristo y sus compañeros de martirio gracias a la iluminación empleada. Ese aspecto escultórico también se extiende a las rocas y al paisaje, denominado por algunos autores el "estilo pétreo". La perspectiva es otra de las preocupaciones del maestro, creando unos efectos de profundidad soberbios, con un punto de vista bajo que otorga mayor grandiosidad a los personajes.



También Pieter Bruegel, el Viejo,  pintar la crucifixión como  un fresco de los Países Bajos en 1564




Descendimiento. Caravaggio




Hay dos focos de luz en esta lección de teatro. Uno, más abajo y más a la izquierda del propio vértice inferior izquierdo del cuadro. Otro, también a la izquierda, pero su haz ataca desde un punto perdido más allá del vértice superior. Éste último, aunque venga de arriba, debe ser luz natural porque dicen que Caravaggio pintaba con “luz de sótano”. Por lo tanto, la luminosa diagonal que asciende desde el vértice inferior izquierdo al superior derecho y se detiene sobre el cerúleo cadáver y su sábana ha de ser la luz sobrenatural. Al fondo y hacia la derecha todo es tiniebla.

Seis son los actores que componen la escena. La elección de los dramatis personae es la adecuada. De las tres marías, la mayor y una de las jóvenes no pueden dejar de fijar la mirada en el finado, conscientes de que de poco sirve ya cualquier lamento. La otra levanta las manos hacia la nada negra del cielo, pero tampoco espera cosa alguna porque su mirada está perdida y su llanto ahogado. Sin embargo, las palmas de esas manos elevadas le sirven al pintor para que rebote la luz y caiga hacia el pecho de Jesús: Caravaggio es un gran escenógrafo.
Los dos hombres depositan el cuerpo del Redentor con una tensa mezcla de mimo y esfuerzo. Juan se ocupa de sujetarlo por el torso; su mano derecha le rodea la espalda hasta tocarle la llaga del costado que ya no sangra, que no dolerá más. Nicodemo, barbudo y algo patibulario, baja a Jesús sosteniéndole por las corvas de sus piernas flexionadas y nos mira. Sí, este actor mira al público y parece pedirle que participe, que interactúe. Caravaggio, el dramaturgo, se adelanta unos siglos a Bertold Brecht, a Antonin Artaud o al mismísimo Peter Brook.
De hecho, la piedra, la tarima donde se desarrolla la acción, es un escenario cercano, rectangular y movido hacia un lado, con el vértice en nuestras narices. A nosotros -espectadores- nos han colocado en la primera fila del patio de butacas, más abajo de la escena, muy cerca… más, casi en la fosa de la orquesta, más aún: en la concha del apuntador…
…o en la tumba a donde irá a parar el muerto.
Hay vivos desolados en este cuadro y un cadáver de venas y músculos inútiles con la boca entreabierta por donde se ha escapado el aire. Poca santidad o divinidad reflejan estos personajes. Menos mal que conocemos su historia. La Iglesia de la Contrarreforma debió ver en esta naturalista manera de pintar una buena lección para los fieles dudosos y así la guarda en los Museos Vaticanos por si queremos ir y pasar miedo.
Juan José Fernández Palomo (Cordopolis)


 
File:Andrea Mantegna - Beweinung Christi.jpg

Andrea Mantegna - Beweinung Christi

Mantegna decide que primero nos fijemos en los pies y las manos exangües, que busquemos después el rostro sereno, girado eternamente ya a la derecha, que reparemos más tarde en el pecho, el diafragma hundido, ya su izquierda la madre desolada


 La Resurrección no pertenece al ámbito de la historia, pero sí hubo un cambio de actitud en sus discípulos, una transformación que «no se puede explicar fácilmente desde el punto de vista histórico si no es desde un acontecimiento verdaderamente extraordinario» Según ellos dijeron, Jesús había resucitado. A la luz de quienes creyeron en la Resurrección se escribieron los primeros relatos sobre la Pasión de Cristo.

Resurrección por Grünewald.

