LA ESPAÑA ACTUAL Y SU INTEGRACIÓN EN EUROPA
O. LOS GOBIERNOS DE LA UCD (1979/82)
1.1. Gobierno de Suárez (1977/81)
- 2ª legislatura Suárez.
- Desarrollo de la Constitución de 1978
- El Estado de las Autonomías (Estatutos de Cataluña y País Vasco 1979. Galicia y Andalucía, 1981)
- La crisis de la UCD
o Conflictividad socio-política y crisis interna
o Dimisión de Suárez
- Intento golpista del 23-F (Tejero, Milan del Bosch, Armada)
1.2. Gobierno de Calvo Sotelo (1981/82)
- Estabilización del sistema democrático
- Ley de Armonización del Proceso Autonómico(LOAPA)
- Ley del divorcio (81)
- Incorporación parcial a la OTAN (82)
- Elecciones 82: desintegración de la UCD. Bipartidismo
- LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA 1975-1982
- LA CONSTITUCIÓN DE 1978: PRINCIPIOS, INSTITUCIONES Y AUTONOMÍAS
Rey de todos los españoles. (22 noviembre de 1975). Don Juan Carlos es proclamado Rey y presta juramento ante las Cortes. Hasta entonces, la historia reciente de nuestro país, al menos durante el último siglo y medio, había sido la historia de media España contra la otra media. Aquel día, Don Juan Carlos habla de un futuro distinto al afirmar que quería ser «el Rey de todos los españoles». Con una mezcla de esperanza y temor, comenzó una nueva etapa que pasará a la historia como el periodo más largo de paz, convivencia, libertad y prosperidad que han conocido los españoles.
INTRODUCCIÓN
Este tema es fundamental para entender nuestro presente y nuestro pasado más inmediato. El sistema democrático, interrumpido tras el final de la Guerra Civil por una dictadura de casi cuarenta años, retorna a nuestro país, y es el que ordena nuestra vida política actual.
24 de noviembre de 1975 al discurso de coronación de Juan Carlos como nuevo rey de España ante las Cortes
El rey, verdadero motor del cambio político, optó por la vía reformista. Adolfo Suárez impulsó, desde la Presidencia del Gobierno, una profunda reforma política: la legalización de los partidos políticos y de los sindicatos, los decretos de amnistía, la supresión de los tribunales especiales y el reconocimiento de hecho de las instituciones propias del País Vasco y de Cataluña fueron hitos que jalonaron los primeros años de la transición y que condujeron a la Constitución de 1978.
Tras la redacción de la Constitución de 1978 España abandona el franquismo y empieza a funcionar con un sistema democrático que llevará al poder sucesivamente a tres partidos: la U.C.D., el P.S.O.E. y el P.P., entre 1979 y 2004.
La transición democrática fue el proceso de desmantelamiento de la dictadura a partir de la propia legalidad franquista. Sus características fueron:
1. No hay una ruptura revolucionaria.
- Resultó bastante pacífica y poco traumática.
- No hubo petición de responsabilidades políticas y sociales a los antiguos dirigentes de la dictadura, ni compensaciones a sus víctimas.
2. Fue consecuencia de un pacto para crear una democracia a la europea entre:
- Fuerzas procedentes del franquismo.
a) El rey y las instituciones (el ejército).
b) Sectores reformistas del franquismo:
• Suárez y parte de los componentes de la UCD.
• Fraga y los componentes de AP.
- Fuerzas de la oposición:
a) Los liberales, que aceptaron gustosos la forma del proceso.
b) La izquierda (PSOE, PCE), aceptó a regañadientes, pues durante un tiempo mantendrá la idea de “la ruptura” (proyecto revolucionario).
En contra estuvieron la extrema izquierda y los inmovilistas.
Este proceso no sólo fue un pacto entre élites políticas, sino que estuvo movido por la presión popular. Sin el apoyo de la sociedad a los cambios, éstos no hubieran sido posibles. El pueblo español demostró una sorprendente madurez durante estos años.
I. LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA DE 1975 A 1978
1. LOS PRIMEROS PASOS: DE ARIAS NAVARRO A ADOLFO SUÁREZ
OPCIONES A LA MUERTE DE FRANCO
Después de la muerte del general Franco, se planteaban en España tres posibles alternativas:
- Continuidad sin cambios del sistema franquista defendida por los franquistas puros o inmovilistas, el Búnker.
- Ruptura democrática: disolución inmediata de las instituciones franquistas y la formación de un gobierno provisional que garantizase el establecimiento de estructuras democráticas. Defendida por los integrantes de la Junta Democrática.
- Ruptura pactada o reforma de las instituciones franquistas, para que desde la legalidad se desembocara en el sistema democrático. Defendida por los miembros de la Plataforma de Convergencia Democrática y el sector aperturista del régimen franquista.
LA POSICIÓN DE PARTIDA DEL REY
Dos días después de la muerte de Franco, es decir, el 22 de noviembre de 1975 las Cortes franquistas proclaman, según voluntad del dictador, a don Juan Carlos como rey de España.
El papel del rey fue decisivo aunque sus ideas eran un enigma, había sido nombrado por Franco y la oposición creyó que con él continuaba el franquismo. De él desconfiaban desde los franquistas puros hasta amplios sectores monárquicos que seguían a su padre, don Juan, que no había renunciado a sus derechos. En este contexto se convierte en motor del cambio, optando por la vía reformista (partiendo de las instituciones franquistas empieza el camino hacia el restablecimiento de las instituciones democráticas). Tres hombres con puestos de responsabilidad en el franquismo son claves: el teniente general Gutiérrez Mellado, Torcuato Fernández- Miranda y Adolfo Suárez.
GOBIERNO DE ARIAS NAVARRO (DICIEMBRE 1975-JULIO 1976)
En un principio, se confirmó como Presidente del primer Gobierno de la Monarquía a Arias Navarro, era lo más conveniente para garantizar la estabilidad en un momento de gran incertidumbre sobre el futuro, no obstante éste se vio obligado a incluir en su gobierno a varios ministros de corte aperturista: Fraga, Areilza, Garrigues... Arias Navarro, a pesar de su talante franquista y consciente de la nueva situación inició una serie de cambios que no eran sino un “maquillaje” para no desmontar el régimen:
- Indultó a numerosos presos políticos.
- Legalizó los partidos políticos (dejando fuera a los nacionalistas y a los comunistas).
- Sin embargo, no habló de elecciones generales ni de autonomías.
Mientras esto sucedía la oposición en el exterior acentuaba sus críticas contra la monarquía y el gabinete de Arias Navarro.
El rey se encontró con que no podía llevar las reformas hacia la democracia con Arias Navarro a la vez que las huelgas, manifestaciones políticas y protestas aumentaban en el país. No era aconsejable destituirlo directamente, por lo que parece ser que después de un despacho rutinario entre ambos, don Juan Carlos manifestó a Arias Navarro su descontento por la marcha de los asuntos del país forzando así su dimisión. Arias que no estaba acostumbrado a ningún tipo de recriminación y que tampoco tenía demasiado interés por su cargo, presentó su dimisión sin pensarlo. El rey se la aceptó en el acto.
NOMBRAMIENTO DE ADOLFO SUÁREZ
Junio de 1976. Adolfo Suárez, jura como presidente del Gobierno ante el Rey.NOMBRAMIENTO DE ADOLFO SUÁREZ
-La elección de Adolfo Suårez. (3 de julio de 1976). El Rey ve que su proyecto de convertir a España en una democracia se está viendo obstruido por la parálisis del Gobierno presidido por Carlos Arias Navarro, a quien no pudo destituir hasta transcurridos siete meses de su proclamación. Su hombre era Adolfo Suárez, que compartía su proyecto, pero tenía que conseguir introducirlo en la terna que, según la ley, debía proponerle el Consejo del Reino. Lo logró gracias a la habilidad de Torcuato Fernández-Miranda, que presidía esta institución. Los otros dos candidatos fueron Gregorio López Bravo y Federico Silva Muñoz.
Tras numerosas negociaciones, Fernández-Miranda consiguió que el Consejo del Reino, órgano que asesora al monarca y que tiene como misión elaborar una terna de candidatos a presidente del gobierno, en la terna preceptiva para la elección del nuevo presidente del gobierno incluyese como candidato a Adolfo Suárez, un hombre joven y vinculado a Falange. En aquel momento era ministro Secretario General del Movimiento y apenas hacía un mes antes había defendido ante las cortes franquistas la Ley sobre Derecho de Asociación Política.
Una carrera política iniciada en la burocracia del Movimiento franquista le condujo a ser quien llevó a cabo el desmontaje de la dictadura y el iniciador de la reconstrucción democrática de nuestro país. Su innegable ambición política se hizo compatible con su sensibilidad hacia las demandas de una sociedad española a favor de una libertad sin riesgos. Y eso es lo que supo ofrecer a los españoles a través de un proceso de reforma que llevó adelante con el concurso de los sectores aperturistas del régimen franquista y la colaboración no siempre activa de la oposición democrática. En la realización de esta empresa, Adolfo Suárez manifestó excepcionales dotes políticas. La más destacada de ellas sería su firme combinación de actitudes reformistas con la aceptación de un proceso constituyente que le permitiría converger con los partidos de oposición. Estas dotes se pondrían de manifiesto también en episodios como su gestión de la ley para la Reforma Política, el reconocimiento del PCE, su entendimiento con Josep Tarradellas o el impulso de los Pactos de la Moncloa. Su talento político, como pone de manifiesto Juan Francisco Fuentes, tendría su limitación más importante en la dirección de su partido político, la UCD. Suárez supo montar la estructura del partido ganador de las primeras elecciones, pero no supo avanzar en el proceso de construcción de una maquinaria política coherente.
El Rey eligió a Suárez el 3 de julio de 1976, como presidente del Gobierno. El nombramiento de Suárez fue mal visto por la oposición, dado su origen falangista y por los sectores reformistas del franquismo al considerarle poco capacitado para ejercer la presidencia del gobierno. Muchos se negaron a formar gobierno con él. A Suárez no le quedó más remedio que formar un gobierno de segundones que fue calificado, despectivamente, como un gobierno de “penenes”.
