Celtiberos
Silio Itálico cuenta en sus Púnicas: “Vinieron también los celtas asociados en el nombre de íberos. Honor es para ellos caer en la pelea, pero creen execrable incinerar el cadáver. Creen que el cuerpo irá al cielo con los dioses si es pasto de los buitres.”
cascos de origen celtíbero procedentes, según los expertos, del yacimiento zaragozano de Aranda de Moncayo,
El cuanto a armamento y vestimenta, Diodoro de Sicilia, por la descripción de Posidonio, nos cuenta lo siguiente: “Muéstranse en la guerra no sólo buenos jinetes, sino también infantes excelentes por su empuje y su resistencia. Llevan capas negras y ásperas, de una lana parecida a la de las cabras salvajes. Algunos de los celtiberos se arman con escudos galos, otros, en cambio, llevan grandes escudos redondos del tamaño del aspis griego. En sus piernas y espinillas trenzan bandas de pelo, y cubren sus cabezas con cascos de bronce adornados con crestas de color escarlata. Usan también espadas de dos filos, forjadas con excelente hierro, y puñales de un palmo de longitud, de los cuales se sirven en los combates cuerpo a cuerpo. (…) Y como combaten a pie y a caballo, cuando han vencido luchando a caballo se apean y, adoptando la formación de la infantería, dan combates singulares.”
Son seguramente las tribus de raigambre celta más importantes de la Península Ibérica. Tenían ya en el siglo III a.C. una importante relación con los pueblos íberos de la meseta y del levante, por lo cual ciertos autores de la antigüedad los consideren a todos ellos como celtíberos. De su importancia hablan autores como Posidonio, Diodoro, Polibio o Tito Livio.
Se discute mucho si se produjo un desplazamiento, una conquista, una alianza, asimilación, pacto o fusión entre celtas e íberos (de buen grado o como siervos).La cultura de los celtíberos hizo suya la herencia de los iberos, de quienes adoptaron el sistema de escritura. Tras la caída de Numancia en el 133 a. C., su territorio pasó a formar parte de la provincia romana Hispania Citerior.
Aunque la reducida información sobre
el final de la Edad del Bronce en la
Meseta Oriental dificulta la valoración
del substrato en la formación del mundo
celtibérico, ciertas evidencias confirman
la continuidad del poblamiento,
al menos en la zona donde el fenómeno
celtibérico irrumpe con mayor
fuerza: el Alto Tajo-Alto Jalón-Alto
Duero, constatándose igualmente
aportes étnicos de grupos de Campos
de Urnas procedentes del valle del
Ebro, que quizás fueran portadores de
una lengua indoeuropea precedente
de la celtibérica, documentada únicamente
a partir del siglo II a.C.
En torno al siglo VI a.C., se registran
en las altas tierras de la Meseta Oriental
y el Sistema Ibérico, en lo que se
conoce como Celtibérico Antiguo (h.
mediados del siglo VI - mediados del
V a.C.),
Surge un buen número de poblados, generalmente de tipo castre- ño, que constituyen los primeros asentamientos estables en este territorio. Aunque hay pocos datos sobre este tipo de hábitat, se documenta ya desde esta fase el tipo de poblado de casas rectangulares adosadas y muros cerrados hacia el exterior a modo de muralla, característico, aunque no exclusivo, del mundo celtibérico
destacan la ausencia de jerarquización interna y su orientación preferentemente agropecuaria, aunque los datos sean aún muy parciales.