«Durante el periodo inicial los discípulos de Jesús no sintieron la necesidad de poner por escrito lo que estaban viviendo (...) Solo cuando habían desaparecido aquellos que habían sido testigos de la vida de Jesús o cuando las comunidades sintieron la necesidad de conocer sus orígenes comenzaron los discípulos a escribir sus recuerdos». Los historiadores coinciden en señalar que existió una narración previa al primero de los evangelios, el de Marcos, que de confirmarse su existencia sería junto con el denominado Documento Q  la narración más antigua. Marcos incorporó este relato en sus escritos hacia el año 70 d.C. y en él se inspirarían después Mateo y Lucas. También Juan se habría basado en este relato previo que recordaba los últimos días de Jesús puesto que coincide esencialmente en esta parte de su evangelio con los otros tres, los llamados sinópticos. La visión teológica de cada uno impregna su narración, empedrando el texto con alusiones a las Escrituras y añadiendo simbología para explicar el mensaje que querían transmitir.


  UN VIAJE SANTO 

 Al misterio del Santo Sepulcro en Jerusalén

Por algún secreto designio del destino, las tres grandes religiones monoteístas del planeta tienen sus raíces o una parcela secular en Jerusalén, conseguida a sangre y fuego, así que es 'terra sancta' para todas. Quienes más la visitan, sin embargo, son los cristianos porque aquí se encuentra el lugar más sagrado de su fe: el Santo Sepulcro.


¿Estuvo alguna el cuerpo de Jesús en el Santo Sepulcro? 

Éste es un asunto sin resolver desde hace veinte siglos. La Iglesia lo explica con el dogma de la Resurrección, piedra angular de la fe cristiana, pero hay científicos e historiadores que se inclinan por pensar que Jesús tal vez no llegó a morir en la cruz. Lo cierto es que nadie vio su cuerpo en el sepulcro y que el Mesías se apareció días mas tarde a alguno de sus seguidores en carne mortal. No es extraño que con tantos misterios flotando en el aire sean millones los creyentes que visitan todos los años el lugar más sagrado de la cristiandad.
Jerusalén se extiende hoy, blanca y fascinante, sobre los montes que asoman al desierto de Judea. Desde la distancia de sus miradores parece una ciudad joven y aseada, pero es una de las urbes más antiguas del mundo y, desde luego, de las más castigadas por la historia. Por algún secreto designio del destino, las tres grandes religiones monoteístas del planeta tienen sus raíces o una parcela secular aquí, conseguida a sangre y fuego, así que es terra sancta para todas. Quienes más la visitan, sin embargo, son los cristianos porque aquí se encuentra el lugar más sagrado de su fe: el Santo Sepulcro.
Rodeado de leyendas y misterio, el Gólgota, donde murió Jesús, y el sepulcro, que prestó José de Arimatea para acoger su cuerpo, atraen desde el siglo IV a peregrinos llegados desde las cuatro esquinas del globo que se sorprenden al descubrir que ambos lugares, que imaginaban de mayores dimensiones y más apartados entre sí, caben dentro de una sola iglesia.
Parece que la pequeña comunidad cristiana de Jerusalén ya celebraba ceremonias litúrgicas sobre la tumba de Jesús desde su muerte hasta la llegada de Adriano, en el año 66, quien decidió levantar en el lugar un templo a Afrodita. La cosas cambiaron radicalmente con la conversión de Constantino en el año 312 de nuestra era. Su madre, Elena, viajó a los Santos Lugares y, con el entusiasmo del converso, decidió levantar iglesias en cada uno de ellos. Así surgieron los cuatro primeros templos de la cristiandad, la Iglesia de la Ascensión, en el Monte de los Olivos; la Natividad, en Belén; otro, ya desaparecido, en Hebrón y, el más importante de todos, la Iglesia del Santo Sepulcro, sobre las ruinas del templo de Afrodita ¡y del sepulcro de Jesús!
El Gólgota, o Calvario, no era más que un promontorio rocoso extramuros de la ciudad, en cuyas grietas solían encajarse las cruces de los crucificados. El lugar era también una especie de cementerio en el que los más pudientes poseían cuevas naturales o labradas a mano, a modo de panteones familiares. Cada cueva consistía en un angosto pasadizo, a cuyos lados se habían excavado pequeñas oquedades donde se depositaban los cadáveres. José de Arimatea, un seguidor de Jesús, ofreció el suyo para acoger el cuerpo del Mesías.