El rey contaba ya con los hombres que habían sido llamados a transformar el sistema franquista: Gutiérrez Mellado al frente del Ejército, Torcuato Fernández- Miranda (desde el Consejo del Reino) y Adolfo Suárez (desde la Presidencia del Gobierno). Todos estos políticos procedían del franquismo y no de la oposición política, por lo que la reforma se iba a llevar a cabo desde dentro del mismo sistema. El rey se convertía en el “motor” del cambio” y Suárez en el principal “actor”. Comenzaba así una nueva tentativa de reforma que esta vez sería definitiva.
La elección de Suárez provoca expectación y recelos, tanto en España como en el extranjero, donde se sigue muy de cerca la evolución política española. Después de jurar el cargo, realiza su primer mensaje televisado, con un lenguaje directo y la convicción de instaurar la democracia en breve tiempo.
La formación del nuevo gobierno tampoco es fácil, figuras relevantes rechazan entrar en el gabinete –Pío Cabanillas, Antonio Garrigues, Areilza-, pero finalmente Suárez, con el apoyo de Alfonso Osorio y los democristianos del régimen, anuncia la formación de su primer gobierno. Muchos de sus miembros serán protagonistas destacados de la transición: Marcelino Oreja, Landelino Lavilla, Rodolfo Martín Villa, Leopoldo Calvo-Sotelo, Fernando Abril Martorell o el mismo Osorio. Pese a todo ello no pueden evitar feroces críticas e incluso son tachados de Gobierno de penenes (profesores no numerarios) o grupo de jóvenes oportunistas.
Los nuevos ministros juran su cargo el día 8 en el palacio de la Zarzuela, donde vuelven al día siguiente para celebrar el primer consejo de ministros bajo la presidencia del rey Juan Carlos. Otro dato concluyente de la tutela de la Corona sobre la transición. El monarca los exhorta a tomar “decisiones importantes en el aspecto político y económico”, profundizar en la participación de todos y conciliar la evolución hacia nuevas estructuras sociales y políticas.
Una semana más tarde, el 16 de julio, al finalizar el Consejo de Ministros, se da a conocer la declaración programática del Gobierno. En un lenguaje casi rupturista, que rompe con la tradición de leer entre líneas, se habla de soberanía, de libertades políticas, sindicales y de expresión. Se anuncia la convocatoria de elecciones generales antes del 30 de junio de 1977 y la petición cursada al rey para que otorgue una amnistía a los delitos políticos y de opinión.
El camino de la transición a la democracia está trazado, y pese a las dificultades, culminará con éxito con la aprobación de la Ley de Reforma Política en referéndum el 15 de diciembre y la celebración de las primeras elecciones democráticas el 15 de junio de 1977.
LA CONVERGENCIA DE LAS ALIANZAS OPOSITORAS EN EL EXTERIOR:
LA PLATAJUNTA
En la primavera de 1976 se formaría la PLATAJUNTA (Plataforma de Coordinacion Democrática), donde convergen las dos principales organizaciones que englobaban a los partidos de oposición: la Junta Democrática (dirigida por el PCE) y Plataforma de Convergencia (liderada por el PSOE), para actuar conjuntamente, para fijar objetivos comunes:
- Ruptura pactada con el gobierno a través de un periodo constituyente.
- Liberalización de los presos políticos y retorno a España de los exiliados.
- Restablecimiento de las libertades y derechos humanos.
- Legalización de partidos políticos y sindicatos.
- Reconocimiento de las autonomías regionales.
Adolfo Suárez, (1º d), y los vicepresidentes Enrique Fuentes Quintana (3º d) y el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado (2º d), cesar lucas
Aplauden en pie desde sus escaños en el Congreso, junto al resto de diputados, tras la aprobación de la ley de Amnistía, consagrando la reconciliación entre vencedores y vencidos de la Guerra Civil. /
2. EL CAMINO HACIA LA DEMOCRACIA (1976-1977)
Suárez a todo ritmo y sobreponiéndose a las adversidades de la desconfianza, la contestación huelguística y el terrorismo, comenzó a actuar en dos frentes:
- Negociar secretamente con la oposición, incluidos todos los socialistas y comunistas, y aceptar la realidad de los nacionalismos mediante la amnistía.
- Liquidación de las Cortes franquistas, para lo que contó con la milimétrica actuación de Fernández-Miranda.
Su objetivo era desmontar el franquismo desde dentro y adentrar el país en la democracia.
A) LEY DE REFORMA POLÍTICA (15 DE DICIEMBRE DE 1976)
ley para la Reforma Política. En el ambiente: emoción, expectativa, incertidumbre. Era la primera vez en 40 años que los ciudadanos salían a votar democráticamente para decidir un futuro que aún no veían claro
En virtud de esta ley se constituirían las futuras Cortes bicamerales (Congreso y Senado), ambas cámaras elegidas por el voto de los ciudadanos. Aunque dicha ley suponía la liquidación de las estructuras franquistas y de las mismas Cortes, éstas la aprobaron por amplísima mayoría (429 votos a favor, frente a 59 en contra y 13 abstenciones). Era la liquidación política del franquismo. Esta ley marcaba el punto de llegada: un sistema parlamentario similar al de los países europeos de nuestro entorno, era, en definitiva, la pieza clave para la transición legal hacia la democracia.
Tras una tensa campaña electoral cuajada de atentados del GRAPO y de ETA, el 15 de diciembre de 1976 el pueblo español la aprobó en referéndum por abrumadora mayoría (94% se pronunciaron por el Sí y un 2,5% por el no). Simultáneamente Suárez llevó a cabo una amplia amnistía política y la legalización de los símbolos nacionalistas: ikurriña, senyera catalana…
B) LA LEGALIZACIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS (FEBRERO DE 1977)
Entre enero y junio de 1977 Suárez usó el decreto-ley (leyes aprobadas por el Gobierno sin pasar por las Cortes) para agilizar la reforma. Entre estos decretos se incluía la legalización de los partidos políticos que aun no lo habían sido.
La legalización del PCE era la verdadera prueba de fuego para el Gobierno, en ella se vería hasta donde quería llegar, además, su credibilidad internacional estaba en juego. Si se querían convocar elecciones verdaderamente democráticas era imprescindible que el PCE pudiera presentarse. El día 1 de abril se disolvió el Movimiento Nacional. El 9 de abril, domingo de resurrección, era legalizado el Partido Comunista lo que originó una gran tormenta política e intentos involucionistas por parte de los franquistas puros. Estaba claro que el camino iniciado era irreversible.
Suárez buscaba llegar a las elecciones del 15 de junio de aquel año sin que nada pudiera poner en cuestión su clara voluntad democrática. Europa nos miraba con atención. Carrillo sabía que si se quedaba fuera de esa consulta los socialistas ocuparían de forma natural y absoluta todo el espacio a la izquierda de ese extraño franquismo reformado y centrista que representaba el propio Suárez.
El presidente del Gobierno se jugó el todo por el todo engañando -no cabe utilizar otra palabra- al Ejército que en aquel momento era el albacea del testamento político del dictador y donde el pensamiento reaccionario y golpista que caracterizó a las Fuerzas Armadas españolas durante los siglos XIX y casi todo el XX tenía su asiento. Pocos meses antes de proceder a la legalización, Suárez, en una reunión con generales, había prometido que los comunistas no tendrían sitio en la vida política.
Carrillo también se la jugó: le dio la vuelta como un calcetín a un PCE de tradición estalinista que había sido la fuerza hegemónica durante la larga clandestinidad franquista y lo presentó con perfiles aún más moderados que los del PSOE de Felipe González, venciendo para ello no pocas resistencias internas.
El Ejército se revolvió contra legalización de los comunistas y a punto se estuvo de echar por tierra todo lo que se había hecho desde la muerte de Franco. Pero el presidente logró sin más coste que la mucha tensión que se generó en los cuartos de banderas su objetivo de que todas las fuerzas políticas pudieran tener papeletas con su nombre en los colegios electorales. Los militares se enteraron ese día de quién mandaba en España, aunque el odio que acumularon contra él tendría consecuencias varios años después. De paso, y nunca sabremos si ese era otro objetivo buscado por el presidente, colocó al PCE en su verdadera dimensión de partido visto con recelo por las clases medias que eran muy mayoritarias en la España de mediados de los setenta.
El 15 de junio de 1977 el PCE, el fantasma que esgrimió Franco durante cuarenta años, quedó reducido a lo que en realidad era, un partido obrerista que reducía su influencia a los cinturones industriales de las grandes ciudades. La inmensa mayoría de los españoles miraba para otro sitio.
C) LA REGULACIÓN DE LAS NORMAS ELECTORALES (23 DE MARZO DE 1977)
En este decreto-ley se aprobaron las normas electorales, las elecciones se harían por sufragio universal directo. Además de estas leyes se reconocía el derecho a la huelga, la libertad de expresión… De acuerdo con estas leyes el 15 de abril del mismo año se convocaron las elecciones a cortes constituyentes, que habrían de celebrarse dos meses después, es decir el 15 de junio. Previamente don Juan cedía los derechos del trono español a su hijo, cerrándose así un motivo más de incertidumbre.
Junto con todas estas medidas se produjo una segunda amnistía y se restableció con carácter provisional algunas instituciones autonómicas como la Generalitat de Catalunya y el presidente de ERC, Josep Tarradellas, volvió del exilio. También se puso en marcha un gobierno preautonómico en el País Vasco.
D) LAS DIFICULTADES
Los primeros meses de 1977 constituyen la etapa más difícil y delicada de la transición. Las tensiones en la calle eran muy fuertes tanto por parte de la extrema derecha como de la extrema izquierda. ETA seguía matando, contribuyendo a desestabilizar el país y a enervar a los militares. De la misma manera, los sectores inmovilistas llevaron a cabo atentados, el más famoso fue el asesinato por pistoleros de extrema derecha de cinco abogados laboralistas del PCE en su despacho de la calle Atocha de Madrid. El PCE respondió con una impresionante manifestación silenciosa.