organización socioeconómica impulsaría el crecimiento demográfico y llevaría a una creciente concentración de riqueza y poder por parte de quienes controlaran las zonas de pastos, las salinas –esenciales para la ganadería y la conservación de alimentos– y la producción de hierro, que permitió desarrollar un eficaz armamento, lo que explicaría la aparición de una organización social de tipo guerrero progresivamente jerarquizada, uno de los elementos fundamentales para entender el desarrollo de la Cultura Celtibérica y en cuyo proceso de etnogénesis debió jugar un papel esencial como factor de cohesión. Un nuevo
Corresponden a este momento los más antiguos cementerios de incineración de la Meseta Oriental, algunos de los cuales llegan a estar en uso desde el siglo VI hasta el I a.C. Estas necrópolis ofrecen una ordenación interna característica, con sepulturas alineadas formando calles, generalmente con estelas. Los ajuares funerarios hablan de una sociedad guerrera, con indicios de jerarquización social, en la que el armamento, caracterizado por largas puntas de lanza, es un signo exterior de prestigio.
los poblados, se generaliza a partir de la Segunda Edad del Hierro el esquema urbanístico de calle o de plaza central, incorporándose nuevos sistemas defensivos consistentes en murallas acodadas y torreones rectangulares, que convivirán con los característicos campos de piedras hincadas, ya documentados desde el Primer Hierro
Este proceso hacia formas de vida más urbanas contribuyó desivamente al desarrollo de las manifestaciones artísticas celtibéricas, como la orfebrería, el trabajo del bronce, las representaciones monetales y la producción cerámica, destacando las cerámicas monocromas y polícromas de Numancia. El arte celtibérico es la consecuencia de un proceso de sincretismo, cuyos influjos formales provienen tanto de la tradición ibérica como de las influencias helenísticas y más tarde romanas, y, también, aunque de forma más aislada, de la tradición de la cultura de La Téne
El proceso romanizador resulta evidente desde el 133 a.C., con la destrucción de Numantia, y caracteriza la última parte de la cultura celtibérica, que culmina en el siglo I d.C., en el que los antiguos oppida celtibéricos de Bilbilis, Vxama, Termes o Numantia se han convertido en ciudades romanas
La mención que hacen otras fuentes como Polibio sobre los scutati (infantes) y los equites (caballeros), junto a las alusiones que estos autores clásicos hacen de la destreza y la preparación de la caballería y la infantería celtiberas, sugieren la existencia de un ejército diversificado y con un cierto nivel de organización. De la terrible fama y eficacia de estos soldados tres ejemplos: Durante las operaciones de los escipiónes en Hispania, los romanos decidieron contratar los servicios de 20.000 celtíberos antes de que fuesen los cartagineses quien se hiciesen con ellos, fue la primera vez que tropas mercenarias sirvieron abiertamente con ejércitos de la república romana.
Más tarde, cuando Cartago estaba siendo atacada directamente por Escipión el Africano, desesperanzada por las recientes derrotas ante el general romano, volvió a coger energías e intentar un nuevo encuentro en el campo de batalla cuando sus agentes trajeron de Hispania un contingente de 4.000 celtíberos de infantería pesada; era tal su calidad y fuerza que los cartagineses entusiasmados se aprestaron de nuevo al combate, y finalmente, tras ser derrotados humillantemente por los romanos, pudieron huir los púnicos mientras los celtíberos quedaban en el campo de batalla combatiendo solos hasta el ultimo hombre.
En tercer lugar, durante la gran rebelión en Hispania contra Roma (197/194 a.C.), se encontraron el ejercito romano y el ejercito de los túrdulos, con estos últimos un contingente de 10.000 celtíberos mercenarios; los romanos hicieron todo lo posible para no enfrentarse a los celtíberos, prometiéndoles incluso el doble de la paga que recibirían de los túrdulos, cosa que estos rechazaron.
VACCEOS
La cultura de los verracos. Bautizado por los clásicos como Vettonia, el territorio que hoy ocupan Ávila, Salamanca y parte de Zamora, Cáceres y Toledo estaba ocupado por un pueblo ganadero, que dejó cientos de esculturas de cerdos y toros.
Vecinos orientales de los anteriores serían las demás tribus celtiberas, las propiamente dichas.
Los vacceos fueron en su momento, junto con las demás tribus celtiberas, los que llevaron el peso de las guerras de independencia, primero contra los púnicos y luego contra los romanos.