Cuestión de fe

Dejemos aparte la controversia sobre si Jesús murió realmente o no, en la cruz, si su cuerpo fue depositado en el sepulcro de José o llevado, aún con vida, a otro lugar seguro para su recuperación, como opinan otros. Lo cierto es que nadie lo vio en el sepulcro y lo siguiente que sabemos de él es que se apareció misteriosamente a algunos seguidores. En ese hecho centra el cristianismo el misterio supremo de su fe, la Resurrección del Cristo.
Como se trata de una creencia sustancial de la mayor religión del mundo y mueve tan profundas emociones, no queda más remedio que respetarla sin entrar a valorarla. Lo cierto es que, veinte siglos después de aquellos hechos, millones de fieles acuden todos los años a orar ante el misterio y a tocar la losa sobre la que se depositó el cuerpo de Jesús al ser descendido de la cruz.
De la iglesia que construyó Elena en el siglo IV poco queda. Los cruzados le dieron la vuelta y la reorientaron como mandaban los cánones eclesiales de la época, ya regidos con mano firme desde Roma. Las distintas escisiones del tronco común cristiano, coptos, ortodoxos griegos, armenios, protestantes, católicos, etc., tienen su capillita y su parcela en un templo feo por fuera, pero con una extraordinaria carga emocional en el interior.

El Calvario

Arriba, en lo alto del Gólgota, es decir, a la altura del coro, unos cristales dejan ver la roca, con sus grietas, donde supuestamente crucificaron a Jesús. Abajo, en la nave central de la basílica, una cola inconmensurable marca inequívocamente el lugar donde se dice que fue depositado su cuerpo. Sobre este punto, la controversia es menor. La prestigiosa Oxford Archaeological Guide to the Holy Land se pregunta retóricamente: «¿Es este el lugar donde Cristo murió y fue enterrado? Probablemente, sí», mientras el arqueólogo judío Dan Behat sostiene que «no hay seguridad absoluta de que la Iglesia del Santo Sepulcro se encuentre sobre el lugar donde murió y fue enterrado Jesús, pero no se sabe de otro sitio más plausible».
Bien, todo políticamente correcto, pero como la fe se basa en certezas, y no en incertidumbres, la cristiandad, en su conjunto, ha decidido que éste es el lugar, y no otro, de modo que los fieles puedan expresar sus sentimientos y devoción con total convencimiento. Aunque en las largas filas que esperan para tocar la piedra del Calvario o la losa que cubre el sepulcro de Jesús se junta una variada fauna de curiosos, turistas, místicos, devotos y esotéricos, en el tramo final, cuando cada uno se arrodilla y alarga su mano para depositarla sobre una superficie pulida por el manoseo, nadie puede evitar acercarse a ese rincón de la mente donde anida lo mágico, donde viven las supersticiones y donde la fe encuentra su mejor acomodo. Un territorio, por supuesto, vedado a la razón.
Es muy revelador ver a los devotos salir del sepulcro tras haber estado tan cerca del lugar donde el Hijo del Hombre cruzó, en viaje de ida y vuelta, esa tierra de nadie que separa la vida de la muerte. Su rostro refleja exactamente el calado de sus sentimientos. Cuanto más viva y sincera es la fe que les guía, mas transfigurado aparece su semblante. Los que albergan dudas muestran, en cambio, cierta perplejidad, mientras los descreídos y superficiales lucen una sonrisa triunfal, como diciendo «¡He estado allí!», una muesca más en su larga lista de sitios célebres visitados.