Por otra parte la inestable situación económica generaba continuas huelgas y manifestaciones que caldeaban todavía más el clima social y político contribuyendo a dar una sensación de anarquía y caos que era utilizado demagógicamente por los últimos partidarios del régimen.
Mayo de 1977. Torcuato Fernández Miranda y el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez,
3. ELECCIONES DE 15 DE JUNIO DE 1977
CONSENSO CONSTITUYENTE
-Primeras elecciones democráticas. (15 de junio de 1977). El Rey vio cumplido su principal objetivo de devolver la soberanía al pueblo. Aquel día los ciudadanos acudieron a votar en las primeras elecciones de la democracia. El Partido Comunista había sido legalizado hacía dos meses. Adolfo Suárez, con la Unión de Centro Democrático, ganó los comicios con 166 diputados. El PSOE quedó segundo, con 118. La gran sorpresa fue que el Partido Comunista, al que se le presuponían grandes apoyos populares, sólo obtuvo 19. «La democracia ha comenzado. Ahora hemos de tratar de consolidarla», afirmó Don Juan Carlos el 22 de julio en la apertura de la legislatura.
Mayo de 1977. Torcuato Fernández Miranda y el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez,
3. ELECCIONES DE 15 DE JUNIO DE 1977
CONSENSO CONSTITUYENTE
-Primeras elecciones democráticas. (15 de junio de 1977). El Rey vio cumplido su principal objetivo de devolver la soberanía al pueblo. Aquel día los ciudadanos acudieron a votar en las primeras elecciones de la democracia. El Partido Comunista había sido legalizado hacía dos meses. Adolfo Suárez, con la Unión de Centro Democrático, ganó los comicios con 166 diputados. El PSOE quedó segundo, con 118. La gran sorpresa fue que el Partido Comunista, al que se le presuponían grandes apoyos populares, sólo obtuvo 19. «La democracia ha comenzado. Ahora hemos de tratar de consolidarla», afirmó Don Juan Carlos el 22 de julio en la apertura de la legislatura.
A) PARTIDOS POLÍTICOS
Convocadas las elecciones se procedió a la formación de diversas coaliciones electorales. Como suele suceder en todos los procesos de transición política los partidos proliferaron como setas. Nos centraremos solamente en los más populosos.
DERECHA:
· La ultraderecha se presentaba atomizada en un mosaico de partidos sin posibilidades reales de éxito. El más relevante de ellos era Fuerza Nueva -FN- dirigido por Blas Piñar.
· Alianza Popular (AP) encabezada por Manuel Fraga Iribarne acogía a varios ex ministros de Franco, aunque aspiraba a ocupar el centro político, pronto fue el partido en el que se integraron muchos nostálgicos del régimen.
CENTRO:
· Unión de Centro Democrático (UCD), conglomerado de partidos de ideología democristiana, socialdemócrata, liberal, ex falangistas y alguno regionalista, la dirigía Adolfo Suárez que había conseguido un gran prestigio.
Puedo prometer y prometo...
El histórico mensaje pronunciado por Suárez el 13 de junio de 1977 para solicitar el voto a UCD en las elecciones generales
"Buenas noches, señoras y señores:
Vengo a hablarles de un nuevo horizonte para España. Vengo a solicitar su voto para hacerlo posible. Vengo, como candidato, a pedir su voto para la Unión de Centro Democrático.
No vengo con fáciles palabras a la conquista de votos fáciles. Sé muy bien —y lo demuestra la experiencia— que quienes alcanzan el Poder con demagogia terminan haciéndole pagar al país un precio muy caro.
Lo primero que quiero advertir es que las elecciones no resuelven por sí mismas los problemas, aunque es el paso previo y necesario para su solución. Durante esta campaña electoral ustedes han oído y oirán muchos programas políticos. Pienso que todos se parecen demasiado; que todos los partidos predican aparentemente lo mismo.
Quizá esto ha provocado la incredulidad y desconfianza de los ciudadanos, porque sabemos que todo no se puede hacer de la noche a la mañana. Tiene, sin embargo, una ventaja, que es la de saber con certeza cuáles son nuestros problemas.
Efectivamente, ya nadie duda de que hay que eliminar muchas deficiencias y muchas injusticias. Desde la absurda discriminación de la mujer hasta la superación de todos los desequilibrios sociales, culturales y económicos.
Creo, sin embargo, que todos estos problemas no se resuelven con palabras ni prometiendo a los ciudadanos que al día siguiente de las elecciones va a despertarse en el país de las delicias.
Quienes han asistido a la penosa construcción de la España de hoy saben con cuánto esfuerzo se ha alcanzado las cotas de desarrollo en que estamos situados.
Saben de la amargura de las familias rotas por la emigración. Saben de las horas de pluriempleo para alcanzar una mejor calidad de vida. Y saben también de la dureza de una libertad insuficiente y de los graves y difíciles momentos que hemos vivido en estos últimos once meses. Demasiado duro todo. Demasiado costoso todo para que ahora nos hagamos la ilusión de que existe una vara mágica para encontrar todas las soluciones inmediatamente.
Por eso Unión de Centro Democrático no se presenta a ofrecer utopías. Formamos un equipo de hombres con experiencia política y de Gobierno capaces de dirigir los intereses de la Nación y de ser una vía segura a la democracia.
A nuestra derecha existen partidos y coaliciones que propugnan reformas que nosotros consideramos absolutamente insuficientes y que tienen un talante político que juzgamos poco propicio al diálogo.
A nuestra izquierda, los partidos más importantes ofrecen a corto plazo unos objetivos moderados, pero ellos mismos no ocultan que su meta es lograr una sociedad inspirada y dominada por la ideología marxista.
Unión de Centro Democrático constituye la vía media, sin riesgos de improvisación o inexperiencias. Pretendemos hacer más cierta y eficaz la participación de todos los españoles, según señaló el Mensaje de la Corona.
Creemos que España se debe construir con la colaboración de derecha y la izquierda, aunque defendemos un modelo de sociedad diferente. Y todo ello queremos lograrlo a través de la moderación, el diálogo y el pacto, porque nadie puede pretender que su verdad sea la única.
No voy, por supuesto, a repetirles el programa de Unión de Centro Democrático. Pero sí quiero decirles que, si el país necesita reformas económicas y sociales y reformas profundas, pero con moderación y sin marxismo, en Unión de Centro Democrático está la ideología social democrática que las propugna.
Que si a España le urge un talante liberal y no radical, en Unión de Centro Democrático están los partidos liberales de mayores credenciales.
Que si en el país existe una concepción cristalina de las relaciones familiares y sociales, en Unión de Centro Democrático hay democracia cristalina.
Que si el programa regional es una de las grandes cuestiones pendientes de solución, en Unión de Centro están partidos regionales que llevarán a las Cortes las ansias de que los pueblos de España tengan personalidad propia.
Que, en fin, si este país necesita que se superen los enfrentamientos, que haya una síntesis de esas dos Españas de ingrato recuerdo, en Unión de Centro Democrático se unen los ideales de hombres que durante años lucharon en la oposición por la democracia y hombres que consideraron un deber participar dentro de la legalidad.
Estos son los hombres para los que solicito su voto.
En cuanto a mí, deseo expresar mi gratitud por el apoyo popular prestado al Gobierno durante estos once meses. Creo que he servido con honestidad y, desde luego, dedicando todo mi tiempo, segundo a segundo, a la tarea de gobernar y de sortear los riesgos y peligros que amenazaban el logro de estas elecciones y que todavía hoy pueden perturbarlas.
No procedo ni estoy ligado a ningún sector privilegiado. Y mis cuentas están claras, como pueden ustedes comprobar en la declaración de bienes que en 1975, al ser nombrado ministro del primer Gobierno de la Monarquía, hice ante el notario de Madrid don José Luis Crespo Roméu.
El candidato que les habla procede del medio rural y sabe de las penalidades del hombre del campo, que sigue esperando una mano redentora. Soy una persona normal y he procurado gobernar desde la normalidad.
Escuché a todos e intenté hacer posible que todos los grupos, cualquiera que fuese su ideología, pudieran trabajar por España desde la legalidad.
Acerté algunas veces, me habré equivocado en otras ocasiones.
Pero pueden estar seguros de que nunca hubo improvisación en la tarea de gobierno. Como españoles creo que podemos tener el orgullo de que en estos once meses España ha empezado a contar positivamente en el mundo actual y este mundo haya comenzado a contar con España.
Si ustedes desean mi sinceridad, les diré que aspiro a proseguir la tarea, porque tengo vocación política y para un político las dificultades de dirigir un país están compensadas por la satisfacción de trabajar por y para todos sus conciudadanos
Creo modestamente que en esta nueva hora de España y al pedirles su voto, no traigo mis papales en blanco ni soy una incógnita.
Prometimos normalizar nuestra vida política, gestionar la transición en paz, construir la democracia desde la legalidad, y creemos que, con las lógicas deficiencias, lo hemos conseguido.
Prometimos que todas las familias políticas pudieran tener un lugar en las Cortes, y el miércoles pueden lograrlo.
Pienso que ya está ordenado el mapa político español y se puede comenzar a construir sobre él. Esta España, que ya es políticamente de todos, debe comenzar a serlo también en lo social, en lo económico y en lo cultural.
Pero quiero insistir, señoras y señores, en que nada va a ser fácil. No puedo asegurarles soluciones inmediatas y milagrosas ni que de la noche a la mañana se satisfagan todas las reivindicaciones, incluso las de estricta justicia.
No puede asegurar que se arreglen rápidamente problemas que se vienen arrastrando desde hace muchos años, aunque la actual libertad de expresión los haga aparecer como nuevos.
