52 VANGUARDIA EN ESPAÑA

  VANGUARDIA EN ESPAÑA


“Cada lectura es siempre una opción”
Un relato del siglo XX es más una constelación de conceptos, técnicas o estilos, más que  una sucesión lineal de nombres propios.

En 1966, en España no había ningún museo de arte contemporáneo. Ahora hay más de 3000. El primero en abrir fue el Museo de Arte Abstracto de Cuenca y desde entonces , Reina Sofía, el IVAM o  el CAAM en Las Palmas. Después llegaron el MACBA en Barcelona, el CAAC en Sevilla, el MEIAC en Badajoz, el Guggenheim de Bilbao, el MUSAC en León y así hasta llegar a casi 3000 centros extendidos por el territorio español, algunos de los cuales ahora se está revelando como insostenible.

¿Es posible contar el arte contemporáneo sin recurrir a la obra de artistas de la corriente dominante como José María Sicilia, Miquel Barceló o Jaume Plensa, en España, o Anselm Kiefer, Julian Schnabel y Gerhard Richter, en el extranjero? ¿Y sin un guiño a la triquiñuela mercadotécnica de Damien Hirst, Tracey Emin y el resto de los Young British Artists, que con tanta soltura dominaron los medios en los noventa?


Aquí podemos apreciar la diversidad, riqueza e importancia artística de las corrientes del arte español del siglo XX, prescindiendo voluntariamente de casi todo lo que, bien adentrada la centuria, se puede considerar como herencia del siglo anterior, arrancando con los artistas de la generación de la Segunda República hasta mediados de la década de los noventa.

Por tanto, encontramos aquí un repertorio amplio de obras que testimonian la vanguardia histórica española, tanto de aquellos exponentes que realizaron su obra en España —José Caballero, Pancho Cossío, Juan Manuel Díaz Caneja, Benjamín Palencia— como de los que desarrollaron su carrera fuera de ella —Joan Miró, Óscar Domínguez, Julio González y Esteban Vicente.

El movimiento abstracto de mayor proyección en nuestro país, el célebre grupo El Paso, también está representado en este itinerario a través de sus artistas más significativos —Antonio Saura, Manolo Millares, Manuel Rivera, Luis Feito, Rafael Canogar y Martín Chirino—, junto a otros autores que también influyeron en la renovación del arte español de la posguerra y lograron un amplio reconocimiento internacional, como Antoni Tàpies, Pablo Palazuelo, Eduardo Chillida, Jorge de Oteiza, José Guerrero o Lucio Muñoz, sin olvidar a los representantes de la escuela de Madrid.

En la década de los cincuenta y sesenta, simultáneamente a esta línea de abstracción informalista, se desarrolló una corriente más constructiva y geométrica, representada por Eusebio Sempere o Andreu Alfaro, y también una escuela realista, con Antonio López y Amalia Avia en Madrid, y Carmen Laffón en Sevilla.

El informalismo europeo y el expresionismo abstracto estadounidense representan un regreso a la materia. Al mismo tiempo, se detecta a finales de los 50 y principios de los 60 una abstracción geométrica de raíces constructivistas y una experimentación con el mundo de la ciencia. La muestra se detiene aquí en obras de Gottlieb, Fontana, Oteiza o Tony Smith.

 La ironía y la crítica social caracterizan el pop español de Arroyo, Genovés o Gordillo.
 acaba con una crítica a la cultura contemporánea

De los sesenta a los ochenta conviven artistas ya consagrados con miembros de nuevos movimientos, como el grupo Hondo, los pop–entre los que cabe destacar a Eduardo Arroyo y Equipo Crónica—, el grupo de Cuenca y la plétora de singulares artistas individuales como Manuel Hernández Mompó, Gonzalo Chillida, Albert Ràfols Casamada, Alfredo Alcaín, Luis Gordillo, José María Sicilia y Miquel Barceló.