Francisco López-Seivane, en Ocholeguas.com, 23/05/2011 

  PROCESIONES
Resulta muy complicado saber cuándo y cómo se celebró la primera procesión del cristianismo. El Antiguo Testamento cuenta que Dios ordenó a Josué la organización de siete grandes procesiones alrededor de las murallas de Jericó. Y en el Nuevo Testamento se describe al propio Jesucristo entrando de forma procesional en Jerusalén, rodeado de una multitud de seguidores. Pero, ¿cuándo heredan los cristianos esta tradición bíblica?, ¿cómo realizaban estas manifestaciones de religiosidad populares si su religión estaba prohibida?, ¿cuándo aparecieron los primeros pasos?
Antes de la aparición del cristianismo ya había procesiones, llamadas «pompas», nombre griego que recibían los cortejos o comitivas en las que tomaban parte carrozas, coros, músicos o bailarines, para honrar a sus dioses paganos.

Con el paso del tiempo, la Iglesia irá filtrando y depurando estas reminiscencias paganas hasta adoptar un estilo «militarista», posiblemente por la influencia del Imperio romano. De hecho, el término «processio» es sinónimo de «marchar» o «marcha en sentido militar», un aspecto que queda reflejado en la cruz que comenzaría a abrir las procesiones como símbolo victorioso del «Cristo, vencedor de la muerte», que venía a sustituir al estandarte que portaba la legión romana.
En los primeros siglos, la Iglesia hizo suya esta tradición, pero tuvo que restringir cualquier manifestación pública debido a las crueles persecuciones a las que eran sometidos sus valientes miembros. 
«En España no tenemos testimonios de las primeras procesiones hasta el siglo III y IV – ya que antes, además de perseguidos, los cristianos eran poquísimos. Fue a partir de entonces cuando comenzamos a tener noticias de ellas por los viajeros, según los cuales, no eran masivas».
Aquellas primeras manifestaciones furtivas surgieron fruto de la admiración por los primeros mártires, a los que querían rendir cristiano homenaje mediante el traslado solemne de sus restos mortales y de sus reliquias de un lugar a otro, en grandes peregrinaciones que se producían a escondidas y en cualquier época del año.
En los siglos V y VI nacen las primeras cofradías, que serán las grandes promotoras de las procesiones al amparo de los santuarios. «Las más antiguas son las que se vinculan a las grandes tumbas de los mártires, para cuidar los nuevos santuarios que surgen en el enclave donde el mártir fuera martirizado o enterrado. Antes no existían, ya que algunos pequeños sínodos provinciales las rechazaron por asemejarse a las asociaciones paganas»
Desde el siglo VIII en adelante, las cofradías van ganando terreno, surgiendo otras nuevas al amparo de diferentes colectivos. Las hay de origen nobiliario, para asegurar ciertos privilegios de la nobleza; de origen episcopal, fundadas por los obispos por obligación de los concilios para que se ocupen de los muertos y de los enfermos de cólera, tifus o sífilis; de origen étnico, creadas por grupos como los esclavos negros de Sevilla, los sevillanos en Mallorca o los riojanos en Úbeda o Baeza; cofradías como remedio al «castigo divino» de las grandes epidemias, como la peste negra, o cofradías de origen gremial, que surgen en los siglos XII y XIII. «Organizan una fiesta anual que incluye misas y procesiones en torno a su santo patrón, como San Crispín y San Crispiniano para los zapateros o San Lucas para los médicos», cuenta Amezcua.
Durante mucho tiempo, las procesiones  se celebraron dentro de los claustros y no empezaron a salir a la calle hasta los siglos X y XI, en una conquista del espacio urbano que se produjo de forma progresiva.

Las procesiones en Semana Santa


GOYA: PROCESIÓN DE FLAGELANTES

Según explica  Antonio Bonet, las procesiones exclusivas de la  Semana Santa  surgen con la aparición de las cofradías de ámbito penitencial a finales del siglo XIII. 
«En España se vinculan con la llegada de los franciscanos y dominicos. Son cofradías vinculadas con la sangre y el rosario, congregaciones de flagelantes que no llevaban prácticamente imágenes, solamente alguna cruz y, posteriormente, algún crucificado».
«La implantación de las primeras procesiones dominicas, aún sin pasos , fue muy complicada por las quejas que recibió su filosofía de la sangre. Los flagelantes iban, muchas veces, más por el espectáculo, lo que fue derivando en abusos, en el sentido de que se convierte prácticamente en un espectáculo sangriento y no en esa especie de origen de la salvación a través del castigo».
«El Concilio de Letrán, en 1215, permitirá que dicha penitencia sea pública en las cofradías, pero con la obligación de que sea anónima para que nadie presuma de ello, ni trate de ganar algún prestigio. Por eso se impone el antifaz, para que para que todos sean iguales ante el hecho penitencial, desde el noble o el duque hasta la prostituta»,