Los límites de su territorio son fáciles de conocer gracias a Plinio y su interpretación por Schulten. Los Vacceos limitarían al este con los Arévacos (tribu perteneciente al gran grupo celtibero), por Aranda, Roa y Clunia. Por el norte y oeste limitarían con los Astures, por el río Astura (Esla). Por el norte Sesigama marcaría su frontera con los Cantabros, mientras que Gredos y Guadarrama al sur serían sus límites con los Carpetanos. Sus ciudades más importantes serían: su capital Cauca (Coca), Pallantia (Palencia), Helmantika (Salamanca), Interkantia (Villalpando), Avía (Alba de Tormes), Lacorbiga (Carrión de los Condes), Arbocala (Toro), etc.
Ciertamente en esta época tendrían un fuerte mimetismo con los vacceos, por lo que apenas podrían diferenciarse, tanto en armamento y aspecto físico, como en otras características sociales y culturales. Ocupaban las orillas del alto Duero, y los actuales territorios de La Rioja, Soria y Guadalajara principalmente, y parte de Cuenca y Teruel, donde se han encontrado algunas referencias toponímicas o constructivas. Sus asentamientos más conocidos fueron: Numancia, Aregrada (Agreda), así como las actuales Soria y Logroño, situados en altozanos sólidamente fortificados.
La ciudad de Pintia se localiza en el extremo oriental de la provincia de Valladolid, entre los términos de Padilla de Duero/Peñafiel y Pesquera de Duero, a ambos lados del río Duero.
-Tiermes (Montejo de Tiermes, Soria)
CELTAS
Los llamados celtas históricos, entendidos estos tradicionalmente como el grupo de sociedades tribales de Europa, que compartieron una cultura material iniciada en la primera Edad de Hierro (1200-400 a. C.) en torno a los Alpes(periodo Hallstatt) y más tarde en el hierro tardío (periodo La Tène), y que fueron así llamados por los geógrafos griegos y latinos. En este grupo se adscriben los celtas continentales de la Galia, norte de Italia, Alemania y Bohemia, los celtíberos de Iberia, los gálatas de Anatolia, este y centro de Rumanía y ya con mayores reticencias por los historiadores británicos e irlandeses los celtas insulares.
Surge un buen número de poblados, generalmente de tipo castre- ño, que constituyen los primeros asentamientos estables en este territorio. Aunque hay pocos datos sobre este tipo de hábitat, se documenta ya desde esta fase el tipo de poblado de casas rectangulares adosadas y muros cerrados hacia el exterior a modo de muralla, característico, aunque no exclusivo, del mundo celtibérico
destacan la ausencia de jerarquización interna y su orientación preferentemente agropecuaria, aunque los datos sean aún muy parciales.
organización socioeconómica impulsaría el crecimiento demográfico y llevaría a una creciente concentración de riqueza y poder por parte de quienes controlaran las zonas de pastos, las salinas –esenciales para la ganadería y la conservación de alimentos– y la producción de hierro, que permitió desarrollar un eficaz armamento, lo que explicaría la aparición de una organización social de tipo guerrero progresivamente jerarquizada, uno de los elementos fundamentales para entender el desarrollo de la Cultura Celtibérica y en cuyo proceso de etnogénesis debió jugar un papel esencial como factor de cohesión. Un nuevo
Corresponden a este momento los más antiguos cementerios de incineración de la Meseta Oriental, algunos de los cuales llegan a estar en uso desde el siglo VI hasta el I a.C. Estas necrópolis ofrecen una ordenación interna característica, con sepulturas alineadas formando calles, generalmente con estelas. Los ajuares funerarios hablan de una sociedad guerrera, con indicios de jerarquización social, en la que el armamento, caracterizado por largas puntas de lanza, es un signo exterior de prestigio.