También encontraremos artistas individuales muy reconocidos en la década de los ochenta y posteriores, como Soledad Sevilla, Nacho Criado, Adolf Schlosser, Eva Lootz, Miquel Navarro, José Manuel Broto, Carmen Calvo, Juan Navarro Baldeweg o Manuel Salinas, entre otros nombres importantes.

Llegados los ochenta, algunas figuras deciden traspasar fronteras para lograr un éxito internacional, como Miquel Barceló, José María Sicilia, Frederic Amat, Víctor Mira, Juan Carlos Savater, Darío Urzay, Francisco Leiro, Darío Álvarez Basso, Ángel Mateo Charris o Sigfrido Martín Begué


Tàpies
Saura, 
Millares  

Creaciones de finales del siglo XX y algunos posteriores, que revelan los problemas de identidad, de memoria colectiva o del cuestionamiento de las diversas formas de resistencia. Son instalaciones y obras de  Cristina Iglesias, Juan Muñoz, Antoni Muntadas, Joan Fontcuberta, M


 Rafael Canogar nace en Toledo en 1935 y en 1954 celebra su primera exposición individual en la Galería Altamira de Madrid. Poco después viaja a París y le impacta la obra de artistas como Dubuffet o Fautrier.

En 1957, funda el grupo informalista El Paso junto con Luis Feito, Juana Francés, Manuel Millares, Antonio Saura, Manuel Rivera, Pablo Serrano, Antonio Suárez, y los críticos Manuel Conde y José Ayllón. Más tarde se incorporarían Martín Chirino y Manuel Viola
El grupo El Paso se consagra internacionalmente en la Bienal de Venecia en 1958, siendo el pabellón español uno de los principales protagonistas de la edición.



El Reina Sofía porpone:

En las primeras salas la actualización de la pintura de género, llevada a cabo por Campano, Polke, Baselitz o los retratos de Marlene Dumas; mediante el replanteamiento crítico de la utilidad de las imágenes en medio de su sobredosis (Cindy Sherman, Louise Lawler y el resto de la Pictures generation); así como en las nuevas prácticas en torno al vídeo en la era de la MTV y la omnipresencia del pop.
Vitrinas con documentación acerca de las primeras ediciones de Arco o de la llegada del Guernica a Madrid colocan al visitante en la perspectiva de aquella España, adormilada por los consensos de la Transición y dispuesta a cualquier pelotazo, también al de la institucionalización del sistema arte. Como reverso de esas historias de éxito de metacrilato se yergue el fogonazo creativo que iluminó Sevilla desde la galería La Máquina Española, las visiones apocalípticas del colectivo Estrujenbank y sus miembros (Gadea, Ugalde, Cañas y Lozano) o las llamadas de atención de Pedro G. Romero y Rogelio López Cuenca en medio de la desbocada euforia de 1992.
La producción en los ochenta de Tàpies, Guerrero o Vicente

Las disputas de género y los activismos feministas y homosexuales alzan la voz un poco más adelante, bien desde los carteles que reivindican con enfado la ocupación de las calles, bien por la vía de lo grotesco (como en Freak Orlando, de Ulrike Ottinger) o en las poéticas visiones de Itziar Okariz y Eulàlia Valldosera.

Las salas dedicadas a la plaga del sida y la dignidad poética de sus víctimas, David Wojnarovich o cordobés Pepe Espaliú, más sosegados resultan los espacios que indagan en el modo en que la modernidad dejó de ser un proyecto de futuro para convertirse en punto de partida de la obra de Juan Muñoz, Peio Irazu, Txomin Badiola, Jeff Wall o Ángel Bados, así como en las nuevas vías abiertas en aquellos años en los campos de la escultura (y su súbito culto al pedestal) y la arquitectura, aunque sea ficticia, como en una memorable pieza de Isidoro Valcárcel Medina. Un bombardeo de imágenes propuesto por Harun Farocki, despide con acierto el recorrido justo cuando el visitante se halla a bordo de dos aviones de pasajeros a punto de derribar las Torres Gemelas y con ellas el siglo XX.