La imagenes, un elemento tardío


Hasta el Concilio de Trento (1545-1563) y, especialmente, a partir del siglo XVII, no surge la imaginería en torno a las procesiones tal y como las vemos hoy en día. Se trataba únicamente de los cofrades flagelándose mientras se paseaban por la calle. «Será este concilio en el que se establezca cómo tienen que ser algunas imágenes. Eso no quiere decir que no dejen libertad a los artistas, pero sí dicen cómo tiene que ser la tipología»
A diferencia de otros lugares del mundo, en España no hubo problemas para las cofradías que quisieron sacar los primeros pasos con imágenes a la calle.
Como hemos visto, no fue fácil su implantación en España, pero ni las persecuciones, ni la ocultación en los templos, ni las críticas pudieron con esta tradición que cumple ya casi dos milenios. A pesar de las modificaciones introducidas en los periodos recientes, lo cierto es que el sentido procesional sigue respondiendo para muchos creyentes al que le dieron aquellos primeros seguidores de Cristo perseguidos.

Esta semana tiene dos escenarios: el templo y la calle. 

En el templo se escenificaba una liturgia de larga duración, en oración, predicación, vigilia y alumbrado. Los templos se convierten en verdaderos museos. 

La procesión ofrece en la calle la muchedumbre de los asociados, encerrados en sus túnicas, con el rostro cubierto y las espaldas al aire para recibir los golpes de flagelo de sus hermanos; y en los claros que dejaban los penitentes se situaban los pasos, que constituían los episodios de la Pasión de Cristo en Jerusalén

Cada cofradía organiza sus procesiones y dispone de pasos propios. Escogen los itinerarios más adecuados a la finalidad. Las procesiones se celebran de día y de noche, pero en todo caso lucen las hachas de los penitentes. Las cofradías portan insignias acreditativas, como banderas y estandartes. Se instalan en el cortejo cofrades que hacían sonar trompetas que emitían sones funerales, mientras el tambor resonaba lejano y grave. 

La muchedumbre de fieles abarrotan las calles, participando con sus lloros y clamores; increpando a los sayones, protestando de tanta ruindad. La procesión integra a penitentes y fieles. Hoy la  llegada del turismo ha convertido el paisaje y se ha convettido en más festivo


En la iglesia la  imagen titular  que se acogerá a la capilla central de la cofradía, ocupando la hornacina principal. Pero otro repertorio se fomenta. Se trata de los pasos procesionales hechos específicamente para la escenificación de la Pasión durante la Semana Santa. No hay que confundir estos pasos de carácter propio procesional, con otras imágenes que salían ocasionalmente en procesión.

 El autor imaginero aparece referido como escultor o como imaginero o imaginario, esto es, fabricante de imágenes de escultura. Se especifican las condiciones temáticas al efectuar el encargo y se hace hincapié en que fuera hecha la obra para mover a devoción. El Concilio de Trento ponía énfasis en que las escenas debían atenerse a los relatos del Evangelio o del Santoral, pero la expresión quedaba en manos del artista. Lo que se desea expresar es que en una obra de esta clase debía primar la emoción religiosa sobre la pura belleza artística. Pero en la práctica se ha venido a demostrar que emoción y calidad artística se mantienen en consonancia. 