los poblados, se generaliza a partir de la Segunda Edad del Hierro el esquema urbanístico de calle o de plaza central, incorporándose nuevos sistemas defensivos consistentes en murallas acodadas y torreones rectangulares, que convivirán con los característicos campos de piedras hincadas, ya documentados desde el Primer Hierro
Este proceso hacia formas de vida más urbanas contribuyó desivamente al desarrollo de las manifestaciones artísticas celtibéricas, como la orfebrería, el trabajo del bronce, las representaciones monetales y la producción cerámica, destacando las cerámicas monocromas y polícromas de Numancia. El arte celtibérico es la consecuencia de un proceso de sincretismo, cuyos influjos formales provienen tanto de la tradición ibérica como de las influencias helenísticas y más tarde romanas, y, también, aunque de forma más aislada, de la tradición de la cultura de La Téne
El proceso romanizador resulta evidente desde el 133 a.C., con la destrucción de Numantia, y caracteriza la última parte de la cultura celtibérica, que culmina en el siglo I d.C., en el que los antiguos oppida celtibéricos de Bilbilis, Vxama, Termes o Numantia se han convertido en ciudades romanas
La mención que hacen otras fuentes como Polibio sobre los scutati (infantes) y los equites (caballeros), junto a las alusiones que estos autores clásicos hacen de la destreza y la preparación de la caballería y la infantería celtiberas, sugieren la existencia de un ejército diversificado y con un cierto nivel de organización. De la terrible fama y eficacia de estos soldados tres ejemplos: Durante las operaciones de los escipiónes en Hispania, los romanos decidieron contratar los servicios de 20.000 celtíberos antes de que fuesen los cartagineses quien se hiciesen con ellos, fue la primera vez que tropas mercenarias sirvieron abiertamente con ejércitos de la república romana.
Más tarde, cuando Cartago estaba siendo atacada directamente por Escipión el Africano, desesperanzada por las recientes derrotas ante el general romano, volvió a coger energías e intentar un nuevo encuentro en el campo de batalla cuando sus agentes trajeron de Hispania un contingente de 4.000 celtíberos de infantería pesada; era tal su calidad y fuerza que los cartagineses entusiasmados se aprestaron de nuevo al combate, y finalmente, tras ser derrotados humillantemente por los romanos, pudieron huir los púnicos mientras los celtíberos quedaban en el campo de batalla combatiendo solos hasta el ultimo hombre.
En tercer lugar, durante la gran rebelión en Hispania contra Roma (197/194 a.C.), se encontraron el ejercito romano y el ejercito de los túrdulos, con estos últimos un contingente de 10.000 celtíberos mercenarios; los romanos hicieron todo lo posible para no enfrentarse a los celtíberos, prometiéndoles incluso el doble de la paga que recibirían de los túrdulos, cosa que estos rechazaron.
La cultura de los verracos. Bautizado por los clásicos como Vettonia, el territorio que hoy ocupan Ávila, Salamanca y parte de Zamora, Cáceres y Toledo estaba ocupado por un pueblo ganadero, que dejó cientos de esculturas de cerdos y toros.
Vecinos orientales de los anteriores serían las demás tribus celtiberas, las propiamente dichas.
Los vacceos fueron en su momento, junto con las demás tribus celtiberas, los que llevaron el peso de las guerras de independencia, primero contra los púnicos y luego contra los romanos.
Los límites de su territorio son fáciles de conocer gracias a Plinio y su interpretación por Schulten. Los Vacceos limitarían al este con los Arévacos (tribu perteneciente al gran grupo celtibero), por Aranda, Roa y Clunia. Por el norte y oeste limitarían con los Astures, por el río Astura (Esla). Por el norte Sesigama marcaría su frontera con los Cantabros, mientras que Gredos y Guadarrama al sur serían sus límites con los Carpetanos. Sus ciudades más importantes serían: su capital Cauca (Coca), Pallantia (Palencia), Helmantika (Salamanca), Interkantia (Villalpando), Avía (Alba de Tormes), Lacorbiga (Carrión de los Condes), Arbocala (Toro), etc.
Ciertamente en esta época tendrían un fuerte mimetismo con los vacceos, por lo que apenas podrían diferenciarse, tanto en armamento y aspecto físico, como en otras características sociales y culturales. Ocupaban las orillas del alto Duero, y los actuales territorios de La Rioja, Soria y Guadalajara principalmente, y parte de Cuenca y Teruel, donde se han encontrado algunas referencias toponímicas o constructivas. Sus asentamientos más conocidos fueron: Numancia, Aregrada (Agreda), así como las actuales Soria y Logroño, situados en altozanos sólidamente fortificados.
- Pintira
Un oppidum en los confines orientales de la región vacceaLa ciudad de Pintia se localiza en el extremo oriental de la provincia de Valladolid, entre los términos de Padilla de Duero/Peñafiel y Pesquera de Duero, a ambos lados del río Duero.
Las murallas de Pintia tenían una longitud de unos 1,2
kilómetros. Se alzaban unos siete metros de altura. Eran de adobe pero
forradas con sillares y defendidas por tres fosos de agua y
rellenados con maderas en punta y espinos contra los enemigos.
Pintia
se organizaba en manzanas regulares, con viales rectilíneos. La
estructura de las viviendas se hacía en madera, pero las paredes se
levantaban en adobe. Las casas contaban con tres ambientes y ocupaban
unos 30 metros cuadrados, aunque también las había de 100 metros, “lo
que expresa las diferencias sociales existente
Elaboraban copas, urnas, sonajeros, juguetes, canicas que adornaban con
óxidos de hierro y manganeso. Pero también fabricaban cuchillos, arreos
para los caballos, vainas de puñal, pinzas de depilar, navajas de
afeitar, tijeras o joyas con torques, brazaletes espiraliformes,
zarcillos… Cada uno de los fallecidos era enterrado con su ajuar.
/elpais.com/cultura/2020-03-08/la-ciudad-vaccea-de-los-100000-muertos-que-agoniza.html
-Tiermes (Montejo de Tiermes, Soria)
Tiermes, o Termes,
Fue una ciudad celtibérica aliada de Numancia contra los romanos, que sobrevivió hasta la Edad Media, pero quedó abandonada en la época en que Soria era terreno fronterizo entre cristianos y musulmanes. Habitada ya desde la Edad del Bronce (y con restos de presencia humana incluso anteriores), destaca sobre todo por estar en parte excavada en la roca. Es posible que ya los habitantes celtíberos hubieran comenzado a usar esta técnica, pero fueron sin duda las innovaciones en cuanto a construcción traídas por los romanos las que facilitaron la creación de unos espacios tan singulares como los que aún hoy pueden verse.
Abiertos en la roca se pueden ver restos de viviendas particulares, con habitaciones que conservan vestigios de su pavimento de mármol y de pinturas en las paredes. También marcas de forjados para la construcción de una insula (bloque de viviendas con varios pisos) que usaba la superficie de una cortada de 30 metros como una de sus paredes. Igualmente tallado en la roca se ve un graderío correspondiente a algún espacio público cuyo uso no se conoce de manera concluyente. Aparte de estas edificaciones rupestres tan particulares, se han hallado en Tiermes restos romanos más usuales, como murallas, dos foros y un acueducto.
CELTAS
Los llamados celtas históricos, entendidos estos tradicionalmente como el grupo de sociedades tribales de Europa, que compartieron una cultura material iniciada en la primera Edad de Hierro (1200-400 a. C.) en torno a los Alpes(periodo Hallstatt) y más tarde en el hierro tardío (periodo La Tène), y que fueron así llamados por los geógrafos griegos y latinos. En este grupo se adscriben los celtas continentales de la Galia, norte de Italia, Alemania y Bohemia, los celtíberos de Iberia, los gálatas de Anatolia, este y centro de Rumanía y ya con mayores reticencias por los historiadores británicos e irlandeses los celtas insulares.
La hipótesis más plausible es que en la
segunda mitad del III milenio a.C.,
gentes del Vaso Campaniforme, con
elementos procedentes de Europa
Oriental, se extendieron por Europa
Central y Occidental con una organización
jerarquizada guerrera y creencias
solares, que, a través de la Edad del
Bronce, acabaron conformando el
mundo de los celtas
La Cultura Celtibérica, en contacto
con el mundo ibérico, asimiló elementos
mediterráneos, proceso esencial para
comprender la personalidad de los
celtas de la península Ibérica, tan diferentes
de los rasgos de otras zonas del
mundo céltico. Armas, fíbulas y cerámicas
testimonian estímulos mediterráneos
desde el siglo VI a.C. Este proceso
de apertura al Mediterráneo culmina a
partir del siglo III a.C. con la aparición
de la vida urbana, pues, por influjo mediterráneo,
ante la presión de púnicos y
romanos, los castros tendieron a concentrarse
en oppida, poblaciones fortificadas
de tipo urbano como centro político
y administrativo de un territorio
cada vez más amplio y jerarquizado.
En los oppida, las armas tienden a
desaparecer como símbolo de
estatus sustituidas por torques, joyas y
vajillas suntuarias, acumuladas en tesoros
Se han encontrado fortificaciones de los celtas, lo que muestra que éramos un pueblo bastante desarrollado. Estas fortificaciones en Galicia se llaman "castros".
Los celtas poblaron Galicia en el año 700 a.C. aproximadamente.Esto significa que la poblamos bastante tarde, en el apogeo de su cultura celta europea. Los celtas gallegos fueron conquistados por los romanos en el 60 a.C.
no se sabe mucho sobre la vida diaria, la religión o la organización política de los celtas, pero en las costumbres que hoy todavía existen y en las leyendas antiguas tenemos como un eco para poder reconstruir la vida pública y privada.
castro celta de Coaña (Asturias). GEORG GERSTER
Fue habitado por los albiones (siglo V antes de Cristo), si bien los restos visibles datan mayoritariamente de la época romana (siglo II). La acrópolis domina esta colina rodeada por el río Xarriou; abajo, los vestigios de 80 cabañas, parte del pavimento y hasta saunas. Abre de miércoles a domingo y ofrece visitas guiadas.
Los celtas poblaron Galicia en el año 700 a.C. aproximadamente.Esto significa que la poblamos bastante tarde, en el apogeo de su cultura celta europea. Los celtas gallegos fueron conquistados por los romanos en el 60 a.C.
Los castros surgen a
causa de la presión demográfica producida
por las innovaciones agrícolas y
ganaderas de trashumancia estacional,
que permitiría el óptimo aprovechamiento
del terreno. Esta economía favorecía
una organización social guerrera
jerarquizada, típica de culturas pastoriles, que se refleja en ajuares ricos
con armas, característicos de las necró-
polis celtibéricas,
Vestían con túnicas y pantalones, y en ocasiones los guerreros más pudientes portaban armaduras celtas del tipo Ciumesi, más conocidas como “cota de mallas”, realizadas con pequeñas y multitud de anillas de hierro remachadas o cerradas a presión. Invento celta de principios del siglo III a.C. según Estrabón, fue precisamente denostada por ellos mismos, que preferían combatir ligeramente, e incluso en el caso de una fiera casta de guerreros galos, los “fanáticos”, acudían a los combates totalmente desnudos y embadurnados en aceite.
celtas como los hispanos, si bien eran más pudorosos, también combatían en muchas ocasiones con el torso desnudo y embadurnado en aceite, que protegiéndoles del frío, también les daba elasticidad en el combate. De hecho, muchas de las representaciones greco-romanas de estos guerreros celtas del centro y sur de Europa los muestra así, aunque tal vez civilizaciones mediterráneas destacaran un elemento que les parecía chocante y salvaje, aunque no fuera una regla común entre los celtas. Todo esto no impedía que, como inventores, y sobre todo en zonas concretas como es la meseta española, que se caracteriza por su duro clima, el guerrero celtíbero prefiriese la protección de una túnica para el frío y una cota de mallas para la guerra.
Todo ello teniendo en cuenta que estas armaduras eran muy caras y costosas de fabricar, siendo por lo tanto de uso de los jefes o guerreros más adinerados, o de los que la hubiesen conseguido como botín. Por otro lado también podían portar joyas y adornos como la gargantilla tipo “troquel” o brazaletes “serpenteantes”, que eran condecoraciones como premio a su valor o dignidad.
Sus símbolos decorativos más comunes eran las cruces y espirales célticas de diversa significación religiosa, como la cruz gamada o contra-gamada de la deidad solar, que representaba el mayor temor para los celtas.
celtas como los hispanos, si bien eran más pudorosos, también combatían en muchas ocasiones con el torso desnudo y embadurnado en aceite, que protegiéndoles del frío, también les daba elasticidad en el combate. De hecho, muchas de las representaciones greco-romanas de estos guerreros celtas del centro y sur de Europa los muestra así, aunque tal vez civilizaciones mediterráneas destacaran un elemento que les parecía chocante y salvaje, aunque no fuera una regla común entre los celtas. Todo esto no impedía que, como inventores, y sobre todo en zonas concretas como es la meseta española, que se caracteriza por su duro clima, el guerrero celtíbero prefiriese la protección de una túnica para el frío y una cota de mallas para la guerra.
Todo ello teniendo en cuenta que estas armaduras eran muy caras y costosas de fabricar, siendo por lo tanto de uso de los jefes o guerreros más adinerados, o de los que la hubiesen conseguido como botín. Por otro lado también podían portar joyas y adornos como la gargantilla tipo “troquel” o brazaletes “serpenteantes”, que eran condecoraciones como premio a su valor o dignidad.
Sus símbolos decorativos más comunes eran las cruces y espirales célticas de diversa significación religiosa, como la cruz gamada o contra-gamada de la deidad solar, que representaba el mayor temor para los celtas.
El legado dejado por los celtas en la península
Ibérica. De ellos procede muchos
nombres de lugar, como Galicia o Segovia
o de ríos, como Gállego o Deva.
Más vivo es su legado en ritos de nuestro
folclore originarios de sus creencias
sociales y religiosas, desde Galicia a Soria
y Teruel, como las hogueras de San
Juan, el Árbol de Mayo o el poder curativo
de las fuentes “santas”, además del
nombre celta mantenido en diversas
lenguas romances para elementos del
carro, de aperos y de cosas tan tradicionales
como la cerveza, palabra que ha
mantenido su nombre céltico, cerevisia,
aunque todavía sea imposible con
O Castro es uno de los montes más extensos de Vigo (210.000 m2), y ocupa una posición central que lo convierte en un excelente mirador desde el que contemplar la ciudad, la ría y el valle. En su punto más elevado se encuentra el Castillo del Castro.
En 1926, y de manera fortuita, se produjeron los primeros hallazgos en la zona de restos de un poblado castreño. Posteriormente, las diversas campañas de excavaciones realizadas por el Departamento Arqueológico del Museo Municipal de la ciudad, pusieron al descubierto, en la ladera noroeste del monte, un total de 45 construcciones pertenecientes al perí
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PARA SABER MÁS:
O Castro es uno de los montes más extensos de Vigo (210.000 m2), y ocupa una posición central que lo convierte en un excelente mirador desde el que contemplar la ciudad, la ría y el valle. En su punto más elevado se encuentra el Castillo del Castro.
En 1926, y de manera fortuita, se produjeron los primeros hallazgos en la zona de restos de un poblado castreño. Posteriormente, las diversas campañas de excavaciones realizadas por el Departamento Arqueológico del Museo Municipal de la ciudad, pusieron al descubierto, en la ladera noroeste del monte, un total de 45 construcciones pertenecientes al perí
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