AL-ANDALUS. Expansión del Islam.
Fuente: Atlas Universal, Editorial Antártica, 1991
El mensaje religioso
Las tropas que ingresan a la península ibérica a principios del siglo VIII y que logran apoderarse del control de casi toda la península hasta el siglo XV, forman parte del movimiento expansivo llevado cabo por el Islam. Fue este un movimiento religioso nacido en el corazón de la Arabia, que con una rapidez impresionante logró extender su influencia religiosa y política por amplios territorios del mundo mediterráneo, llegando a instalarse a principios del siglo VIII en el extremo más occidental de Europa: la península ibérica.
Mahoma comenzó a darse a conocer en la Meca a principios del siglo VII su mensaje monoteísta e igualitario de la salvación eterna a través del Islam, la resignación ante la voluntad de Dios, encontró rápido eco, que lo elevó una posición excepcional. El Corán, texto sagrado de esta nueva religión, es la Palabra de Dios. Le fue revelada a Mahoma por medio del Arcángel Gabriel, para que la propague entre los hombres. El nuevo mensaje promete a todos los hombres salvación eterna siempre y cuando crean en Alá, Dios único y misericordioso, y cumplan sus preceptos. Y estos últimos constituyen los cinco pilares de la religión:
* La profesión de fe: “Solo Dios es Dios y Mahoma es su profeta”
* Oración cinco veces al día
* El impuesto religioso
* Observación del mes de ayuno
* Peregrinaje a la Meca una vez en la vida
Esta nueva religión venía a sobreponerse a un extendido politeísmo reinante en Arabia. Una de los elementos que llama la atención acerca de las ofertas entregadas por esta nueva religión era la promesa de ingreso directo al Paraíso a los caídos en la Guerra Santa contra los infieles. El éxito de las prédicas le obligó a Mahoma a huir de la Meca el año 622, refugiándose en el Oasis Yatrib, unos 360 kilómetros al norte. Con posterioridad el oasis recibió el nombre de Medina.[ Este hecho es considerado por los musulmanes como el punto de partida de su calendario.
Con el asentamiento en Medina, puede considerarse fundado el primer Estado Islámico, a cuya cabeza se ubicaba el profeta, quien ostentó a la vez el poder espiritual y el temporal. Desde este lugar comienza la irradiación del nuevo mensaje religioso al resto de la comunidad árabe, así también, la palabra de Dios, revelada al profeta estaba escrita en Árabe, con lo que se aseguraba la preponderancia de los árabes en la nueva religión que aspiraba a una universalización
* Oración cinco veces al día
* El impuesto religioso
* Observación del mes de ayuno
* Peregrinaje a la Meca una vez en la vida
Historia de al-Andalus
Al-Andalus fue una civilización que irradió una personalidad propia tanto para Occidente como para Oriente. Situada en tierra de encuentros, de cruces culturales y fecundos mestizajes, al-Andalus fue olvidada, después de su esplendor, tanto por Europa como por el universo musulmán, como una bella leyenda que no hubiera pertenecido a ninguno de los dos mundos. Estas son las etapas cruciales de sus ocho siglos de existencia.
Proceso expansivo del Islam
La expansión islámica no respondió a un plan previamente
establecido desde la administración centralizada, no hubo, por así
decirlo, una planificación de guerra en sentido moderno. Más bien
avanzó debido a los impulsos de las mismas tribus que se iban
incorporando a la órbita musulmana. En un principio se avanzó hacia el
norte y hacia el este, es decir hacia Siria e Irak-Irán. Entre el 640
642 fue tomado Egipto. En el año 698 fue tomada la Cartago bizantina
y a principios del siglo VIII los ejércitos árabes y beréberes
aliados avanzaron sobre Argelia Hacia Maruecos. La conducción de los
ejércitos combinados estaba en manos árabes.A partir de este momento ya tenemos toda la fuerza musulmana instalada frente a la península Ibérica. A través de saltos sucesivos, atravesando mares y desiertos, la nueva religión nacida en el corazón del desierto arábigo, prepara su avance y arremetida contra la zona más occidental de Europa, la península ibérica.
En apenas 10 años, los musulmanes llevaron a cabo una rápida conquista de Hispania que relegó a los visigodos al norte.
PARA SABER MÁS, VER:
El emirato y el califato Omeya.