Hay que distinguir entre el paso de una sola figura y el de varias. El que sólo dispone de una figura se comporta como una imagen más ofrecida al culto, salvo que tiene que estar tallada por detrás para poder ser vista en todo su perímetro. En los pasos de varias figuras la composición y el peso representaban los principales escollos. Primeramente se ensayaron pasos de cartón y lino, con cabezas y manos de madera. Esta ligereza permitía organizar grandes conjuntos de figuras. En Sevilla se usó asimismo la pasta, es decir, una amalgama que se endurecía, permitiendo el modelado. La ascendente calidad de los pasos determinó la imposición de la madera policromada, si bien las esculturas eran ahuecadas para hacerlas más ligeras y al propio tiempo evitar las resquebrajaduras.  
Se imponen los elementos postizos . Dientes de pasta, ojos de cristal, espadas metálicas y telas naturales colaboraban en el efecto de verosimilitud. Si se trataba de conmover, provocando en los espectadores una reacción ante los ultrajes de Cristo, sin duda las vestiduras postizas hacían más convincente el efecto de actualización de los acontecimientos de la muerte de Cristo. Pero se prefirió la vestidura postiza para la imagen solitaria, sobre todo de la Dolorosa y el Nazareno.
El paso de varias figuras comporta una puesta en escena, una ocupación del espacio. El grupo ha de contemplarse en la calle, con diversidad de puntos de vista. Se le divisará de lejos, pasará de perfil y comenzará a contemplarse el dorso; en los cruces girará. 


Los Nazarenos  de Sorolla. obra porque no es muy habitual un tema religioso en el Impresionismo, aunque sí los temas costumbristas. Quizás hayan coincidido estas dos temáticas porque en España tienen lugar las procesiones . Esta pintura es una mezcla de ambas, en donde el artista valenciano representa a la cofradía de los Nazarenos de la Carretería con la Virgen del Rosario de Montesión (la que pintará otras dos veces más) procesionando por las calles de Sevilla. Joaquín Sorolla en esta obra resalta el negro del hábito (luto) mediante el contraste con la luminosidad de la calle.

Las cofradías

El origen de las cofradías de Semana Santa tiene lugar en el momento en el que la devoción y la contemplación a la imagen de Jesús se centra más en el hombre, sin dejar de lado su concepción divina. A grandes rasgos, podríamos decir que esto comienza a suceder durante el siglo XIII. Anteriormente, la devoción estaba fijada más en la concepción divina. Se suele situar la figura de San Francisco de Asís como comienzo de ese nuevo acercamiento a Jesús. Su carácter humano se expresa desde su nacimiento hasta su Pasión y muerte en la cruz.

La Pasión se centra en esa capacidad de Cristo para sufrir el dolor, y el acercamiento al resto de su vida como un ejemplo de que es un hombre que crece y tiene necesidades. La influencia de S Francisco de Asis se extiende a los siglos posteriores. Empieza así a desarrollarse una recreación centrada en el atormento moral de la Pasión.

Esa es la explicación teológica que sustenta la aparición de estas cofradías en el primer cuarto del siglo XVI. Las cofradías de Semana Santa nacieron por tanto para contemplar la Pasión y Muerte de Cristo.


Dentro de las cofradías de Semana Santa se pueden distinguir diferentes tipos. Las cofradías del Crucificado, entre las que hay que destacar las cofradías de Vera Cruz. Comienzan a desarrollarse en el último tercio del siglo XV. Primero de manera muy artesanal. Los primeros grupos llevaban apenas un pequeño crucificado portado a mano. Muchas de ellas tenían su propia capilla y gestionaban sus propios hospitales. Así, las cofradías de crucificados surgen con toda plenitud en el siglo XVI, se mantienen durante los siglos XVII, XVIII y XIX. Su resurgir hay que enmarcarlo en la segunda mitadl del siglo XX.

El otro tipo de cofradías que hay que destacar son las de Jesús el Nazareno. También originarias del siglo XVI, pero toman mucho protagonismo en los siglos XVII y XVIII, aunque en el siglo XIX, como todas las cofradías perdieron fuerza. En sus orígenes, las cofradías del Nazareno procesionaban durante la madrugada del Viernes Santo, terminando con el encuentro entre las imágenes del Nazareno y de la Virgen.