No puedo asegurarles nada de esto, porque somos un país con recursos limitados, con deficientes estructuras, con desigualdades irritantes y con una legislación que no se acomoda a la realidad de mil novecientos setenta y siete.
Pero si ustedes nos dan su voto,
Puedo prometer, y prometo, que nuestros actos de gobierno constituirán un conjunto escalonado de medidas racionales y objetivas para la progresiva solución de nuestros problemas.
Puedo prometer, y prometo, intentar elaborar una Constitución en colaboración con todos los grupos representados en las Cortes, cualquiera que sea su número de escaños.
Puedo prometer, y prometo, porque después de las elecciones ya existirán los instrumentos necesarios, dedicar todos los esfuerzos a lograr un entendimiento social que permita fijar las nuevas líneas básicas que ha de seguir la economía española en los próximos años.
Puedo prometer, y prometo, que los hombres de Unión de Centro Democrático promoverán una reforma fiscal que garantice, de una vez para todas, que pague más quien más tiene.
Puedo prometer, y prometo, un marco legal para institucionalizar cada región según sus propias características.
Puedo prometer, y prometo, que trabajaremos con honestidad, con limpieza y de tal forma, que todos ustedes puedan controlar las acciones de gobierno.
Puedo, en fin, prometer y prometo, que el logro de una España para todos no se pondrá en peligro por las ambiciones de algunos de los privilegios de unos cuantos.
Señoras y señores:
Hoy como candidato solicito su voto. Lo solicito para las candidaturas al Congreso que Unión de Centro Democrático presenta en toda España y para los hombres y mujeres de Unión de Centro Democrático que aspiran al Senado.
Al hacerlo los convoco a un nuevo horizonte. Hemos sacado adelante la Reforma Política. Ahora debemos llevar adelante las demás reformas que este gran país y este gran pueblo necesitan.
A ello les convoco. No los llamo a la comodidad, sino al esfuerzo y al trabajo para hacer una España mejor. Vamos a soportar sacrificios, ésta es la verdad. Pero lo soportaremos todos, sin una sola excepción.
Con la asistencia de ustedes, desde la normalidad que estamos alcanzando, desde la moderación que nos inspira, desde el diálogo con todos los grupos y partidos, creo que seremos capaces de consolidar definitiva y firmemente una Monarquía democrática, capaz de dar respuesta realista a los problemas que nos acucian. Ese es, señoras y señores, nuestro horizonte.
Y para ello les pido su voto.
Muchas gracias".
Vengo a hablarles de un nuevo horizonte para España. Vengo a solicitar su voto para hacerlo posible. Vengo, como candidato, a pedir su voto para la Unión de Centro Democrático.
No vengo con fáciles palabras a la conquista de votos fáciles. Sé muy bien —y lo demuestra la experiencia— que quienes alcanzan el Poder con demagogia terminan haciéndole pagar al país un precio muy caro.
Lo primero que quiero advertir es que las elecciones no resuelven por sí mismas los problemas, aunque es el paso previo y necesario para su solución. Durante esta campaña electoral ustedes han oído y oirán muchos programas políticos. Pienso que todos se parecen demasiado; que todos los partidos predican aparentemente lo mismo.
Quizá esto ha provocado la incredulidad y desconfianza de los ciudadanos, porque sabemos que todo no se puede hacer de la noche a la mañana. Tiene, sin embargo, una ventaja, que es la de saber con certeza cuáles son nuestros problemas.
Efectivamente, ya nadie duda de que hay que eliminar muchas deficiencias y muchas injusticias. Desde la absurda discriminación de la mujer hasta la superación de todos los desequilibrios sociales, culturales y económicos.
Creo, sin embargo, que todos estos problemas no se resuelven con palabras ni prometiendo a los ciudadanos que al día siguiente de las elecciones va a despertarse en el país de las delicias.
Quienes han asistido a la penosa construcción de la España de hoy saben con cuánto esfuerzo se ha alcanzado las cotas de desarrollo en que estamos situados.
Saben de la amargura de las familias rotas por la emigración. Saben de las horas de pluriempleo para alcanzar una mejor calidad de vida. Y saben también de la dureza de una libertad insuficiente y de los graves y difíciles momentos que hemos vivido en estos últimos once meses. Demasiado duro todo. Demasiado costoso todo para que ahora nos hagamos la ilusión de que existe una vara mágica para encontrar todas las soluciones inmediatamente.
Por eso Unión de Centro Democrático no se presenta a ofrecer utopías. Formamos un equipo de hombres con experiencia política y de Gobierno capaces de dirigir los intereses de la Nación y de ser una vía segura a la democracia.
A nuestra derecha existen partidos y coaliciones que propugnan reformas que nosotros consideramos absolutamente insuficientes y que tienen un talante político que juzgamos poco propicio al diálogo.
A nuestra izquierda, los partidos más importantes ofrecen a corto plazo unos objetivos moderados, pero ellos mismos no ocultan que su meta es lograr una sociedad inspirada y dominada por la ideología marxista.
Unión de Centro Democrático constituye la vía media, sin riesgos de improvisación o inexperiencias. Pretendemos hacer más cierta y eficaz la participación de todos los españoles, según señaló el Mensaje de la Corona.
Creemos que España se debe construir con la colaboración de derecha y la izquierda, aunque defendemos un modelo de sociedad diferente. Y todo ello queremos lograrlo a través de la moderación, el diálogo y el pacto, porque nadie puede pretender que su verdad sea la única.
No voy, por supuesto, a repetirles el programa de Unión de Centro Democrático. Pero sí quiero decirles que, si el país necesita reformas económicas y sociales y reformas profundas, pero con moderación y sin marxismo, en Unión de Centro Democrático está la ideología social democrática que las propugna.
Que si a España le urge un talante liberal y no radical, en Unión de Centro Democrático están los partidos liberales de mayores credenciales.
Que si en el país existe una concepción cristalina de las relaciones familiares y sociales, en Unión de Centro Democrático hay democracia cristalina.
Que si el programa regional es una de las grandes cuestiones pendientes de solución, en Unión de Centro están partidos regionales que llevarán a las Cortes las ansias de que los pueblos de España tengan personalidad propia.
Que, en fin, si este país necesita que se superen los enfrentamientos, que haya una síntesis de esas dos Españas de ingrato recuerdo, en Unión de Centro Democrático se unen los ideales de hombres que durante años lucharon en la oposición por la democracia y hombres que consideraron un deber participar dentro de la legalidad.
Estos son los hombres para los que solicito su voto.
En cuanto a mí, deseo expresar mi gratitud por el apoyo popular prestado al Gobierno durante estos once meses. Creo que he servido con honestidad y, desde luego, dedicando todo mi tiempo, segundo a segundo, a la tarea de gobernar y de sortear los riesgos y peligros que amenazaban el logro de estas elecciones y que todavía hoy pueden perturbarlas.
No procedo ni estoy ligado a ningún sector privilegiado. Y mis cuentas están claras, como pueden ustedes comprobar en la declaración de bienes que en 1975, al ser nombrado ministro del primer Gobierno de la Monarquía, hice ante el notario de Madrid don José Luis Crespo Roméu.
El candidato que les habla procede del medio rural y sabe de las penalidades del hombre del campo, que sigue esperando una mano redentora. Soy una persona normal y he procurado gobernar desde la normalidad.
Escuché a todos e intenté hacer posible que todos los grupos, cualquiera que fuese su ideología, pudieran trabajar por España desde la legalidad.
Acerté algunas veces, me habré equivocado en otras ocasiones.
Pero pueden estar seguros de que nunca hubo improvisación en la tarea de gobierno. Como españoles creo que podemos tener el orgullo de que en estos once meses España ha empezado a contar positivamente en el mundo actual y este mundo haya comenzado a contar con España.
Si ustedes desean mi sinceridad, les diré que aspiro a proseguir la tarea, porque tengo vocación política y para un político las dificultades de dirigir un país están compensadas por la satisfacción de trabajar por y para todos sus conciudadanos
Creo modestamente que en esta nueva hora de España y al pedirles su voto, no traigo mis papales en blanco ni soy una incógnita.
Prometimos normalizar nuestra vida política, gestionar la transición en paz, construir la democracia desde la legalidad, y creemos que, con las lógicas deficiencias, lo hemos conseguido.
Prometimos que todas las familias políticas pudieran tener un lugar en las Cortes, y el miércoles pueden lograrlo.
Pienso que ya está ordenado el mapa político español y se puede comenzar a construir sobre él. Esta España, que ya es políticamente de todos, debe comenzar a serlo también en lo social, en lo económico y en lo cultural.
Pero quiero insistir, señoras y señores, en que nada va a ser fácil. No puedo asegurarles soluciones inmediatas y milagrosas ni que de la noche a la mañana se satisfagan todas las reivindicaciones, incluso las de estricta justicia.
No puede asegurar que se arreglen rápidamente problemas que se vienen arrastrando desde hace muchos años, aunque la actual libertad de expresión los haga aparecer como nuevos.
No puedo asegurarles nada de esto, porque somos un país con recursos limitados, con deficientes estructuras, con desigualdades irritantes y con una legislación que no se acomoda a la realidad de mil novecientos setenta y siete.
Pero si ustedes nos dan su voto,
Puedo prometer, y prometo, que nuestros actos de gobierno constituirán un conjunto escalonado de medidas racionales y objetivas para la progresiva solución de nuestros problemas.
Puedo prometer, y prometo, intentar elaborar una Constitución en colaboración con todos los grupos representados en las Cortes, cualquiera que sea su número de escaños.
Puedo prometer, y prometo, porque después de las elecciones ya existirán los instrumentos necesarios, dedicar todos los esfuerzos a lograr un entendimiento social que permita fijar las nuevas líneas básicas que ha de seguir la economía española en los próximos años.
Puedo prometer, y prometo, que los hombres de Unión de Centro Democrático promoverán una reforma fiscal que garantice, de una vez para todas, que pague más quien más tiene.
Puedo prometer, y prometo, un marco legal para institucionalizar cada región según sus propias características.
Puedo prometer, y prometo, que trabajaremos con honestidad, con limpieza y de tal forma, que todos ustedes puedan controlar las acciones de gobierno.
Puedo, en fin, prometer y prometo, que el logro de una España para todos no se pondrá en peligro por las ambiciones de algunos de los privilegios de unos cuantos.
Señoras y señores:
Hoy como candidato solicito su voto. Lo solicito para las candidaturas al Congreso que Unión de Centro Democrático presenta en toda España y para los hombres y mujeres de Unión de Centro Democrático que aspiran al Senado.
Al hacerlo los convoco a un nuevo horizonte. Hemos sacado adelante la Reforma Política. Ahora debemos llevar adelante las demás reformas que este gran país y este gran pueblo necesitan.
A ello les convoco. No los llamo a la comodidad, sino al esfuerzo y al trabajo para hacer una España mejor. Vamos a soportar sacrificios, ésta es la verdad. Pero lo soportaremos todos, sin una sola excepción.
Con la asistencia de ustedes, desde la normalidad que estamos alcanzando, desde la moderación que nos inspira, desde el diálogo con todos los grupos y partidos, creo que seremos capaces de consolidar definitiva y firmemente una Monarquía democrática, capaz de dar respuesta realista a los problemas que nos acucian. Ese es, señoras y señores, nuestro horizonte.
Y para ello les pido su voto.
Muchas gracias".
IZQUIERDA:
· El PSOE estaba representado por Felipe González que contaba con muchos apoyos internacionales y una imagen de responsabilidad por su programa electoral.
· Otro partido socialista que luego se integraría en el PSOE fue el Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván.
· El Partido Comunista de España (PCE) de Santiago Carrillo concurrió en solitario, no le dio casi tiempo a preparar la campaña, apelaba al sentido de la reconciliación, pero era mirado por muchos como un grupo revolucionario a pesar de sus declaraciones.
· A la izquierda del PCE, al igual que pasaba con la extrema derecha, se presentaron un sinnúmero de partidos y la confusión de siglas y mensajes era de lo más variopinto, a modo de ejemplo citaremos al Partido Comunista de España Marxista-Leninista.
PARTIDOS NACIONALISTAS:
· En Cataluña se presentaron varios partidos y coaliciones, el más importante fue Pacte Democràtic per Catalunya una coalición de varios grupos de los cuales el más importante era Convergencia Democrática de Cataluña -CDC- fundado por Jordi Pujol en 1974. Unió Democrática de Catalunya, que era un partido democristiano. El PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña) se presentó coaligado con el PCE, Esquerra Republicana de Catalunya que todavía no había sido legalizado…
· En el País Vasco, además de los partidos de ámbito nacional se presentaron también partidos propios. La fuerza más importante era el Partido Nacionalista Vasco -PNV- de corte democristiano. En la izquierda se presentó Euskadiko Ezkerra de tendencia marxista en aquel momento.
B) LOS RESULTADOS ELECTORALES
Las elecciones generales se celebraron el 15 de junio de 1977. Con el 78,7 % de participación, UCD consiguió 6.400.000 votos y 165 diputados de los 350 que tenía el Congreso de los diputados. Le seguía el PSOE, que obtuvo 5.371.000 votos y 118 diputados. Los comunistas (PCE y PSUC) obtuvieron 20 diputados y los franquistas de AP, 16. Respecto de los partidos nacionalistas podemos decir que, en Cataluña, el Pacte Democratic per Catalunya consiguió 11 diputados, Unió Democratica de Catalunya, 2, y
Esquerra Republicana de Catalunya, 1. En el País Vasco, el PNV obtuvo 8 diputados y EE, 1. Adolfo Suárez fue investido presidente del gobierno, aunque le faltaban 20 diputados para obtener la mayoría absoluta, circunstancia que le obligó a una política de pactos con los partidos de oposición, especialmente los nacionalistas catalanes.
Con motivo de estas elecciones el gobierno de la II República en el exilio se autodisolvió al reconocer que en España se había recuperado la soberanía popular.
C) PROCESO CONSTITUYENTE
- LOS PACTOS DE LA MONCLOA
- LOS PACTOS DE LA MONCLOA
Abiertas las Cortes, éstas iniciaron la tarea de elaborar una constitución que sirviera de base para iniciar la normalidad democrática, de ahí el carácter constituyente de la legislatura.
Mientras en lo político el objetivo fundamental era la redacción de la constitución, en lo económico el fin primordial era combatir la grave crisis económica. Con las Cortes trabajando en la redacción de la Norma Fundamental
para la convivencia democrática en España, el Ejecutivo impulsa con la
oposición los denominados Pactos de la Moncloa, dos acuerdos muy
relevantes en matería económica (derecho a la asociación sindical,
límites de subida salarial similares a la inflación existente en esos
momentos, devaluación de la peseta y reforma fiscal) y jurídico-politica
(se incluyen los derechos de reunión, asociación política y libertad de
expresión) que firmaron el 25 de octubre de 1977 los líderes de los
principales partidos y CC OO.
Desde hacía varios años los sucesivos gobiernos habían aparcado la toma de decisiones en este sentido y ahora la situación era insostenible: inflación próxima al 40%, aumento del paro, déficit exterior galopante
España de 1977 presentaba, en el terreno económico, un cuadro clínico explosivo que revelaba unas cifras que se parecían poco a las que había manejado la oficialidad franquista. Era una economía muy intervenida que llegaba duramente lacerada por la crisis económica mundial causada por el encarecimiento de los precios del petróleo tras la guerra del Yom Kippur entre árabes e israelíes de 1973. El PIB era de 9,1 billones de pesetas, con un PIB por habitante equivalente a 3.000 dólares (hoy supera los 28.000 dólares); un crecimiento en términos reales del 2,8% que parecía sólido, pero con un consumo privado más débil, en torno al 1,5%. El déficit público (en torno al 2%) no era alarmante, pero no incluía muchos organismos autónomos o empresas públicas e industrias que luego tendrían que pasar por la reconversión. La inflación estaba oculta por la Junta Superior de Precios (JSP) y aquel año se disparó hasta un escalofriante 26,4%, aunque en algún momento del año llegó a rebasar el 30%, y los tipos de interés para créditos personales superaban el 10%, aunque no tardarían en sobrepasar el 20%. También apareció entonces otro de los graves problemas estructurales de la economía española, que se ha instalado a lo largo de los 40 años, el desempleo, que se vio alimentado por la vuelta de muchos emigrantes, en parte atraídos por la apertura, pero también porque la crisis del petróleo había hecho mella en los países en los que se encontraban. En 1973, los parados rondaban los 325.000, según la Encuesta de Población Activa (EPA). En diciembre de 1976 había pasado a 627.990 y a 760.060 un año después, para superar el millón a finales de 1978. La tasa de paro sobre la población activa era a finales de 1977 de 5,69%.
El peso del sector primario era todavía alto. De los 12,5 millones de trabajadores ocupados que había en 1977 (casi 19 millones en la actualidad), 2,5 millones lo estaban en agricultura (ahora hay menos de un millón) y más de 5,3 millones ya estaban en el sector servicios, cifra que en la actualidad ha crecido hasta los 14 millones. El turismo, la primera industria nacional, trajo a España 34 millones de visitantes, El sector empresarial era una mezcla de monopolios y oligopolios, controlados en su mayor parte por el Estado, que había acogido en su seno a empresas quebradas de todo signo y condición como solución alternativa al cierre antes de tener que enfrentarse a problemas sociales. Era una economía intervencionista y rígida que no tenía capacidad competitiva, en la que la JSP fijaba el valor de compra de los artículos básicos mediante los escandallos de costes.
Suárez cocinó aquellos pactos en conversaciones previas con Felipe González y Santiago Carrillo para garantizarse una cierta estabilidad, dado que su partido no tenía mayoría absoluta en el Congreso.
El Gobierno propuso un pacto a todas las fuerzas políticas y sindicales para combatir la crisis. Estos acuerdos se conocieron como pactos de la Moncloa y fueron aprobados por todas las formaciones el día 15 de octubre de 1977. El consenso fue la tónica dominante, todas las formaciones se comprometieron a luchar contra la crisis, incluyendo a la patronal y a los sindicatos. Este apoyo al Gobierno fue imprescindible para poder avanzar en el camino hacia la democracia. Esta política de consenso culminaría en la elaboración de la Constitución.
Desde hacía varios años los sucesivos gobiernos habían aparcado la toma de decisiones en este sentido y ahora la situación era insostenible: inflación próxima al 40%, aumento del paro, déficit exterior galopante
España de 1977 presentaba, en el terreno económico, un cuadro clínico explosivo que revelaba unas cifras que se parecían poco a las que había manejado la oficialidad franquista. Era una economía muy intervenida que llegaba duramente lacerada por la crisis económica mundial causada por el encarecimiento de los precios del petróleo tras la guerra del Yom Kippur entre árabes e israelíes de 1973. El PIB era de 9,1 billones de pesetas, con un PIB por habitante equivalente a 3.000 dólares (hoy supera los 28.000 dólares); un crecimiento en términos reales del 2,8% que parecía sólido, pero con un consumo privado más débil, en torno al 1,5%. El déficit público (en torno al 2%) no era alarmante, pero no incluía muchos organismos autónomos o empresas públicas e industrias que luego tendrían que pasar por la reconversión. La inflación estaba oculta por la Junta Superior de Precios (JSP) y aquel año se disparó hasta un escalofriante 26,4%, aunque en algún momento del año llegó a rebasar el 30%, y los tipos de interés para créditos personales superaban el 10%, aunque no tardarían en sobrepasar el 20%. También apareció entonces otro de los graves problemas estructurales de la economía española, que se ha instalado a lo largo de los 40 años, el desempleo, que se vio alimentado por la vuelta de muchos emigrantes, en parte atraídos por la apertura, pero también porque la crisis del petróleo había hecho mella en los países en los que se encontraban. En 1973, los parados rondaban los 325.000, según la Encuesta de Población Activa (EPA). En diciembre de 1976 había pasado a 627.990 y a 760.060 un año después, para superar el millón a finales de 1978. La tasa de paro sobre la población activa era a finales de 1977 de 5,69%.
El peso del sector primario era todavía alto. De los 12,5 millones de trabajadores ocupados que había en 1977 (casi 19 millones en la actualidad), 2,5 millones lo estaban en agricultura (ahora hay menos de un millón) y más de 5,3 millones ya estaban en el sector servicios, cifra que en la actualidad ha crecido hasta los 14 millones. El turismo, la primera industria nacional, trajo a España 34 millones de visitantes, El sector empresarial era una mezcla de monopolios y oligopolios, controlados en su mayor parte por el Estado, que había acogido en su seno a empresas quebradas de todo signo y condición como solución alternativa al cierre antes de tener que enfrentarse a problemas sociales. Era una economía intervencionista y rígida que no tenía capacidad competitiva, en la que la JSP fijaba el valor de compra de los artículos básicos mediante los escandallos de costes.
Suárez cocinó aquellos pactos en conversaciones previas con Felipe González y Santiago Carrillo para garantizarse una cierta estabilidad, dado que su partido no tenía mayoría absoluta en el Congreso.
El Gobierno propuso un pacto a todas las fuerzas políticas y sindicales para combatir la crisis. Estos acuerdos se conocieron como pactos de la Moncloa y fueron aprobados por todas las formaciones el día 15 de octubre de 1977. El consenso fue la tónica dominante, todas las formaciones se comprometieron a luchar contra la crisis, incluyendo a la patronal y a los sindicatos. Este apoyo al Gobierno fue imprescindible para poder avanzar en el camino hacia la democracia. Esta política de consenso culminaría en la elaboración de la Constitución.
Adolfo Suárez posa con los dirigentes de los principales partidos políticos durante la firma de los Pactos de la Moncloa. / EFE.
Enrique Tierno Galván (PSP), Santiago Carrillo (PCE), José María Triginer (FSC), Joan Reventós (PSC), Felipe González (PSOE), Juan Ajuriaguerra (PNV), Adolfo Suárez (UCD), Manuel Fraga (AP), Leopoldo Calvo-Sotelo (UCD) y Miquel Roca (minoría catalana).
La ausencia de los sindicatos y la patronal de la histórica foto de la firma en la Moncloa se debió, según recuerdan algunos de los protagonistas, a que los pactos tuvieran más la rúbrica política de las fuerzas representadas en el Parlamento
Enrique Tierno Galván (PSP), Santiago Carrillo (PCE), José María Triginer (FSC), Joan Reventós (PSC), Felipe González (PSOE), Juan Ajuriaguerra (PNV), Adolfo Suárez (UCD), Manuel Fraga (AP), Leopoldo Calvo-Sotelo (UCD) y Miquel Roca (minoría catalana).
La ausencia de los sindicatos y la patronal de la histórica foto de la firma en la Moncloa se debió, según recuerdan algunos de los protagonistas, a que los pactos tuvieran más la rúbrica política de las fuerzas representadas en el Parlamento
Con los precios desbocados y la estructura social maltrecha no cabía otra salida que buscar un gran acuerdo nacional con la participación de todas las fuerzas políticas y sociales. Suárez encargó a Enrique Fuentes Quintana, vicepresidente al frente del área económica, y a Fernando Abril Martorell, vicepresidente encargado del área política, que pusieran en marcha la maquinaria para corregir las grandes lacras que lastraban la economía española: la inflación, el desempleo y el fuerte déficit exterior, que superaba los 11.000 millones de dólares.
Se devalua la peseta casi un 20% era un síntoma claro de la crítica situación que vivía el país. además de un acuerdo de ajuste salarial, se abordó la implantación de un sistema fiscal moderno, se creó el modelo actual de IRPF. Con el sistema franquista de impuestos indirectos, la presión fiscal apenas suponía el 22% del PIB (frente al 37% actual), además de introducir un impuesto progresivo sobre la renta, se sentaron las bases del sistema financiero moderno, se reformó una Seguridad Social que estaba dispersa en innumerables montepíos, muchos de ellos quebrados, se construyeron escuelas. se puso en marcha un programa, presupuestario y monetario, que permitió, en un año, rebajar al 16,5% la tasa de inflación sin que por ello se produjeran pérdidas de poder adquisitivo para los asalariados; el déficit del sector exterior se transformó en excedente, pero no pudo evitarse el aumento del paro. consecuencia de que por entoncesel petróleo que los llevó en muy poco tiempo a superar los 100 dólares por barril,
En materia política, el acuerdo permitió modificar las restricciones de
la libertad de prensa, quedando prohibida la censura previa, y un cambio
de la legislación sobre secretos oficiales. Asimismo, se aprobaron los
derechos de asociación política, de reunión y la libertad de expresión,
tipificando los delitos correspondientes por la violación de los mismos.
Se creó el delito de tortura; se reconoció la asistencia letrada a los
detenidos; se despenalizó el adulterio y el amancebamiento; se derogó la
estructura del Movimiento Nacional, así como otras medidas sobre la
restricción de la jurisdicción penal militar…
Los sindicatos y la patronal no firmaron los pactos, aunque concedieron
su apoyo, los primeros implícitamente representados por los partidos de
izquierda (PSOE y PCE) y los empresarios porque ya se habían convencido
de que los tiempos estaban cambiando y había que aceptar la transición a
la democracia. Eso no quería decir que las organizaciones sindicales
(Nicolás Redondo lideraba UGT y Marcelino Camacho, CC OO) y la patronal
quedaran al margen.
Los Pactos de la Moncloa, que no se prorrogaron quizá por razones electorales (el PCE hubiera preferido un Gobierno de concentración, pero el PSOE quería sustituir cuanto antes a UCD), fueron un cambio fundamental que sirvió, más allá del consenso político y de la corrección de algunos desequilibrios, “para sanear la economía y sentar las bases para acercarse a Europa y el posterior crecimiento
II. LA CONSTITUCIÓN DE 1978:
PRINCIPIOS INSTITUCIONES Y AUTONOMÍAS
-La Constitución del consenso. (6 de diciembre de 1978). A instancias del Rey, por primera vez en la historia, los españoles se dotan de una Constitución consensuada por todos los partidos políticos, desde Alianza Popular al Partido Comunista. Solo votaron en contra seis diputados y cinco senadores y otros ocho diputados se abstuvieron. Además, también por primera vez, fue ratificada en referéndum por el pueblo español. Los seis textos constitucionales anteriores solo representaban a media España e ignoraban a la otra media.
A) LA REDACCIÓN DE LA CONSTITUCIÓN
El encargo de elaborar la Constitución recae en una Comisión Constitucional formada por siete diputados procedentes de los distintos grupos políticos: Gabriel Cisneros, José Pedro Pérez Llorca, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón –de UCD-, Jordi Solé Tura – del PCE-, Gregorio Peces Barba –del PSOE-. Fraga Iribarne –de AP- , Miguel Roca de CiU. Algo que se criticó a esta comisión fue la ausencia de un representante del nacionalismo vasco (excluidos por sus peticiones maximalistas en torno a la autonomía vasca).
El 31 de agosto el proyecto fue discutido en las Cortes, tanto el Senado como el congreso lo aprobaron por amplia mayoría, a excepción de los nacionalistas vascos (que se abstuvieron) y la extrema izquierda. La Constitución consta de 1 preámbulo, 11 títulos y 169 artículos, además de 4 disposiciones adicionales, 9 disposiciones transitorias, 1 disposición derogatoria y 1 disposición final.
El 6 de diciembre de ese mismo año se celebró un referéndum, donde el pueblo español le otorgó el apoyo del 87,9% de los votos.
B) VALORES Y PRINCIPIOS
Los principios y valores se concretan en general en el Título Preliminar, siendo después desarrollados a lo largo de todo el texto en sus diferentes apartados.
Nuestro texto constitucional señala en su Art. 1.1 “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.”
Los principios
La importancia de los valores que acabamos de examinar se basa en que dan lugar a los cinco principios inspiradores del régimen constitucional que funda la Constitución de 1978.
· Estado democrático: La Constitución sitúa la soberanía en el pueblo, reconoce el pluralismo político y social, al mismo tiempo que establece una serie de instancias para que el pueblo participe en las decisiones que le afectan.
· Estado de Derecho: La Constitución de 1978 aprueba la primacía de la Ley como fundamento de la sociedad moderna, ley a la que todo debe estar sometido, ese sometimiento a la ley se denomina Estado de Derecho, y se basa también en la defensa y el reconocimiento de los derechos fundamentales de la persona.
· Estado Social: Cabe afirmar que el Estado Social que se propugna en el Art. 1 es un Estado decididamente intervencionista, un Estado activo. Especialmente en el Capítulo 3º del Título I donde se contienen los principios rectores de la política social y económica del nuevo Estado donde los poderes políticos se comprometen a actuar en los ámbitos familiar, social, laboral, cultural y económico.
· Monarquía parlamentaria. El Art. 1.3 señala que “la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”. La monarquía adoptada por la Constitución ha adquirido ya la legitimidad democrática desde el momento que ha sido refrendada por la voluntad del pueblo. Se trata de una auténtica monarquía arbitral en la que los poderes del Rey son más simbólicos y moderadores que efectivos.
· La descentralización del Estado. Es el último principio que caracteriza al Estado configurado por la Constitución de 1978, esto es, su carácter de poder descentralizado, aparece también como una respuesta, al Estado franquista anterior. El espíritu del Estado descentralizado tiene como precedentes a las dos Repúblicas españolas, y eso ha pesado enormemente en el momento de adoptar dicho modelo.
C) INSTITUCIONES
El Rey: ocupa la Jefatura del Estado, su cargo es vitalicio y la Corona hereditaria. Sus atribuciones están subordinadas a la Constitución y consisten en: representación simbólica de la nación, sanción de las leyes aprobadas por las Cortes y el mando supremo nominal de las Fuerzas Armadas (el rey reina pero no gobierna).