La invasión y conquista de la península ibéricaLa presencia musulmana en España ocupa un espacio, tanto cronológico como territorial con un principio y un fin muy concretos, ocho siglos, del VIII al XV de tiempo absoluto, limitados por dos hechos históricos o políticos muy concretos: el año 711, el de la primera invasión árabe a la península, y el 1492, momento en que el último reducto árabe, Granada, es entregado a los Reyes Católicos.El problema surge cuando se intenta fijar el tiempo relativo del arte islámico en España, es decir en qué momento la totalidad de la cultura aceptó los cambios que la transformaron y se definió el arte claramente como suyo propio. Este problema de cronología lo estudia ampliamente Oleg Grabar en La formación del Arte Islámico imprescindible manual para tratar el tema que nos ocupa.
Según la documentación musulmana, en el año 710 se envió a la península una expedición de tanteo, encabezada por Tarif junto con setecientos hombres más. Desembarcaron en Tarifa, y de allí pasaron a Algeciras, con ayuda del Conde Don Julián, aliado de Witiza, y enemigo del rey Rodrigo. Será el año siguiente, el 711, una fecha a recordar: con el califa omeya Walid I y siendo Musà ibn Nusayr gobernador en Ifriqiyya, su lugarteniente Tariq ben Ziyad, viendo el estado de composición del reino visigodo, cruza el estrecho de Gibraltar con setenta mil hombres. Comienza aquí la historia del Islam en Europa.Avisado el rey Rodrigo en Pamplona, baja hasta el Sur y se enfrenta con Tariq en Guadalete. Es éste el primer enfrentamiento militar entre árabes y cristianos, la primera derrota frente al Islam y la desaparición de don Rodrigo.
Se toma Écija, Córdoba, Granada, Málaga, Orihuela, el centro de la meseta de Toledo, Guadalajara, Zaragoza y Tarragona. En el verano del año 712, Musà se traslada a España con dieciocho mil hombres, iniciando una segunda penetración hacia el Norte, conquistando sin mucha resistencia Medina Sidonia, Carmona, Sevilla, Mérida, Toledo, donde está Tariq, y luego Galicia y León. Es sorprendente la rapidez con la que avanza la conquista.
Diez años después, en el 722, se registran conflictos con Pelayo en los Montes Cántabros, en la batalla de Covadonga se hace frente al Islam y sus incursiones, considerándose el primer hecho antiislam. Las fuentes árabes y cristianas coinciden en la importancia de esta batalla, aparece en las Crónicas de Alfonso III, hablando de “ciento ochenta y siete mil hombres árabes vencidos”; las fuentes musulmanas, al contrario, hablan de la anécdota de Covadonga, haciendo referencia a “trescientos asnos salvajes”, respecto a los cristianos (Crónica de al-Moggari).
Don Rodrigo, en la batalla de Guadalupe- Wikimedia
En el año 732 se pasan los Pirineos y son derrotados en Poitiers por Carlos Martel, cerrando la posibilidad de expansión por el Norte. Significa esto el final de la penetración en Europa del Islam.
Carlos fue el fundador de la dinastía carolingia que gobernó Francia hasta 688, si bien lo hicieron en calidad de mayordomos de palacio. Carlos Martel, llamado así «como el martillo (Martel) quiebra y machaca el hierro, el acero y los demás metales». Nacido en el año 688, Carlos fue el fundador de la dinastía carolingia que gobernó Francia hasta el siglo X, si bien lo hicieron en calidad de mayordomos de palacio hasta el 752, puesto que el territorio estaba en manos de los reyes merovingios. Estos, calificados como «los reyes perezosos», gobernaban nominalmente en el territorio franco pero su poder real era inexistente. Martel, que era hijo ilegítimo del también mayordomo Pipino de Heristal, fue el encargado de organizar las huestes francas que salieron a neutralizar la incursión musulmana en el Principado de Aquitania.
Al frente del ejército islámico que invadió Francia en el 732 se encontraba Abd al-Rahman al-Ghafiqi, que se había encargado de dirigir en orden la retirada musulmana años antes en Toulouse. Este comandante musulmán era uno de los «tabi'un» (discípulo) de la aristocracia religiosa que vertebraba el Islam, solo inferior en devoción a los «ansar» (colaboradores), que habían conocido personalmenteal profeta Mahoma. En la campaña del año 732, su intención realmente no era derrotar a la Europa cristiana, ni siquiera conquistar Francia, como se ha venido diciendo a lo largo de la historia. Fue de nuevo solamente una «razia», aunque más ambiciosa de lo habitual, buscando aprovecharse de lo efectivo de los ataques rápidos y furtivos que realizaban los árabes. Sin embargo, los musulmanes volvieron a evidenciar en Poitiers que perdían todas sus ventajas en los terrenos montañosos, pantanosos y, sobre todo, en los boscosos
Durante ocho siglos en territorio hispano, convivieron dos mundos, cristiano y musulmán muy distintos culturalmente, y enemigos política y religiosamente, con constantes enfrentamientos, pero en continuo contacto entre ambos, lo que permitió un enriquecimiento cultural del que se beneficiaron uno y otro.
Es el Islam el movimiento fundamentalmente religioso, y como consecuencia artístico, que más rápidamente y en mayor espacio se difundirá a lo largo de la historia. Su propagación por Oriente había sido veloz y eficiente, pero quedaba una asignatura pendiente: su difusión hacia Occidente.
Presencia islámica en la península ibérica
Dividida en diferentes etapas:
- emirato,
- califato,
-reinos taifas,
- almorávides
- almohades
- reino nazarí,
La capital en principio estuvo en Sevilla, luego pasó a Córdoba. A partir del año 741, con la península convertida en provincia omeya, comienza una etapa de lucha por el poder entre los jefes militares desplazados a la península, acrecentado por un cierto carácter racial, ya que en las distintas invasiones habían participado diferentes grupos: por una parte, una aristocracia árabe del califato; por otra, los Bereberes llegados del Norte de África como mercenarios del Moro Almanzor; y un tercer conjunto, el formado por esclavos de origen cristiano, esclavos manumitidos, sometidos por Almanzor, una población hispana que se islamizó.
En el año 750 se produce la exterminación violenta de la dinastía Omeya por parte de la dinastía Abbasida. Constituye este hecho uno de los más sangrientos crímenes políticos de la historia.
Damasco fue abandonada como capital y Bagdad pasó a ocupar su lugar. El único príncipe Omeya que se salvó de la matanza fue Abd al-Rahman ibn Muawiya, Abd al-Rahman I, que llega a Túnez, en el 756 llega a Al-Andalus, desembarca en Almuñécar (Granada), haciéndose con el poder, y poniendo fin a la inestabilidad política que mantenía al-Andalus,
Al-Andalus, tierra de los vándalos, en árabe. Así se conoce la zona de ocupación musulmana en la Península Ibérica, que abarcó desde el siglo VIII hasta finales del XV y llegó a comprender gran parte del territorio español. La extensión del Estado musulman llamado al-Andalus varió, pues, a medida que se modificaban las fronteras y, tanto hispano-musulmanes como castellano-aragoneses avanzaban conquistando territorio.
La fusión entre árabo-bereberes e hispanogodos se produjo en un principio sin grandes traumatismos y con la naturalidad que sólo el tiempo y la cotidianeidad a veces procuran.
Ocho emires se sucedieron del 756 al 929 en una época brillante culturalmente –aunque oscurecida con diversos levantamientos muladíes y mozárabes– hasta que Abderrahman III decidió fundar un califato, declarándose Emir al-Muminin (príncipe de los creyentes), lo cual le otorgaba, además del poder terrenal, el poder espiritual sobre la umma (comunidad de creyentes).
Este califa, y su sucesor al-Hakam II, supo favorecer la integración étnico-cultural entre bereberes, árabes, hispanos y judíos. Ambos apaciguaron a la población, pactaron con los cristianos, construyeron y ampliaron numerosos edificios –algunos tan notables como la Mezquita de Córdoba– y se rodearon de la inteligencia de su época. Mantuvieron contactos comerciales con Bagdad, Francia, Túnez, Marruecos, Bizancio, Italia, y hasta Alemania.
El emirato independiente de Córdoba (756-929). comenzó con Abd al-Rahman I
PARA SABER MÁS, VER.
Durante este período del emirato omeya, al-Andalus se convertirá en el enclave más importante del Islam occidental, Córdoba se erigirá como el “crisol de lo oriental y de lo occidental”, siendo respetada como verdadera potencia política y cultural por musulmanes, judíos, bizantinos y cristianos. Este momento de esplendor no sólo lo fue en el ámbito político-administrativo y comercial, también la cultura fue adquiriendo un carácter propio, siempre conectada con el resto del mundo islámico, pero creándose su debida identidad, gracias, en parte a las relaciones que seguía manteniendo con el mundo cristiano.
El califato
Del la dinastía Omeya, Abderramán III era nieto de Abd Allah, séptimo emir independiente de Córdoba, y ascendió al trono en 912. Los cronistas lo describen como de baja estatura, tez blanca, ojos azules y algo pelirrojo, rasgos estos últimos que tienen su origen en su madre vascona.
Rápidamente logra éxitos militares frente a los reinos cristianos, fijando las fronteras al norte del Duero y del Ebro, y contra revueltas internas, en especial la liderada por Omar ben-Hafsún, a la que aplasta.
Córdoba se siente más fuerte que nunca y Abderramán III funda el Califato Omeya de Córdoba en el 929, rompiendo el único lazo, el espiritual, que restaba con el Califato Abasí de Bagdad. Desde Córdoba controlará dos terceras partes de la Península Ibérica, el Norte de África, por donde llegaba oro del Sudán, y gran parte del Mediterráneo Occidental.
Su Califato será respetado por Bagdad y por el Imperio Germánico, que le envían embajadores, igual que los reinos cristianos españoles.
Alhaken II
Alhakén (en árabe, الحكم الثاني), también conocido como Al-Hakam II, Al-Hakam II al Mustasir y Al-Hakem II, nacido en la ciudad de Córdoba en 915 y muerto en 976, monarca desde el 961, fue el segundo califa omeya de Córdoba. Alhakén continuó la política de Abderramán III, manteniendo la paz y la prosperidad en Al-Andalus, y sostuvo el apogeo a que llegó el califato con su padre. Se hizo cargo del poder con 47 años, tras la muerte de su padre. Hasta entonces, y pese a su unión con Radhia, no tuvo hijos, al llegar al trono la descendencia se hacía necesaria y logró dársela una concubina esclava, de origen vascongado llamada Subh, (también llamada Zohbeya y Aurora). Nunca tuvo buena salud. En 974, Alhakén sufrió un ataque de hemiplejía del que nunca se recuperó, por lo que, muerto su primogénito Abderramán en 970, hizo jurar a Hixem II como sucesor.. Realizó la ampliación más rica de la Mezquita de Córdoba y continuó con las obras en Medina Azahara. Según Ibn Idhari era rubio rojizo con grandes ojos negros y nariz aquilina; corpulento y con piernas cortas y brazos largos.
Los bereberes se rebelarán, destruyendo la magnífica ciudad real de Madinat al-Zahra y la sede administrativa Madinat al-Zahira.
PARA SABER MÁS, VER:
El hijo de Alhaken II, será el sucesor. Una marioneta utilizada con astucia por Al-Mansur (más conocido como Almanzor ) . Las desbordadas ambiciones del visir y su obsesivo fanatismo religioso y militarista, abocaría a al-Andalus a emprender continuas campañas bélicas. Junto a sus acólitos se adueñó de la autoridad administrativa, iniciando un período de intransigencia que desencadenó graves conflictos civiles y afectó muy negativamente a la unidad política de las diversas colectividades que integraban el conjunto social de al-Andalus. La continuidad del Califato se hizo inviable.
Almanzor
Nacido en una alquería en las afueras de Torrox en el seno de una familia de origen árabe yemení con algunos antepasados jurisconsultos, marchó joven a Córdoba a formarse como alfaquí.4 Después de unos comienzos humildes, ingresó en la Administración y pronto se ganó la confianza de la favorita del califa, Subh, madre de sus hijos. Gracias a esta protección y a su eficiencia, acumuló rápidamente numerosos cargos. Durante el califato de Alhakén II, ocupó importantes cargos administrativos, como los de director de la ceca (967), administrador de la favorita del califa y de sus hijos y de las herencias intestadas o intendente del ejército del general Galib (973).La muerte de este califa en el 976 marcó el comienzo de la época califal dominada por su figura, La base de su poder estaba en la defensa de la yihad que,12 al no ser califa, debía proclamar en nombre de este. Su imagen de paladín del islam servía para justificar su asunción de la autoridad gubernamental.12 Habiendo acaparado el dominio político en el califato, llevó a cabo profundas reformas tanto en la política exterior como en la interior. Realizó numerosas y victoriosas campañas tanto en el Magreb como en la península ibérica, donde solo logró detener temporalmente el avance de los Estados cristianos hacia el sur
De 929 al 1031 dura el califato cordobés. En los motivos de su larga duración, tomaron parte aspectos de diversa índole, pero fundamentalmente fueron las relaciones comerciales con el Magreb fatimí, los enfrentamientos por dominar las principales rutas, las causantes
La Fitna,
Supone el inicio de la desintegración en numerosos reinos, cada vez más debilitados, los reinos taifas (tawaif significa desmembramiento). Pero a su debilidad política y militar no se correspondió la cultural, ya que todos estos pequeños Estados decidieron convertir su capital en “una pequeña Córdoba”.
Supone el inicio de la desintegración en numerosos reinos, cada vez más debilitados, los reinos taifas (tawaif significa desmembramiento). Pero a su debilidad política y militar no se correspondió la cultural, ya que todos estos pequeños Estados decidieron convertir su capital en “una pequeña Córdoba”.
Alfonso VI aprovecha bien la debilidad y comienza una serie de campañas contra Toledo y Valencia. Los reyes taifas, muy debilitados, se hacen vasallos del rey y tributarios. Esta situación tan crítica, que a punto estuvo de acabar con el poder islámico en la península, se sucede hasta el 1086, año en que los reyes de Sevilla, Granada y Badajoz solicitan ayuda a los almorávides (al-Murabitun), bereberes del Sahara, de estricta ortodoxia religiosa, militares que habían dominado los reinos y emiratos del Mogreb. Las expediciones de los reinos cristianos avanzaban por tierras de al-Andalus, frenando los intentos almorávides de reinstaurar el puritanismo islámico.
Éstos vencen a Alfonso VI en la Batalla de Sagrajas, e intentan imponerse a los taifas, consiguiéndolo en el 1090 con Tasufin, monarca almorávide que se hace con todo el territorio árabe y que acaba con el caos. Al-Andalus pasa a convertirse en una provincia de los almorávides hasta 1145, fecha en la que aprovechando su decadencia, y con el objetivo de hacer frente a la reconquista que avanzaba con gran rapidez, invaden la península los almohades (al-Muwahhidun) haciéndose con el poder, y situando la capital en Sevilla. Este período durará hasta 1212, año en que son derrotados los almohades por las tropas cristianas en la batalla de las Navas de Tolosa. Con este hecho se pone fin no sólo a la pervivencia de los almohades en la península, sino también a la presencia del Islam en tierras hispánicas.
Sólo un reducto queda del mundo árabe, el reino que fundó en Granada, en 1238, Muhhamad ibn Nasr, perteneciente a una familia noble que da origen a la dinastía Nazarí y que pervive hasta el 1492. En este año el rey Fernando de Aragón e Isabel de Castilla entraran en la Alhambra, tomando la que había sido la última ciudad islámica en la península, Granada. Terminaba con este hecho la presencia política del poder musulmana en la península ibérica, no sucedió lo mismo con su presencia cultural y arquitectónica, parte de esta última pasaremos a analizar a continuación.
El mundo árabe en el siglo X
Fuente: Grabar, Oleg, La Formación del arte Islámico, Editorial Cátedra, Madrid 1981. Página 11
Reinos de taifas y dinastías norteafricanas.
Sin embargo, no todos los sucesores de estos brillantes califas siguieron tan acertada política, sino que dejaron desbocarse al caballo del poder. Tras veintidós años de fitna (ruptura, o guerra civil) se abolió por fin el califato. Corría el año 1031.
Los hábitos secesionistas y rebeldes surgieron de nuevo con gran fuerza; la división y la descomposición se impusieron en al-Andalus. Todas las grandes familias árabes, bereberes y muladíes, quisieron hacerse con las riendas del país o, al menos, de su ciudad, surgiendo por todas partes reyes de taifas, muluk al-Tawaif, que se erigieron en dueños y señores de las principales plazas. Este desmembramiento supuso el comienzo del fin para al-Andalus, y ante semejante debilidad, los cristianos se crecieron, organizándose como nunca antes lo hicieran para combatir a los musulmanes.
La primera gran victoria sobre el Islam peninsular la protagonizó Alfonso VI cuando, en 1085, se hizo con la ciudad de Toledo.
La unidad étnico-religiosa lograda hasta el momento también se resintió, surgiendo mercenarios, tanto musulmanes como cristianos, dispuestos a luchar contra sus propios correligionarios.
Los Almorávides y Almohades.
Sin embargo, en esta época surgieron relevantes figuras en el campo del saber, y, en una constante emulación de los lujos orientales, se construyeron suntuosos palacios, almunias y mezquitas, y se celebraron las fiestas más comentadas, fastuosas y extravagantes de la cuenca mediterránea.Mientras, a finales del siglo XI, en el Magreb occidental, hoy Marruecos, surgió un nuevo movimiento político y religioso en el seno de una tribu bereber del sur, los Lamtuna, que fundaron la dinastía almorávide (ver Ruta de los Almorávides). En poco tiempo, su actitud de austeridad y pureza religiosa convenció a gran parte de la desencantada población, y con su apoyo emprendieron una serie de contiendas logrando formar un imperio que abarcaría parte del norte de África y al-Andalus, que a través del rey sevillano al-Mutamid, había pedido su ayuda para frenar el avance cristiano. Encabezados por Ibn Tashfin, penetraron los almorávides en la Península, infligiendo una seria derrota a las tropas de Alfonso VI en Sagrajas. Pronto conseguirían acabar con los reyes de taifas y gobernar al-Andalus, no sin cierta oposición de la población, que se rebelaba contra su talante puritano y su rigidez. Algo que no le iba nada al hedonista y liberal pueblo andalusí. A pesar de todo, la nueva situación supuso un nuevo incremento del bienestar social y económico.
Los cristianos obtuvieron mientras tanto importantes avances, conquistando Alfonso I de Aragón Zaragoza en 1118. Al mismo tiempo, los almorávides veían amenazada su propia supremacía por un nuevo movimiento religioso surgido en el Magreb: el almohade.
Esta nueva dinastía se generó en el seno de una tribu bereber procedente del corazón del Atlas que, encabezada por el guerrero Ibn Tumart, pronto se organizó para derrocar a sus predecesores. También desde Marraquech, gobernaron y se hicieron con las riendas de al-Andalus, dotándolo de cierta estabilidad y prosperidad económica y cultural. Fueron grandes constructores y también se rodearon de los mejores literatos y científicos de la época. Sin embargo, al igual que los almorávides, terminaron por sucumbir ante la dejadez espiritual y el relajamiento de costumbres que casi siempre caracterizó a al-Andalus.
La dinastía nazarí.
Cuando el avance castellano era imparable, haciéndose Fernando III con gran parte de las ciudades andalusíes en el siglo XIII, surgió en Jaén una nueva dinastía, la nasri (nazarí), fundada por al-Ahmar ibn Nasr, el célebre Abenamar del romancero, que habría de procurar un nuevo respiro a los musulmanes. Asentado en la ciudad de Granada, su reino abarcaba la región granadina, almeriense y malagueña, y parte de la jiennense y la murciana. Oprimido desde el norte por los reinos cristianos, y desde el sur por los sultanes meriníes de Marruecos, los nazaríes establecieron un reino basado en lo precario y la inestabilidad. A pesar de todo, Granada fue una gran metrópoli de su tiempo que acogía a musulmanes de todos los confines, y en la que se levantaron suntuosos palacios –la Alhambra, nada menos–, mezquitas y baños públicos. Siguió asombrando a propios y a extraños hasta que en 1492 y, tras varios años de intrigas palaciegas y escaramuzas con los castellano-aragoneses que acechaban sus fronteras, el rey Boabdil, Abu Abd Allah, capituló ante los Reyes Católicos, entregándoles Granada.
Imagen de la «musalla», o ermita, donde se cree que está enterrado el último rey moro de Granada. cercana a la Puerta de la Justicia de la medina de Fez,
El último rey moro de Granada, Boabdil «el Chico», murió en la ciudad marroquí de Fez en 1533, y su cadáver fue enterrado en un lugar donde ahora un equipo hispano-emiratí se propone sacarlo del subsuelo y de paso del desprecio con que la historia lo trató.
REINOS DE TAIFAS
Los reinos de taifas (1ª Parte)
La palabra Taifa viene del árabe muluk al-tawa´if y significa: reinos de taifas, jefes locales o regionales. Se trata de emiratos, impropiamente llamados reinos, unidades políticas autónomas y poco después independientes, que aparecen en al-Andalus a raíz de la gran fitna (1013-1031).
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