Existen muchos otros tipos  entre las que cabe mencionar las que conmemoran la entrada de Jesús en Jerusalén, la oración de Jesús en el monte de los olivos o la que recrea el cautiverio del mesias.
Con anterioridad a todo esto, sí podemos decir que los siglos XII y XIII tienen cierta tradición cofradiera. Se caracterizaron por la fundación y el desarrollo de cofradías de santos y de la virgen 

María 
Después del desarrollo de las cofradías de Semana Santa en el siglo XVI, la época barroca del XVII trae consigo una variedad de estas: las cofradías de Jesús el Nazareno, a la vez que decaen las presentaciones del crucificado. A final de ese siglo, en sintonía con la crisis general de España, las cofradías sufren una crisis de las que se irían recuperando lentamente, destacando el desarrollo de las cofradías románticas en el último tercio del siglo XIX, que continuarían su desarrollo hasta la crisis de los años 30. Así, las cofradías de crucificados surgen con toda plenitud en el siglo XVI, se mantienen durante los siglos XVII, XVIII y XIX. Su resurgir hay que enmarcarlo en la segunda mitadl del siglo XX.

  UNA GUÍA SELECTIVA  DE ARTE PROCESIONAL

A) LEVANTE

 Los Salzillos de Murcia. La mañana del Viernes Santo salen a las calles las hermandades en las que la procesión se ordena, nueve, más una suplementaria que desfila en primer lugar, de «Promesas», compuesta por ciudadanos devotos. El nombre con el que es conocida popularmente se debe a que fue Francisco Salzillo el escultor de las imágenes durante el s. XVIII. La Cena del Señor, La Oración en el Huerto, el Prendiemiento, Jesús en la columna, La Santa Mujer Verónica, la Caída, Nuestro Padre Jesús Nazareno, El Apóstol San Juan y La Dolorosa.

www.7rm.es

B) ANDALUCÍA


 Gran Poder (obra de Juan de Mesa del año 1620


El Gran Poder» es una de las imágenes más veneradas en la Semana Santa sevillana, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional. Este Cristo sale a hombros gracias a los 35 costaleros que participan en la popular madrugada del Viernes Santo, representando el ajusticiamiento de Cristo al amanecer en Jerusalén, que recorrió la Vía Sacra para llegar al Calvario. La procesión dura unas siete horas.
 JUAN FLORES
Este paso representa a Jesús con la cruz en el hombro. La imagen está realizada en madera de cedro, es de estilo barroco y lleva una túnica morada, con detalles en oro de ley y piedras. Su cara refleja el peso de la cruz, es decir, el sufrimiento del hombre en la Tierra.

la Virgen Esperanza Macarena (obra anónima datada a finales del XVII o principios del XVIII) ).
Esta imagen, que data del siglo XVII, es espectacular por su corona de oro, el manto de tisú que lleva o las joyas con las que va adornada. Treinta y seis costaleros se encargan de sacar este paso desde su basílica. 
jesús spínola

La procesión de Mena y su vinculación con la legión en Málaga. Es quizás la talla más emblemática de la ciudad, el Cristo de la Buena Muerte

  Jesús Cautivo.en Málaga
JORGE ZAPATA (EFE)
Jaén y su «Abuelo»
«Por el momento es obra anónima, si bien hay fundadas razones para adjudicarla al taller del escultor jiennense Sebastián de Solís». Cuando llaman al «abuelo» no se refieren al Señor sino a la leyenda del anciano que supuestamente lo talló de un tronco de árbol en una hospedería en una sola noche. Por la mañana nadie lo había visto salir, en la habitación sólo estaba la imagen de Jesucristo. Este año celebra la hermandad su 425 aniversario en su ya habitual madrugada del Viernes Santo.
  
Nuestra Señora de las Angustias, Córdoba 

Nuestra Señora de las Angustias. Esta imagen, con el rostro bañado en lágrimas, representa el dolor más absoluto. En su regazo sostiene a Cristo muerto.

C) CASTILLA

Valladolid es la cuna de la imaginería castellana por excelencia con Gregorio Fernández y Juan de Juni como sus máximos exponentes. La talla conocida como la "perla" de Gregorio Fernández, el "Cristo de la Luz" da nombre a esta procesión que parte del Colegio de Santa Cruz, sede del Rectorado de la Universidad de Valladolid, el Jueves Santo. El "Cristo de la Luz" es una imagen de Jesús, ya muerto en la cruz, con la cabeza inclinada hacia el lado derecho y con los ojos y la boca entreabiertos. A pesar de no hallarse documentado, la expresión de dolor en su rostro, cercana a los famosos cristos yacentes del escultor, bien puede asegurar que es obra de Gregorio Fernández, fechada entre los años 1622 y 1632.