La Constitución española de 1978 reconoce la separación e independencia de los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. El poder ejecutivo es responsabilidad del Gobierno, que se compone del presidente, los vicepresidentes y los ministros. El presidente del Gobierno es elegido por el Congreso de los Diputados a propuesta del rey. Los ministros son nombrados por el rey a propuesta del presidente del Gobierno.
El poder legislativo se basa en un sistema bicameral porque las Cortes Generales están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado, las dos cámaras elegidas por sufragio universal directo. De todas formas, el Congreso tiene muchas más atribuciones que el Senado, que, de hecho, sólo tiene funciones de segunda lectura para los proyectos que han sido aprobados por el Congreso. El Congreso se compone de un mínimo de 300 diputados y un máximo de 400, elegidos mediante un sistema proporcional. El Senado es una cámara de representación territorial; la mayor parte de los senadores son elegidos por los electores de cada provincia mediante un sistema mayoritario, mientras que el resto son designados por los parlamentos de cada comunidad autónoma.
El poder judicial está integrado por jueces y magistrados, que son inamovibles, no son objeto de elección popular, pero se encuentran sometidos al Tribunal Supremo y al Tribunal constitucional (máximo órgano constitucional). Existe el Tribunal Supremo, con jurisdicción en toda España, que es el órgano judicial superior en todos los órdenes, salvo en materias constitucionales, que son competencia del Tribunal Constitucional.
PARA SABER MÁS, VER:
CONSTITUCIÓN 1978
CONSTITUCIÓN 1978
Octubre de 1978. Adolfo Suárez y los componentes del Gobierno de UCD ( Senado y Congreso), posan una vez aprobada la Constitución.
D) EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS
Frente al Estado fuertemente centralizado del franquismo se abre paso un modelo descentralizado, siguiendo el ejemplo de la Constitución de 1931. Antes de abordar este asunto en el texto constitucional, ya se habían inaugurado regímenes preautonómicos en Cataluña y el País Vasco, con lo que se restauraba el autogobierno y el reconocimiento del carácter peculiar y diferente de esos territorios.
La Constitución declara que España está integrada por diversas nacionalidades y regiones con capacidad para tomar decisiones políticas. Las comunidades autónomas son provincias o agrupaciones de provincias que acceden a su autogobierno, dentro de la indisoluble unidad de España.
Para acceder a la autonomía hay dos vías:
1. El artículo 151, que es un camino rápido, y con un alto nivel de autogobierno, a él se acogieron las llamadas comunidades históricas (Cataluña, País Vasco y Galicia). Por esta puerta entró también Andalucía al ser aprobada por mayoría en referéndum la petición de autonomía.
2. La vía más lenta es la del artículo 143 que se aplicó al resto de comunidades y, aunque preveía un techo competencial más bajo, todas las comunidades alcanzaron más tarde el mismo nivel que las históricas. En cuanto a la división territorial, España quedó dividida en 17 comunidades y dos ciudades autónomas (Ceuta y Melilla). En lo temporal los estatutos se aprueba entre 1979 (Cataluña y País Vasco) y 1983 (Extremadura y Castilla y León). Las dos ciudades autónomas obtuvieron sus respectivos estatutos en 1995. Posteriormente los distintos estatutos han sufrido algunas reformas, la última en la actualidad.
En cuanto a las competencias, el Gobierno Central se reserva la exclusividad las competencias sobre relaciones internacionales, Defensa, Fuerzas Armadas, sistema monetario y Hacienda. Por otro lado las Comunidades Autónomas tendrán competencias de: urbanismo, turismo, carreteras, transportes, pesca, enseñanza, policía y protección del medio ambiente. Cada Comunidad Autónoma formará unos parlamentos propios y elegirá a su presidente de gobierno propio y las tasas nuevas que en cada una se puedan crear.
También disponen de recursos económicos propios para gestionarlos libremente, ya que se financian mediante los impuestos cedidos por el Estado Central, salvo en el caso del País Vasco y Navarra que el proceso es inverso. Con el posterior desarrollo de las autonomías, España quedó constituida por 17 comunidades autónomas más las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
PARA SABER MÁS, VER;
III. LOS GOBIERNOS DEMOCRÁTICOS DE 1979 A 1982
El presidente del Gobierno Adolfo Suárez en las puertas de La Moncloa en 1980.
Texto del discurso despedida
«Hay momentos en la vida de todo hombre en los que se asume un especial sentido de la responsabilidad.
Yo creo haberla sabido asumir dignamente durante los casi cinco años que he sido presidente del Gobierno. Hoy, sin embargo, la responsabilidad que siento me parece infinitamente mayor.
Hoy tengo la responsabilidad de explicarles, desde la confianza y la legitimidad con la que me invistieron como presidente constitucional, las razones por las que presento, irrevocablemente, mi dimisión como presidente del Gobierno y mi decisión de dejar la presidencia de la Unión de Centro Democrático.
No es una decisión fácil. Pero hay encrucijadas tanto en nuestra propia vida personal como en la historia de los pueblos en las que uno debe preguntarse, serena y objetivamente, si presta un mejor servicio a la colectividad permaneciendo en su puesto o renunciando a él.
He llegado al convencimiento de que hoy, y en las actuales circunstancias, mi marcha es más beneficiosa para España que mi permanencia en la Presidencia.
Me voy, pues, sin que nadie me lo haya pedido, desoyendo la petición y las presiones con las que se me ha instado a permanecer en mi puesto, con el convencimiento de que este comportamiento, por poco comprensible que pueda parecer a primera vista, es el que creo que mi patria me exige en este momento.
GOBIERNOS DE LA U.C.D. (1979-1982)
A) EL GOBIERNO DE ADOLFO SUÁREZ (1979-1981)
Cumplida su tarea constituyente, las Cortes fueron disueltas y se convocaron nuevas elecciones generales para el 1 de marzo de 1979 para constituir un parlamento ordinario de acuerdo con la constitución recién aprobada.
Las urnas volvieron a dar la victoria a la U.C.D., seguida por el Partido Socialista. A distancia se situaban el Partido Comunista y la Coalición Democrática (de derecha). Nueve formaciones regionalistas, encabezadas por CiU, con ocho escaños, entraron en el Congreso. Con estos resultados Suárez procedió a la formación de un nuevo Gobierno.
Del espíritu de consenso de la etapa anterior se pasó al de confrontación, los dos principales partidos de izquierda realizaron una dura oposición al gobierno de Suárez. En los meses siguientes se recrudecieron los actos terroristas, y las presiones involucionistas añadieron dificultades a las negociaciones de los Estatutos de Autonomía de Cataluña y País Vasco. En Cataluña se restableció la Generalitat, Josep Tarradellas, que era presidente en el exilio era confirmado en su cargo. En el País Vasco el primer lehendakari, con carácter provisional, no fue el presidente en el exilio sino el socialista Ramón Rubial, líder del partido más votado en las elecciones generales de 1977. Ese año de 1979 Cataluña y el País Vasco vieron redactados y aprobados sus estatutos de autonomía de acuerdo con la Constitución. Las demás regiones iniciarían la elaboración de sus respectivos estatutos siguiendo el ejemplo de las anteriores.
En abril de 1979 se convocaron las primeras elecciones municipales democráticas, en la mayoría de las grandes ciudades el triunfo fue para la coalición izquierda (el PSOE y el PCE se presentaron coaligados), era un revés para el Gobierno, a este le siguieron otros.
Pero los problemas principales de Suárez no venían de la oposición o de los fracasos electorales, venían del interior de su propio partido. La U.C.D. era una coalición muy poco cohesionada y sin una dirección efectiva, donde cada líder de un sector intentaba hacer valer sus ideas y donde los enfrentamientos y rivalidades eran frecuentes. Los principales “barones” obstaculizaban continuamente la labor del presidente que veía como sus apoyos se reducían en el interior de la Unión de Centro Democrático.
Tras cuatro años de actividad, los Grapo atentan contra la emblemática cafetería madrileña California 47, el 26 de mayo de 1979. Mueren 9 personas y otras 61 resultan heridas, en el que es el atentado más sangriento de la historia de la banda.
Tras cuatro años de actividad, los Grapo atentan contra la emblemática cafetería madrileña California 47, el 26 de mayo de 1979. Mueren 9 personas y otras 61 resultan heridas, en el que es el atentado más sangriento de la historia de la banda.
En marzo de 1980 se celebraron las primeras elecciones autonómicas en Cataluña y en el País Vasco, que dieron el triunfo a los nacionalistas en los dos casos: Convergencia i Unió (CiU), con Jordi Pujol a la cabeza en Cataluña y Partido Nacionalista Vasco (P.N.V.) en el País Vasco. Estos resultados no hicieron sino incrementar las tensiones en el interior de la U.C.D.
Paralelamente la oposición se crecía y en mayo de 1980 el líder socialista Felipe González presentó una moción de censura contra el gobierno de Suárez, aunque venció el presidente, la figura del líder de la oposición salió reforzada y se convertía en un candidato creíble. Cansado de toda esta situación Suárez dimitió el día 29 de enero de 1981. El rey designó a Leopoldo Calvo Sotelo como candidato a la presidencia. La segunda ronda para su investidura como presidente del Gobierno quedó fijada para el día 23 de febrero.
"Cuenta Sabino Fernández Campo... . «Desde luego había ya, como todos sabemos, cierta tendencia a pensar que Adolfo ya no daba más de sí, que había llegado a un límite, que no sabía salir de la situación en la que se encontraba [...] Me llamó Adolfo por teléfono y me dijo: “¿Te importa que vaya a verte media hora antes del despacho con el Rey?”».
«Llegó
y entonces me dio la gran sorpresa -relata Sabino-. “Vengo a dimitir”, y
a mí eso ni se me pasaba por la imaginación. “Y quiero decírtelo a ti
antes -él tenía su amor propio como es lógico- porque quiero tener un
testigo de que yo vengo a dimitir y que a mí no me echan. De manera que
yo te pido que donde quiera que sea y surja este tema, en una
conversación sobre mi dimisión, tú tienes que decir, y te lo pido por
favor, que yo venía a dimitir sin que nadie me lo pidiera”».
Sabino
expresa su sorpresa por la dimisión, habida cuenta de que hacía poco
que Suárez había dicho, una bravuconada sin duda, que iba a ser
presidente hasta el año 2000 o incluso más. Añadió Suárez, según consta
en la grabación de vídeo con Sabino: «Te voy a dar las razones. En
primer lugar, la oposición cada vez es más fuerte [que era verdad]. En
segundo lugar, dentro de mi partido tengo personas que creen que valen
más que yo y que deben sustituirme. Luego, claro, tengo cierto enemigo
en casa. Después, los militares no me perdonan la forma de reconocer el partido comuniusta. Y por último, yo creo que el Rey ha perdido algo de confianza en mí».
B) EL GOLPE DE ESTADO DEL 23 DE FEBRERO DE 1981)
Los ánimos en un ejército, donde la mayoría de sus mandos era de formación franquista, eran tensos y esa tensión aumentaba ante la escalada terrorista de ETA y la aprobación de los estatutos de autonomía del País Vasco y Cataluña, percibidos por los sectores ultraconservadores como una amenaza contra la unidad de la patria. La ultraderecha, varios sectores militares y grupos reaccionarios pedían abiertamente una insurrección. El momento propicio se presentó el día en el que Leopoldo Calvo Sotelo iba a ser investido presidente. Tres cabecillas dirigieron el pronunciamiento: el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero; el teniente general Milans del Bosch capitán de la III Región Militar con sede en Valencia; y el general de de división Alfonso Armada.
La «Operación Galaxia» pudo ser uno de los antecedentes del 23-F. El 11 de noviembre de 1978 se reunían en la cafetería Galaxia los hombres que estuvieron detrás de este proyecto de golpe de estado.
El teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero, y el capitán de la Policía Armada, Ricardo Sáenz de Ynestrillas, urdieron este plan tomando un café. El plan era similar: aprovechando que el Rey Juan Carlos estaría de viaje por México, los militares pretendían asaltar el Palacio de la Moncloay tomar como rehenes al Consejo de Ministros para detener la reforma política y, sobre todo, ejecutarlo antes del referéndum de ratificación de la Constitución Española. Finalmente, uno de los hombres involucrados en la operación decidió delatar la reunión. Llevó a Tejero durante siete meses a prisión, mientras que Ynestrillas fue condenado solamente a seis.
El teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero, y el capitán de la Policía Armada, Ricardo Sáenz de Ynestrillas, urdieron este plan tomando un café. El plan era similar: aprovechando que el Rey Juan Carlos estaría de viaje por México, los militares pretendían asaltar el Palacio de la Moncloay tomar como rehenes al Consejo de Ministros para detener la reforma política y, sobre todo, ejecutarlo antes del referéndum de ratificación de la Constitución Española. Finalmente, uno de los hombres involucrados en la operación decidió delatar la reunión. Llevó a Tejero durante siete meses a prisión, mientras que Ynestrillas fue condenado solamente a seis.
En el 23-F el golpe se inició poco después de las seis de la tarde, Tejero con un grupo de guardias civiles entraba a tiros en el Congreso secuestrando a los diputados, y anunciando la comparecencia de una autoridad militar superior para hacerse cargo de la situación. Entretanto Milans del Bosch sacaba los tanques en Valencia y publicaba un bando similar al de Mola en 1936.
La operación descansaba en dos puntos básicos: la ocupación de Madrid por la División Acorazada Brunete, y el apoyo del rey. El jefe de la citada división se puso en contacto con la Zarzuela y se le informó de que el rey no estaba con los golpistas. La tarde se desarrolló entre las negativas de varios mandos militares a secundar la insurrección y los contactos de don Juan Carlos con todas las autoridades militares dando órdenes estrictas de acatar la legalidad democrática.
Las horas pasaban y el tiempo estaba contra los golpistas que veían desvanecerse sus esperanzas. Hacia la una de la madrugada el rey se dirigió al país con uniforme de capitán general: “… ante la situación creada por los sucesos desarrollados en el Palacio del Congreso y para evitar cualquier posible confusión, confirmo que he ordenado a las autoridades civiles y a la Junta de Jefes de Estado Mayor que tomen todas las medidas necesarias para mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente”.
El golpe fracasó pero demostró la fragilidad que aún tenía la democracia en España. Millones de ciudadanos salieron a las calles para mostrar su repulsa contra el golpe.
Alfonso Armada abandona el Congreso de los Diputados con Mariano Nicolás, gobernador civil de Madrid, tras el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.
PARA SABER MÁS, VER:
636 23-F GOLPE DE ESTADO
C) EL GOBIERNO DE CALVO SOTELO
El día 24 de febrero Calvo Sotelo era nombrado presidente de un gobierno que duraría año y medio y que estaría presidido por las disensiones internas en el seno de la UCD.
Leopoldo Calvo-Sotelo fue el hombre que suplió a Suárez tras su dimisión, encargado de conducir un Gobierno dificilmente manejable por la descomposición de UCD, el partido que lo sustentaba. Muchas veces olvidado, durante su corto mandato se completaron pasos decisivos en la consolidación de España como una democracia homologable a la de sus vecinos europeos.
Leopoldo Calvo-Sotelo fue el hombre que suplió a Suárez tras su dimisión, encargado de conducir un Gobierno dificilmente manejable por la descomposición de UCD, el partido que lo sustentaba. Muchas veces olvidado, durante su corto mandato se completaron pasos decisivos en la consolidación de España como una democracia homologable a la de sus vecinos europeos.
Durante su etapa de gobierno tuvo lugar la aprobación de muchos de los estatutos de autonomía (menos Extremadura, Baleares, Castilla y León y Madrid que se aprobarían el 25 de febrero de 1983). Galicia y Andalucía quedaron constituidas como comunidades históricas, como Cataluña y el País Vasco.
En este periodo se produjo también una transferencia continua de competencias del gobierno central a las comunidades autónomas. También es de destacar la colaboración de los partidos nacionalistas con el Gobierno (PNV y CiU) que aportaron sus apoyos a un gobierno débil.
En este periodo se produjo también una transferencia continua de competencias del gobierno central a las comunidades autónomas. También es de destacar la colaboración de los partidos nacionalistas con el Gobierno (PNV y CiU) que aportaron sus apoyos a un gobierno débil.
Desde el punto de vista social el hecho más relevante fue la aparición del “el escándalo del aceite de colza”, envenenamiento masivo por la venta fraudulenta de aceite en mal estado.
También en 1981 tuvo lugar la aparición del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Con la aprobación de la ley del divorcio se ganó el Gobierno la crítica, además, de la Iglesia.
Una de las últimas medidas de Calvo Sotelo fue la tramitación del ingreso de España en la OTAN, que se veía como la antesala al ingreso en la Comunidad Económica Europea. La medida fue masivamente criticada por la izquierda, el PSOE llegó incluso a reunir 600.000 firmas contra este hecho y prometió convocar un referéndum si ganaba las elecciones.
Pero no sólo la UCD tenía problemas, en la izquierda el PCE sufría una aguda crisis. Por el contrario el PSOE asistía al reforzamiento del liderazgo de Felipe González y una mayor moderación en su ideario que le hizo abandonar posturas radicales.
En este contexto Calvo Sotelo convocó elecciones anticipadas para el 28 de octubre de 1982 que pondrían fin a la etapa centrista e inaugurarían la etapa de gobiernos socialistas que estarían en el poder hasta 1996.
A Calvo-Sotelo el partido de le iba de las manos, y en noviembre de 1981 consiguió hacerse con la presidencia del mismo, en un intento por recomponer la situación y tras superar múltiples distensiones internas. Pero fue tan sólo un parche. Al poco tiempo, depositó tal responsabilidad en la figura de Landelino Lavilla, que fue designado candidato para las elecciones generales de 1982.
A Calvo-Sotelo el partido de le iba de las manos, y en noviembre de 1981 consiguió hacerse con la presidencia del mismo, en un intento por recomponer la situación y tras superar múltiples distensiones internas. Pero fue tan sólo un parche. Al poco tiempo, depositó tal responsabilidad en la figura de Landelino Lavilla, que fue designado candidato para las elecciones generales de 1982.
(adaptación) edu.jccm.es/ies/labesanav
PARA SABER MÁS, VER:
HIS-ESP-XX-TRANSICION-1982-2000
El 28 de octubre de 1982, apenas 21 meses después de dimitir y ceder
el testigo de la Transición que había pilotado durante cinco años, Adolfo Suárez
se desplomó en las elecciones generales. Todo el centrismo se desplomó,
en realidad —el de su antiguo partido, UCD, y el del que acababa de
fundar, CDS—, pero el hundimiento electoral del expresidente fue
especialmente simbólico. El hombre que —proveniente de las entrañas del
franquismo— había ganado dos elecciones y culminado el proceso político
más importante de la historia reciente española veía cómo la ciudadanía
le daba la espalda una vez asentada la democracia.
El bipartidismo hacía su aparición y el centro empezaba su caída en
desgracia. De los 168 diputados que había tenido UCD en 1979 se pasó en
1982 a 11 de UCD y dos del CDS. En tres años, el centrismo había perdido
cuatro millones de votos. El propio presidente del Gobierno, Leopoldo
Calvo Sotelo, se quedó sin escaño (lo recuperó más tarde), al igual que
dos padres de la Constitución (el centrista José Pedro Pérez Llorca y el
comunista Jordi Solé Tura); otro más, Gabriel Cisneros, estuvo a punto.
El terremoto electoral de 1982 puso fin a un ciclo.
PARA SABER MÁS, VER:
HIS-ESP-XX-TRANSICION-1982-2000
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