Entre finales de los 70 y comienzos de los 80, en plena transición política española, otros artistas protagonizaron una vuelta a la pintura con la vista puesta en vanguardias históricas europeas (Picasso, Matisse) y estadounidenses (De Kooning, Motherwell) . No actuaron como grupo sino que cada uno buscaba su propia originalidad en medio de una sociedad en la que todo estaba por hacer. En aquellos años, ellos fueron los protagonistas casi absolutos del incipiente panorama expositivo que empezaba a vivirse en este país: Alfonso Albacete, Miguel Ángel Campano, Ferran Garcia Sevilla, Juan Navarro Baldeweg y Manolo Quejido

“Es un tiempo enormemente activo, pero débil en sus infraestructuras. Los espacios museísticos de arte contemporáneo eran escasos y las galerías, incipientes. Si embargo, la creatividad era desbordante. Se buscaba la internacionalización a toda costa y se pensaba en un mercado que por entonces no existía”.

 Ferran García Sevilla (Palma de Mallorca, 1949) mallorquín residente en Barcelona, explica que él provenía del arte conceptual, pero que, en los 70 se decidió por la pintura. Primero con grandes empastes y después con capas más finas en las que volcaba toda su ironía y sarcasmo.


Alfonso Albacete (Antequera, Málaga, 1950) tiene sus orígenes en el arte Pop y en el conceptual, aunque a finales de los 70 elige una forma de expresión en la que lo figurativo se mezcla con lo abstracto. Sus paisajes de huertos o naturalezas muertas, son un claro ejemplo de ello. Albacete, que como el resto de sus compañeros, sigue volcado en la pintura, asegura no sentirse olvidado por las instituciones. “Estamos en en esta exposición y, sobre todo, estamos en la memoria de mucha gente”, responde para zanjar cualquier polémica


Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939) arrancó también en el ámbito conceptual y la abstracción postpictórica. Su participación en los famosos Encuentros de Pamplona y en la bienal de Venecia de 1978 le decantaron hacia el mundo de la instalación y de ahí, a la entrega total al mundo de la pintura con composiciones cargadas de color en la senda de Matisse o Picasso. “Toda esta obra que veo aquí no ha envejecido. Mantiene la misma vitalidad con la que salió de nuestras manos hace tantos años”.


Manolo Quejido (Sevilla, 1946) realizó sus primeros trabajos en el ámbito del Expresionismo y de la poesía visual. Su inmersión definitiva en la pintura se produce en los 70 con sus series de cartulinas en las que mezcla el realismo con el pop. “El problema era como seguir pintando después de haber visitado el Museo del Prado”, se pregunta. “La búsqueda personal era la única solución”.



Cuando la España franquista vendía al mundo su diferencia en la década de los sesenta, el Equipo Crónica reflejaba en sus cuadros una realidad social y política muy alejada de la edificante imagen de la campaña institucional. Y lo hacía con motivos de obras de los grandes maestros de la pintura española, como El Greco, Velázquez o Goya, que reproducía combinados con imágenes del mundo de la publicidad y de los medios de comunicación en unas series que pasarían a formar parte de la iconografía antifranquista.

A favor de la pintura, de la neofiguración surgida al calor del pop art, que transgredía los dictados del arte conceptual y de las neovanguardias, predominantes entonces. “Los Crónica pintaban la realidad. No tenía que haber diferencia entre lo que decía su pintura y la cultura y las condiciones sociales de su entorno. Todo ese conjunto formaba parte de la intención de su pintura. Sólo en algunos casos, la finalidad era estrictamente de denuncia política, como cuando, por ejemplo, trabajaron sobre los últimos fusilamientos del franquismo”.

Equipo Cronica El intruso' 1969), perteneciente a la serie 'Guernica 69

Tal vez Guernica 69 fuera una de las series más conocidas de la primera etapa del Equipo Crónica, constituido en 1964 y formado inicialmente por los artistas valencianos Rafael Solbes (1940-1981), Manuel Valdés (1942) y Joan Antonio Toledo (1940-1995), si bien este último se desvinculó a los pocos meses.

En uno de sus cuadros, el Guerrero del Antifaz emerge entre las trágicas figuras de Picasso en una reivindicación doble del Guernica. El Equipo Crónica elaboró un relato imaginario del ansiado viaje a España de la obra más célebre del siglo XX.

Se inició con la participación inicial de los Crónica en Estampa Popular, movimiento que surge a raíz de una exposición antifranquista en Italia en 1959 y acoge Madrid. Su disolución, por la prematura muerte de Solbes en 1981.

equipo cronica derrota de Samotracia (1972)

AUTORES Y OBRAS

CANOGAR













BROTO
José Manuel Broto (Zaragoza, 1949)


Rojo III, de José Manuel Broto, expuesto en Es Baluard, en Mallorca

JUAN UGALDE
Retrato de Ronald Reagan de Juan Ugalde, 1987. /MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA 

Jordi Teixidor,

Siempre ha sido fiel a la pintura abstracta a la que ha ido despojando de la emoción, del gesto, del movimiento, para adentrarse en la reflexión profunda que hunde sus raíces en la filosofía.

Abandonó su ciudad natal, reñida con la abstracción, para instalarse en los ochenta en Madrid, tras ejercer de conservador del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, donde conoció a Gustavo Torner, Gerardo Rueda y Fernando Zóbel, y vivir varios años en Nueva York. Su obra forma parte de las colecciones de museos como el Reina Sofía de Madrid o el IVAM de Valencia y se ha visto en el Guggenheim neoyorquino o en la Bienal de Venecia.

Reivindicador de la pintura, rasgo decisivo de su obra es la distinción en su quehacer respecto a nuestro contexto artístico, con una práctica, ya desde mediados de los sesenta, próxima al arte conceptual o a la sensibilidad minimalista

perteneció al grupo Nueva generación, avanzando las corrientes artísticas que llegarían durante la Transición.

MIGUEL ÁNGEL CAMPANO.


Omphalos I' (1984), de Miguel Ángel Campano. COLECCIÓN MEANA-LARRUCEA


 Equipo Crónica


 'Heartfield Lissitzky', obra de 1973 del Equipo Crónica

Palencia, Benjamin
Bodegón 1930


González, Julio
Main et cheveux 1941



Domínguez, Óscar
Pájaros mecánicos 1952



Tàpies i Puig, Antoni
Forme gris bleuâtre 1955


Cossío, Pancho
Puerto 1957



López García, Antonio
Mujer durmiendo 1960



López García, Antonio
Vista de Madrid (Museo Arqueológico desde la calle Serrano) 1962



Millares Sall, Manolo
Cuadro (2) 1963



Sempere, Eusebio
Horizontes 1965



Feito, Luis
659 1968

Miró, Joan
Gat i ma h. 1970



Chillida Juantegui, Eduardo
Aundi II 1970



Caballero, José
Día nada 1971



Díaz-Caneja, Juan Manuel
Pueblo 1973



Redondela, Agustín
Casas abandonadas 1973



Rivera, Manuel
Espejo naciendo III 1974



Avia, Amalia
Bidones. Estación del Norte 1975



Chillida Juantegui, Gonzalo
Marina 1981



Muñoz, Lucio
Blanco fin 1981

Navarro Baldeweg, Juan
Vencejos 1981



Vicente, Esteban
Sin título 1981



Salinas, Manuel
Sin título 1982



Guerrero, José
Comienzo rosa y amarillo 1982



Quejido, Manuel
Visión de las Náyades 1982



Calvo, Carmen
Serie Escrituras 1983



Alcaín, Alfredo
Cézanne petit-point LXVII 1983



Broto, José Manuel
Sin título 1983



Saura, Antonio
Dora Maar 15.5.83 1983



Valdés, Manolo
Margarita de Austria h. 1983-1985



Alcolea, Carlos
La ciega veneciana 1984



Palazuelo, Pablo
Yantra III 1984



Teixidor, Jordi
Sin título 1984



Ràfols Casamada, Albert
Març 1985



Arroyo, Eduardo
La Nuit espagnole 1985


Canogar, Rafael
Cabeza femenina 1985



Sicilia, José María
Tulip I 1985



Mompó, Manuel Hernández
Mercado en la plaza Cuadrada 1985



Laffón, Carmen
Bodegón 1986


Gordillo, Luis
Mouse-paisaje-globo 1986


Amat, Frederic
Les Baigneuses 1988



Franco, Carlos
Pandora I 1989



Urzay, Darío
Sin título I 1989



Barceló, Miquel
Paysage pour aveugles sur fond vert 1989



Pérez Villalta, Guillermo
Lugar cerrado 1990



Mira, Víctor
Río y pálpito 1992


Savater, Juan Carlos
Cementerio sufí
1993

Martín Begué, Sigfrido
El pato Vaucansson 1993




Charris, Ángel Mateo
Esperando a Malevich 1994



Álvarez Basso, Darío
Heliogabalus y el mar 1995



Sevilla, Soledad
Número 1 1995



Criado, Nacho
La voz que clama en el desierto no es la tuya ni es la mía 1995



Eduardo Arroyo cosechó la admiración nacional e internacional


Escuela de Periodismo de Madrid y pronto comprendió que el camino del futuro más próximo estaba en el exilio voluntario. Así que se fue a París -donde agitó el Mayo del 68 a base de carteles propios e impulsos iconoclastas- y a Roma,Trasladado a París a fines de los cincuenta, al comienzo de la siguiente década este entonces escritor y caricaturista se había convertido en una de las más importantes firmas de la Nueva Figuración de Francia, a la sazón, junto al pop británico, la tendencia más fértil de arte de vanguardia de Europa occidental. volvió, a finales de los setenta, ya consagrado no solo como pintor y escritor, también como escenógrafo








Juan Muñoz

Juan Muñoz comenzó a producir obras de carácter "narrativo" -rompiendo los límites de la escultura tradicional- las cuales constan de instalaciones de figuras de tamaño ligeramente inferior al natural en interacción mutua distribuidas en ambientes tanto cerrados como abiertos. Sus instalaciones a menudo invitan al espectador a relacionarse con ellas, dejando de sentirse espectador para discretamente formar parte de ellas.
Desde diferentes perspectivas la figura humana, o fragmentos de ella, para situarla dentro de arquitecturas familiares que aluden a espacios de transición, como escaleras, balcones, puertas, sótanos, barandillas y suelos que crean ilusiones ópticas.
Educado artísticamente en Londres –donde conoció a la que luego fue su esposa, la escultora Cristina Iglesias– y después en Nueva York y Roma, Muñoz decidió instalarse a mediados de los noventa en Torrelodones, un pueblo situado a pocos kilómetros de su Madrid natal.
Juan Muñoz falleció en 2001, dos meses después de la inauguración de 'Double Bind' en la Tate Modern londinense.
 Las figuras humanas de Juan Muñoz siempre están en suspenso o en tránsito. En la imagen, 'Hanging Figures' (1997),
 Many Times' (1999) en el centro de arte HangarBicocca de Milán.
 ventrílocuos, ilusionistas, enanos, tamborileros entablan una partida psicológica con el espectador. En la imagen, 'Seated Figures with Five Drums' (1999).
ATTILIO MARANZANO

Dionisio González 
de la serie expuesta en Real Venice.  galería Ivorypress (Madrid).
Dionisio González busca contextos contradictorio, en extinción y, como el mejor urbanista, los estudia con sumo cuidado para luego intervenirlos.


PARA SABER MÁS, VER:

BIBLIOGRAFÍA


Arte Español Contemporáneo 1992-2013, editado por La Fábrica.
http://coleccionbbva.com/es/arte-espanol-del-siglo-xx

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