Valladolid saca el museo a la calle
 La Sagrada Pasión del Redentor es la procesión general del viernes santo por la tarde. Participan todas las cofradías de la Semana Santa de Valladolid (19) y sus 32 pasos, y a través de ellas se puede revivir toda la Pasión de Jesucristo. Las mejores piezas de la escultura castellana, sobre todo de la Edad de Oro (S. XVII) con muchas de Gregorio Fernández.  

 Gregorio Fernández

"El grupo central, en el que se encuentra la Virgen y Jesús, está compuesto en diagonal. La Virgen eleva el brazo derecho en señal de dolor, mientras con su mano izquierda sostiene al Hijo, que se apoya en su regazo. Ambos están tratados con belleza y elegancia, mientras que los dos ladrones suponen un magnífico estudio anatómico. Dimas, el bueno, tiene una actitud serena y su rostro, tranquilo, se dirige hacia el grupo central. Gestas, el malo, con el cuerpo más crispado, el pelo agitado y un rostro desagradable, tiene la cabeza vuelta hacia el espectador." (ArteEspaña).
La combinación de realismo naturalista como el refinamiento de sus anatomías crea unas figuras que muestran un hondo sentir, un dramatismo alejado de la morbosidad de la sangre o del sufrimiento exagerado. La fuerza de la expresión recae en rostro y manos mientras los cuerpos, magníficamente modelados, buscan más mostrar la perfección técnica y anatómica.
Para reforzar este naturalismo, este patetismo, Fernández utiliza técnicas propias de su momento como son postizos muy variados, desde vidrios en ojos hasta corcho para crear sangre coagulada. Igualmente, viste a sus figuras con amplias vsteiduras que permiten modelar los cuerpos de manera más rotunda. El abandono del oro, de las técnicas de esgrafiado y del estofado, la vuelta a colores más naturales y menos brillantes dotan a sus obras de un mayor realismo y cercanía al espectador.


CÓRDOBA

Córdoba presenta un amplio patrimonio espiritual. La ruta por las iglesias, ya sean bajomedievales, también llamadas fernandinas, ya de otras épocas presentan un amplio recurso.

PARA SABER MÁS, VER:
Altares, hornacinas, rejas, placas, candelarias y relicarios (Piedras, Lignum Crucis, verdadera espina, huesoss, cabellos de beatos y santos), pasos y cortejos,  hermandades
La Semana Santa de Córdoba 

Las campanas de San Lorenzo anuncien, un año más, el inicio de la Semana Santa de Córdoba.Aunque los pregones ya han sido anunciados y los vias crucis de viernes santo se hacen presentes.

Las procesiones enmarcadas en el Casco Histórico posibilitan la búsqueda del encuadre que da la callejuela, La saeta surge espontánea. Y ya a su paso por la carrera oficial el despliegue efectista luce en su esplendor. El cordobés discurre entre el tumulto festivo y el silencio confrade. Pasión y fiesta báquica.




El cortejo comienza, los nazarenos siguen a la cruz, los cristos, las vórgenes, los nazarenos cual flagelantes que piden el cumplimieno de la promesa, los cirios,los inciensos, las velas, orfebrerías y palios,  las múscias, la saeta, las gentes a la espera de la procesión de penas y alegrías, todo acompaña para el éxtasis de los sentidos y la espiritualidad andaluza.

PARA SABER MÁS, VER:
PATRIMONIO ETNOGRÁFICO. FIESTAS. SEMANA SANTA DE CÓRDOBA

HIS-ANTIGUA-CRISTIANISMO
-- HIS-ANTIGUA-CRISTIANISMO-EL BAILE DE SAN VITO

ART-PALEOCRISTIANO
PATRIMONIO CULTURAL: LA NAVIDAD
PATRIMONIO CULTURAL: SEMANA SANTA
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario